FELIZ AÑO NUEVO ANDINO
Escribe: Milciades Ruiz
D |
esde
la conquista del Tahuantinsuyo por los españoles, nos han domesticado
haciéndonos celebrar el año nuevo con la llegada del invierno europeo y no, con
el nuestro. Con esta transculturización alienante, han desnaturalizado nuestras
vidas, en discordancia con nuestra realidad y la verdad. Para las culturas
andinas el ciclo anual se cierra con el solsticio de invierno que ocurre cada
21 de junio y empieza uno nuevo.
Los pueblos andinos desde la antigüedad, celebraban este acontecimiento con exactitud astronómica al término de las cosechas anuales, luego de tener la noche más larga del año. En la cultura originaria, el sol se retira y cambia todo, porque todo en la vida depende de este. La ciencia corroboró más tarde que, esta apreciación era científicamente correcta.
De
allí, el reconocimiento de gratitud al sol en la celebración del año nuevo
andino, esperando que vuelva trayendo la esencia de la vida vegetal, animal y
humana. Se empieza un nuevo ciclo astronómico a la espera de las lluvias que
llegarán en primavera, para dar vida a las plantas de las que depende la
alimentación de todo ser vivo y, las cosechas cerrarán el ciclo anual, en el
solsticio de invierno.
Esta
es la razón por la cual el sol figura en todos los restos arqueológicos desde
la prehistoria andina y, estaba en la vestimenta nativa hasta que, la
dominación colonial lo prohibió tras la sublevación de Túpac Amaru II. No
obstante, la concepción materialista andina se conserva, venciendo toda
segregación cultural.
Me
aúno a esta celebración, deseándoles un ¡Feliz Año Nuevo Andino! Puede llamarse
“Machaq Mara” en las comunidades aimaras, “Inti Raymi” en las quechuas, We
Tripantu en las mapuches, Huata Mosoj en las kolla, pero la cosmovisión es la
misma. Claro, no existen los festejos oficiales ni los comercializados, ni se
inculca en los estudiantes porque eso sería estimular a los acallados.
Bueno,
pero ¿A qué viene todo esto? ¿Por qué saco a la luz lo que está sepultado en la
consciencia nacional? Pues, porque propugno la recuperación de nuestra
identidad nacional y es necesario voltear la mirada hacia nuestro pueblo para
reactivar nuestro deber. Nos han acostumbrado a menospreciar lo nuestro, a
subestimarnos, a reprimir nuestra rebeldía frente a la opresión total. Pero,
tenemos que sacudirnos de la transculturización.
No
es por odio ni resentimiento social, sino por equidad de justicia social.
Muchas maldades de la dominación actual se derivan de la insólita segregación
histórica que ha enterrado nuestra identidad. Nuestros ancestros fueron capaces
de construir Machu Picchu, sin herramientas metálicas ni ruedas, lo que se
considera una maravilla mundial, pero se castiga como una maldición a sus
descendientes genéticos.
Según
el último censo del 2017, solo el 40,5% de la población auto identificada como
indígena u originaria de los Andes tuvo educación secundaria (2 millones 203
mil 472 personas), el 23,4% apenas educación primaria (1 millón 270 mil 695
personas), el 26,3% educación superior (1 millón 431 mil 125 personas);
mientras que, el 9,4% no tenía ningún nivel de estudios (508 mil 193 personas.
Es así como, la república maltrata a los descendientes originarios del Perú.
Pero
no solo se maltrata en todo aspecto a los descendientes andinos, sino también a
los selváticos y afroperuanos. Si revisamos la composición étnica de la
población peruana encontraremos la paradoja con la composición étnica en los
poderes del estado. El INEI, como resultado de la encuesta Nacional de Hogares
2017, obtuvo el siguiente cuadro ilustrativo:
Entonces,
podríamos decir: Si los afroperuanos son más que los blancos, ¿Por qué no están
en las cúpulas del poder judicial, electoral, legislativo, fuerzas armadas,
cancillería y otros? ¿Son poderes racistas exclusivos y excluyentes? Cholos y
peruanos ancestrales somos el 75% de nuestra sociedad, pero el sistema de
dominación nos coloca en los peores lugares de vivienda, educación, trabajo,
salud, etc. ¿Por qué?
Los
Censos del 2017 revelaron que, 5 millones 771 mil 885 personas se auto
identificaron como indígenas u originarias de los andes, que equivalen al 24,9%
de la población censada de 12 y más años de edad del país. No tienen derecho ni
al autogobierno de sus pueblos. ¿Deberían tener derecho de representación en el
gobierno nacional?
De
todos modos, no habrá feliz año nuevo para los desdichados andinos, mientras no
adquieran capacidad de romper las ataduras estructurales que son la causa de su
postergación. Quizá esto, sea un buen motivo para que los movimientos políticos
populares enarbolen en sus programas de gobierno las banderas de la
reivindicación de nuestra identidad.
Dejo
el tema para la reflexión. Que siga el festejo, pero pensando en lograr
liberación social, que es el mayor de los derechos humanos.
junio- 2024.
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