EL POTENCIAL REVOLUCIONARIO
DE LA
PROTESTA SOCIAL
Escribe:
Milciades Ruiz
A |
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la persistente protesta popular, con saldo sangriento, oportunismo político y
molestia en los sectores afectados económicamente, se clama por una salida que
ponga fin a la misma, y todo vuelva a la “normalidad” de la dominación social.
Pero precisamente, la protesta es contra esa “normalidad” avasalladora que
bloquea nuestras aspiraciones. Veamos algunos aspectos.
Podemos
hacer muchas propuestas en pro y en contra. Todo depende del diagnóstico. Si
nuestra conclusión es que la culpa de todo, la tiene la presidenta, se exigirá
su renuncia y se acabó el problema, quedando libre el camino para la
“normalidad”. Si se piensa que la culpa la tiene el Congreso, la solución sería
cerrarlo para reemplazarlo por otro de la misma condición.
Si
culpamos a toda la cúpula gobernante, nuestra propuesta será que se vayan
todos, y se hagan nuevas elecciones lo más pronto posible, para reemplazarlos
por otros testaferros. Y, si vemos que el origen de la problemática está en la
Constitución vigente, propondremos cambiarla convocando a una asamblea
constituyente en la que los derechistas tendrían amplia mayoría.
También
podríamos proponer cambiar todo lo mencionado a la vez, para dejar sin banderas
a los reclamantes y volver a la “normalidad” reformada sin afectar la solidez
del sistema. Las miradas cortas, nos hacen buscar soluciones cortas. A miradas
superficiales, platearemos propuestas del mismo tipo. El inmediatismo, es lo
más fácil.
Pero
también, podríamos mirar la profundidad del caso hasta encontrar las fallas
estructurales en el sistema de dominación vigente. Entonces recomendaremos la
reparación de dichas fallas, en la estructura de la maquinaria republicana o,
descartarla por obsoleta e implantar una nueva. Esta disyuntiva es ya más
difícil, pues de ella depende la vigencia del sistema.
Todos sabemos que, la tradicional política de parches ha sido la que ha dado a la república, el aspecto monstruoso que ahora tiene. No es lo mismo seguir con la misma vestimenta, llena de remiendos que, cambiar por una nueva. Precisamente, es el pueblo parchado en todas sus heridas el que está protestando contra la deformidad del sistema imperante, que nos minusvaliza.
Sin embargo, de poco sirve una alternativa, si su grado de factibilidad es bajo o nulo. “El hombre propone, pero la fisiología del poder dispone”. El asunto es, valorar si estamos en condiciones de hacer prevalecer nuestras propuestas. Si no tenemos poder de decisión sobre las mismas, si no tenemos influencia, todo quedaría en simple autoexcitación mental. Al poder de los opresores, solo queda oponer el contrapoder de los oprimidos.
En
este caso, generar poder popular con capacidad de imponer condiciones, es
indispensable. Claro que esto es lo más difícil, pero la prosperidad de todo
intento suele llegar, venciendo lo difícil, contrariamente a su opuesto que, es
lo fácil. Y suele suceder que lo difícil se convierte en fácil y viceversa,
según la proporción de habilidad en nuestro proceder. Las oportunidades pueden
presentarse, pero las posibilidades de éxito, están condicionadas por su
factibilidad.
Nadie
se imaginó que las tropas enviadas reprimir a los rebeldes sociales de la
década de 1960, se salieran del libreto de los opresores, optando por enarbolar
las banderas de la rebelión y capturar el poder para trabajar juntos con los
guerrilleros sobrevivientes, en una revolución transformadora que, ahora se añora.
Era la oportunidad con cierta seguridad de factibilidad.
Lograr
esta proeza no fue fácil, pero valió la pena. Hubo muchas muertes y las
dificultades de la contraofensiva las conocemos. Nada escapa al principio
universal de la predominancia. Por eso debemos pensar estratégicamente pues,
“No por mucho madrugar, amanece más temprano” y, “El remedio podría ser peor
que la enfermedad” si equivocamos los cálculos. Perder la vida vanamente no es
enaltecedor.
Sabemos
que la mayoría de la población de Lima, son provincianos, que ella concentra un
tercio del electorado nacional. Sin embargo, en elecciones recientes, en pleno
repudio al legislativo, han elegido alcalde provincial al candidato más
derechista, acusado de adeudar S/. 34 millones por impuestos impagos, siendo
concesionario del estado neoliberal. (Rafael López Aliaga).
En
segundo lugar, a un militar acusado de asesinato de un periodista cuando hacía
la guerra antisubversiva aplicando el terrorismo de estado. En cambio, han
relegado a los últimos lugares a las opciones de izquierda, que han perdido
credibilidad. Otro tanto sucede a nivel nacional donde la izquierda, que
enarbola una nueva constitución ha perdido terreno.
Esto
resulta contradictorio al clamor de esta protesta social. Pero esta expresión
popular debería hacernos reflexionar, al formular nuestras propuestas, porque
hay interferencias de poder a tener en cuenta. De convocarse a una asamblea
constituyente en estas condiciones, lo más probable es que los partidos de
derecha tengan la hegemonía para evacuar una constitución acorde con sus
intereses. Lo contrario a nuestras intenciones, a costa de vidas perdidas.
Adelantando
elecciones, podríamos tener resultados frustrantes y tendríamos que pedir
nuevamente el cierre del próximo Congreso en tanto que, sería más de lo mismo.
Adelantando elecciones ni siquiera nos deja tiempo para organizar mejor nuestra
participación política, toda vez que necesitamos reivindicar previamente a la
izquierda, para recuperar el terreno perdido.
Tenemos
pues, contraposiciones que, es necesario precaver. Al analizar esta explosión
social de protesta, bien podríamos preguntarnos: ¿Hacia dónde va este
movimiento? ¿Hasta dónde quiere llegar? Quizá no es lo que suponíamos, o tal
vez, sean los advenedizos los que la están empujando a un callejón sin salida.
Todo cabe en las posibilidades.
En
marzo de 1871, bajo circunstancias distintas, estalló en Francia una protesta
social caótica, con vandalismo e incendios de edificios estatales repudiables.
Los obreros y sectores populares tomaron París, levantaron barricadas y
empezaron a decretar medidas justicieras. Fue lo que dio origen a la famosa
“Comuna de París”, con gran apoyo de soldados y policías armados. La izquierda
nacional e internacional apoyó a los insurrectos. Era la oportunidad, pero la
factibilidad de una república popular era más romántica que real.
El gobierno había huido de los amotinados refugiándose en Versalles, pero se perdió la oportunidad de liquidarlo. El gobierno monárquico aprovechó la desidia para preparar una gran ofensiva contra el poder popular. La Comuna de París, solo duró poco más de dos meses, porque el gobierno derechista arremetió con todo, dejando más de 20,000 muertos en las calles, otro tanto de prisioneros y deportados. El terrorismo de estado prevaleció acabando con las ilusiones de los insurrectos.
En
nuestro caso, la izquierda nacional e internacional, también apoya y alienta a
los soliviantados que son los que ponen el pecho. Azuzar desde afuera es muy
cómodo porque nada arriesgamos, pero: ¿Alguien se ha puesto a pensar en lo que
sería el Perú en estos momentos, si no fuera porque una mujer preside el país?
Se
le tilda con los peores términos, pero si ella no aceptaba la presidencia, hoy
tendríamos como jefe de estado al derechista militar que preside el Congreso,
ex jefe del operativo en el que fueron asesinados extrajudicialmente miembros
rendidos del MRTA en tiempos de Fujimori. ¿Se imaginan lo que sería la
represión bajo el mando de dicho personaje?
No
cabe duda de la legitimidad de la protesta social que estamos viviendo, ni del
valor heroico de esta gesta, pero el empirismo de la lucha tiene sus
limitaciones si no hay claridad ideológica que oriente el accionar de las
masas. Lo que deja la experiencia es el enorme potencial revolucionario que hay
en el pueblo peruano.
El
sacrificio de los rebeldes al sistema, no debería quedar a la deriva, sin
sostenibilidad política. Es necesario encausar las demandas populares y sus
justas aspiraciones, institucionalizando sus fuerzas, conforme a sus
tradiciones, hasta adquirir la capacidad de imponer condiciones de liberación
social. Es nuestro deber, ayudar en la construcción del poder popular como
contraparte al poder de los opresores.
No
pretendo con este comentario, irrogarme más de lo que el derecho de opinión me
corresponde. Disculpen la impertinencia.
Febrero
7, 2023
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