LA VICTORIA DE JEANNETTE JARA
Por Gustavo
Espinoza M.
|
E |
l
domingo pasado tuvieron lugar las elecciones presidenciales y parlamentarias
chilenas. Ellas arrojaron resultados contradictorios, algunos de los cuales
alegaron sobremanera a la ultra derecha latinoamericana, que ahora mismo canta
victoria segura que el próximo 19 de diciembre proclamará un triunfo sobre
el pueblo de Chile.
No
obstante, aún es prematuro arriesgar un pronóstico definitivo. Se ha dicho -y
es verdad- que en cualquier país, una “segunda ronda electoral” es una
nueva elección, sólo que circunscrita a dos candidatos. La polarización que
confronta esa realidad torna ciertamente especulativa cualquier apreciación
precipitada referida a probables resultados.
Por lo pronto, ya en Chile se avanza en pronósticos: un 64% se atribuye a la candidatura ultraderechista del señor Kast y un 36% a la abanderada del movimiento popular. Pero los hechos nos inducen a desconfiar de las “encuestas” que más que “resultados” parecen maneras de orientar a electores colocándolos ante lo que juzgan “hechos consumados”.
Las
encuestadoras en Chile han cometido clamorosos errores al pretender
“pronosticar” la votación registrada el domingo 16 de noviembre. Para comenzar,
le daban entre el 31 y el 33% a la candidatura de Jara y sólo registró un
26.8%, Podría suponerse que le adjudicaban un porcentaje mayor para luego decir
que “cayó más de lo previsto”, la antesala de una probable derrota. Pero,
buscando “levantar” la imagen fascista de Makario, le daba un empate a 16% con
Kast; en tanto que ignoraban olímpicamente a Franco Parisi, que
finalmente obtuvo el tercer lugar con un 19.4%. Para los “sondeos de opinión”
el señor Parisi y su Partido el PdG, simplemente no existía, por lo que el
resultado final les golpeó severamente el rostro.
En
otro país, hace poco, ocurrió lo mismo: en Bolivia ignoraron al candidato
Demócrata Cristiano, el señor Paz, para “levantar” la imagen de un indiscutido vencedor:
el ultra derechista “Tuto” Quiroga. También allí el tiro “les salió por la
culata”.
Hoy,
como una manera de “limpiarse” por lo ocurrido en el país Mapuche, optan apenas
por sumar los votos de la derecha más recalcitrante y adjudicarlos todos -como
por un embudo- a la candidatura de Kast. Así, no tienen pierde.
Pero
como en el fútbol, en política no se puede pronosticar tan fácilmente antes del
Partido. Hay que jugar los 90 minutos para saber cómo terminó un encuentro que
resultaba arduamente disputado. Hacerlo antes, es desconfiar de la capacidad de
los ciudadanos para definir la suerte de su país.
Por
lo pronto, hay que juzgar los hechos ya ocurridos. Y a la luz de ellos,
subrayar que la victoria de Jeannette Jara en primera vuelta fue un triunfo
legítimo del pueblo de Chile que enfrenta esta contienda en condiciones
particularmente difíciles.
Como
se sabe, el contorno externo resulta altamente desfavorable. Milei, desde la
frontera argentina; Paz, desde el lindero con Bolivia; y la administración
peruana, desde Dina Boluarte hasta José Jerí; en suma la tenaza del Imperio,
juega desde todas las esquinas.
El
gobierno de Gabriel Boric perdió fuerza por su actitud contradictoria y su
conducta ambigua. Tuvo, en general una correcta política al interior del país
salvo en el caso de los Mapuches, con los que no pudo, ni quiso, entenderse
nunca; pero sostuvo en el plano externo una línea general confusa y ambivalente
que en mucho lo acercó a las pautas Washington y los gobiernos más oscilantes
de nuestro continente.
En
el caso de Gabriel Boric -como también en el de los gobiernos reformistas del
progresismo latinoamericano- la política amorfa, indefinida y finalmente
contradictoria, no la ayuda en el diálogo con un pueblo, orgulloso del legado
de Lautaro, recogido por hombres de acero hasta Salvador Allende.
Al
contrario, ese rumbo, genera confusión y abandono de principios valores porque
opta por asumir lo que, puntualmente, se juzga como lo que “conviene más”, en
lugar de lo que resulta más justo.
El
otro gran tema que sin duda influye en los procesos de nuestro continente
agobiado por dictaduras siniestras, es la actitud hacia el pasado. Para la
derecha en todas sus variantes, lo importante es “olvidar” lo ocurrido, juzgar
las cosas como algo que “sucedió en el pasado” y que “no vale la pena
recordar”; ahora -dicen- “hay que mirar al futuro”. “ver hacia adelante”. Y en
eso caen algunos izquierdistas que no sufrieron en el pasado los golpes más
directos. “no hay que acumular odio” , suelen decir para echar un poco de
tierra a lo vivido.
Pero este no es, sin duda, un buen consejo al pueblo en ningún país. Siempre hay que mirar el pasado, no por deleitarse ni abominarlo, sino para examinarlo críticamente y extraer las lecciones que habrán de permitirnos avanzar. Y es que no hay manera de avizorar la ruta del futuro, sin mirar el camino que seguimos para llegar aquí.
Y
en esta materia, los comunistas chilenos tienen para dar cátedra. No solamente
porque sufrieron los daños más intensos, sino también porque vivieron y
afrontaron las jornadas más heroicas. Fueron actores y protagonistas de ella. Y
dieron lecciones de valor y de coraje cada día.
Sin
hombres como Víctor Jara o “el chino” Diaz; o sin mujeres como Martha
Ugarte o Gladys Marín; no hubiera sido posible escribir la historia del pueblo
de Chile ni derrotar al fascismo, tal como ocurrió.
Ahora,
en la antesala de la segunda vuelta, Chile está frente a una nueva polarización
que, en el fondo, es la misma que golpea el corazón de los chilenos desde hace
más de 50 años. Deben optar por el fascismo -es una de sus variantes- o
preferir la alternativa popular que encarna inequívocamente Jeannette Jara y
que recoge la más rica tradición de lucha del pueblo de Chile. <>


No hay comentarios:
Publicar un comentario