sábado, 25 de mayo de 2024

MASACRES DE MACUSANI Y JULIACA. ¡NO A LA IMPUNIDAD!

 PUNO SI ES EL PERU

Bruno Amoretti

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 687 14MAY24 p.11

Librada de la Fiscal de la Nación cómplice del gobierno, la investigación sobre los autores del asesinato de 20 manifestantes en Juliaca y Macusani ya ha dado resultados. Hay videos, balas y nombres.

Eran las 17:48 cuando Sonia Aguilar Quispe (35) cayó súbitamente al suelo. Una bala le había atravesado el cráneo, Murió en el acto.

A 136 metros de distancia, a la misma hora, el teniente Luisin Roque Zubizarreta estaba disparando a través de una ventana de la comisaría contra los manifestantes. Utilizaba un fusil AXM. Un compañero del teniente lo grabó con su celular. En el video, mientras el teniente Roque dispara, conversaba con su colega:

Salomón Valenzuela Chua (31). Una bala de 7.62 mm le perforó la espalda
Solo se había acercado a curiosear. Sonia Aguilar Quispe (35) salió temprano
de casa en Macusaniel 18 de enero del 2023 para participar en las protestas.
Una bala le atravesó el cráneo y murió en el acto.

-"Le he dado cerca", dice Roque.

-"Sí, cerca le has dado (...), se han metido", dice su interlocutor.

Los hechos ocurrieron en el distrito de Macusani (Puno) el 18 de enero del 2023. Nueve días antes, en Juliaca la Policía había arremetido contra los manifestantes que rechazaban el gobierno de Dina Boluarte. La embestida de la PNP terminó con la vida de 18 puneños. Dos semanas después, en Macusani, fueron dos.

Una hora más tarde de la muerte de Sonia Aguilar, a las 18:30, una bala de 7,62 mm atravesó la espalda de Salomón Valenzuela Chua (31). Estaba en La misma zona que su paisana. Salomón no se había sumado a las marchas, sólo se había acercado a curiosear. Llegó con vida al centro médico y agonizó hasta el día siguiente.

El pasado 16 de mayo la fiscal Mirela Coronel formalizó la investigación contra 24 policías por Las muertes de Sonia Aguilar y Salomón Valenzuela. Se les acusa de ser presuntos "coautores" del delito de homicidio. Podrían recibir una condena de hasta 15 años de cárcel.

Para armar el rompecabezas y reconstruir qué ocurrió aquella tarde en Macusani, la fiscal recabó videos, fotografías y testimonios. A este material se sumaron informes forenses y peritajes de las trayectorias de Las balas. La conclusión fue que ambas víctimas habrían muerto por las heridas que les causó la munición policial.

Aquel 18 de enero del 2023, alrededor de las 10 de la mañana, unos 500 macusaneños empezaron a juntarse en diferentes puntos de la localidad. A las 16:45 un grupo de 20 personas se ubicó en el cerro Patapampa y empezó a lanzar piedras y explosivos artesanales contra la comisaría.

El comandante Freddy Arellano Mendoza al frente de este puesto Policial, advertido desde temprano de la protesta, asignó fusiles de asalto AKM y Hedder & Koch G3 a ocho suboficiales y pidió a sus superiores un refuerzo de 36 policías. El apoyo llegó el mismo día también con armas de combate de uso militar.

A las 77:24 de la tarde, tras casi una hora intercambiando piedras y bombas lacrimógenas, el comandante Arellano dio la orden a sus subalternos para que utilizaran armamento letal contra los manifestantes, según el propio testimonio de los policías interrogados por la Fiscalía.

Los agentes, apostados en el techo y detrás de las ventanas de la comisaría, rastrillaron sus armas -pistolas y fusiles- y empezaron a disparar directamente al cuerpo de los civiles, de acuerdo con los videos y fotos recopilados por la Fiscalía.

"El personal policial habría hecho uso del armamento de largo alcance con dirección hacia la elevación Patapampa hasta las 19:30 horas, no solo en forma disuasiva, sino en dirección al lugar exacto donde se encontraban los manifestantes, inclusive con dirección a las viviendas que se encontraban en dicho lugar", señala la fiscal en el expediente,

Según el documento, la prueba clave para identificar al autor directo del disparo que acabó con la vida de Sonia Aguilar es un video que grabó un agente del orden desde el dormitorio de oficiales de la comisaría de Macusani.

En la grabación se puede ver al teniente Luisin Roque Zubizarreta apoyando su fusil AKM sobre una ventana.

Roque conversa con otras tres personas que, según la Fiscalía, serían los suboficiales Ángel Linares Zegarra, Guido Hancco Flores y Luis Alberto Choque.

Durante todo el video se escuchan varios disparos de fusiles de asalto. El oficial Roque, en el segundo 31 de la grabación, dice: "No quiero que salgan los de la casa", y a continuación jala el gatillo y dispara con dirección a los manifestantes. En otro momento, uno de los agentes dice: "Están jugando a la guerrita... Estos hijos de puta".

Sonia Aguilar había salido muy temprano de su casa, junto a una amiga, para unirse a las protestas.

La Fiscalía determinó que, según las cámaras de seguridad de la zona, Sonia "no estaba empleando violencia o armas que representen un real peligro de causar la muerte o lesiones graves a los efectivos policiales".

La necropsia de Aguilar arrojó que la mujer de 35 años falleció por un disparo de arma de fuego calibre 7.62mm. Según un examen balístico de la Fiscalía, los policías de Macusani usaron municiones de fusiles de asalto con el mismo calibre.

Otros dos peritos del Ministerio Público concluyeron en sendos informes que "existen indicios razonables para presumir que Salomón Valenzuela y Sonia Aguilar fueron víctimas de lesiones por PAF tipo perforante por efecto de disparos a larga distancia dirigidos desde la comisaría de Macusani".

La Fiscalía considera que el teniente Luisin Roque es presunto coautor" de la muerte de Sonia Aguilar al "haber hecho uso indiscriminado de su arma de fuego". Falta el resultado de la prueba de homologación para determinar a ciencia cierta si la bala que se rescató del cráneo de Aguilar salió de la AKM que utilizó el teniente Roque.

Esta pericia recién se realizó en enero de este año debido a las dilaciones que ha padecido toda la investigación.

"Patricia Benavides entorpeció las investigaciones cambiando hasta cinco veces a los fiscales a cargo del expediente. Hemos avanzado en tiempo récord, pero aún falta dar pasos importantes. Esto no va a quedar impune", dice César Quispe Calsín, abogado de las familias de las víctimas en Puno.

JULIACA

El Ministerio público también ha formalizado la investigación contra 19  agentes del orden que fueron protagonistas de las muertes de 18 civiles durante la represión ocurrida en el aeropuerto de Juliaca el 9 de enero del 2023.

Se trata de 16 policías y 3 militares que la Fiscalía investiga como presuntos "autores de comisión por omisión" de los delitos de homicidio con alevosía, lesiones graves y lesiones leves.

"Esta figura legal sirve para que los altos mandos sean juzgados por no detener los disparos contra los ciudadanos. De acuerdo con sus funciones, ellos tenían la obligación de detener la represión, pero no lo hicieron", dice César Quispe.

El general EP Manuel Alarcón Elera, excomandante general de la Cuarta Brigada de
Montaña del Ejército (izquierda) y el general PNP David Villanueva Yana, exjefe
de la X Macro Región Policial de Puno (derecha. Ambos son investigados por los
resuntos delitos de homicidio con alevosía, lesiones graves y lesiones leves.
Luego de un año y cinco meses de los hechos, la fiscal Nancy Chávez, del Equipo Especial que investiga las muertes en las protestas, ha identificado plenamente a la cadena de mando que estuvo a cargo de los 566 agentes del orden que resguardaron el aeropuerto internacional Inca Manco Cápac de Juliaca.

Encabeza la lista el general PNP David Villanueva Yana, exjefe de la X Macro Región Policial de Puno; el general EP Manuel Alarcón Elera, excomandante general de la Cuarta Brigada de Montaña del Ejército, y el coronel (r) PNP Julio Mauricio Contreras, exjefe de la Región Policial de Puno. De ser condenados, podrían purgar una condena de 25 años de cárcel.

Entre los altos mandos también se encuentran otros jefes operativos de las Unidades de Servicios Especiales (USE) de Lima, Juliaca, Cusco y Arequipa.

Después de escudriñar los planes operativos, la Fiscalía concluye que "se habría instrumentalizado las 18 muertes para desalentar las manifestaciones con la estrategia de asociarlas con delincuentes terroristas". En resumen, terruquearon a los manifestantes para desalentar las manifestaciones y justificar la represión.

La "criminalización de la protesta", según afirma la Fiscalía, fue una orden impulsada desde las altas esferas del gobierno y pone el foco en los jefes militares y policiales acantonados en Juliaca, en Dina Boluarte y su gabinete.

"La primera mandataria expresaba su desprecio por los manifestantes y las protestas sociales que se promovieron en su contra, (fue) una especie de marginación para la población del interior del país", concluye la fiscal Chávez en el expediente. <>

viernes, 24 de mayo de 2024

HILDEBRANDT CONTINUA REFLEXIONES

 ENUMERACION CAOTICA

César Hildebrandt

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 687, 24MAY24

E

l congreso de los delincuentes.

La presidenta en estado de descomposición. El Tribunal Constitucional mafioso.

La sentina de Erasmo Wong como el Cable Canal de Noticias de estos tiempos.

La prensa de derechas sin principios ni correctores. La prensa de izquierda desaparecida.

La prensa independiente amenazada por la extinción.

Los marxismos hechos de­rrama magisterial.

Alias Vane defendida por quienes alguna vez leyeron “El antiimperialismo y el Apra”.

Darwin Espinoza rascándo­se los sobacos sin ser Charles Bukowski.

Los jueces que liberan nar­cos.

Los policías que asaltan en banda.

Los fiscales que encarpetan casos a cambio de dinero.

Los supremos de la inferio­ridad.

Los abogados que se prestan a todos.

Las putas que se visten de monjas de clausura.

Los canallas que solicitan compasión porque están otra vez aquejados de una grave en­fermedad.

Los columnistas al servicio del silencio.

Las cabriolas de quienes evaden compromisos.

El mutismo sobre el genoci­dio en Gaza, la internacional procaz de las derechas guerra-civilistas reunidas en Madrid, el liderazgo criminal de los Estados Unidos.

La fiereza en manos de la suciedad.

La pobreza como eternidad.

El desaliento como bajo continuo.

El racismo esgrimido por mestizos que habrían sido baleados por los nazis.

La chaira de los monopolios.

El machismo que mata a cuchilladas.

El feminismo plagado de brujas que proponen juicios sumarios y hogueras instantáneas.

El ridículo amado por casi todos.

Pobre PERU
El deporte de la envidia.

Las copas del olvido.

Los cementerios de reputaciones.

La infelicidad como propósito.

Acho y su sangre.

Las idioteces de Fossati.

La virgen de la candelaria.

Los 49 muertos sin culpables.

El sicariato como emprendimiento.

El tren de Aragua.

Porky y sus amigos.

Comunicore y el submarino amarillo.

A doscientos años de la batalla de Ayacucho que nos liberó del yugo español para luego some­temos al yugo de Bolívar, al yugo de los caudillos militares, al yugo de la plutocracia de la tierra, al yugo de la oligarquía vitalicia y, ahora, al yugo de la derecha bruta y achorada.

A ciento cuarenta y tres años de la entrada de las tro­pas chilenas a Lima (enero de 1881) después de nuestra derrota total en una guerra que las clases dominantes provocaron y enfrentaron con imbécil optimismo.

A Dios rogando y con el mazo dando.

Vivo en el país donde los la­drones muertos se convierten en próceres que extrañamos.

Sobrevivo en el país donde ya no es necesario violar la ley para ser un criminal porque la ley puede estar hecha por forajidos que representan el crimen.

Malvivo en el país donde la ig­norancia se convirtió en virtud y la estupidez en clave del ascenso social, como lo demuestra César Acuña.

Insisto en el país que tiene siglas en vez de partidos, abo­rrecimientos en vez de ideas, tenacidades siniestras en vez de destino.

Persisto a duras penas en el país que no aprende, no depura, no escarmienta.

¿Moriré como un idiota que­jándome del país que no pude dejar y cuya savia tóxica me hizo un adicto de las sombras? ¿Ni siquiera tendré el consuelo de París y el aguacero?

Esas preguntas son narcisistas: escucho a los esbirros mi­nisteriales defendiendo a la presidenta, su empleadora, y siento que, más allá del resultado y la enormidad del desafío, vale la pena seguir peleando. En momentos de­presivos como este, me repito: no puedes permitir que el Perú te derrote. Una locura salvadora me susurra que esto es el Bernabéu. La consigna que persigue al Perú es salvarse en los descuentos.

jueves, 23 de mayo de 2024

INSTRUMENTOS MUSICALES EN LOS ANDES CENTRALES

  EL CHARANGO

José María Arguedas.

Fragmento de "INDIOS, MESTIZOS Y SEÑORES".

Diario La Prensa. Buenos Aires. Marzo 1940. 

L

os españoles trajeron al mundo indio la bandurria y la guitarra. El indio dominó rápidamente la bandurria; y en su afán de adaptar este instrumento y la guitarra a la interpretación de la música propia –wayno, k´aswa, araskaska, jarawi...- creó el charango y el kirkincho, a imagen y semejanza de la bandurria y de la guitarra. El arpa y el violín fueron conquistados por el indio tal como lo recibieron de los invasores. Ahora el arpa, el violín, la bandurria, el kirkincho y el charango, son, con la quena, el pinkullo, la antara y la tinya, instrumentos indios. Alma y alegría de las fiestas. O cuando entra la pena a las casas y a los pueblos, el charango y el kirkincho lloran por el indio, con tanta fuerza y con la misma desesperación que la quena y el pinkullo.

Los indios más bravos y cantores del Perú, los cuatreros y jinetes de Pampacangallo y del Kollao, llevan el charango amarrado a la cintura. Y en la cárcel, o en la pampa, el charango es la voz del k´orilazo o del chuco kollavino y del morochuco, miedo y orgullo de los pokras, el ayllu más musical del Ande.

El charango es ahora el instrumento más querido y expresivo de los indios y aún de los mestizos. Cada pueblo lo hace a su modo y según sus cantos; le miden el tamaño, la caja, el cuello, y escogen el sauce, el nogal, el cedro según las regiones. Por eso el charango de Ayacucho no sirve para tocar el wayno de Chumbivilcas. Y mientras el charango del Kollao tiene 15 cuerdas de acero, de tres en tres y templadas en MI – LA- MI – DO – SOL el de Ayacucho sólo tiene cuatro cuerdas gruesas de tripa. El charango del kollao es barnizado, y siempre tiene pintada en la caja junto a la boca, una paloma en vuelo. El charango de los pokras es llano y de madera blanca, pero del extremo del cuello cuelgan 10 ó más cintas de color, y entre las cintas a veces una trencita de cabellos de mujer.

La voz del charango del kollao es aguda y se oye lejos; sus 15 cuerdas chillan; “chillador” le llaman en los pueblos grandes como Arequipa; y cuando el indio o el mestizo del kollao lo tocan el wayno hiere y aunque parezca exagerado es como si el verdadero viento de los pajonales de la pampa grande estuviera cantando desde la boca del charango. Para eso han trabajado siglos los indios del Altiplano; quizás cuerda tras cuerda, tono tras tono, padecieron, hasta que su charango sonara así, como lo oímos ahora: instrumento perfecto para la música de sus creadores. Porque el indio es invencible en su afán de hacer su obra, de concluir el trabajo que le exige su espíritu. No cede jamás. Ni nadie le toca en la integridad de su alma. Recibió la guitarra de manos de los españoles, y el trabajo de adaptarla a su más íntima y sutil necesidad de expresión musical quizá no ha terminado todavía. Le ha creado varios temples especiales para la música india: uno para los waynos, otro para las danzas, otro para los tristes. Ni la creación del charango ha realizado toda su ansia de expresión musical, exacerbada por el dominio de todos los instrumentos musicales que le trajeron los españoles. Dominio, por supuesto reducido a su folklore, y a su mundo limitado por tantas prohibiciones.

El charango de Ayacucho es más chiquito, unos 40 centímetros; sus cuerdas gruesas tienen voz grave y pastosa. Y mientras el del Kollao tiene doce trastes, el de Ayacucho sólo tiene seis. Este charango casi nunca se toca “punteado”; rasgan todas sus cuerdas, y al mismo tiempo, en las cuatro cuerdas y con los seis trastes, se da la melodía. Es para música de quebrada; no es para esos waynos de la gente de puna, bravíos o desesperados; es para canto dulce; y cuando es de tristeza, no es tan tremenda y de tocarla fuerte, como para que lo oigan todos los pueblos que hay en la pampa. La quebrada repite el wayno; y junto al río, en medio de los maizales o de los sauces que cabecean, mojándose en el agua, no hay necesidad de gritar tanto, ni para decir la pena ni para cantar la alegría o el amor que nace.

En la voz del charango se oye también la diferencia de tono de estos waynos, porque desde la madera, hasta las cuerdas, se escogen para que canten distinto.

Si toda la música del Ande es de tono general y característico, es también la que más estilos y variaciones tiene. Dos pueblos a veces separados sólo por algunas leguas ya tiene su estilo propio. Y los instrumentos y los temples han sido adaptados con una energía profunda a la interpretación de la más leve diferencia de estilo sin silenciar lo más mínimo. En estos pueblos cada fiesta tiene su música especial y esta música tiene sus instrumentos propios, ahora hablamos del charango, acaso en otros artículos podamos informar sobre el kirkincho, la bandurria, el pinkullo, el arpa, la antara, el wakawak´ra, las tijeras de acero, la tinya...

El charango es instrumento mestizo; es del indio actual del Perú y del pueblo leído y trabajador de las ciudades del Ande. Las pandillas mestizas de carnaval y aún las marineras serranas se bailan con charango. Pero el charango en manos del indio kollavino, o del indio de Pampacangallo, y de las quebradas de Apurimac y Ayacucho es el charango verdadero; nadie lo toca mejor; y oyéndolo tocado por ellos se comprende de golpe que el charango lo hicieron esos indios y que nació primero para la música de ellos.

La bandurria ha quedado también como instrumento indio. En las ferias de Pampamarca, Huanca, Pucará y Sicuani, los indios andan en grupos tocando bandurria. Tiemplan su instrumento en las calles, tocan en las esquinas o caminando entre la multitud. Dominando el murmullo de la gente de feria y aún el repique de las campanas, si oyen las bandurrias.

Pero en esos pueblos, llenos de indios y mestizos, la bandurria suena como instrumento forastero, cuando lejos o cerca tocan charango. <> 

SOBRE NACIONALISMOS Y EL ORIGEN DEL CHARANGO.

Julio Mendivil *  25/11/2014

El pasado 5 de noviembre durante una videoconferencia para el I Congreso de la Música Ayacuchana, realizado en Ayacucho entre los días 3 y 5 de noviembre, mencioné el asunto de los discursos nacionalistas sobre el origen del charango en Bolivia y el Perú. Nada más terminar mi ponencia, el intérprete de huaynos Ernesto Camasi refutó mi posición defendiendo un origen ayacuchano del charango. Poco después recibí numerosos comentarios a través de mi cuenta en Facebook, en los cuales se me pedía tomar partido por el Perú en la disputa sobre el origen del pequeño cordófono. No voy a discutir las endebles teorías de Camasi y de quienes me recriminaban una falta de patriotismo. Lo que sí me interesa poner en tela de juicio es cómo se está pensando este tema y cómo mediante él se están utilizando políticamente expresiones populares para reforzar nacionalismos trasnochados, un tema que toma apremiante actualidad en el contexto de las reclamaciones bolivianas por la postulación peruana de la Fiesta de la Candelaria de Puno como patrimonio inmaterial de la humanidad ante la UNESCO por “contener” danzas bolivianas. Si me remito exclusivamente al caso del charango, es sólo porque lo conozco más a fondo. No obstante, creo que los criterios que voy a exponer sobre el origen del charango bien son aplicables al asunto de la Candelaria.

Solemos imaginar el origen de un instrumento como si se tratara del nacimiento de una persona, es decir, como un acontecimiento con fecha y hasta con hora fija. Pero los instrumentos no son personas; éstos se forman a través de extensos períodos de acoplamiento a las necesidades estéticas de un pueblo. Se trata, por lo general, de un largo camino de ensayos, fracasos, nuevos intentos, mejoras, nuevos errores y rectificaciones. Por lo común, estos procesos no se restringen a un sólo lugar, sino que suelen abarcar varios, incluso diversas regiones, de lo que resulta que querer determinar un origen inequívoco del charango es por demás ocioso y no aporta nada a su conocimiento. El esquema de los orígenes parte de la idea errónea que todo instrumento aparece sólo una vez en la historia. Pero como han demostrado cien años de etnomusicología, no hay motivo para pensar que ese siempre sea el caso. Todo lo contrario, los instrumentos musicales se van transformando a medida que se van expandiendo por diversos territorios, entrando en contacto con tradiciones musicales harto heterogéneas y diferentes entornos materiales. En ese sentido, aunque suene a provocación, podría decir que los instrumentos no tienen origen, que éstos se constituyen a través de un eterno estado de transformaciones y que lo que nosotros llamamos origen no es sino una delimitación arbitraria al interior de un continuo infinito.

Los estudios sobre el charango que remiten su origen a un solo lugar —ya sea Potosí, en Bolivia, Juli o Ayacucho, en Perú—, hasta ahora no han representado ningún aporte concreto a la historia del instrumento. Todo lo contrario. Hasta donde alcanzo a ver, éstos se han basado, por lo general, en lo que en la historiografía tildamos de “imaginación histórica”, por no decir en elucubraciones desaforadas y, por tanto, poco convincentes. Si vistas a la luz de la metodología histórica más elemental —la verificación analítica de las fuentes—, estas historias son inconsistentes y poco serias, sus repercusiones políticas son considerables: Bolivia ha declarado a Potosí por ley como cuna del instrumento y el Perú ha hecho de la otrora “guitarrilla de indios” patrimonio cultural de la nación toda. Quiero decir con ello que el tema del origen del charango ha dejado tiempo ya de ser una cuestión de interés musicológico para convertirse en un asunto plenamente político. Esto nos ha llevado a una peligrosa polarización entre peruanos y bolivianos. ¿Qué ventaja científica o histórica se ha sacado con eso? Ninguna. Thomas Kuhn ha mostrado que la ciencia no avanza progresivamente de un estado incipiente a otro superior, sino a través de revoluciones que tratan de suplantar un sistema deficiente por otro productivo. Siguiendo la lógica de Kuhn, lo que propongo, es abandonar el paradigma del origen único por estéril y asumir otro que nos permita avanzar en el conocimiento de los múltiples factores que llevaron a la creación del charango en el área andina.

Algunas personas me han criticado que esto significaría renunciar a establecer la verdadera historia del charango. Pero aquí encuentro una idea errada sobre el trabajo histórico. Aunque a menudo se crea lo contrario, es imposible realizar el ideal rankeano de contar la historia “tal como fue”, pues aún suponiendo que nuestras disquisiciones sobre el pasado sean correctas, no nos es posible verificarlas debido a la irreversibilidad del tiempo. Por tanto, nuestra labor como historiadores no puede ser destapar verdades o reconstruir fidedignamente eventos pretéritos, sino, a lo mucho, proponer esquemas de interpretación para los datos históricos que poseemos y los nuevos que vamos recopilando.

Algunos, como el boliviano Ernesto Cavour o el peruano Roel Tarazona, han recurrido al concepto de “alto desarrollo” para justificar un origen del charango. Dichos autores aducen que mientras más “desarrollada” sea una tradición en un lugar determinado, más alta la probabilidad de que éste sea el lugar de origen. Pero la proposición es insostenible. Hace décadas que hemos desechado el concepto de desarrollo en la etnomusicología por sus connotaciones normativas. Efectivamente, esta idea involucra un sentido valorativo que es imposible definir de manera musicológica. ¿Cómo medir el desarrollo musical? ¿Cómo determinar si la complejidad conceptual es superior que la rítmica, la armónica o la melódica? Por eso, los etnomusicólogos hablamos de cambios o transformaciones y no de desarrollos. Tampoco el supuesto de que, ahí donde un instrumento alcanza mayor difusión y variedad tiene su lugar de origen, logra aval alguno. El bandoneón tomó forma en Alemania pero ha recibido más personalidad y técnicas de ejecución en Argentina. El arpa, una transformación de cordófonos con mástil de África y Asia, es europea y, sin embargo, en América Latina se han formado cuantiosas variedades en su forma de construcción. De ello se desprende que la dispersión y la versatilidad de un instrumento nada dice sobre su lugar de origen.

Algunos colegas suelen lamentar que el gobierno peruano no dedique más esfuerzos a la promoción del charango, sosteniendo que el apoyo estatal ha sido decisivo para un “desarrollo” más sólido del charango en Bolivia. Se equivocan. Es recién en los últimos 20 años que el charango ha adquirido un valor cultural considerable en el país altiplánico. Por lo tanto, sus ricas tradiciones de charango no se deben a ninguna declaración patrimonial del estado boliviano; ellas son el producto de la enorme capacidad creativa de un pueblo que históricamente fue andino antes de ser boliviano o peruano.

Supongamos por un momento —sólo por un momento— que el charango sea boliviano ¿qué habría de malo en ello? Nada. Que España reclame para sí la guitarra o Austria el Walzer no nos prohíbe que hablemos de la guitarra ayacuchana o del valse peruano. Alejo Carpentier ha dicho, con razón, que los instrumentos no tienen nacionalidad, pero que quien los toca, lleva la suya en sus manos. Habría que añadir que ellos además no son patrimonio de los estados que los utilizan para fines proselitistas. Como los géneros, las fiestas y las danzas, los instrumentos musicales pertenecen al pueblo que los porta, conserva o transforma. Es por eso que rechazo los discursos nacionalistas peruanos y bolivianos sobre el origen del charango y proclamo, a los cuatro vientos, su procedencia e identidad andinas. Ya decía Mariátegui que si el pasado nos divide, el futuro nos une. Ha llegado el momento de mudar de esquema de investigación y pasar de preguntarnos de dónde vienen nuestros instrumentos, nuestras danzas o nuestros géneros musicales a discutir adónde queremos llevarlos en el siglo XXI. <>

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* Nací en Lima y vivo en Alemania. Escribo literatura, toco charango y, en mis ratos libres, dirijo el Center for World Music de la universidad de Hildesheim. He dirigido la cátedra de etnomusicología en el Instituto de Musicología de la Universidad de Colonia, Alemania y soy docente no numerado de la Universidad de Música, Teatro y Media de Hanóver. He ejercido la critica musical en diarios y revistas latinoamericanos y europeos. Actualmente soy vocero del grupo de etnomusicología de la Sociedad de Investigación Musical de Alemania y presidente de la IASPM-AL (International Association for the Studie of Popular Music-Rama Latinoamericana)


Ernesto Cavour


Felix Paniagua Loza

 









CAVOUR Y FELIX PANIAGUA

Omar Aramayo

El año 2022 la Parca se llevó a dos charanguistas notables: Ernesto Cavour y Félix Paniagua Loza. El primero de fama mundial, un innovador del instrumento, un osado descubridor de sus posibilidades expresivas, un explorador de melodías propias de territorios alejados al suyo propio y sin embargo con el oxígeno de la tierra que lo vio nacer. El segundo un charanguista cuyos acordes no pasaron de la región y que sin embargo debe ser reconocido como lo que es: un gran charanguista, leal a las melodías de su infancia, de su juventud, que trajo al escenario sonoro la cordillera viva y florecida de humanidad.

Cavour disfrutó del éxito que le reconoció su patria Bolivia y el mundo entero, fue aclamado en las giras que emprendió por el mundo, como solista o como partícipe de los grupos que integró. Paniagua Loza, un maestro de colegio, integró el conjunto Musical Teodoro Valcárcel, el más importante que ha producido en su género América Latina y también el más imitado y actualmente invisibilizado. Paniagua Loza hizo sus propios esfuerzos en los años 80 para consolidar un trabajo como solista y en algún momento crear un orfeón de charangos, pero como se sabe la aldea es áspera e ingrata.

Dos dimensiones, la genialidad de Cavour y el trabajo humilde del músico que lucha contra las circunstancias de su medio, y sin embargo talentoso y detallista. Dos músicas parecidas pero completamente diferentes. Cavour hecho para el espectáculo, Paniagua para la intimidad. Dos tipos de charango, dos estilos de tocar, dos charanguistas diferentes. El charango boliviano con su capa de kirkincho, el puneño una guitarrilla silvestre con cuerdas que son tripas de gato montés, o hilos de metal, que milagrosamente interpreta esas melodías acumuladas como las rocas verdosas de la cordillera por cientos de años. Cavour enamorador de las enamoradas y enamorados de Americalatina, Paniagua Loza seductor del habitante que surca la noche oscura, o de la mujer que espera a su amante en una ventana del páramo. <>

 

miércoles, 22 de mayo de 2024

CULTURA POLITICA. CONCEPTUALIZACIONES CLAVE

 DECLINACIÓN DEL SUSTANTIVO DEMOCRACIA… EN EL PERÚ

Por Jorge Rendón Vásquez

U

na democracia es un régimen de gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Pero, en nuestro criollo país, habituado a las mañas heredadas de los conquistadores hispánicos, ese vocablo ha declinado en otras formas no sintácticas dependientes de los votantes que deciden por quienes quieren ser gobernados: por interés, porque harán lo que ellos quieren; porque los candidatos son como ellos, sus paradigmas o lo que ellos quisieran también ser; porque no saben ni por qué y ni por quien votar y les es igual elegir a unos o a otros; porque son manipulados; porque piensan, los menos; o por otras causas. Tal vez en otras partes sucede algo similar, por aquello de que en todas partes se cuecen habas (Miguel de Cervantes dixit).

Esas formas son:

La cleptocracia o también cacocracia o el gobierno por los ladrones. En el siglo XIX ninguno de sus epígonos que se cargaron en peso los caudales de la República fue molestado. Al contrario, gozaron del homenaje de sus cohetáneos. En el siglo XX y en lo que va del XXI, la cleptocracia, vigorizada por las coimas, ha tenido muy nobles representantes de la más encumbrada alcurnia política. A algunos los preparan en sus partidos de donde salen también sus segundos y terceros, a los que se añaden los amigos del alma, parientes y comprovincianos que llegan a saludar al hombre o a la mujer no bien se instalan y a ponerse a sus órdenes. Y, como de algo tienen que ocuparse los fiscales y jueces penales, desde 1985 los presidentes salientes, excepto uno, han pasado a ser personajes de los procesos penales, y los más distinguidos encerrados en cárceles confortables cuatro estrellas. Uno de ellos de marca mayor perdió la chiavetta y prefirió pegarse un tiro antes de ser fotografiado con las muñecas enmarrocadas.

La ignarocracia o el gobierno por los ignorantes, tanto en el ejercicio del Poder Ejecutivo como del Poder Legislativo. Y es explicable que así sea, puesto que para ser presidente de la República o representante al Congreso no se exige ni siquiera saber leer y escribir. Y, como la ignorancia es hermana siamesa de la soberbia, los gobernantes y legisladores de este carácter fungen saber mucho y de todo. Pero, ahí se quedan, embelesados, como inevitables actores de las crónicas de los periodistas y opinólogos políticos, mientras disfrutan de sus cargos que quisieran sean eternos. Los proyectos de leyes y decretos, cosas muy concretas que deben aplicarse a situaciones reales, vienen de allende sus oficinas a recibir el toque final por un enjambre de asesores que se hacen presente como las hormigas cuando detectan algo para comer. Luego la burocracia hace el resto.

La bufocracia o el gobierno por los bufos. Son personajes de farsa, parientes en grado cercano del ridículo, que no figurarían ni como comparsas en una zarzuela, pero tal vez sí en alguna remota feria pueblerina. En las campañas electorales se contorsionan en las plazuelas al son de alguna marinera o de un hayno, y, luego, si son elegidos, continúan la danza y las muecas, que ellos creen sonrisas, con relojes caritos y otras joyas que les aparecen en el cuerpo como por encantamiento, interpoladas con declamaciones tan enemigas de la gracia y la verdad que el barón de Munchausen los condenaría a escribir un millón de veces que eso no se debe hacer y a estirar las manos para recibir la palmeta.



(Comentos, 22/5/2024)

domingo, 19 de mayo de 2024

NOTAS SOBRE LA LENGUA AIMARA

¿POR QUE ES UN 

IDIOMA COMPLEJO?

Sofia Salazar

El idioma aymara es una lengua polisintética y aglutinante, con una tendencia sufijadora. Es compleja y regular a la vez, ya que sus palabras complejas equivalen a oraciones del español.

Por ejemplo, "Aruskipasipxañanakasakipunirakispawa" significa "Ojalá haya siempre diálogo entre nosotros".

Algunas características del aymara son:

- La existencia de cuatro personas gramaticales

- La existencia de evidencialidad, que obliga a marcar en una oración declarativa si el hablante conoce el hecho por conocimiento directo personal o conocimiento indirecto

- El uso de las vocales: una palabra nunca muestra dos vocales juntas

- El núcleo o sujeto siempre está al final, similar al inglés y opuesto al español.

El aymara no es un solo idioma sino una familia de lenguas. Es comparable al término "lenguas romances" de las cuales el español es parte, como también lo son el francés y el portugués, por ejemplo.

El aymara es hablado por cerca de un millón y medio de individuos en Perú, Bolivia y Chile.

En el altiplano, la población por sobre los 40 años es bilingüe, por debajo de esa edad, la mayoría de los aymara hablan solo español. <>

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COMENTOS

Sebastian Ah Pe: El ARU es una familia de lenguas, en la cual se incluye el aymara (las otras dos son el jaq'aru y el cauqui).

Jaris Fer El Aimara nació en la sierra de Lima, concretamente por Huarochiri, de allí se desplazó por el centro y sur.

    Arusqipañani


CULTURICIDIO CLASISTA EN EL PERU

LA AGONÍA DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN


“Si los archivos son tecnologías que utilizan los Estados para gobernar a las poblaciones, también es cierto que los archivos pueden servir para resistir al Estado cuando éste abusa del poder”. 

por Paulo Drinot

LA REPÚBLICA, 18 de mayo, 2024

S

e suele atribuir la frase “cuando oigo la palabra cultura, saco mi pistola” a Goebbels, el jefe de propaganda de Hitler. Para los Nazis, se entiende, la cultura era peligrosa. Mejor eliminarla.

En el Perú, nuestros Goebbels criollos aparecen de cuando en cuando, cerrando muestras en el LUM, criticando películas que no han visto, terruqueando a la artista X o al escritor Y.

Pero, por lo general, en nuestro país, la cultura sufre no tanto de hostigamiento, de culturicidio, sino de indiferencia.

Que no se me malinterprete. Tenemos cultura de sobra, además de nuestro rico pasado y nuestra rica comida, tenemos arte, música, teatro, cine, literatura, poesía, etc. La turista que come un ceviche se queda maravillada. La que lee a Vallejo ve su vida transformada.

Pero a la cultura en el Perú, por lo general, no le va bien. Luce abandonada, olvidada, como una media solitaria al fondo de un cajón.

Cualquier peruano que ha visitado el Museo de Antropología en la Ciudad de México sale encandilado, pero también preguntándose: ¿por qué no tenemos algo así en el Perú?

En el Perú solemos celebrar la cultura para sacar pecho o para aliviar nuestras inseguridades. No hay mejor ejemplo que el pisco, un trago mediante el cual pareciera que seguimos peleando la Guerra del Pacífico.

Sin embargo, nuestra relación con la cultura es pobre. Es instrumental. La cultura, creemos, debe servir para algo: el turismo, traer divisas, sentirnos orgullosos de nosotros mismos o menos inferiores que otros.

El caso del Archivo General de la Nación es quizás uno de los mejores ejemplos de la indiferencia frente a la cultura. Muchos ya han comentado sobre la situación que atraviesa.

Empecé a investigar en el AGN hace 30 años. Siempre me pareció irónico que la documentación del AGN está en el sótano del Palacio de (in)Justicia. Bajo tierra, literal y figurativamente enterrada, con la justicia sentada encima. Como un calabozo de la historia.

Los problemas que enfrenta el AGN no son de hoy. Las averías en las cañerías llenas de la caca de los jueces y abogados y las ratas alimentadas con una dieta de protocolos notariales del siglo XVII no aparecieron ayer.

Las archiveras y los archiveros hacen lo que pueden, con un presupuesto bajo, para salvaguardar la documentación y asistir a los investigadores y al público en general. Hacen inventarios de documentos, los preservan, los catalogan, los digitalizan, organizan muestras para el público, sacan una revista de investigación.

Pero la situación no es sostenible. No es solo que el sótano es una bomba de tiempo. El punto es que el archivo no puede cumplir sus funciones en ese local. No puede ofrecer los servicios que debe ofrecer, no puede crecer e incorporar documentación nueva, no puede desarrollar nuevos servicios que lo adecuen al siglo XXI (o al XX, para empezar).

Varios colegas historiadores ya han comentado y criticado el plan de traslado que ha preparado el jefe del AGN. Comparto esas críticas. El plan me preocupa. Mudar el archivo a un depósito en el Callao para después mudarlo a un edificio que debería haberse construido hace años y que quizás nunca se construya no es un gran plan. Pero la alternativa, dejar el archivo donde está, tampoco es una buena idea.

Entre Escila y Caribdis. Entre Guatemala y Guatepeor. Así estamos.

No se trata de negar las responsabilidades y culpabilidades de la situación. Una retahíla de ministros y ministras de cultura ineptos y sin proyectos para el AGN adecuados. Un MEF desinteresado que no suelta la plata. Un Poder Judicial que desahucia al AGN, como un prepotente propietario botando a la calle a su inquilino.

Pero la situación revela algo más profundo sobre nuestra relación con la cultura en el Perú. Claro, sin duda, debemos ‘invertir’ en cultura y dejar de decir estupideces como que los que quieran hacer películas sobre el conflicto armado interno que las hagan con su plata y no la del Estado. Necesitamos un Estado que valore la cultura y que la proteja de los filisteos que pululan en los gobiernos de turno y en los medios.

Pero, más allá de invertir,debemos empezar a pensar en la cultura de otras maneras, valorarla no por lo que puede hacer (atraer turistas, abrir restaurantes, ganarnos aplausos en el exterior, etc.),sino por lo que nos puede ayudar a entender sobre nosotros mismos. Y el rol del AGN en esta revalorización no es menor. Cualquiera que ha trabajado en el AGN entiende que lo que cobija no son sólo documentos, sino el ADN del Perú.

LOs archivos, nos dicen autores como Michel Foucault, son instrumentos de poder. Expresan y revelan el poder del Estado en particular, son “lo que se puede decir”, según Foucault. Como nos recuerda el intelectual haitiano Michel Rolph-Trouillot, los archivos “silencian el pasado”, excluyendo ciertos aspectos de la historia a través de lo que se considera apto para ser archivado.

Pero si los archivos son tecnologías que utilizan los Estados para gobernar a las poblaciones, también es cierto que los archivos pueden servir para resistir al Estado cuando éste abusa del poder. Sin los ‘Archivos del Terror’ en Paraguay o el ‘Archivo Histórico de la Policía Nacional’ en Guatemala, no se podría haber empezado procesos de justicia tras las dictaduras en esos países.

De ahí la tentación de los poderosos de promover procesos de ‘archivicidio’, de destrucción de archivos. Pero en el Perú, estamos viendo un AGN que está agonizando por negligencia, por indiferencia hacia la cultura, y por la mediocridad de nuestros políticos. Es, a fin de cuentas, una situación que expresa bien el país tal como se nos presenta hoy. <>