FELICIANO PADILLA Y SU
ABRAZO TIERNO A EZEQUIEL URVIOLA
Escribe: Sonia Molina
Cabala
El espíritu poderoso de Ezequiel Urviola, estuvo
persiguiendo largo tiempo a Feliciano Padilla, lo condujo hasta Tucumán
Argentina, para transmitirle su formidable energía bajo la forma de un
manuscrito amarillento lleno de su azarosa vida.
Descubrir detrás de cada letra a Feliciano -el escritor- es
una aventura inigualable, una suerte no dimensionada adecuadamente, a pesar de
haberlo conocido hace muchos años en Cusco, gracias a Ruth Barrientos
Carbonelli (Q.E.P.D.), universitaria de Ciencias de la Comunicación de la
UNSAAC (1) de rostro angelical, maravillosa voz y envase pequeño, con quien
compartimos internado de monjas. Y que tal vez fue primer gran amor del
“Chano”(2) de entonces. Ella cantaba como los ángeles “Reloj no marques las
horas”, pero se hacía rogar, -tanto como el talentoso amigo Jesús Alegría- para
soltar su prístina y delicada voz. Ella siguió su ruta lo mismo que Feliciano,
que entonces bebía sin suerte los aires por ella. ¡Hubiera tenido vara!... No
cabe duda que la vida, el amor y las circunstancias, generan poesía y narrativa.
Recuerdo que una vez aconsejé a su amada que se cortara el
pelo, que su larguísima, densa y sedosa cabellera negra, la hacía parecer de
lejos un hongo negro y de remate chiquito; después que lo hizo, sus amigas, -su
madre incluida- le reprocharon y quien escribe quedó como la mala de la
película. Por mi parte siempre he propagado aquello de “cabellos largos, ideas
cortas” de Saint-Simon (3). No sé qué opina al respecto mi querido Feliciano.
En la novela “Ezequiel: El profeta que incendió la pradera” se
disfruta formidables anécdotas de antiguos carolinos, (compañeros de Ezequiel)
tan homenajeados este año y que muestran a estudiantes muy conscientes de las
locuras inherentes a su edad; como la “pérdida masiva del pito”(4) con su
posterior gonorrea en el internado carolino.
En San Carlos rebautizaron a Ezequiel como: el “Qopo
Ezequiel”(5), y sus paisanos le aplicaron la chapa más fina de “Copérnico”(6).
Se revive también al distrito azangarino de Muñani, cuna de nuestro profeta y
por ello, junto al Maestro Feliciano, hoy, 2014, impetramos a nuestros lectores
a ubicar el lugar donde nació Ezequiel en un mapa de Puno.
En 1911, el adolescente ex carolino Ezequiel Urviola se fue
a estudiar a la Universidad San Agustín de Arequipa, donde avanzó Derecho unos
años.
Feliciano fue también gran amigo del difunto abogado Jesús
Vallenas, y en su discurso fúnebre recordó las veces que libaron juntos bebidas
espirituosas, en amanecidas literarias y yo pensaba -así que tú le enseñaste al
chiquillo la vida bohemia-. Y la vida bohemia de intelectuales es el pan de
cada día desde la época en que vivió el Profeta Ezequiel Urviola, allá por los
años 1915 en que Ezequiel integró el Grupo “BOHEMIA ANDINA”
La novela constituye “PALABRAS MAYORES” a nivel internacional por la genial
empatía que vuelca en cada letra Feliciano Padilla sobre el jovencísimo
pensador y líder Ezequiel Urviola, (muerto a los 30 años) tan coherente en su
vida cotidiana en el pensamiento como en la acción. Ezequiel, que provenía de
una familia acomodada, cambió drásticamente su rumbo, desde el vestido (el
terno por el poncho, el sombrero por el chullo y el calzado de cuero por la
ojota.). Todo ello, para defender a los nativos de Azángaro y Huancané. Se
agarró de estas prendas hasta el final, aún cuando la prudencia exigía cambiar
de traje para evadir la “repre”(7).
Trabajó en Puno con los abogados Dr. Quiroga, Dr. Pineda
Arce, quienes apoyaron en todo momento a Ezequiel y la defensa de los
aborígenes.
Ezequiel, personaje central de esta novela padece tuberculosis,
sufre sudoraciones y cambios bruscos de temperatura, dificultad al respirar,
pero aún así lucha infatigable por los derechos de los indígenas, de la forma
en que también lo hacía el Ing. Ignacio Frisancho Pineda, que pese a esta
enfermedad sobrevivió a sus dos hermanos: Samuel y David Frisancho Pineda.
El fuego de la vida, se mantiene intacto en seres superiores
como Feliciano Padilla, Ezequiel Urviola, Ignacio Frisancho. Fui testigo del
arduo trabajo intelectual de Ignacio que aún postrado en cama, trabajaba
planos, con papel, lápices y escuadras. A estos semidioses los anima el numen
creativo del luchador, y el inmenso amor a la vida y la tierra que alguna vez
los cobijó. Antes, Feliciano me había comentado que estaba delicado de salud,
pero de ello tanto tiempo hace que he tenido la suerte de escucharlo en sendos
discursos fúnebres de grandes personajes de Puno. Sé que su trabajo de narrador
le cuesta muchas horas de disciplinado esfuerzo cotidiano, y creo que ese
camino debemos transitar quienes presumimos de escritores, pues los resultados
logrados por “Chano” saltan a la vista.
Feliciano, cuando resucita a Ezequiel, nos incita a pasear
con él por Lima, recorrer hospitales, visitar Palacio de Gobierno llevando
memoriales al presidente Augusto Leguía, quien como la mayoría de los
presidentes peruanos jugaba a dos caras. Leguía fue popular por su oncenio y
por su trágica muerte. Añado que los dictadores en general han respondido mejor
que muchos presidentes electos: Caso Odría: voto femenino, centros educativos;
caso Leguía: carreteras, Plaza de Armas de Lima, colonizadores polacos a la
selva de Quincemil en Cusco; caso Velazco Alvarado: Plan COPESCO, I.N.C.,
Reforma Agraria. De estas gestiones disfrutamos quienes amamos la equidad, la
cultura y el patrimonio.
Ezequiel conoció en Lima a José Carlos Mariátegui, y fue
docente en la Universidad Popular de Víctor Raúl Haya de la Torre. Fundó en
equipo la revista “La Tea” en 1917, que salió hasta 1919.
Desfilan como sombras en la obra, agradecidas personalidades
de antaño como la abogada alemana Dora Mayer y Pedro Zulen su amada yunta,
ambos activistas del movimiento indigenista nacional. Todo un escándalo pues
ella le llevaba 20 años a su genial pareja, quien por cierto estaba dotado de
extraordinaria madurez.
Entra en pasarela el diputado azangarino Aurelio Lizaraso,
enemigo mortal de Ezequiel, quién al parecer hizo edificar el magnífico templo
de Tintiri.
La novela de Feliciano es muy amena y fácil de leer, a pesar
de que consigna sucesos trágicos de alto voltaje como aquel de “Wancho Lima”(8)
en que se da un brutal genocidio contra huancaneños instalados –por orden
verbal del presidente Leguía- en una república independiente con presidente,
locales y la burocracia habitual de las ciudades nuevas.
En esta misma dirección sorprende la irracional aspiración
de los “matacuras”(9) de habitar un
espacio restringido a puros aymaras, viviendo y siendo gobernados por
huancaneños con sus propias leyes!! Por cierto, una ingenuidad liquidada
brutalmente por Leguía en 1925.
Se relata al respecto que el 7 de agosto de 1923, por
decisión de cincuenta mil indígenas de las comunidades de Huancané, se fundó la
República Aymara Tawantinsuyana, para que en ella vivieran solamente nativos,
con su propia Constitución y sus propias costumbres. La masa eligió como
Presidente de la República a Carlos Condorena y el Consejo de Ministros estuvo
conformado entre otros por Rita Puma. Tenían Palacio de Gobierno, Iglesia,
Mercado, escuelas, etc. Luego, el narrador refiere el asesinato de la Ministra
Rita Puma valiente lideresa huancaneña, que en sus momentos postreros se
atrevió a interactuar con sus esbirros:
-Rita Puma, sabemos
que te escondes en esas ruinas. Entrégate de inmediato o vuelo con dinamita
todo ese adefesio donde te escondes. Estás perdida. Voy a ordenar, carajo, que
vuelen todas esas piedras si no sales en dos minutos.
-No será necesario
general Vinatea. Cumple con tu obligación. Tú haz nacido para matar, yo para
defender la vida -gritó Rita Puma, saliendo de su escondite.
-Rápido carajo,
acércate con las manos en alto, y si tienes un arma, tírala al suelo, ahora
mismo -aulló el general
- Tú tienes un fusil
automático como arma, mi arma está en mi cerebro -contestó Rita Puma.”
En general esta novela desborda nuestras expectativas, la
atraviesa una línea ligeramente melancólica, mediatizada por graciosas
anécdotas de carolinos de antaño y en general por su mensaje tremendamente
aleccionador.
Desfilan jóvenes universitarios sanmarquinos, que apoyan al
profeta -y no le tiemblan a Leguía- siempre la universidad y las cárceles
vinculadas. Se sugiere a los candidatos preocuparse de las cárceles tal como lo
hizo Luis Cáceres Velásquez que apenas ingresó a la Alcaldía de Juliaca remozó
este local, por si las moscas.
Feliciano Padilla Chalco, ha cumplido con Azángaro tierra
prócer, a pesar de que por sus venas no circula la supuesta sangre azul de que
presumen los “mula luntatas”(10).
Particularmente estoy segura que Feliciano, llegará hasta
donde quiera en el campo de la literatura, en el difícil ámbito de la política
y principalmente en el campo de la amistad. Por lo pronto ya tiene nuestro
voto. Le hacemos llegar un abrazo renovado, y deseamos se cumplan todos sus
sueños desde el Centro de Escritoras Puno, y en conjunto somos sus
incondicionales admiradoras pero al estilo carolino.
______________
(1) UNSAAC. Universidad Nacional San Antonio Abad
del Cusco.
(2) CHANO: Apelativo cariñoso
de Feliciano Padilla
(3) SAINT-SIMON: Filósofo y
Economista francés, creador del Socialismo Utópico
(4) Pérdida masiva del pito :
Pérdida de castidad masculina
(5) Qopo Ezequiel : Ezequiel
era jorobado
(6) Copérnico : Alusión
refinada de jorobado en quechua ,proporcionada por past líder universitario
Adolfo Iruri.
(7) repre : apócope de
represión
(8) Wancho Lima: Ciudad
exclusiva de nativos aymaras de Huancané
(9) matacuras: nominación
popular de huancaneños alusiva a su pasado anticlerical
(10)mula luntatas: antiguo
apelativo popular de azangarinos
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