LECTURAS INTERESANTES Nº 699
LIMA
PERU 30 ABRIL
2016
LO QUE ESTÁ EN JUEGO
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE”
N° 297, 29ABR16, p. 11
Dicen
que la campaña es banal. ¿Y qué querían?
¿Que
la heredera de la mafia y el señor PPK discutieran sobre el capitalismo
financiero, los límites del desarrollo, las energías renovables o el
calentamiento global?
Ambos
representan la misma paporreta: el modelo es intangible, falta todavía
desmantelar más Estado y priorizar aún más las gollerías privadas en la
inversión pública. Falta achicar el precio de los despidos y privatizar, con la
coartada de las APP, Sedapal. Esto para citar un par de ejemplos.
La
diferencia entre ambos candidatos, sin embargo, sigue siendo importante. Con la
heredera de la mafia podemos estar seguros del retorno de Martha Chávez y de lo
que eso significa.
El
problema no es Keiko Fujimori como persona. El problema es lo que encarna. Su
triunfo total implicaría el regreso, inflado de soberbia, de una casta que
asume que el país es suyo y que las instituciones y los valores no cuentan. Ya
la señora Chacón, el señor Becerril, el señorito Petrozzi y el hábil diferente
Kenji nos han adelantado lo que sería ese régimen. Las promesas de niña buena
de Keiko valen tanto como las de su padre y el “no shock” del año 1990. Y
mientras más dice Keiko que confiemos en ella más se parece al padre al que
sigue exculpando (ver imprescindible entrevista del domingo pasado en "Perú21").
Con Fujimori podemos estar seguros de que el aire corrompido del único
fujimorismo que conocemos -el de Alberto- regresará. Está en el ADN del
fujimorismo considerar que el Estado es un botín y que a los enemigos se les
desbarata. Está en su ADN creer que un Poder Judicial autónomo independiente es
una incomodidad y que un Tribunal Constitucional chúcaro es un muro a derribar.
Estamos
acostumbrados a hablar de los crímenes probados perpetrados por el fujimorismo.
Pero estos no se limitan a La Cantuta, Barrios Altos, la prensa chicha, la
compra de congresistas como Beto Kouri, el robo multimillonario en compras
militares, la corrupción intrínseca de las Fuerzas Armadas, la Fiscalía, el
Poder Judicial, o el despido ilegal de tres miembros del TC mientras se
distorsionaba la Constitución dada por ellos mismos para permitir una
re-reelección ilegal.
El
mayor crimen del único fujimorismo que conocemos, y del que es inevitable
heredera Keiko Fujimori, es el de haber desacreditado la democracia convirtiéndola
en esa tragicomedia donde, abolido el imperio de la ley, toda transgresión parecía
natural y cada turbio capricho del sátrapa tenía el aspecto de lo inevitable.
Desde los cambalaches presupuestales que permitieron que dineros de los fondos
de Defensa se usaran para comprar canales de TV y periodistas al peso, hasta el
empleo postrero de un edecán disfrazado de fiscal para allanar la casa de
Trinidad Becerra en los días de la desesperación por la búsqueda de videos
incriminatorios. Desde la premiación, el ascenso y la amnistía a los asesinos
del Grupo Colina hasta la implicación del gobierno de la nación en el tráfico
de fusiles a las FARC (la llamada Operación Siberia).
Eso
es lo que el pueblo peruano puede "reivindicar" este 5 de junio si le
entrega al fujimorismo irreductible, en bandeja de plata, el Ejecutivo.
Con
PPK, de ganar, tendremos un gobierno de derecha. Pero eso es algo en lo que ya
somos expertos: de derecha han sido también Toledo, García y Humala. Y, sin
embargo, con ninguno de ellos, a pesar de mil miserias, hemos sentido que
estaban en riesgo los cánones de la democracia. PPK nos recordara a Manuel
Prado y al Belaunde de Manuel Ulloa. Será un episodio. Con Keiko Fujimori no
podemos saber qué novela negra tendremos que leer. PPK es predecible. Keiko es
la hija ¡lesa y fiel -más allá de las apariencias electorales- de quien
convirtió al Perú en una mierda.
Con
lagunas y retrocesos, hemos avanzado en estos años en la construcción de una
legalidad que mucho le debe a la autocrítica nacional y a la presión internacional.
Ese avance civilizatorio corre el riesgo de perderse si le damos todo el poder
a los soviets mafiosos del fujimorismo. ■
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