sábado, 26 de septiembre de 2020

EN RECUERDO DE UN GRAN AMIGO

 EL LOCO MENESES,

LA "CHINA DIABLA" PUNEÑA

UN ELOGIO AL CHASCARRO

Por: Gotardo Bernedo C. en “AL DIA” febrero 2014 pp 36 y 37

punoculturaydesarollo.blogspot.com 26 de marzo de 2014

Es un personaje, por todo lo que conoce de Puno, es una biblia abierta. Don Juanito Meneses Díaz, más conocido cariñosamente como el "Loco Meneses", tiene casi ochenta años y se mantiene "joven" con una receta que guarda bajo siete llaves. Nació a las cinco horas y diez minutos de la mañana del 24 de junio de 1935. Chucuito es su tierra natal, pero se hLo muy conocido en el barrio Mañazo, específicamente en su conjunto de sicuris donde fue uno de los que dio vida a una de las figuras más populares de este conjunto: la "china diabla", un personaje que se hizo infaltable en los sicuris del barrio Mañazo. Fue uno de los fundadores de la Federación Folklórica y es uno de los cultores del folklore que guarda los más valiosos datos de su proceso y sus danzas como que en el Perú se bailó por primera vez la diablada. Según él fue en 1892, en los sicuris donde bailaban diablos, mientras que fue en 1904 cuando recién aparece la primera diablada, en 1945 la segunda e en 1946 la tercera diablada, todo esto en Oruro, Bolivia.

Al Día: ¿Dónde nació usted, cuál es su edad actual?

Juan Meneses Díaz: "Nací en Chucuito, tengo 79 años, un año viví en mi pueblo y 78 años radicando en Puno, porque mis padres emigraron a Puno"


AD: ¿En que año se inicio en el folklore y cuál fue la danza que bailó?

JMD: "En 1948, los hermanos Alberto y Hugo Alarcón, me dijeron vamos a bailar por el conjunto de sicuris del barrio Mazaño, ahí bailé de Chuta, era un tipo con sombrero grande y pistolas"

AD: ¿En que momento surge o personifica usted a la figura de la "china diabla"?

JMD: "A los años siguientes vi a Pedro Cabrera, Nazario Ticona y un señor Astete bailando de este personaje, yo me animé y también lo hice, desde entonces lo personifiqué durante muchos años que ya perdí la cuenta"

AD: ¿Cómo se podría definir al personaje de la "china diabla"?

JMD: "En una mezcla de chascarro, broma, la china diabla le da alegría al conjunto. Cuando bailábamos nuestras víctimas, en esos años, eran los policías o los miembros de la guardia civil, los abrazábamos y los besábamos jocosamente"

AD: ¿Recuerda cómo fue el primer traje de la "china diabla" que lució? JMD: "Sí, siempre se utilizaba pollera, la peluca, la careta que se traía de Bolivia, en ese entonces, el mantón, la blusa, zapatillas; las medias naylón y los senos bamba eran infaltables"

AD: ¿Se considera la primera china diabla puneña o la china diabla más famosa?

JMD: "Me considero uno de los mejores, pues contábamos con nuestras propias polleras y pelucas. Melquíades Velázquez nos confeccionaba las caretas"

AD: ¿Qué nos puede hablar del danzarín del conjunto sicuris del barrio Mañazo que se hizo conocido como "volvo" y también interpretó a la china diabla?

JMD: "Al volvito Montesinos yo lo respeto, alma bendita que en paz descanse, pero era muy grosero, había una demostración de malcriadez, que no lo compartí nunca" AD: ¿Y qué opina de las chinas diablas de hoy, aquellas que lucen trajes con prominencias sexuales como principal característica?

JMD: "Una cosa es ser alegre y bromista, pero de ahí a la malcriadez está muy mal, deben de pensar en las personas que son testigos del espectáculo, entre ellos muchos niños"

EN BAUTIZO DE TANTA GUAGUA


viernes, 25 de septiembre de 2020

LA COYUNTURA POLITICA EN EL PERU ACTUAL

 

                    LECTURAS INTERESANTES Nº 981                                               gvasquezcuentas@gmail.com //  gvasquezcuentas@yahoo.es                                                             LIMA - PUNO, PERÚ             25 SEPTIEMBRE 2020

PROMESAS DE CAMPAÑA

César Hildebrandt

Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 508, 25SET20

L

a ética de este congreso de los Luna y los Chehade la expresó muy bien la con­gresista frenteamplista Mirtha Vásquez Chuquilín cuando dio a entender que las promesas eran para tirarse a la basura y servían para engatusar al soberano durante las campañas electorales.

Esta fue su desnuda reflexión, ex­pelida a mediados de este año: “Las propuestas de ley no deben venir en función de lo que hemos ofrecido en la época de campaña electoral. A mí me parece eso muy irresponsable, porque en campaña electoral se ofrece de todo. Imagínense ustedes si acá se viene a tratar de desarrollar normas en fun­ción a lo que se me ocurrió ofrecer en campaña. Entonces me parece un mal referente y eso también me preocupa”.

Soltó esas palabras en un debate sobre el tema de la inmunidad parlamentaria.

Días antes de esa exhaustiva confesión, como lo recordó Raúl Tola en una co­lumna, la congresista acciopopulista Rosario Paredes había puesto el primer terrón de aquel busto de quincha erigido en homenaje al cinismo: “Las leyes no pueden darse por un compromiso de campaña y dejar la función importante de fiscalización”.

La “gran prensa” trató a la ligera el tema. No sé por qué, pero lo sospecho: el peso del matriarcado mediático es muy grande en estos días. Y como se trataba de dos clientas potenciales del oenegismo ultrafeminista, había que tener cuidado. No fuera que las manuelas y las floras acusaran de misógino a quien señalara que habían sido dos mujeres las autoras de tamaño descaro parlamentario.

¿O sea que las promesas electorales se lanzan para el embauque y la trafa? ¿O sea que es válido ofrecer el oro y el moro y después reírse a solas en la oficina ganada con los votos de la ingenuidad? ¿O sea que puedes jurar que quieres adecentar la política y des­pués ser un compadrito (a) cualquiera?

Sí, señoras y señores. Eso es lo que hacen los po­líticos y las políticas. Pero no sólo ellos (ni ellas). Eso es lo que se hace en el Perú a todo nivel, en todos los campos, a lo largo y ancho de esta república aceitosa.

La mentira es universal, es cierto, pero pocos son los países que le rinden culto. Aquí, la mentira se admira, se envidia, se fomenta. La “viveza criolla” es la mentira ancestral de nuestra identidad. Nos deslumbran los mentirosos. Huimos de la verdad cada vez que podemos. Y vaya que podemos. 

La mentira, hermana de la traición, estuvo en las raíces de nuestro origen poscolonial. Mintió a su gusto el primer presidente (Riva Agüero) que terminó en tratos con los españoles. Mintió a rabiar Torre Tagle, que se pasó a las filas del enemigo. Mintieron los canallas que traicionaron a La Mar, lo depusieron y lo embarcaron rumbo a Costa Rica. Así empezamos nuestra historia de país independiente. Y así seguimos, apuñalándonos cada vez que podíamos, negándonos en la reciprocidad del exterminio.  

Hay quienes aspiran a que relativicemos todo y a que reconozcamos que la verdad es uno de los cadáveres exquisitos de la modernidad. Si nos plegamos a esa perspectiva, no hay verdad ni principios ni ética y ni siquiera naturaleza o realidad verificable. Se nos propone un mundo borroso visto desde las cataratas del impresionismo moral. Un mundo donde debe­mos tolerar todo desmán, condonar la arbitrariedad (siempre que esté de moda) y humillarnos ante “lo po­líticamente correcto”. Un mundo donde la ética es vista como un vintage y donde da lo mismo esforzarse por mantener el nivel que escribir como imbécil, decir atrocidades, proponer estropicios.

Después viene alguien que se las da de misionero (a) y te dice que de­bemos “comprender” al Frepap. Pues este columnista plantea que si debemos “comprender” al Frepap, lo mismo debe­ríamos hacer con las hordas de Abimael Guzmán. En ambos casos está, presente y elocuentísima, la barbarie. En ambos casos está expresada la derrota cultural del Perú. Si el mal gusto conduce al cri­men, como dijo Saint-John Perse, tanto Sendero como el Frepap proceden de la misma sombra. Los de Guzmán in­tentaron incendiar el país y refundarlo a partir de sus cenizas. Los del Frepap verbalizan la muerte de la cultura perua­na. No son una variedad imaginativa del futuro disfuncional: representan el viejo pasado de las masas conducidas a votar con pisco y butifarra (y que hoy pueden venerar al señor Ataucusi y creer en su resurrección al tercer día). Sendero creía en Guzmán: el Frepap se cree embajada espiritual del Gran Israel. ¿Cuánta oscuridad debe uno tener en la bóveda craneana para aceptar cualquiera de esas dos adhesiones?

Pero volvamos al tema que originó esta colum­na: la promesa electoral descartable. ¿Se imaginan el festival de compromisos que habrá en las próximas elecciones? A mí se me hace agua la boca pensando en lo que pueden ofrecer los candidatos del 2021. Y me conmueve pensar cuántos miles de peruanos, condenados al candor por el fracaso de la educación pública y la magnitud de la pobreza y la desigualdad, se tragarán esos anzuelos y votarán por quien mejor suene en los debates. Como sonaba Mirtha Vásquez Chuquilín cuando derramaba lisura y mil promesas. ▒▒