LA FERIA DE LAS ALASITAS
COMO CELEBRACIÓN DE TODAS
LAS SANGRES PUNEÑAS
Fragmentos del relato de José Pineda (1942).
Tomado de Juan Carlos La Serna Salcedo: DIOSES Y MERCADOS DE LA FORTUNA, Ed. Min. Cultura, Lima 2013, pp. 93 y 103
«H |
a llegado la tarde. Se
ha suspendido el trabajo en la oficina, el estudio en los colegios y escuelas.
Los niños son los más afanosos por concurrir a las alasitas del Calvario-Chico
que es una feria de miniaturas. Como saben que la moneda circulante en las alasitas
son botones de hueso y lata o piedras planas, los niños se proveen con
anticipación de estos medios de cambio. Algunos niños pobres cortarán los botones
de los sacos de sus padres y de los propios no importándoles por el momento el
castigo que les espera.
Las alasitas forman un
mercado de miniaturas donde la cholada extiende sus mesas, en ellas exponen los
frutos de su industria en miniaturas. Así tejidos a cual mejor, objetos de
carpintería, hojalatería, peletería, alfarería, abarrotes en miniatura, etc.
Los indígenas así mismo expondrán los frutos agrícolas, carnes, quesitos,
cecinas, yunko-yunko (uvas silvestres), etc.
En los suburbios del mercado de alasitas se ven hermosas haciendas construidas con toda gracia y con abundancia de ganado en miniatura fabricados de rica alfarería. Este ganado es dividido por secciones y encerrado en los corralones de las haciendas. Los dueños que generalmente son indígenas construyen estas haciendas y estancias con la creencia de que tarde o temprano se convertirán en propietarios de haciendas y estancias. El público contempla y hace comentarios de la gracia con que son construidos; los dueños o propietarios llegada la tarde la ofrecen en remate; unos piden 12 mil soles que equivalen a 20 soles. Así mismo, por cada cabeza de ganado pedirán 70 soles, 50 soles, que equivale a 70 y 50 centavos respectivamente.
En las faldas del cerro
Calvario se han levantado fondas donde se expenden los sabrosos picantes, los
pepianes de conejo, los chicharrones, la chicha de tejjte, los
anticuchos. El público llena (sic) todos estos lugares a saborear los
exquisitos potajes con toma de chicha, cerveza y licores. La multitud goza momentos
de esparcimiento; no falta uno y otro extranjero que atónito contempla las
costumbres regionales, procediendo a tomar vistas de tan hermosos panoramas.
Al morir el día la
multitud comienza a abandonar el campo, portando sus objetos en miniatura que
llevan en las manos admirando por el camino y llamando la curiosidad de la
concurrencia que comentan la gracia artística de los artistas indígenas y
cholos. [...]
En el aspecto económico se advierte los grandes desembolsos que verifica la concurrencia de las Alasitas, comprando sinnúmero de miniaturas. Además, los indígenas realizan verdaderas transacciones comerciales, con sus cambios de moneda en la venta de miniaturas y más aún de las fincas y las haciendas que las venden bajo documento de venta, que imitan con maestría; he aquí el adelanto al que van llegando». <>
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