domingo, 14 de agosto de 2016

ECOS DE LA FERIA DEL LIBRO

MATEO JAIKA
EN LA FERIA DEL LIBRO DE LIMA
José Luis Ayala | LOS ANDES 145AGO16
El libro “Mateo Jaika. Narrativa completa”, representa solo una mínima parte de la producción literaria de más de cincuenta años de Víctor Enríquez Saavedra. La Universidad Nacional del Altiplano y el indudable interés de José Luis Velásquez Garambel, hicieron posible la edición de un texto que representa la reedición de “Kancharani, Cuentos cholos” y “El qulla” (novela). Sin embargo, de no haber sido por la implementación de una acertada política editorial de la UNA (cuyos rectores Lucio Ávila Rojas y Eduardo Pineda Quispe, impulsaron), Mateo Jaika hubiera pasado definitivamente al olvido.
El volumen servirá para que las nuevas generaciones tengan acceso a una serie de relatos de un escritor que perteneció a la generación “Orqopata”, liderada por Gamaliel Churata. Los pocos relatos que se han podido hallar en algunas revistas literarias de la época, permiten conocer la evolución de un escritor autodidacta. No obstante, no es posible juzgarlo con instrumentos de análisis literarios de hoy día, pues la forma de escribir cuentos ha ido variando con la contribución y desarrollo de las ciencias sociales.
La Universidad Nacional del Altiplano no solo ha rescatado lo esencial de la narrativa de Mateo Jaika, sino que además ha hecho posible que se pueda establecer el desarrollo histórico de la literatura andina. Menos mal que cada vez se usa menos la palabra indigenismo, palabreja que sirvió para discriminar autores que escribían acerca del drama social referente a las grandes mayorías andinas, marginadas y empobrecidas. Ahora se habla con justa razón de literatura andina en general.
Este volumen fue expresamente preparado durante la enfermedad de Nora, hija de Mateo Jaika, quien llegó a tenerlo en sus manos y decidió que el retrato al óleo de Mateo Jaika fuera donado al Club Departamental Puno, en Lima. En el libro aparece el retrato de su madre, llamada Emilia Pastén Oblitas, también de Sonia, Mario, Diana y Zelma. Emilia Pastén Oblitas nació en Charazani (Bolivia), llegó a Puno de paseo y conoció a Mateo Jaika. Lamentablemente falleció muy joven, dejando a sus hijos al cuidado del escritor. Varios de los hermanos de Emilia Pastén murieron en la Guerra del Chaco. Nora estaba contenta que al fin se hiciera una edición crítica, debidamente cuidada, refonetizada y refonemizada. Bien podría decir que fue un homenaje a Nora, para que se sintiera feliz al ver el libro de su padre, no solo bien editado sino además con textos valorativos a cargo de Estuardo Núñez, Manuel Velásquez Rojas, Feliciano Padilla, Emilio Romero, Jaime Zevallos Pastén, Gamaliel Churata, quien suscribe este artículo y Juan Alberto Osorio.
No solo era un deber moral trabajar un libro sobre Mateo Jaika, sino además constituía una deuda ineludible. Durante los años que viví con Nora en Puno, nacieron Patricia, Jorge Luis y Tania; Mateo Jaika nos cobijó en su casa de la calle Melgar. Varios años escuché a Mateo Jaika la forma cómo funcionaba “Orqopata”, aventuras y amores de Churata. Discusiones del “Gringo” Dante Nava con Gamaliel, comentarios de libros que Churata como bibliotecario proporcionaba a sus discípulos. Pero también las prisiones de Churata, acusado de soliviantar a carolinos, obreros y campesinos contra la dictadura de Leguía. En fin, gran parte de lo que conozco de Churata se lo debo a Mateo Jaika. Cuando conocí a Nora no sabía que su padre era Mateo Jaika, de lo que sí estaba seguro era de que con el tiempo yo me convertiría en un escritor hormonal y militante. Ahora que su ausencia es cada día más grave, la casa está vacía y en el lugar donde se sentaba para compartir el pan familiar, su voz es escucha para decir que no la extrañen.
La presentación del libro de Mateo Jaika en la 21 Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima), tiene un especial significado; primero, es un homenaje a Nora por su especial interés para que se publicara el libro de su padre. Luego, porque a pesar de todos obstáculos, es posible conocer su biografía, se ha publicado lo poco que se pudo rescatar de la ignominia y propósito de borrar su memoria. Sin embargo, hay poetas que lo llevan en el corazón, como es el caso de Manuel Pantigoso, quien ha escrito “La lluvia de Mateo Jaika”, en donde dice: “En octubre de 1971 conocí en Arequipa -al lado del poeta Guillermo Mercado- al narrador puneño Mateo Jaika. En verdad ya sabía de él “de oídas”, muchos años antes, por intermedio de mi padre que, desde aquellos años del grupo “Orkopata” y del “Boletín Titicaca”, lo tuvo en un lugar especial de sus afectos. En aquella oportunidad me entregó -con significativa dedicatoria a su amigo el pintor- el estupendo libro ‘Kancharani. Relatos del Collao’, con prólogo de Estuardo Núñez. El título era un homenaje al cerro tutelar que define la temperatura física y espiritual de Puno, sobre el cual la sabiduría popular contaba: “cuando el Kancharani tiene montera llueve aunque Dios no quiera”. Aunque este cerro haya desaparecido -u ocultado-, la lluvia que humedece el recuerdo de Mateo Jaika se acrecienta día a día para revelarnos la obra narrativa de quien es, sin duda -a partir de sus primeros escritos en revistas como “Amauta” y “Cunan”, entre otras-, uno de los más intensos escritores costumbristas, folclóricos y sociales del Perú contemporáneo. Estuardo Núñez, en su orientador prólogo señala: “El libro de Jaika constituye un testimonio vivido de una época decisiva de la literatura peruana (…) domina de un lado cierta delectación frente al tránsito de las estaciones, en la descripción de las noches estrelladas, en la visión de los astros lejanos, en todo aquello que caracteriza y muestra el extraordinario paisaje de la región del Titicaca.
”Los relatos y estampas de Mateo Jaika, plenos de un impresionismo con olor a plantas silvestres, con descripciones naturales sin mayores alegorías, poseen hondura humana sin requiebros. Sus textos salen como las sirenas del Lago Sagrado, convertidos en lluvia, y nos sorprenden y nos aligeran el alma”.
Mauro Mamani hizo una excelente presentación el libro de Mateo Jaika, lo situó como uno de los narradores más importantes del siglo XX en el altiplano, especialmente por haber escrito la novela “El qolla”. Se trata de un texto que alguna vez habrá que publicar junto a la narrativa de Jaika. El reconocimiento a Mateo Jaika, sin embargo, ha empezado. El Municipio de Puno ha decidido que en el Barrio 4 de Noviembre una calle lleve el nombre de Mateo Jaika. Ese hecho también debe suceder con los demás miembros de “Orqopata”.
Lo que ahora falta es rescatar su biblioteca, consistente por lo menos en cuatro mil libros, sobre todo sus originales inéditos. Se trata de un hecho que no puede quedar en el olvido porque constituye el patrimonio de la familia y un legado para la memoria y la historia de Puno. Negarse a devolver textos que no le pertenecen a una persona, es un acto desleal y censurable, un hecho reprochable. Donar libros de Mateo Jaika sin autorización expresa de los herederos es una acción pérfida. Retener inéditos constituye un acto grave porque se priva sean conocidos por nuevas generaciones de escritores. El señor Hugo Alata Serruto, depositario forzoso de la biblioteca de Mateo Jaika, tiene la palabra. ¿Qué dirá? Veremos. ¿Por qué no pone a disposición de la Universidad Nacional del Altiplano los originales de Mateo Jaika? Sería un acto de reivindicación. Nunca es tarde.


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