viernes, 21 de noviembre de 2025

PROCESOS ELECTORALES EN MARCHA

 En Chile y en Venceremos (Perú)

VICTORIAS PIRRICAS

Carlos León Moya

En HILDEBRAQNDT EN SUS TRECE Nº 759, 21NOV25

L

a izquierda en Chile obtuvo una victoria pírrica en la elec­ción presidencial del domingo último: ganó la primera vuel­ta, pero perdió la segunda.

Jeannette Jara, candidata de la Uni­dad por Chile y miembro del Partido Comunista, consiguió el primer lugar con el 27% de los votos. Sin embar­go, todos los sondeos mostraban que perdería la segunda vuelta con José Antonio Kast o Evelyn Matthei, sus contrincantes de derecha. Por eso, su gran objetivo era conseguir un 36% (el histórico tercio de la izquierda en Chile) para poder remar así con es­peranza la segunda vuelta. Pero no: lejísimos.

Jeannette Jara
Es más, José Antonio Kast -cuyo padre fue un oficial nazi, así que lo ultraderechista viene de familia- quedó segundo con 24%, apenas 3% menos que ella. Esos 380 mil votos de diferen­cia son tan pocos que en el Perú, con un electorado más grande, equivaldrían al 0,9%.

Las críticas y autocríticas de la iz­quierda en Chile han sido durísimas y públicas. Por ejemplo, su lejanía a las principales demandas de la gente, como seguridad (especialmente en sectores de ingresos bajos, capturado por Kast); la percepción de que son la continuación del gobierno actual de Gabriel Boric, pese a que buena parte de electores lo rechazan (los partidos de gobierno en Chile no consiguen ser reelectos desde el 2010); y no haber empatado con un ánimo de rechazo ya no hacia el gobierno, sino hacia todo el establishment político en general y a la tradicional dicotomía izquierda-de­recha, representada por Franco Parisi y su 20% de votos (un candidato muy extraño para Chile, pero que en Perú sería parte de lo cotidiano).

Todo esto ha convertido la elección en una gran crisis para la izquierda chi­lena. Jara no ganará, pero es igual de importante detener la sangría y que la derrota no sea tan abultada.

P

ero si ellos comparasen su “gran crisis” con la minicrisis de la miniizquierda peruana, tendrían entre alivio y espanto.

La izquierda peruana aún ni empieza la campaña y ya casi perdió la primera vuelta.

La alianza VENCEREMOS, una de las tres opciones de izquierda para el 2026, realizó el domingo unas prima­rias burdas, innecesarias y mal hechas. A pesar de su prédica democrática, la elección no fue abierta ni directa sino a través de delegados, justamente la forma más manipulable. Como si ellos fuesen muchísima gente, como si fue­sen el Partido Comunista de la Unión Soviética y no 500 gatos peleándose por un atún.

Al final, esa primaria la ganó una plancha presidencial aparecida a última hora. Vicente Alanoca, el precandida­to del Nuevo Perú que ya hacía gira en los medios como si fuese el oficial, perdió frente a Ronald Atencio. De seguro usted no sabe quién es, y está bien: es el algo de alguien. Es el abogado de Guillermo Bermejo, y postuló en su reemplazo porque él fue sentenciado a prisión hace un mes.

Vicente Alanoca
Bien pudo Atencio no reemplazarlo -total, el candidato era Bermejo-, pero lo hizo y hasta incluyó en su plancha a un dirigente de Puno y miembro del Nuevo Perú: no, no Alanoca, sino el excongresista Alberto Quintanilla. Y así derrotaron a Alanoca: con olor a traición y componenda, pero también de apañado al más lorna del salón, del niño al que le roban la lonchera. Por un lado, sea por oportunismo, racismo o angurria, Quintanilla le cortó la cabeza al pitufo que quería disputarle el lide­razgo de Puno, como diciéndole: “aquí mando yo”. Por otro, el Nuevo Perú, que prometía cambiar el Perú de raíz y derrotar a la derecha más mañosa, se dejó avasallar y humillar por 39 dele­gados ancianos con olor a naftalina.

El costo de esta “victoria” no ha sido electoral. De hecho, el perfil “castillista”, conservador y autoritario de Atencio empata bien con las actuales demandas de un sector del país, y podría conseguir un buen resultado. Sin embargo, su vic­toria ha destruido la confianza entre los dos grupos que componen la alianza Venceremos, la cual -a su vez- es una de las tres opciones de izquierda. Es decir, el 33% del 1% de la intención de voto se ha sacado los ojos y se acusan entre sí. Parece ser una victoria pírrica. Sí, como la de Chile. Cada uno con sus victorias pírricas: unos en la cima, otros en el subsuelo. <>

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