PUNO, MÁS ALLÁ DE LA SEGUNDA VUELTA
Paulo Vilca.
Tomado de SER 29/10/2014
Desde hace varios años, existe una tendencia a “analizar y
entender” la política puneña únicamente a partir de los procesos electorales y
los casos de conflictividad social. A consecuencia de ello, se ha construido
una visión según la cual en el altiplano la política es un campo donde imperan,
por un lado, los radicales y antisistema que ponen en riesgo la integridad
nacional y el modelo económico vigente, y por otro, los mercaderes e informales
que buscan enriquecerse a costa de los recursos públicos. Una gran cantidad de
candidatos de ambos extremos invadirían la política puneña cada cuatro años, lo
que daría cuenta además de una aguda fragmentación política.
Apartándome de esa tendencia, hace unos años, intenté
desmitificar algunas de las usuales afirmaciones que se hacen sobre la realidad
económica y social de Puno (Mitos de la última frontera, Noticias SER), y algo
similar he tratado de hacer en relación a los actores políticos con mi tesis
“La persistencia de la política”. En esta sostengo que la política puneña no
puede entenderse sin la persistente intervención de una serie de redes que
vienen actuando desde hace varias décadas a nivel regional, y que con el inicio
del proceso de descentralización han participado electoralmente de manera
regular a través de diferentes movimientos políticos. (Las redes cuya
trayectoria estudio son la de los laicos que provienen de la iglesia católica,
los ex militantes del Partido Unificado Mariateguista y los antiguos
partidarios del Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos).
Creo que los recientes resultados electorales regionales
permiten confirmar algunos de los planteamientos realizados en mi trabajo de
investigación: Juan Luque sigue siendo la cabeza visible de la red de antiguos
partidarios del FRENATRACA que hizo de Juliaca y algunas provincias del norte
su bastión político, y ha logrado mantenerse vigente teniendo como base a la
Universidad Andina Néstor Cáceres Velásquez. Ojo que no afirmo que estemos ante
el mismo FRENATRACA, sino ante un grupo de personas que se formaron en dicho
partido, comparten una serie de espacios comunes y actúan de forma articulada.
Por tanto, su victoria y aumento de votación con respecto al año 2010 nos
hablan de una consolidación que se evidencia de manera particular con la victoria
de Oswaldo Marín en la municipalidad provincial de San Román. Queda por ver si
se inaugura un nuevo periodo de hegemonía municipal, tal como ocurrió hasta
inicios de los años 90 del siglo pasado.
En el caso de Walter Aduviri, su presencia política se
empieza a visibilizar en la región con el “Aymarazo” del año 2011, pero su
origen se encuentra en la red formada por los activistas aymaristas que operan
en la región de forma más protagónica luego del conflicto de Ilave. Uno de sus
líderes más importantes ha sido el ex candidato a la presidencia regional, Hugo
Llano (otro es el dirigente Milton Cariapaza), quien acabó representando al
movimiento del todavía presidente regional Mauricio Rodríguez. Aunque Llano y
Aduviri han seguido caminos distintos, éste último ha conservado el apoyo de
parte de este grupo, especialmente luego del liderazgo que demostró durante las
protestas contra el proyecto minero Santa Ana, y durante los últimos tiempos
sumó a su causa a grupos de simpatizantes de izquierda (como se sabe, un grupo
de Poder Democrático Regional, movimiento que aglutina a los ex PUM, intentó
que Aduviri sea su candidato y actualmente existen negociaciones para brindarle
su apoyo en la segunda vuelta) así como a los rivales de Juan Luque en Juliaca,
entre los que se encuentra el actual alcalde David Mamani, quien habría
brindado buena parte del soporte económico para la campaña.
Por otro lado, el apoyo logrado por Luque y Aduviri en la
reciente primera vuelta no sólo obedece a la mera campaña electoral, sino al
trabajo político realizado por las redes y políticos cercanos a ambos
candidatos durante los últimos años. Tales actividades y el contacto que
mantuvieron con la población les han permitido contar con cierta capacidad de
representación en sectores importantes de la ciudadanía (comerciantes,
campesinos, profesionales, etc.), que encuentran en ambos candidatos a las
personas con quienes sienten mayor cercanía e identificación: ¿cuántos jóvenes
profesionales egresados de la Universidad Andina de Juliaca no verán con
simpatía los éxitos de Juan Luque? y ¿cuántos campesinos cansados del engaño y
olvido de quienes rompen sus promesas electorales, no verán en Aduviri a
alguien que pueda hacerlos “respetar”?
Otro elemento a resaltar, esta vez con respecto a lo que se
califica como fragmentación política puneña, es que la votación de Luque,
Aduviri y Lucio Ávila –el tercer puesto– este 2014 supera en conjunto más del
60% de la votación (algo similar ocurrió el 2010 con los tres primeros
lugares), revelando la fuerza de determinadas propuestas políticas en cada
proceso eleccionario y un nivel de cohesión del electorado.
Asimismo, el supuesto radicalismo político que dominaría en
Puno, tal como fue difundido por varios medios de comunicación nacional y
algunos analistas que le dieron amplia cobertura a Walter Aduviri, entra en
cuestión con la alta votación obtenida por un moderado como Juan Luque, cuyas
propuestas están bastante alejadas del discurso confrontacional de su rival.
Es probable que si continuamos observando con detalle otros
aspectos podríamos encontrar nuevos elementos para mejorar nuestro
entendimiento de la política puneña, alejando esa visión sesgada que se ha
instalado en buena parte del imaginario nacional. Por supuesto, ello no implica
negar las grandes dificultades que tienen los políticos puneños para responder
adecuadamente a las demandas de la población, ni desconocer la precariedad de
los movimientos regionales y su escasa capacidad para articularse, entre otros
problemas acuciantes. Finalmente, de lo que se trata es de intentar ir más allá
del titular mediático y la opinión interesada.
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