lunes, 19 de marzo de 2018

MAS SOBRE CHURATA


GAMALIEL CHURATA,
“EL PEZ DE ORO” Y LA VANGUARDIA DE PUNO 1
Valioso artículo el de José Varallanos. Lo sorprendente es el desconocimiento que se mantiene sobre Gamaliel Churata, casi igual como hace 60 años cuando Varallanos escribió este esclarecedor artículo. Algo ha mejorado la presencia de Churata en nuestra cultura pero no lo suficiente. Se encuentra encapsulado en el nivel de los entendidos. Los esfuerzos de Omar Aramayo y José Luís Ayala han contribuido a que esta vigencia no se extinga.
Como dice Varallanos, hay que situar El Pez de Oro en la onda sísmica cultural de Guaman Poma, Vallejo y Arguedas. Impulso creador que brota del ocllo de nuestro pueblo. De su hondura mas profunda.
A leer El Pez de oro y rescatar a Churata
Vicente Otta Rivera · 19MAR18

José Varallanos
La primera persona que nos habló de los hermanos Peralta que escribían en Puno, fue mi hermano Adalberto. Debió haber sido por los años 1923 cuando Mariátegui regresaba de Europa y había gran interés por saber qué decía acerca de su experiencia política y viajes. No sé cómo Adalberto llegó a conocer la vanguardia literaria y política que se desarrollaba en Puno. Pero concitó mi interés por saber quién era Gamaliel Churata. Magda Portal puso mucha atención especialmente política, Churata defendía los derechos de los indios. Que un intelectual asumiera la defensa de la gran mayoría de siervos de haciendas y al mismo tiempo, de los indios de comunidades, era un desafío y un delito grave.
Gamaliel Churata de hecho se convirtió en el adalid y ejemplo de un escritor aguerrido y valiente. Su interés por revelar a un indio insumiso y desafiante, seguramente le causó una serie de problemas en una aldea llena de gamonales y autoridades al servicio de la explotación del indio. La primera persona que me hizo saber quién era realmente Churata fue el Dr. José Antonio Encinas, después Ernesto More y finalmente Ricardo Arbulú Vargas.
Mi hermano Adalberto había recibido algunos números de una pequeña revista literaria que Churata publicaba en Puno. No recuerdo su nombre, pero debe estar refundida en mis archivos como otras publicaciones raras e importantes de la época. Los textos de Churata eran compartidos entre pocos jóvenes ávidos por conocer lo que ocurría en Puno. De modo que uno de sus relatos muy celebrado por Adalberto cayó finalmente en mis manos y lo leí. Era un alegato de defensa los indios frente a los gamonales, curas y negociantes en lanas, una historia que traducía el conocimiento de Churata respecto a una realidad y lo digo con respeto, mejor que el de José Carlos Mariátegui.
Así supe que Churata no era un indio sino un mestizo, el Dr. José Antonio Encinas, lo describió como un niño rebelde, incluso con él había tenido un serio desencuentro en la escuela donde era docente. Encinas era director y profesor de aula, Churata el líder de sus compañeros de generación. Encinas comentó la forma como lo había tratado una sociedad feudal infestada de dueños de haciendas, el obispo y autoridades ignorantes en materia de educación. Sin embargo, se sentía orgulloso de haber hecho posible que en Puno surgiera un importante movimiento político y literario.
Debido a los textos publicados por Churata, Valcárcel, Guevara, Sánchez, etc., etc. Pero sobre todo por la intensa campaña de Dora Mayer, Pedro Zulen y movimientos de indios hacia 1923, Mariátegui puso gran interés sobre el tema. Más tarde, desarrolló su tesis marxista respecto a la realidad del indio. Un indio inolvidable a quien conocí fue Ezequiel Urviola, lo protegía especialmente el médico puneño Enrique Encinas, hermano de José Antonio. Urviola no era un indio en el sentido pleno de la palabra, era un mestizo que devino en indio debido a su identificación plena con el indio explotado. Siempre estaba acompañado de indios, llevaba documentos, papeles y se veía francamente desnutrido, hambriento, enfermo, pálido pero no cansado ni agotado.
Más tarde, conocí a todos los escritores puneños radicados en Lima, se reunían en torno a Ricardo Arbulú Vargas. Tuve gran amistad con todos ellos y Churata varias veces era el centro de conversaciones como elogios interminables. Hasta que decidí escribirle a La Paz (Bolivia) con dirección a un diario en el que trabajaba y me hiciera llegar un ejemplar de su libro “El pez de oro”. Dicho sea escrito en honor a la verdad, primero lo vi en manos de Emilio Vásquez. ¿Cómo llegó a él? Por intermedio de su amigo Emilio Mamani. Churata me contestó que le escribiera a Mamani a Puno y así lo hice, de esa manera “El pez de oro” finalmente llegó a mis manos y me puse a leer.
De hecho es un libro parecido al de Huaman Poma de Ayala, escrito con palabras provenientes del quechua, aymara y español andino, fue lo primero que me llamó la atención. Empecé a leerlo y quedé maravillado, deslumbrado, asombrado. Me pregunté varias veces si estaba frente a un texto de vanguardia, incomprensible para espíritus cerrados, conservadores y provincianos. “El pez de oro”, no es un libro de fácil lectura, hay que conocer a filósofos que alude y refutaba Churata, a veces discute o rectifica la visión del mundo. Estoy seguro que la palabra “indigenismo”, fue un lastre, una diatriba, un membrete limeño para desdeñar y clasificar como de menor valor, a quienes tratan los problemas básicos de la peruanidad.
Cuando estuve por la mitad del libro, salvando todas las dificultades de desconocer quechua, aymara y lo que Churata llama “lengua kuika”6 entendí que había escrito uno de los libros más importantes del siglo. “El pez de oro”, entonces no es un solo libro, son varios sumados pero con una unidad dialéctica andina. Viene a ser otra forma de escribir, dejando de lado la lógica cartesiana que nos ha impuesto la llamada cultura occidental y luego la modernidad. Creo francamente, que con “El pez de oro”, empieza otra literatura. Una literatura que va más de cuanto hasta aquí se ha escrito y es la piedra fundamental, sobre la cual se edificará la gran literatura que viene enseguida.
Por eso, “El pez de oro” no tendrá la crítica que merece. Habrá que esperar todavía muchos años para que sea debidamente entendido por las nuevas generaciones. Ahora hay mucha ceguera y nuevamente lo digo, no es indigenismo y ese vocablo debería ser excluido para siempre. Churata no es indigenista es vanguardista. Solo los serviles y pongos de la literatura con carácter centralista, pueden repetir hasta el cansancio esa denigrante palabra. Habrá que esperar con paciencia a otros escritores que lean con otros instrumentos de análisis literario a Churata. Es que es así, esta generación tan contaminada por prejuicios raciales y pésimos juicios literarios, proviene de los desacertados criterios de Luis Alberto Sánchez, quien asevera que Churata escribió “El pez de oro” en estado alcohólico. Nada más falso y agraviante.

“El pez de oro” es un libro comparable al manuscrito de “Amadis de Gaula” y “Ulises” de James Yoyce. ¿Churata habrá leído estos libros? Sin duda. Su gran cultura abarca casi todos los conocimientos humanos. En cada página el lector se encuentra con pensamientos de filósofos de la antigüedad y modernidad, prácticamente su cultura oceánica lo abarca todo. Entonces, no hay que esperar nada de la academia, de los círculos de literatos ignorantes que infestan con sus teorías extrañas la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Todos los catedráticos de literatura repiten año tras año lo mismo. Tienen miedo a renovarse, al análisis y a la investigación. De ese modo, Churata nunca será debidamente estudiado, pero ya vendrá la renovación y ocupará el lugar que le corresponde.
“El pez de oro”, no está escrito pensando en un lector de ahora sino de siglos venideros. Churata desarrolla varios temas, por eso parecería que no hay unidad literaria, es que la lógica es otra. Todo indica que es un libro contra cartesiano. Es que todos somos hijos literarios de Descartes, escribimos pensando (con el subconsciente), así desde hace siglos. En cambio Churata se ha rebelado, ha escrito un libro subversivo desde la semántica hasta una reflexión literaria. Se refiere a América como destino. Nuestros escritores son locales, sus libros no abarcan un contexto amplio. En cambio Churata es muy distinto a todos.
¿Por qué la crítica literaria no se ha fijado el él? Porque no lee y quienes son insurrectos están destinados al más grave silencio. No hay ningún texto de secundaria que se refiera a Churata. La ceguera, flojera y miopía de los “catedráticos” es tan grande que varios de ellos no tienen la menor idea. “El pez de oro” debería concitar un seminario, un análisis, pero no, los especialistas están ocupados en repetir lo mismo y siempre, más de lo mismo. Ese caso también se dio con César Vallejo, solo cuando la crítica europea empezó a valorar su poesía, recién los “catedráticos” empezaron a repetir lo que leían. Con Churata ocurrirá lo mismo, ya vendrán escritores andinos que expliquen el significado histórico de “El pez de oro”, entonces los académicos, como loros amaestrados repetirán los mismos conceptos. Basta.
1. Publicado por primera vez en la revista Atusparia, Huaraz, 1959

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