DESCONFIANZA ELECTORAL
Escribe: Milciades
Ruiz
Gobernar un país, es como asumir un negocio que poco
conocemos. A muchos, eso no interesa. No saben nada del negocio, pero quieren
sacar provecho personal. Sin embargo, todo negocio solo prospera si es manejado
con eficiencia y eficacia. Si manejo mal mi negocio particular, las
consecuencias las sufren mis familiares solamente. Pero, si manejo mal el
negocio nacional, los perjudicados son más de 30 millones de peruanos. ¿Hay
consciencia de esta responsabilidad?
La campaña electoral en curso, nos hace ver que muchos
candidatos no están preparados para gobernar, ni han reparado en las
condiciones que recibirán el negocio nacional. Si un negocio arroja déficits
por años consecutivos y le sobreviene una grave crisis, entonces está en
peligro de ruina. En estas condiciones está nuestro país, si nos fijamos en las
cuentas nacionales. Tenemos déficits consecutivos, caída del 11% del PBI y ya,
empezamos a sentir los paros regionales de protesta.
Por eso, bien podríamos preguntar: ¿Saben los candidatos
aspirantes a gobernar, de qué vive el país? ¿De dónde provienen los ingresos
estatales? ¿Cómo se gasta el dinero de todos los peruanos? ¿Cómo se maneja el
presupuesto de la república? ¿Cuál es el beneficio de los contribuyentes por
sus aportes al estado? ¿Con qué recursos afrontar el futuro? ¿Cómo levantar el
negocio nacional de una situación ruinosa?
Mientras la farándula electoral entra en apogeo distrayendo
nuestra atención, la Sociedad Nacional de Industrias ya ha planteado al
Parlamento, aplicar cuatro medidas: Shock de generación de empleo, shock de la
gestión pública, shock tributario, y shock de inversión pública. Bien sabemos,
lo que son los shocks neoliberales pues se aplicaron con el fujimorismo. Esos
shocks no son contra los adinerados, sino contra el pueblo. “No hay lonche gratis”
fue la sentencia. “No populismo”, nos dicen ahora.
Los partidos de derecha también dicen “Nueva constitución”,
pero están pensando a su modo. ¿Y de donde proviene la derecha peruana, sino de
la aristocracia colonialista y republicana? La independencia dejó al país en
estado ruinoso, y fueron los colonialistas los que asumieron el gobierno bajo
los principios de la independencia. ¿Emancipación? ¿libertad? ¡No pues! ¿Y mis
esclavos? Igualdad sí, pero entre colonialistas. No con los indios apestosos. San
Martín abolió el impuesto personal a los nativos, pero los gobernantes dijeron
¡No pues! ¿Y de qué va a vivir el nuevo estado?
En momentos de crisis, “nadie quiere cargar con el muerto”.
Entonces se presentan los aprovechadores proponiendo las opciones de su
conveniencia, sin afectar los intereses de los dominadores. Trasladar la carga
a otro, siempre ha sido la viveza de gobierno, aunque ese otro sea el país, al
que le ponen la soga al cuello de la deuda externa. Es que, opresores y
oprimidos piensan diferente. Si estos se defienden, son acusados de delito
contra la tranquilidad pública y son terroristas. Si los primeros reprimen,
dicen defender la estabilidad democrática.
Por eso resulta desconcertante que desde nuestras filas un
candidato proponga una alianza de gobierno con la inversión privada, sabiendo
que esta se expresa a través de la CONFIEP. No interesa quien lo diga, sino los
planteamientos, que nos hacen perder la fe en la izquierda y en quienes la
representan: Textualmente propone:
“Aumentar inversión pública del 25% al 35% del presupuesto
general de la república en próximos 5 años. Colegios modernos, mejoras a los
establecimientos de salud con redes de producción de oxígeno local, carreteras,
plataforma y redes de fibra óptica, programas de vivienda social y cierre de
brechas de servicios de agua y redes de alcantarillado en los tres niveles de
gobierno. Una gran ofensiva con mecanismos de una gran reforma tributaria
(llegar al 20% de presión tributaria, en América Latina llega al 23.2% del PBI,
en Perú apenas el 14.4%.) para disponer de un fondo financiero para
infraestructura pública con vocación de mercado y
empleo digno.
Todos corruptos |
Tal vez lo diga de buena fe y quizá tenga razón. Pero habría
que considerar lo siguiente: Aumentar el presupuesto en momentos en que hay
enorme caída en la recaudación podría ser poco factible. (Desde el mismo grupo
se propone aumentar la burocracia con un nuevo ministerio de Ciencia y
Tecnología). Aumentar los gastos en inversiones no reproductivas tampoco podría
ser convincente.
Lo digo porque, teniendo los presupuestos aprobados y
estando asignados los recursos para los proyectos solicitados, tanto los
ministerios como los gobiernos regionales no llegan a utilizarlos totalmente, y
“devuelven” los recursos por incapacidad de gasto y de inversión. El ministro
de Desarrollo Agrario y Riego indica que su cartera tiene 101 obras paralizadas
desde el 2011 a la fecha por S/ 248 millones. Sabido es que, de la inversión
pública, los que más sacan provecho no son los pobres. Lo nuestro es la
economía popular y en eso, deberíamos concentrar nuestras propuestas.
En plena pandemia, con dramáticas escenas de
desabastecimiento de oxígeno, de camas UCI, de equipos de respiración, con
pacientes ubicados en los pasadizos, y otras premuras, el ministerio de salud
no pudo gastar todo el presupuesto que se le asignó para el 2020. Igualmente,
los demás ministerios, no han utilizado todo lo presupuestado para inversión
pública. Es la inoperancia burocrática y la ineptitud lo que hay que corregir.
Apurímac es una región con una población agrícola. Sin
embargo, se prefiere construir monumental estadio de futbol y otras obras que
generan “diezmo”, pues los programas campesinos no dan eso. Muchas
municipalidades levantan edificios que son “elefantes blancos” en pueblos
pequeños. Hay también, un gran número de fondos estatales no reembolsables para
proyectos de inversión, pero son poco usados.
El candidato propone actuar con severidad tributaria justo
cuando estamos en recesión y se necesita aliviar la carga para reactivar la
economía. (Que paguen los que no tributan, dirá la derecha en referencia a las
micro y pequeñas empresas). La medida ha sido reclamada desde antes de la
pandemia, pero en momentos de zozobra económica podría ser contraproducente.
Sabemos que la carga tributaria la termina pagando el pueblo, porque las
empresas la trasladan a los consumidores. Quizá lo más apropiado sería un plan
de emergencia tributaria, aboliendo privilegios e inequidades.
Agrega que es preferible un mayor endeudamiento, pues
tenemos un bajo nivel en comparación con otros países latinoamericanos
coincidiendo con los cantos de sirena del FMI, que repite a cada rato ¡Aquí
está la plata! Es que el endeudamiento es la mejor manera de tener cautivos a
los necesitados. Eso lo vemos cotidianamente con los intermediarios que
habilitan a los campesinos.
Precisamente por pensar de esa manera, buscando salir del
apuro con la deuda externa es que toda Latinoamérica está fregada. Lo hemos
sufrido en carne propia y sabemos lo que sufre Argentina, Ecuador y otros
países hermanos que recurren a la deuda externa para no afectar los intereses
de los opresores. No deberíamos seguir con la mala práctica gubernamental de
“pan para hoy, y hambre para mañana”.
Desde el comienzo de la república bicentenaria este ha sido
el recurso y “recurseo” del entreguismo, endeudándonos a costa de nuestras
riquezas naturales. De eso sacaron provecho Inglaterra y EE UU que financiaron
nuestras urgencias a cambio de expoliarnos. El pago de la deuda externa ha sido
nuestra maldición desde entonces, aunque seguíamos cantando “somos libres”.
Llegó un momento en que ya no había ni para pagar los intereses de la
deuda contraída principalmente con Gran Bretaña que financió la guerra de
Independencia.
El endeudamiento para cubrir gastos estatales no es lo mismo
que, el endeudamiento para la inversión de desarrollo. El endeudamiento para
gastos, es el camino clásico a la subordinación, la pérdida de soberanía,
dependencia política y colonialismo financiero. Eso es lo que se ha hecho
históricamente. El endeudamiento ha sido para tapar huecos y no para sembrar
desarrollo.
Después de la Guerra del Pacífico el país quedó en ruinas.
Los prestamistas extranjeros estaban como moscas ofreciendo financiamiento a
cambio de entreguismo y así se posesionaron del país los capitales foráneos que
hasta ahora existen. Pero esta vez, la salvación estuvo en la agricultura de
exportación. Caña de azúcar y algodón enriquecieron a inversionistas
extranjeros que, en alianza con terratenientes nacionales de la costa,
generaron la oligarquía de triste recordación. Junto a los Pardo y los Prado,
estaban los Gildemeister, Larco, Grace, Aspíllaga y otros.
Estos exportaban en nombre de Perú, pero los que se
desarrollaban eran nuestros depredadores. Así, nuestra economía se hizo cada
vez más extranjerizante a costa de ser menos peruanizante. Eso mismo sucede
ahora con la exportación de metales y materia prima. Por eso, proponer una
alianza de gobierno con la inversión privada en estas condiciones, creo que no
caería bien a nuestro pueblo.
Ahora, esta crisis no es solamente nuestra, sino del mundo
entero. No podremos salir de ella sin que primero lo hagan nuestros
depredadores. Pero sí, podríamos aprovechar que estos están debilitados, para
buscar salir por nuestros propios medios. Eso, siempre que los nuevos
gobernantes asuman una estrategia que nos libere de las condicionantes estructurales
a que estamos sometidos. ¿Lo harán? ¿Ustedes qué dicen?
18.02.2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario