AUTOENTREVISTA
César
Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 637, 26MAY23
M |
e imaginé que alguien me proponía una entrevista,
una de esas que me habría gustado hacerme si mi esquizofrenia hubiese sido
cabal y hubiera podido desdoblarme. El confuso resultado de este ejercicio
inútil y manchado de narcisismo es el que ustedes, si lo tienen a bien, pasarán
a leer de inmediato.
-Ha llegado usted a la vejez y es notorio que el
mundo es ahora peor que cuando empezó su carrera. ¿No se siente angustiado
también por eso?
-No creo que el mundo esté peor. Es el mismo de siempre
pero sin grandes líderes ni ideas fuerza. No hay ilusiones sobre nada y quizá
eso sea mejor para todos.
-¿Por qué mejor para todos?
-¿Y eso le parece una mejoría? ¿No es la suya una
versión ultramontana de Cioran?
-Cioran ha sido uno de mis educadores, pero no pretendo
imitarlo por supuesto. En todo caso, el pesimismo no tiene marca de fábrica:
crece en la lucidez como las peras crecen en los perales.
-¿En la lucidez o en la neurosis?
-La neurosis, como usted la llama, no es sino el
vaho que despide el mundo que hemos creado. Es imposible ser ruidosamente feliz
en un mundo así.
-Pero hay razones también para el optimismo. Vivimos
más, tenemos tecnologías que ni siquiera el futurismo extremo pudo imaginar,
las democracias liberales ya no son una excepción…
- Pregúnteles a los franceses
que salen a pelar en las calles si todo eso que usted ha enumerado les alcanza.
Pregúntenles a los europeos más informados si servir de comparsa en las OTAN
los hace felices. Pregúntenles a los peruanos que hacen cola para atenderse en
el sistema público de salud si el futuro del mundo les reconforta…
-Pero con esa lógica la
penuria siempre saldrá triunfante. Los franceses protestan por los dos años más
de jubilación subvencionada. La servidumbre a la OTAN es el costo que Europa
paga por dos guerras mundiales consecutivas. Y en relación al Perú, antes ni
siquiera existía un servicio de salud extendido donde hacer colas…
La escala de la pesadumbre
es variada y engañosa. El estado de bienestar se está cayendo a pedazos no solo
en Francia, la OTAN es un escudo para el apocalipsis
con el que Europa coquetea siempre y la expectativa de una salud
constitucionalmente protegida es una farsa en países como el nuestro. Como verá,
todo depende del cristal con que uno mire.
-Pero el suyo es siempre un vidrio opaco, una lámina
que rechaza la luz. ¿En algún lugar del mundo y en alguna época habría sido
usted feliz?
-¿Y por qué cree que soy infeliz? Soy feliz a mi
manera descubriendo que el ser humano, por lo general, con excepciones
grandiosas, no vale la pena y comprobando que la historia es una gran novela
policial en la que los asesinos jamás son los mayordomos. Eso me hace
prudentemente feliz. No caer en la trampa me reconforta, en todo caso.
-Pero la felicidad no es un ejercicio de la
reflexión. Eso suena muy aburrido.
-El aburrimiento tiene mala prensa pero eso siempre
me ha parecido injusto. Mi rutina es leer, aprender algo, preocuparme, amar a
quienes puedo amar. ¿Eso es aburrido? Seguramente. La otra opción es salir de
compras, ser parte de un tumulto, creer que Bad Bunny es un artista, buscar
aplicaciones que meter en el teléfono, tomarle fotos al postre que me
sirvieron, saber qué diablos dicen en twitter...
-Se nota que la vida moderna lo espanta...
-Me horroriza. Nadie puede hacer un estudio creíble,
pero estoy absolutamente convencido de que el porcentaje de estupidez de la
humanidad ha crecido de modo exponencial. Son miles de millones de estúpidos
abastecidos por canallas que los tienen a raya fomentando su disfunción
cerebral. “Rápidos y furiosos” va por el episodio 10…
-¿Y hay alguna esperanza de que ese escenario
cambie?
-Ninguna a la vista. A no ser que usted crea que la
langosta humana, con Elon Musk a la cabeza, saldrá a devorar el universo.
-Pero si piensa así, ¿por qué no se suicida?
-Porque el suicidio es una fuga. No me gusta la idea
de huir ni me gusta salir de escena bajo presión. Estaré aquí hasta donde el
cuerpo aguante y siendo consciente de que pertenezco a una minoría en
extinción. Vivo resistiendo.
-Y en relación al Perú, ¿será inútil preguntarle si tiene salida?
-El Perú es el triunfo del fracaso, pero eso nunca
lo admitirán los peruanos. Ese es su mayor problema. No somos una república, no
somos una democracia y en muchos aspectos ni siquiera pertenecemos a la
civilización. Pero ahí están los historiadores que encubrieron nuestras
miserias, los estudiosos que se quedaron en el vestíbulo de los asuntos, los
académicos que se han hecho cómplices del engaño de que somos una nación
plural. No somos una nación si por nación entendemos un mínimo de compromisos
y propósitos comunes.
-¿Y en eso son igualmente responsables tanto la
derecha como la izquierda?
-Por supuesto, aunque la derecha nos ha gobernado
casi siempre. ¿Para quiénes quiso apagar el fuego el señor general Velasco
Alvarado? ¡Para los de siempre! Velasco quiso hacer las reformas que dejaran
quieto al país, ajeno a la tentación de socialistas y comunistas. ¿Quiénes se
beneficiaron más con su política económica y arancelaria? Los industriales,
por supuesto. Y los constructores. La derecha fisiocrática, la derecha
encomendera y brutísima, esa fue la que vio en Velasco un enemigo.
-¿Y Castillo no ha sido la izquierda que salió de la
reforma aeraría?
vo, ei laurunaio social que imaginó Velasco se vinieron
abajo. El mismo Velasco me lo confesó el día que lo entrevisté: los campesinos
no entendieron que debían conservar a los técnicos y hacerse de capitales.
Castillo es el resumen de esa torpeza suicida.
-Pero usted luchó para que se le reconociera como presidente.
-¿Y qué quería? ¿Que me sumara a los inventores del
fraude y al fujimorismo de siempre? En estas páginas fuimos los primeros en
advertir a los lectores que la segunda vuelta nos ofrecía dos opciones
indeseables. Como también fuimos de los primeros en dar cuenta de las tempranas
señas de corrupción del gobierno de Castillo.
-¿De dónde salió Castillo?
-No vino de José Carlos Mariátegui, claro. Vino de
la ruina de la educación pública y de una izquierda con vocación de turba. Su
experiencia era la de un huelguista arrebatado. Cuando llegó a la presidencia
lo primero que hizo fue una huelga de neuronas caídas. Quiso salir como un
héroe y lo hizo por la puerta falsa después de cerrar el congreso que acabó
destituyéndolo. No pasó a la historia sino al cómic.
-¿Cómo resumiría la historia del Perú?
-Empezó con un traidor llamado José de la Riva Agüero
y Sánchez Boquete y está marcada por el don malévolo de Judas. En la guerra
con Chile, prescindiendo de Grau, los del “Huáscar”, Bolognesi, Cáceres y unos
cuantos más, lo que exhibimos fue perversamente idiota y, en muchos casos,
decididamente cobarde. Empezó con un traidor y hoy prosigue su paso de cangrejo
con una señora que hace honor a la estirpe traicionera de nuestros políticos.
-Deprime hablar
con usted.
-Tiene
usted razón. Se lo agradezco. ░░
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