sábado, 5 de junio de 2021

ARTE PICTORICO PUNEÑO : JOSE LUIS BARRIGA

EL VIOLINISTA

CANDELARIA (Fragmento de mural)
KUSILLO CON GUITARRA

 


ANALIZANDO LA COYUNTURA ELECTORAL

 


EL SALARIO DEL MIEDO

Nicanor Domínguez

Tomado de NOTICIAS SER.PE 3JUN21

P

arecería que cada cinco años, en el contexto de las elecciones presidenciales, el Perú enfrenta el fin del mundo. El “comunismo internacional” quiere destruirnos, nos dicen casi todos los medios de comunicación. Sin embargo, a último minuto en la segunda vuelta, nos salvan los candidatos más a la derecha del espectro político: Toledo, García, Humala (domesticado después de asumir el mando) y Kuczynski. Por desgracia, todos estos “héroes de la democracia” terminaron invariablemente enjuiciados por corrupción. La alternativa de hoy, ya descartada en las elecciones del 2011 y 2016, es la candidata Fujimori, que no tiene que esperar a gobernar para tener juicios en curso por corrupción.

Debe ser complicado presupuestar la llegada de ingentes ingresos por propaganda electoral “anticomunista” cada cinco años. Quedan cuatro años de “vacas flacas” de por medio. Hacen recordar la famosa película del director francés Clouzot, ‘El salario del miedo’ (1953): cuatro

expatriados europeos son contratados por la ‘Southern Oil Company’ para manejar, por pésimos caminos, dos camiones cargados de nitroglicerina para apagar un incendio en un yacimiento petrolero. Una obra maestra del suspenso en el cine, ha sido también vista como una descarnada crítica existencialista sobre la postguerra y una denuncia del imperialismo norteamericano en Latinoamérica. La publicidad de las campañas electorales peruanas no parece menos desesperada que la decisión de los cuatro camioneros del film, mostrándonos los más bajos impulsos de quienes hacen buen dinero con el temor del prójimo, demonizando o “terruqueando” al contrincante.

Hace cinco años, en abril del 2016, publiqué en Noticias SER el texto que sigue. En ese momento se “terruqueaba” incesantemente a Verónika Mendoza, porque parecía que iba a pasar a la segunda vuelta y enfrentarse a Keiko Fujimori. Debiera quedar claro que quienes no distinguen entre los distintos y variados grupos de Izquierda, y los mezclan indiscriminadamente, actúan políticamente. Mezclan intencionalmente la ignorancia con el miedo, especialmente el miedo que quieren promover entre la población y, en estos días, entre los votantes. Así se ganan su salario.

La Izquierda peruana contra Sendero Luminoso (1970-2000)

La Izquierda en el Perú puede ser definida como aquella “tradición crítica” desarrollada por diversos intelectuales, políticos y sus seguidores, que, desde al menos Manuel González Prada y su “Discurso en el Teatro Politeama” (1888), han cuestionado el estado de cosas en el país como injusto y han propuesto, tras diagnosticar los problemas a enfrentar, variadas maneras de resolver ‘los males’ que aquejan a nuestro país. En un reciente libro del historiador José Luis Rénique, Incendiar la pradera: Un ensayo sobre la revolución en el Perú (Lima, 2015), se propone esta interpretación y se incluye a una serie de intelectuales y políticos peruanos dentro de esta larga “tradición crítica”, comenzando precisamente con González Prada, pasando por Haya y Mariátegui, siguiendo con Luis de la Puente Uceda y Hugo Blanco, hasta llegar a los líderes de la “Nueva Izquierda” y a “Sendero Luminoso”.

Es muy cierto que, si exceptuamos a González Prada, todos estos personajes han partido de la tradición política marxista, aunque sus maneras de entender y aplicar esas ‘herramientas de análisis’ han sido muy variadas, y en más de una ocasión hasta opuestas. Ejemplos ya clásicos: la Polémica Haya-Mariátegui (1928), la división del Partido Comunista Peruano entre “moscovitas” y “pequineses” (1964), la ruptura de los maoístas peruanos entre “Bandera Roja” y “Sendero Luminoso” (1970), la quiebra del frente electoral ARI (1980), la disolución de “Izquierda Unida” (1989), las tres mini-candidaturas izquierdistas en las elecciones presidenciales del año 2006 (que sumaron apenas el 1.17% de los más de 14.6 millones de votos emitidos, por lo que no hubo ningún parlamentario izquierdista en el período 2006-2011 --en el cuestionado segundo gobierno de Alan García--, cosa que no había ocurrido nunca antes, desde las elecciones a la Asamblea Constituyente en 1978).

En cierto sentido, la historia de la Izquierda peruana, que refleja en parte la historia de las ideas izquierdistas (marxistas o no-marxistas) a nivel mundial, es una historia de las sucesivas divisiones y fragmentaciones de sus seguidores. La polémica entre Marx y Bakunin que terminó con la Primera Internacional (1872), la ruptura de los Socialistas rusos entre “Bolcheviques” y “Mencheviques” (1903), la división de los partidos Socialdemócratas y la aparición de partidos Comunistas en apoyo de la Rusia soviética (1920), la caída en desgracia de Trotsky y su exilio ordenado por Stalin (1925-1929), la ruptura y mutua descalificación de los partidos comunistas de la Unión Soviética de Khrushchev y la China de Mao Zedong (1960-1963). Todos ejemplos históricos, ampliamente conocidos, de las tendencias centrífugas de la Izquierda internacional.

Y, sin embargo, para la mayoría de sus críticos de ayer y hoy, la Izquierda es vista como una amenaza monolítica a punto de destruir el mundo existente, ese creado por el desarrollo industrial capitalista en los últimos 250 años. ¿A qué se debe semejante ignorancia? ¿Por qué el anticomunismo, a lo largo del siglo XX y en aún el siglo XXI, simplifica la complejidad de los procesos históricos y políticos de aquellos a quienes ve como sus rivales? ¿Es, acaso, el miedo a perder privilegios lo que obnubila la razón? ¿O estamos ante una típica simplificación del “discurso” político contemporáneo, que necesita mensajes sencillos para repetirlos ‘ad nauseam’ hasta que se conviertan en el “sentido común” de la gente?

Sea cual fuere la razón, la visión anticomunista sobre la Izquierda distorsiona cualquier intento de estudiar y comprender a cabalidad el desarrollo histórico de esta corriente política. Un caso relevante es el de “Sendero Luminoso”, parte importante del proceso de fragmentaciones y rivalidades al interior de la Izquierda peruana.

Producto del caudillismo de su líder Abimael Guzmán, su origen en 1970 se encuentra en la ruptura respecto de “Bandera Roja” y su dirigente Saturnino Paredes. Hasta 1980, “Sendero Luminoso” fue uno de varios grupos maoístas enfrentados entre sí. Y, mientras el resto de la variada y antagónica Izquierda peruana de la época se vinculaba a organizaciones sindicales de profesores, obreros y campesinos, así como a organizaciones barriales en un país que experimentaba un acelerado proceso de urbanización, los seguidores de Guzmán, principalmente en la universidad ayacuchana, memorizaban el “Libro Rojo” de Mao y se aislaban, esperando el final del Gobierno Militar (1968-1980).

El Conflicto Armado Interno, iniciado en 1980 por “Sendero Luminoso”, no solo estuvo dirigido en contra del Estado peruano y sus instituciones (gobierno, poder judicial, fuerzas armadas y policiales), sino contra todo el sistema político y social existente. Visto en términos absolutos como un sistema injusto, y decididos a cambiarlo exclusivamente por la violencia, los seguidores de Guzmán señalaron como blanco de sus asesinatos políticos a todos aquellos que participaran “del sistema”. No solo a los distintos funcionarios estatales (prefectos, policías, militares, médicos, profesores), sino también a los representantes políticos elegidos a partir de 1980 (sus directos rivales, desde el gobierno central a los gobiernos municipales). Como el resto de la Izquierda peruana, desde 1978 con la Asamblea Constituyente, estaba participando en elecciones y en estos distintos niveles de representación (congreso) y gobierno (municipios), “Sendero” los marcó como sus principales rivales y enemigos. Y en realidad lo eran, pues a lo largo de la década de los 80 la Izquierda peruana, especialmente a través del frente electoral “Izquierda Unida” (1980-1989), les disputaba en todos los ámbitos (barrios, fábricas, organizaciones) la representación de las mayorías del país (aquellas “clases populares” que hoy se han convertido en los “sectores” D y E de las agencias de márketing y las encuestadoras).


El crecimiento electoral de “Izquierda Unida” (IU) en las sucesivas elecciones municipales (1980, 1983, 1986, 1989), el triunfo de Alfonso Barrantes como alcalde metropolitano de Lima (1984-1986), los diversos gobiernos regionales en el interior del país (1989-1992), muestran el avance de esa opción política en el Perú de los años de la violencia. Y los líderes de la Izquierda, tanto de los partidos conformantes de IU, como de los independientes que apostaron por ese proyecto, y de los líderes sindicales y barriales, estuvieron en la mira de “Sendero Luminoso”, que infiltraba sus organizaciones (en un contexto de crisis económica y de la hiperinflación del primer gobierno de Alan García, 1985-1990) y los asesinaba. El caso más emblemático de esta guerra de “Sendero” contra los dirigentes populares de Izquierda lo constituye, sin duda alguna, el asesinato de María Elena Moyano, la teniente alcaldesa de Villa El Salvador, el 15 de febrero de 1992.

En las conclusiones del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación se señala que hubo “un deslinde ideológico insuficiente y… tardío” de los partidos de IU frente a “Sendero” en los 80, dándose “una situación ambigua frente a las acciones del PCP-SL y más aún del MRTA” (núm. 108). Sin embargo, al hablar de los dirigentes asesinados por “Sendero”, el mismo Informe resalta a las “autoridades locales que permanecieron en sus puestos a pesar de la intensidad de la violencia … en muchas zonas del país, militantes de izquierda fueron un freno para el avance del PCP-SL” (núm. 105).

No se equivocaba la periodista Patricia del Río cuando hace unas semanas, en la quincena de marzo, aclaraba que calificar con ligereza de “terrucos” o “terroristas” a quienes hoy se encuentran a la izquierda del espectro político es una manipulación interesada e irrespetuosa. Los muertos de “Izquierda Unida” en los 80 son prueba de ello. ▓▓

 

viernes, 4 de junio de 2021

LA COYUNTURA ELECTORAL SEGUN HILDEBANDT

LA “SOLUCIÓN KEIKO”

César Hildebrandt

Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 542, 5JUN21

¿Por quién votaría Alan García?      

Por Keiko Fujimori.

¿Por quién votará el director de “El Comercio”?

Por Keiko Fujimori.

¿Por quién votará Laura Bozzo?

Por Keiko Fujimori.  

Y así podría seguir. Hasta la náusea.

El hampa fujimorista está nerviosa, sin embargo.

Por eso habla de fraude, de muertos que votan, de ficciones estadísticas. No están seguros de remontar. Y el dato les viene de una encuestadora importante y confiable.

Por eso quieren, a lo Trump, poner la pica en Flandes y hablar de irregularida­des que no existen. De allí la campaña contra el Jurado Nacional de Elecciones, con el que no han podido trapear el piso. Con la ONPE no se meten porque allí tienen, a la cabeza, a un amigazo de siempre, alguien que sí estaría dispuesto a muchas cosas con tal de que “el comunismo” no nos lleve al infierno.

Será un final de fotografía que nos retrata como país en crisis. Hay que elegir entre la heredera de una mafia de asesinos y ladrones y el re­presentante de una izquierda primordial que no sabe hasta hoy qué programa de gobier­no será el definitivo en caso de llegar a palacio.

Optar por Fujimori es renunciar a toda dignidad, es despreciarse, es matar el honor y la autoestima. Es lo que hicimos los peruanos cuando le rogamos a Simón Bolívar que fuera nuestro dictador, nuestro dios viviente, nuestro capataz superlativo. Es lo que hicieron muchos peruanos cuando los chilenos tocaron sus puertas tras la invasión de lima: avisar quien guar­daba armas, casar a sus hijas con algún capitán carabinero, celebrar la próxima paz de mi general Iglesias. 

Votar por la hija de un delincuen­te y que tiene prontuario propio es una manera de morir. Votar por una delincuente que recibía millones de bancos y empresarios y cubría esas entregas con cócteles imaginarios y contribuciones inventadas e impues­tas a la fuerza es declararse en huelga de hombre. No puedes reclamar ciu­dadanía si el miedo te hace votar por la jefa de una organización criminal.

El Perú mima a sus hijos. Hay en estas tierras que amamos y donde habremos de sembrar nuestros huesos un efluvio maligno que parece envenenar y mar­chitar. Haya de la Torre, el reformista de los 30 y 40, terminó de aliado de Odría en los 60. Pablo Macera manchó su biografía como congresista del fujimorismo. Miren cómo ha terminado Vargas Llosa.

El Perú aplasta y, si puede, te hace puré de sobras, sombra de ti mismo. Las elecciones de este domingo son un nuevo desafío. Y lo repito: no es odio invencible el que nos guía, es resisten­cia, es honor. No son palabras huecas: definen un modo de vivir y de encarar la aventura de la existencia. Sin honor, inhalamos y exhalamos, deyectamos, dormimos e intentamos perpetuarnos por instinto.

Castillo produce un legítimo temor, lo sé. Pero de Castillo podemos desha­cemos con relativa rapidez. El Congreso evitará sus posibles desmanes, el Tribunal Constitucional hará lo suyo, la prensa cumplirá su papel y no habrá el temor de que sea comprada o extorsionada. Y si el señor Vladimir Cerrón quisiera erguirse como un presidente de facto y paralelo, para eso está la figura de la sedición y la usurpación.

No olvidemos, además, que el señor Cerrón tiene todavía investigaciones en curso y que una próxima condena por corrupción puede llevarlo direc­tamente a la cárcel.

Hasta niños fueron masacrados en Barrios Altos.
¿Volvería el "modo Fujimori"?
Castillo es el hijo que el Perú no había reconocido. Mi amigo Fernan­do Tuesta me decía el otro día que el candidato de Perú Libre, si ganara, sería el primer presidente sin contacto alguno con las élites. Es verdad: no hay lazo alguno que vincule a Castillo con el empresariado, los militares, la academia. Eso puede ser un peligro, pero también puede ser visto como una posibilidad: la de que la furia acumu­lada de los más pobres y deshereda­dos llegue al poder y compruebe que gobernar es mucho más difícil que hacer promesas fáciles y redondeos demagógicos en los mítines.

Cuando Sendero Luminoso bajó sus armas, la derecha peruana, siempre obtusa, creyó que era el tiempo de la revancha. Aliada de Fujimori, esa derecha vio con alegría que el gobierno se hizo dictadura, que la Constitución golpista borró el Esta­do, que los sindicatos eran obviables y que los derechos de los trabajadores debían mantenerse tan sólo en apa­riencia. Hicieron fiesta cuando a los pobres se les condenó al autoempleo y a los ricos se les rebajó los impuestos mientras las empresas públicas se remataban bañadas en aceite. Creyeron que la fiesta iba a ser interminable.

Fue entonces que llegó la pandemia y mandó parar. ¿Era comunista el Covid-19? No. Lo que pasó es que permi­tió ver cuán mentirosos y harapientos habíamos sido. El Perú gentleman te­nía el cuello sucio, los puños negros, los sobacos olorosos de canícula. El tren bala de nuestra economía era, en realidad, un tranvía de la vieja Magdalena. Se nos cayó la cara de vergüenza.

Y de allí viene Castillo, de esos sedimentos. El Perú omitido lo ha encumbrado.

La derecha, representa­da por “El Comercio” y sus locutores, quiere ahora que reprimamos a la cholería votando por una candidata criminal. Cree que así segui­rá el corso Wong del “modelo”. Pretende ignorar que la situación es insostenible y que el maldito “modelo” tiene que ser destituido. No por el socialismo de parti­do único, por supuesto, sino por un contrato social que impida que el malbarateo de nuestros recursos continúe y que ponga a la igualdad de oportunidades como una meta común. Un “new deal” que no haga de la educación un sucio negocio y de la sa­lud una subasta donde los buitres deciden quién se muere.

Si gente como Pedro Francke per­manece en el entorno de Castillo, es probable que tengamos una versión moderada y viable de un país reno­vado. Para eso el señor Castillo ten­drá que romper definitivamente con Vladimir Cerrón, esa momia castrista, aunque eso le cueste la animadversión de más de la mitad de su bancada. ¿Tendrá la entereza para librarse del padrinazgo, del estalinismo achorado del camarada Cerrón?

La “solución Castillo” es tormento­sa. Lo que pasa con la “solución Keiko” es que no existe. No hay cómo enfren­tar el reto de la crisis con un gobier­no que, a la larga, producirá Castillos en cada región. Keiko Fujimori es la promesa del caos, el sonido y la furia. Si yo fuera maoísta, marxista oriental y paciente, querría que ganara Keiko Fujimori. Con ella, lo sé, la pradera terminaría de incendiarse. ▒▒


DESTACADOS INTELECTUALES PUNEÑOS

 PERCY ZAGA BUSTINZA,

EL QUIJOTE DEL ALTIPLANO

José Morales Serruto

N

ació el 05 de abril de 1945 en la calle Lambayeque de la ciudad de Puno y murió el 01 de diciembre de 2017 cuando era trasladado de emergencia a la ciudad de Arequipa.

Teniendo todas las cualidades para brillar como uno de los literatos más encumbrados en el firmamento literario del país y fuera de él, no abandonó su tierra natal por la vanidad, se quedó en ella para hacer de la esquina del barrio, de las bancas de la Plaza de Armas, de las calles y el calor de su hogar, una verdadera facultad de literatura, en la que muchos han bebido de su savia de gran maestro.

Muchos ya hablaron del poeta, maestro, político, periodista, músico y literato Percy Zaga Bustinza, y más aún de su fructífera trayectoria en la construcción de la sobria plataforma cultural de Puno: fundador de la “Promoción intelectual Carlos Oquendo de Amat”, del Grupo de Arte “Utaraya” y el Grupo “Qlisgen”, parte también del Centro Federado de Periodistas y el Colegio de Periodistas. Sin lugar a dudas, Percy Zaga Bustinza -para nuestra humilde percepción- es el intelectual más iluminado, talento privilegiado de la literatura del altiplano, que sin arrogancia camina por las calles de Puno.

Nuestra intención no es hacer un análisis de su obra poética, menos de su incansable y quijotesca labor, que lo llevó a enseñar a los puneños sobre la vida y obra de los literatos de esta parte del país. Queremos hablar del hombre de a pie, del ciudadano dispuesto a hablar con cualquier otro, con humildad, en el puesto de la casera de la esquina, saboreando una bebida, presto al consejo sincero y dispuesto a un aleccionador diálogo de la vasta literatura puneña, y muchas veces más, cuando abría las puertas de su casa de par en par, natural al destellar todo el calor humano de su ser.

OGAL

Más abajo de tu playa/ más abajo de tu arena/ de tu limo más abajo/ y más aún de los peces/ los helechos, las raíces.

En el origen mismo/ de tu nombre o tu ser/ hay otro lago, tan/ gigante, tan hermoso/ tan pequeño como tú.

Humilde, íntegro, sincero, de palabra sencilla y profunda como sus poemas, estos describen y afirman a don Percy Zaga Bustinza como el literato puneño más importante del siglo XX y XXI, por la facilidad con la que explica la complejidad metafórica de cada autor y deshilvana verso a verso un escrito, que desarropa el alma del gran maestro que se esconde en esa figura que irradia confianza y mucha seguridad para hablar de un tema muy poco común para para los puneños: “Literatura”.

Tuvimos el privilegio de sentarnos en el calor de su hogar, para escuchar de sus labios múltiples anécdotas, de su larga trayectoria de vida, de cada una de sus facetas, de su largo recorrido, de su formación como maestro, literato, bohemio, músico eterno y encumbrado dirigente político, último y primer integrante de su ensueño y de su mayor realidad, su pasión inolvidable: “Juventud Obrera”.

Refrescando su garganta con un sorbo de agua, dibujando una sonrisa de satisfacción en su rostro, recuerda con orgullo y nostalgia el día y el lugar de su nacimiento, la casa alquilada del Dr. Uriel Cáceres Olazo, del jirón Lambayeque, donde vivía su mamá con una tía. Recuerda a su padre, que era profesor, con el que vivió muy pocos años. Con orgullo afirma ser exalumno de la escuelita 883, ahora Miguel Grau, y recuerda a la maestra Julia Masías Arroyo, parte de un tronco cultural, quien le incentivó a él y a muchos a escribir. En sus ojos se percibe un brillo de satisfacción y recuerda haber ganado por el Día de la Madre un concurso de poesía que se difundió en Radio La Voz del Altiplano, que lo motivó a seguir escribiendo a escondidas para publicarlos en el Diario Los Andes, con otros nombres.

Sin forzar sus recuerdos, habla de los “Chasquis”, grupo de jóvenes y adultos de ese tiempo, que promovían cultura, que los animaba a él y a un par de amigos a ser parte de ellos; con ese sueño presentaron a “Jóspani” sus poemas, para que sean admitidos, pero solo recibían respuestas vacías, con el pretexto de que eran “propuestos”, aunque eternamente.

Lanzando un suspiro de satisfacción, habla de la llegada de Gerardo García Rosales, y lo describe como un extraordinario artista, dibujante, escritor, actor, poeta, bailarín, etc., y recuerda que en el Parque Pino los tres amigos se negaban a quedarse sin horizonte cultural y deciden crear un nuevo grupo, y rememora que descubrió a Carlos Oquendo de Amat, a través de un libro titulado “Floresta de Poesía Peruana”, poemas para jóvenes, editado por el Ministerio de Educación, en el que publicaban poemas de Enrique Guzmán y Valle, César Vallejo.

En ella se publicaron dos poemas: “Madre” y “Poema”, y los rubricaba “Carlos Oquendo de Amat. “Su poesía nos gustó mucho y al leerlo descubrimos al poeta puneño que hasta ese entonces nadie lo tomaba en cuenta en el Perú, menos en Puno. Nadie conocía a Carlos Oquendo de Amat, al poeta, el más culto y más trascendente, nadie lo conocía; yo lo descubrí”, afirma con cierta satisfacción.

Recuerda que Omar Aramayo les propuso que adopten el nombre de “Carlos Oquendo de Amat” y recuerda que él propone el nombre “Promoción Intelectual Carlos Oquendo de Amat”, que es considerado hasta este momento el segundo movimiento cultural puneño después de Orkopata.

Entre sonrisas recuerda, con nostalgia, que su sueño juvenil era consagrarse como un gran arquitecto, pero su padre quería que sea maestro y que por eso decidió estudiar en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, donde se formó como maestro y volvió a Puno para trabajar en varios lugares de la zona como maestro.

Se confiesa amigo de Horacio Zevallos, y ser parte de la dirigencia sindical del “SUTE”, por lo que fue subrogado en más de dos oportunidades, y cuenta que en el lapso de su lucha por su reposición ingresó a la Universidad San Marcos para estudiar literatura, lo que le mostró el amplio horizonte de la literatura, que a su vez le ayudó a ordenar y entender el tema.

Recuerda con mucha emoción que fue alumno de grandes maestros, como Washington Delgado, Antonio Cornejo Polar y otros que le ampliaron su panorama literario. También recuerda que fue alumno de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, donde estudió periodismo, aunque tuvo que abandonarlo por razones propias.

Para hablarnos de su producción intelectual, nos deja un momento y empieza a poner en nuestras manos una colección de textos en los que advertimos los títulos de “A Mayte”, “Mi País”, “Cantos, “Cinematógrafo de lienzo y bambú”, “Mi ciego mi gallo y tú”, “Calendario Cívico puneño”, “Diccionario Regional de la Cultura Puneña”, y “Biografías de ilustres puneños”, mientras firmaba la dedicatoria a cada uno de los textos, contaba la anécdota de que hacía algún tiempo había invitado a su biblioteca a un joven literato, que al retirarse se dio cuenta que le había sustraído valiosos libros. Pero al margen de ello, hay que destacar que muchos de esos poemas los leímos en algunas antologías de poesía de circulación nacional, en muchas se destaca “Pido perdón a los lagartos”.

Antes de terminar este ameno diálogo, no podíamos dejar de hacerle una pregunta de regla: Si recordaba a alguna persona que lo motivó a escribir. La respuesta fue contundente. “Me motivó la profesora Julia Masías de Arroyo, Adolfo Bustinza del Carpio, además de dos o tres personas”, y aprovechó para declararse fanático casi religioso de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, que es extraordinario (su “Pedro Páramo” es genial, dijo), además de otros, como Walt Whitman, sin duda Cervantes (el Quijote es una obra extraordinaria). “Pero, como todos, sigo en el debate mundial de cuál es la mejor novela: si don Quijote de la Mancha, de Cervantes, o Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez”, apuntó.

Retornando su memoria a nuestra región, habla de las mujeres literatas a las que la sociedad nunca les dio el lugar que se merecieron. Por ejemplo, Mercedes Bueno Morales, Milida Castillo, Gloria Mendoza y, antes a ellas, recuerda a una señora “Catacora” que escribió “Poemas en Azul”, que merecen ser estudiados.

Con la pedagogía de gran maestro, con la sobriedad de un experto, empieza a describir y reflexionar sobre los grandes de Puno… Para Percy Zaga, el más grande sigue siendo Carlos Oquendo de Amat. Cuenta que se atrevió a estudiar su poesía y la describe. «Su poesía no tiene la música del modernismo, no tiene el sentimiento del romanticismo de la época, su poesía es imagen… ‘Madre tu nombre viene lento como las músicas humildes’ no dice nada, pero es una imagen bellísima, que tu nombre ‘viene lento como las músicas humildes’, ¿pero en qué está lo poético? ¿Dónde está lo bello?... que, entre imagen e imagen de su poesía, encuentras lo poético y la belleza; entonces, para poder captar esta belleza, hay que saber leer la poesía de Carlitos, entre imágenes; ahí está la grandeza de Carlos Oquendo de Amat.

Churata es un Dios, es uno de los genios americanos en este momento, está siendo estudiado en varios países de Europa, están reproduciendo su libro, ‘El Pez de Oro’, su obra que es totalizadora, que nos sacude la conciencia, es un americanismo profundo y habla de una raza, no solo de una raza, sino de un conjunto de etnias, y es muy grande ya.

Admiro a Federico More, que hace del lenguaje lo que hace un panadero de la harina; lo que quiere y demuestra, que a las 12 del día son las seis de la mañana y no hay forma de contradecirle, porque maneja tan bien el lenguaje, que los ha hecho llorar a los Miró Quesada del Comercio y otros. Simplemente, un tipo genial en el manejo del lenguaje.

Solidaridad de amigos en momentos difíciles

Creo que Mariano H. Cornejo es uno de los grandes pensadores. Su libro ‘Sociología General’ sigue siendo el libro oficial de la Universidad Autónoma de México y la Universidad Notre Dame de París; sigue siendo el libro que deben de estudiar sus alumnos.

Pienso que José Antonio Encinas no ha sido estudiado hasta el momento. Decimos un gran maestro, ¿pero en que está la grandeza de Encinas?... Encinas se adelantó a Mariátegui en plantear que la educación es parte del problema social, que el problema educativo rural es el problema de la tierra. Cuando Villarán, Alejandro Deustua, dominaban el pensamiento ideológico, filosófico del Perú, que eran los grandes del Siglo XIX, justificaban que no se eduque al indio y aparece Encinas y les demuestra que sí se les debe educar, pero de forma diferente. Esos son los personajes extraordinarios de la literatura de Puno», concluye el maestro.

Percy Zaga Bustinza, teniendo todas las cualidades para brillar como uno de los literatos más encumbrados en el firmamento literario del país y fuera de él, es el hombre que no abandonó su tierra natal por la vanidad, se quedó en ella para hacer de la esquina del barrio, de las bancas de la Plaza de Armas, de las calles y el calor de su hogar, una verdadera facultad de literatura, en la que muchos han bebido de su savia de gran maestro. Zaga Bustinza no es el que vuelve a la tierra revestido de arrogancia y petulancia a reclamar honores, es el experto que te guía por la senda pedagógica de la literatura; es el perfecto guía que te conduce por la ruta exacta de la cultura literaria y el humano que irradia un gran calor humano.

Con todos estos méritos, no dudamos que las nuevas generaciones de literatos que vienen, en un futuro no muy lejano, creen la nueva corriente literaria zaguista. ▒▒

LECTURAS INTERESANTES SSOBRE LA COYUNTURA

 


TUFO DE LA CHOLEDAD

Eloy Jáuregui

Tomado de LA REPUBLICA, 1JUN21

Un letrero en la marcha de las 4x4 del sábado: “No al serrano resentido”. Es el argumento en estas elecciones. Una brecha al no aceptar la “otredad” cultural, socioeconómica y racial. Como hace 500 años cuando se aseguraba que el indio no tenía alma, por lo tanto había que tratarlo como animal. Los comenta­rios luego del debate: “Castillo bruto”, “Castillo no sabe ni hablar”, “Castillo no está preparado”. Obvio, su rival sí.

Asistimos a otro momento del neocolonialismo. La ideología de la raza. Aquella fundada en las diferen­cias fenotípicas entre conquistadores y conquistados. (Aníbal Quijano: Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina). Concepto construi­do como referencia a supuestas estructuras biológicas en las relaciones sociales que fundadas en dicha idea produjo identidades sociales his­tóricamente nuevas: indios, negros y mestizos, blancos. A más racismo, más dominación.

RACISMO VERGONZOSO

El deporte nacional es entonces exaltar las diferencias. Los blanquitos contra los cholos, los decentes versus los vulgares, los elegantes contra los huachafos y etc. En el fondo: ricos ver­sus pobres. En economía y en la políti­ca. Raza, así, es una categoría mental de la modernidad. La cuestión racial está íntimamente ligada al status, lo que a su vez se basa en la idea de que el dinero blanquea. Y ni siquiera eso. Uno de Gamarra no entra en los salo­nes de la Confiep.

Y ese es el plan del neofujimorismo y la pituquería. El gamonalismo del siglo XXI “El cholo de mierda”. Juan Fonseca escribió que lo del sábado, además de parecerse a un motor show, era una suerte de invasión española al Tahuantinsuyo. Los carros de los con­quistadores. Cierto: “evidenciando lo que siempre ha sido el fujimorismo: una maquinaria criminal para prote­ger a los ricos a través de la instrumentalización de los pobres”.

Y no es un retrato del ayer. El ra­cismo opera como verdad absoluta y se hace dogma político incluso entre las cumbres de la miseria donde los pobres solo piensan en ser ricos. Así aparece el lumpen que se engarza al populismo del táper y la limosna. Así, el racismo es trasversal a la sociedad y crea un tramado de rela­ciones clasistas, de género, étnicas. Un andamiaje de poder legitimado en el acto político. Y este domingo la choledad (descrita por Nugent o Quijano) define el drama que viene y el que prosigue. No se vota por idea sino por pigmentos de piel y por el olor del bolsillo. Una lástima. ▒▒

martes, 1 de junio de 2021

ANALIZANDO LA COYUNTURA ELECTORAL PERUANA

 SEGUNDA VUELTA:

EL ÚLTIMO DEBATE

Por Jorge Rendón Vásquez

 Fue en Arequipa, el 30 de mayo, por la noche.

Como fondo, las cámaras mostraron la plaza de armas, desierta, silente y como si hubiera sido iluminada por los hermanos Vargas. Más allá, las calles se insinuaban apenas hasta perderse en la oscuridad total donde dormían los tres volcanes indiferentes al debate que habría de tener lugar en el salón de actos de la Universidad Nacional de San Agustín.

A la derecha del proscenio fue colocada Keiko Fujimori, a la izquierda, Pedro Castillo y, en el centro, los dos moderadores.

Se les asignó seis temas que los candidatos trataron en dos horas y media, incluidos los interludios comerciales.

Podían haber sido veinte temas o sólo uno. Esto parecía no ser de importancia, puesto que no es posible desarrollar en el corto tiempo que se les asignó todo un programa de gobierno. Lo que importaba era el show de los dos candidatos frente a frente ante una audiencia de varios miles de espectadores, los que, en un grado u otro, se interesan por la política. Los demás espectadores habituales de esas horas tenían en sus pantallas otros canales, viendo telenovelas, noticias, películas o deportes.



El debate fue, en realidad, de dos intenciones y dos estilos.

La candidata de la dinastía fujimorista no pudo ocultar que no quiere para nada ningún cambio de importancia en nuestro país. Llenó su tiempo con promesas de obras y donaciones que, a lo más, podrían ingresar en el rubro de la administración regular de un Estado. Algunas fueron mentirosas, como la oferta ya formulada en el debate de Chota de distribuir directamente entre la población de las regiones el 40% del canon minero, para lo que un presidente carece de la facultad. Se tendría que reformar la Constitución. En cambio, el hombre del sombrero campesino prometió cambiar muchas cosas en cuanto conciernan a la tarea de un presidente de la República o dar los pasos para que cambien por ley o modificando la Constitución para que –dijo– no haya más pobres en un país rico. Y esto fue contundente; fue el núcleo de su mensaje.

En la figura y el discurso de los dos contendores se pudo advertir la confrontación de dos estilos.

La candidata de los rasgos asiáticos tenía la sonrisa impresa en el rostro, a todas luces estudiada y corregida, tal vez, muchas horas ante el espejo, que, sin embargo, desapareció súbitamente cuando el maestro de escuela dijo que la jefa de una banda criminal no podía gobernar nuestro país. Esa sonrisa concordaba con una vestimenta, sin duda, estudiada por sus asesores de imagen, y con un discurso fluido refinado en un centro de formación extranjero, dicho sea de paso, con dinero sustraído al Estado peruano. En cierto momento, me retrotraje a las novelas de misterio e intriga de comienzos del siglo veinte en las que el personaje femenimo creado para encarnar el mal y la traición es una dama asiática toda sonrisas y halagos para encantar a sus víctimas.

En el otro lado se veía a un personaje de sobrio vestir, de expresión sencilla y espontánea, de origen campesino, nada sofisticado e interesado en comunicar sus propuestas con persuasión pedagógica. Se podía pensar en un personaje de Ciro Alegría, José María Arguedas o Manuel Escorza.

Al día siguiente, un colega abogado con quien me comuniqué le reprochó al hombre del sombrero campesino sus nociones aparentemente elementales sobre el Estado. No me dijo por qué este hombre sencillo está ahora compitiendo en la segunda vuelta por la presidencia de la República. Esta objeción me llevó a preguntarme si todos los candidatos a los cargos electivos de los poderes Ejecutivo y Legislativo durante la vida de la República conocían o conocen a fondo la conformación y las funciones del Estado y, lo más importante, la estructura económica. Me atrevo a decir que no y en muchos casos, de llegar a esos cargos, salen sin conocerlos con la solvencia de los profesionales que tratan de cada área. ¿Por qué? Porque la administración del Estado es una actividad compleja que solo puede estar a cargo de profesionales especializados en los aspectos de los que ella se compone, profesionales de cuya formación son responsabales las universidades. En la cúspide del Estado, los políticos se limitan a dar las directivas generales sobre la gestión. Es la manera de ser del Estado creado por la revolución burguesa que tuvo que generar también la burocracia para hacerlo marchar, el civil service. Si los políticos no actúan el Estado sigue marchando como un avión dirigido por el piloto automático. En varios países europeos y otros cuando los parlamentos no pueden nombrar al primer ministro por la imposibilidad de formar mayorías, el Estado no se paraliza. Tampoco se detiene la economía ni las otras relaciones sociales. Y la burocracia se muestra tan severa allí que no acepta la intromisión política en su desenvolvimiento legal ni participar en las decisiones políticas. Cierta vez en Gran Bretaña, un ministro llamó a un director general para pedirle consejo sobre cómo proceder en un asunto concerniente al cargo de ministro. El funcionario le respondió: la política la pone usted, señor ministro.

Las funciones de los altos cargos políticos de los poderes Legislativo y Ejecutivo las ejecutan, en realidad, los asesores. Son ellos los que plantean lo que se debe hacer y no hacer en esos niveles, los que escriben los discursos de sus jefes, a los que suelen llegar, en primer lugar, los lobbies y también la corrupción si el político asesorado es sensible a esta tentación, salvo que el político tome la iniciativa para el cohecho. Si el político jefe está educado en una moral inconmovible no se dejará manipular y castigará cualquier asomo de conducta desdorosa por mínima que sea.

La fibra de Pedro Castillo, su formación y actividad de maestro de escuela y su experiencia como dirigente sindical anuncian una moral íntegra, un conocimiento de lo que es preciso hacer en nuestro país para conjugar el desarrollo económico con la erradicación de las desigualdades más aberrantes y la capacidad de decisión para promover los cambios necesarios. El equipo técnico que va convocando es una garantía de un próximo buen gobierno. (“Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar” es un  famoso verso de Antonio Machado.)

Al terminar el debate, el maestro se despidió mostrando las palmas de las manos limpias.

Tengo la impresión de que el debate del domingo y el comportamiento del maestro de escuela en él, bien analizados, dejaron esta sensación a quienes lo espectaron y no están turbados por la cólera de que un hombre del pueblo, sencillo y honesto pueda llegar a la presidencia de la República.

(31/5/2021)