jueves, 20 de noviembre de 2025

ELECCIONES 2026: DEBATE SOBRE CANDIDATURAS

 EL INDIO Y LAS IZQUIERDAS

Por: Alejandro Yucra Hancco

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erman Choquehuanca escribió alguna vez, “Entre izquierda y derecha son iguales, pero prefiero a la derecha, porque ellos te dicen indio de mierda de manera abierta y directa, pero la izquierda, por fuera te dice hermano campesino, indígena y para sus adentros nos escupe”. Yo siempre sostuve esta posición, aun cuando muchos académicos, colegas, o intelectuales me invitaban a acércame a sectores progresistas de la izquierda u otros directamente me confundían con esta postura política. Recientemente se dio el hecho de la exclusión de Vicente Alanoca de la lista electoral por el partido que lo había anunciado con anterioridad para las elecciones presidenciales del año 2026, el denuncio racismo en su publicación redes digitales, pero por lo menos por mi parte, he leído mucho mas en este simple gesto que pasaría desapercibido para la mayoría de los analistas políticos.

Anteriormente había escrito un ensayo hablando sobre la inviabilidad de su candidatura y su eventual llegada a la presidencia, ahora me reafirmo, pero, en otros términos. Para empezar, debemos entender la trayectoria política de este personaje, de formación académica bastante sólida (Doctor en Derechos Humanos y Desarrollo y doctor en Historia de América Latina y Mundos Indígenas por la Universidad Pablo de Olavide Sevilla-España.), formado en la línea progresista ideológica del progresismo de izquierda, un prototipo de lo que sería un buen progre. Pero con una salvedad, es indio, un indio letrado, pero indio a fin de cuentas, indio en un partido de criollos, que claramente lo pensaban utilizar como instrumento político, como ha sucedido muchas veces, como lo ha sido Evo Morales en su tiempo, pero aquí entra a tallar la contradicción, Alanoca era un personaje mas afín a hablar con voz propia que repetir el libreto Woke, no quiero decir que Alanoca era un indio de voz propia, de hecho su formación misma es progresista, sino que era lo suficientemente autónomo para que se volviera un instrumento incomodo. Ya repasado los hechos, quiero entra a tallar de manera breve y resumida acerca de la historicidad de las relaciones entre indios y criollos de izquierda.

Para comenzar, debemos tener presente que la izquierda como la conocemos (Marxista y progresista) y sus variedades (Anarquistas, Trotskistas, ecologistas, feministas, etc.) surgen en Europa a inicios del siglo XX, llegan a Sudamérica en esos años también, pero ya hallados en los países andinos, se topan con una contradicción de proporciones existenciales, en los andes apenas había proletarios, es más, la gran mayoría de la población ni siquiera eran ciudadanos ni entendían la concepción liberal humanista bajo la cual había surgido el Marxismo. Entonces los personajes de izquierda tomaron la difícil tarea de convertir sus paradigmas ideológicos al contexto social o buscar convertir el contexto social a su paradigma ideológico, en ambos casos podemos afirmar que fracasaron estrepitosamente, y se quedaron a medio camino. Pero esta tarea política no obedecía a proyectos políticos nuestros sino orientadas a la toma del poder por parte de la izquierda utilizando el voto de la masa india para ello.

Las tres olas de instrumentalización

1. La izquierda romántica (1920–1960): El indio como metáfora de la nación. En este contexto surge la idea de que el indio es “el espíritu de la nación”, no un sujeto político con voz propia, sino una masa ignorante a la cual orientar y redimir, a la cual civilizar de manera civilizada. Aquí surgen voces como Gonzales Prada y sus postulados del indio como reserva moral, Mariátegui con su postulado de “El problema del indio es el problema de la tierra”, pero la tierra no para el indio, sino para la producción nacional, además de su concepción de indio creada desde el escritorio orientado a justificar la vinculación entre comunismo y civilización andina, “Socialismo primitivo”.

Resultado de estos primeros acercamientos es que se le dio un lugar en el mural de los discursos políticos, en el lugar de lo exótico, pero no en el comité central.

2. La izquierda guerrillera (1960–1990): El indio como masa de choque. Este contexto surge de la frustración de la izquierda frente a sus fracasos políticos. En esta etapa se considera al indio no como tal, sino como campesino y proletario, una masa de choque, destinada a servir como carne de cañón frente al estado. Aquí surgen actores como las guerrillas de MIR, PCP, y actores terroristas como Sendero Luminoso, MRTA: buscando reclutar en zonas rurales andinas, con promesas de justicia y salvación, pero con desprecio por nuestras cosmovisiones (“supersticiones feudales”) y etnicidad.

3. La izquierda progresista (2000–2025): El indio como capital simbólico verde y multicultural. En este contexto, el indio es convertido en indígena, anticapitalista y postmodernista, vinculado a los feminismos, los multiculturalismos, los ecologismos y demás ismos de la postmodernidad. Aquí surgen personajes como Evo Morales, Correa, incluso Castillo: que se empacan en discursos de celebración de la diversidad, de la multiculturalidad y decolonialidad y anticapitalismo, pero sin amenazar el orden social jerárquico ni la dominación de los criollos, personajes orientados a obedecer las directrices de la cooperación europea y recibir el financiamiento y el aplauso de las ONGs.

Surge la imagen del indio “bueno”: el que danza en el desfile, habla de Pachamama en discursos climáticos y no piensa por sí mismo, se convierte en un instrumento eficaz, que es imagen política y voto asegurado.

Un mecanismo clave, para esta dinámica ha sido la cooptación mediante la inclusión — dar puestos, premios, ministerio y reconocimientos vacíos, pero sin ceder control político, distraer con pachamamadas para silenciar todo reclamo.

¿Por qué funciona esta instrumentalización? Esta pregunta es vital, en tanto que necesitamos responderla, para idear mecanismos para contrarrestarla. En este apartado he reconocido 2 causales principales, que seguro deben existir más:

• Falta de estructuras de poder propias: El indio carece de herramientas y estrategias propias o en su poder para articular una opción política viable, el principal es creo la ausencia de una realidad intersubjetiva capaz de articular la acción social y política, además de discursos políticos propios y a veces hasta la ausencia de una conciencia colectiva que nos vincule.

Sin medios de comunicación propios, sin universidades con capacidad de formar cuadros técnicos, sin diplomacia paralela, sin la conciencia de existir como un ente autónomo y diferente al criollo y su estado, el indio depende de los canales de la izquierda para existir políticamente y lograr incidencia política relevante.

• Asimetría de lenguaje: El indio al carecer de una realidad intersubjetiva propia, se ve obligado a traducir sus demandas, reclamos y opiniones a términos de izquierda o derecha. Además, el hecho de no tener un mecanismo de actuar en conjunto obliga que cada grupo étnico actúe por separado y, es más, dentro de cada grupo, existan sectores distanciados que optan más por la fragmentación que por la cooperación.

El indio debe traducir su reclamo a términos marxistas, ambientalistas o derechos-humanistas para ser escuchado — y en esa traducción, pierde su núcleo político: la soberanía étnica como fin en sí mismo.

Ya reconocido la historicidad de las relaciones entre la izquierda y el indio, y la instrumentalización del cual ha sido objeto, queda entonces plantear mecanismo para contrarrestarlo, pero lo dejo para otro ensayo, que el presente ya se alargó demasiado. Pero como cierre, puedo afirmar “La izquierda latinoamericana no liberó al indio; lo reclutó”. No se trata de “traición” moral, sino de una racionalidad política: para llegar al poder político, la izquierda necesitaba una base popular movilizable y mayoritaria, y el indio era abundante, marginado, fácil de simbolizar, y difícil de escuchar.

Queda entonces para el lector escuchar mi conclusión, en forma de premisa dura: Mientras el indio hable el lenguaje de la izquierda, no podrá decir lo que realmente necesita. <♦>


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COMENTOS

E Hilda Gutierrez Muñoz

ALANOCA DEBE SEGUIR. El racismo está en todos lados y más en los partidos políticos que ahora se escudan en "elecciones democráticas" cuando se sabe que aquí se elige por conveniencia, por contuberrnios y por afinidades ideológico-raciales. Y los "burros blancos" alimeñados nunca van a permitir que un aymara los lidere, no obstante que hay 50 (cincuenta) pueblos originarios, siguen con la cantaleta de que el más preparado siempre va a ser un limeño o alguien que ve a Lima como "estado superior". Alanoca debe seguir y tiene que luchar primero contra esos que aparentemente lo apoyan, pero a la hora de los loros le dan las espaldas. Alanoca tiene que actuar como Uchcu Pedro que al ser derrotado Atusparia en 1885, dijo que solo iba a aceptar a quechuahablantes indígenas en sus filas porque a los demás los veía como traidores. Sí, suena "racista", pero mejor un "racismo indígena" inverso antisupremacista que un racismo de los "burros blancos" que vienen cojudeando por más de 200 años a todo un país y nos han llevado a la bancarrota en diversas ocasiones. Alanoca tiene que aprender que aquí se enfrenta a la hez putrefacta político-narco-militar, se enfrenta a Roque Benavidez y los capos de la Confiep, se enfrenta a los sicarios y broadcaster de la radio-prensa-televisión y se enfrenta a los felipillos que se vendieron y se siguen vendiendo al mejor postor. No hay bandera. No hay cuartel. Y se enfrenta también a esos que se dicen "marxistas-leninistas", pero que no le han ganado a nadie. Solo cháchara vacía para cerebros indigestos. Puras babas para las tribunas de cuatro gatos. Aquí lo que se trata es de mirar al Perú del sur y desde ahí irradiar el cambio que el país necesita. Lo resto son estupideces como lo que hace Verito poetastra leyendo versitos mientras el Perú se va por el desagüe o lo que hacen los sachacandidatos hambrientos de poder, pero que no representan a nadie. Alanoca tiene la antorcha, solo no tiene que rendirse ni aceptar falsas elecciones internas donde los votantes son unos cuervos y manganzones que están pensando en réditos políticos, en cuánta tajada se va a sacar cada uno. No se olviden que Pedro Castillo solo unos meses antes de las elecciones tenía 0.001% y nadie lo quería. Es el pueblo quien votará por quien se le parece, por quien ha sufrido en carne propia las miserias coloniales de nacer pobre, de ser cholo, indio, quechuahablante. "Similia similibus curantur", "lo similar cura lo similar". Lo siento, limeños migrantes que esconden detrás de la puerta a sus padres y abuelos y se blanquean con los filtros del celular. Vicente Alanoca perdió a dos hijos, uno de ellos murió por falta de médicos. También mataron a su padre. Ha tenido que trabajar la tierra y accedió a la educación casi por milagro. Él es el Paco Yunque de la política, el Oliver Twist, huérfano que lucha contra su entorno de oprobio, el Jean Valjean que podría levantar esta carreta pesada llamada Perú. No olviden el asunto simbólico. Cuando ocurrió La toma de la Bastilla solo habían cinco personas ahí, pero eso significó el derrumbe del estado despótico francés. No pierdan la fe. ("La fe es la esperanza del cambio", Mariátegui dixit). Y si la pierdan, voten por el cerdo Aliaga y cuando tengan las cadenas en el cuello muerdan cianuro o tírense al río. Nadie se acordará de ustedes porque la historia se preocupa de temas importantes y no de la mrd. +

Víctor R. Cadenas Velásquez:

De acuerdo con el cometario de HILDA. Considero que es importante el aporte de Aníbal Quijano cuando propone la Colonialidad del Poder que se sustenta en la idea de raza para justificar la dominación europea. El racismo existe, sigue vigente, existe en las relaciones intersubjetivas de la mayoría de nosotros. Los europeos, desde la conquista, el colonialismo y hasta ahora siempre nos han considerado inferiores, esa ha sido y es su episteme (forma de entender e interpretar el mundo), tenemos que luchar y trabajar para erradicar el racismo interpretando nuestra historia y realidad actual desde nuestra propia existencia. Esta es una tarea bastante difícil, pero no imposible. Desde algunos años existe una cátedra sobre la Colonialidad del Poder en la universidad Ricardo Palma en Lima, recomiendo la lectura de la publicación que ha realizado dicha universidad sobre este asunto. También se puede consultar la página sobre Aníbal Quijano Obregon en internet. <>


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