LA LLAMERADA,
DESDE LA CONSTRUCCIÓN DEL CUERPO PARA LA DANZA
Por
Alfredo
Fuster.
D |
esde
que el hombre dependía de cuevas y abrigos para sobrevivir ante la inclemencia
del frío y la amenaza de sus principales depredadores, éste retrataba su
vivencia en lo que en la historia se llamaría arte rupestre; de aquello tenemos
muchos lugares en el altiplano puneño donde se representan escenas de caza
principalmente en Corani, Macusani, Ccapalla, Salcedo, Lampa y muchos otros
lugares que lamentablemente hoy se encuentran abandonados y algunos otros
profanados por gente de mala fe y con un desamor tremendo a todo aquello que
tiene que ver con la cultura y el patrimonio.
La
curiosidad del hombre lo ha llevado a desarrollar técnicas que ha permitido su
supervivencia, de tal forma que la principal actividad que los grupos humanos o
clanes practicaban era la caza, esta práctica dará inicio al concepto
sobrenatural del animal que atrapa para sobrevivir, siendo este un aliado que
se interpretaba cual regalo de sus dioses, no olvidemos que el hombre va
construyendo sus conceptos en base a elementos simbólicos, en ese sentido
consideraba también a sus depredadores como animales dotados de un poder que
también anhelaba obtener.
Los
antiguos pobladores del altiplano puneño otorgaron a los animales; que son
parte de su convivencia, ya sean depredadores o aquellos a los que logró
domesticar; un origen mítico unido a una concepción que dará forma a espacios
ritualizados físicos e imaginarios donde el animal dominante se convierte en
espíritu protector del propio hombre y se transmuta al cuerpo, que es
interpretado por el sujeto, siendo la piedra angular del concepto totémico en
las danzas destacando el proceso de imitación intrínseca donde la construcción
corporal imitando a determinado animal fue vital siendo el sujeto el que se
asume a sí mismo el espíritu y las habilidades del depredador quien protege al
hombre en la caza o guerra, en el caso de aquellos animales que consideraba
sagrados en beneficio de su vida y el bienestar del grupo se generaba una
ritualización de su interpretación bajo el mismo concepto de construcción del
cuerpo.
La danza de la llamerada es la prueba innegable de aquel proceso de construcción totémica donde el hombre asume al cuerpo como un espacio ritualizado, basado en una dualidad donde el pastor interactúa con el camélido en dos dimensiones que han sido divididas en el propio cuerpo y que a su vez son complementarias, un dualismo vinculado a elementos simbólicos ligados a la mecánica corporal. En ese sentido en la danza de la llamerada el danzante imita con los miembros inferiores el andar soberbio y elegante de la llama mientras que de la cintura para arriba y con los miembros superiores se representa la actividad propia del pastoreo donde se simula el recojo de una piedra la cual servirá para lanzarla con la huaraca defendiendolas así de las amenazas que conviven en el espacio natural de los camélidos, aquellos que también son representados bajo las mismas formas de construcción corporal en la danza de los llameros o antiguamente llamados llama llama, tales como: el zorro, puma, cóndor, etc.
Es
preciso destacar que existen amuletos que los pastores conservan y a los que
rinden culto, objetos con los que realizan prácticas rituales agradeciendo a
los apus por el bienestar de sus animales y su reproducción, estos objetos son
llamados “Illas” y “Conopas”, pequeñas piedras con forma natural de llama y
alpaca, o elaboradas en metal, estas tienen orígenes míticos ligados a los
espíritus que propician la reproducción del ganado y la protección del hombre
del altiplano, estos objetos han sido representados y adheridos como parte de
los artefactos que portan en la danza de la llamerada, sin embargo con el paso
del tiempo han sido resignificadas en pequeñas estatuillas de lana con formas
de llamas el cual los danzarines llevan en una mano, esta representación
simboliza para el pastor altiplánico aquellos objetos rituales y en sí las
deidades protectoras del ganado.
Si
hablamos de la danza llamerada, también debemos mencionar algunos aspectos de
la coreografía, en ese entender es preciso detallar algunos rituales que se
vinculan directamente a este animal.
La
importancia del camélido para las culturas pre incas e incas no solo ha servido
para realizar ofrendas al sol en las fiestas principales como la del Inti
Raymi, donde se sacrificaban llamas o “carneros de la tierra” como lo menciona
Garcilaso de la Vega, también sirvieron para los llamados “agüeros” donde se
destinaba una llama para ver si las cosechas y el transcurrir del año será
productivo o no, el ritual se llevaba a cabo mediante la exposición de los
pulmones y el corazón. Cristóbal de Molina menciona que no solo realizaban
sacrificios a Wiracocha, al dios Inti y a las huacas sino a otro ídolo llamado
“Chuquilla Illapa” que era el dios del relámpago, trueno, rayo y lluvia, esta
ofrenda nos hace presumir que la llama no solo era un animal sagrado por su
utilidad, su funcionalidad e importancia por ser un nexo efectivo entre los
dioses y el hombre, más aun siendo un animal muy apreciado por los incas y
preferido para ofrendar a sus dioses, también nos permiten vincular otro ritual
muy importante en el altiplano y en la zona andina; ritual incaico donde se
sacrificaban cien llamas en épocas del “Uma Raymi Quilla” que se realiza en el
mes de octubre con la festividad del agua tal y como lo menciona Guamán Poma de
Ayala, quien deja evidencia en su Nueva Crónica y Buen Gobierno, que este
ritual estaba destinado para que los dioses enviaran lluvias.
También
se tiene referencias de los rituales de invocación a las lluvias donde se
dejaba una llama amarrada hasta que empiece a dar quejidos producto del hambre,
se cree que el sufrimiento de este animal provocaba que las divinidades se
compadezcan y enviaran las tan ansiadas lluvias necesarias para los sembríos.
Definitivamente
se puede relacionar a este animal con el elemento agua, elemento que en el
mundo andino estarían ligados con iconografías circulares, figuras que también
son una representación constante en la danza de llameros a nivel nacional, no
obstante en el concepto mítico se dice que las llamas proceden de las estrellas
y en algunos otros relatos se habla de que salieron de las lagunas lo cual lo
vincula aún más con dicho elemento.
En
el proceso coreográfico de la danza, principalmente se describe el transitar de
las recuas, las cuales se conforman en filas, aquellas que a su vez y en
ocasiones desarrollan mudanzas zigzagueantes que representan su transitar por
las cordillera, quebradas y caminos estrechos por donde el pastor va arreando a
sus animales, a la cabeza va el jañachu, representación del tótem construido en
el cuerpo danzante con el propósito de mantener aquella ritualidad que
sobrevive en la danza de la llamerada, haciendo referencia de la importancia
ceremonial de este camélido.
La
llamerada está próxima a declararse patrimonio de la nación, consolidandose
como una de las danzas más bellas e importantes del departamento de Puno
capital del folklore peruano.
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