lunes, 24 de febrero de 2025

PERSONAJES DE MI TIERRA PUNEÑA

ARTEMIO VALDERRAMA COTILLO:

SIKURI ETERNO

Escribe: Marco Valderrama Zea

En revista REPORTE Nº 133, febrero de 2025

La simiente del folclor puneño nace en los sikuris del barrio Mañazo que, desde la aparición de la Santísima Virgen de la Candelaria, Madre Espi­ritual de los puneños, tocan sus cañas de viento interpretando, mar­chas, al redoble de tarolas, golpe de un solo bombo y platillo, imbuidos de fe, euforia, alegría, dolor y movimiento, expresando en sus phusas el recuerdo de antaño, el carácter del tiempo actual y futuro.

Artemio Valderrama Cotillo
La figura del ya desaparecido Artemio Valderrama Cotillo* representa a los sikuris inmortales de aquellos tiempos y que hoy gozan del albergue de la Virgen allá en el cielo, conformando el mismo grupo de sikuris con todos los amigos que poco a poco se inte­gran después de danzar en esta tierra bendita de Puno.

Artemio fue auxiliar judicial, bombero, dirigente de instituciones y en el conjunto Mañazo, danzarín, albero, alfera­do, secretario y actor de todos los cargos que se atribuyen a la festivi­dad religiosa más grande del continente. Para él sus “mañazos del alma”, fueron conceptuados como blasón de nuestra cultura, denominación legitimada a nivel nacional el año 1966 en el “Campeonato nacional de danza y música folklórica” realizado en la ciudad de Huancayo cuando Artemio va presidiendo la delega­ción puneña en su condición de Presidente de la Federación Folklóri­ca de Puno y directivo del barrio Mañazo, logrando el primer pues­to. El jurado presidido por José María Arguedas, extasiado por la interpretación de nuestra danza lo unge en primer lugar; acontecimien­to que fue motivo de recordación el año 2015 en la ciudad de Lima en el Instituto José María Arguedas, quien le rinde homenaje al Sikuris Mañazo como patrimonio cultural del folklore peruano, y de gran recordación para Artemio por su convencimiento de que Mañazo ya era para ese enton­ces el núcleo de nuestro folclor, secu­larmente hoy legitimado.

En el barrio Mañazo y en toda la ciudad se alistan los danzarines, renuevan, limpian o alquilan los trajes para deslumbrar al mundo con sus arabescos movimientos, la agili­dad de hombres mujeres, niños, ancianos y jóvenes están prestos al aplauso y la admiración de sus veci­nos y parientes, de turistas naciona­les y extranjeros.

Es domingo y toda la familia está reunida, el caporal Artemio, con su camisa blanca y corbata negra orde­na que le alcancen el pantalón blan­co de paño que le ajusta las piernas, calza las botas ornadas con casca­beles, lleva por corazón una pechera de piedras con preciosas gemas.

En ese orden se viste con parsimo­nia y deleite, luego se prueba la capa bordada con perlas y diamantes brillosos, hilos de oro y plata y una vez acomodado a su cuerpo pide que le pongan la sobre capa; ajusta los amarres, se acomoda, se obser­va en el espejo y con una sonrisa ordena que le coloquen los pañolo­nes de la espalda, del cuello y de la boca, una larga cabellera cana ador­na sus hombros de pedrería y más abajo en su dorso danza una araña.

Le ayudan con la careta maléfica del rey de los infiernos, con dientes de cristal más fuertes que diamantes, dos enormes cuernos con sinuosi­dad de serpiente adornan su cabe­za. La corona lo cuida un dragón, sus orejas puntiagudas y de colores juegan con los ojos saltones de sapo inyectados de sangre sobresalen en su rostro. Sus fosas nasales expul­san fuego de dragones y los siete pecados capitales expresa­dos en pequeñas caretas de diablos sonríen y oran a la vez.

Traje de diablo "Caporal" con pedrerìa
Al final pide los guantes con alas de dragón y más pañolones, agarra su culebra y ensaya el pasito con la música imagina­ria que ya bulle en su cerebro. Por todos lados resume colores y brillos, todo el decorado, expre­sa al ser mitológi­co. Y Artemio sigue conservan­do su conciencia se ríe de sus cachos, recuerda a sus ocasiona­les reinas que también moran en la eternidad, se siente inmortal, la Virgen lo despertó del letargo y este imponente caporal, rey de los Infiernos, bello ejemplo del averno, es el bailarín del barrio Mañazo.

Otra vez en el espejo y a través de los ojos vidriados y llenos de sangre contempla satisfecho al ser del aver­no, listo para la danza y el homenaje a la Virgen, luego se quita la careta y la capa, llama a su hijo mayor y su sobrino Félix para que carguen la indumentaria y con paso lento se dirige al local del conjunto en el barrio Mañazo, donde lo esperan sus congéneres, igualmente salidos de la más bella de las pesadillas. Allí se encontrará con “el viejito” José Serruto De La Riva,y sus dientes dorados, su bigote blanco, con su abrigo de piedras con hilos de plata, con su fuete y su bastón.


Empieza el calentamiento de cuerpo con bebidas para alegrar el espíritu hasta que llega la “china diabla”: el “águila” Macedo, con su nariz respingada, puntiaguda y partida, con dientes de espejuelos y serpientes en la mejilla, la pollera colorada y el mantón rosado, pidiendo a gritos que le pasen el vaso. Luego y al pasar los años desfilará por el mismo trajín el “Volvo” Montesinos.

Y “no pacha nada” es la voz del otro caporal ya ornado que se une al grupo, se trata de Tito Garnica. Por allí retoza Jorge Pinazo Delgado y el grupo se agranda, le da un espacio al “chuncho” Yucra, que diera paso a Alaín Ponce Zegovia y al popular Maní Aramayo, personajes atléticos, portando el arco y flecha, mostrando en el rostro la herida en la mejilla, sangre mezclada con lágrimas de dolor por las heridas que sufrieron en combate. Luego se unirá “la fauna”, cada uno con paso especial, con caracterización personalizada baila­rá de león, de oso, jirafa, gorila, murcié­lago, lobo, zorro, etc, etc.

Cerca, muy cerca la tropa de sikuris, con sus chaquetas de toreros y sombreros ornados de piedras bri­llantes con hilos plateados y plumas de parihuana, formando un círculo todavía pequeño, al centro el bom­bo, prestos a la música, a desplegar en el alma citadina sus dulces melo­días, ahí están los eternos músicos, que nacieron en las caricias de las notas del viento de legendarias zampoñas y junto a sus cañas se fueron a tocar al cielo para inspirar a los que aún trajinan en esta tierra de alegría, jolgorio y trabajo.

De pronto suena el bombo, revienta el “arca”, contesta el “ira” y se arma la melodía. Toda esta belleza suce­de en honor a la Santísima Virgen de la Candelaria, madre espiritual de Puno, donde aparece Artemio con elegante paso de caporal presidien­do a los sikuris del barrio Mañazo, entidad a la que defen­dió en todo el curso de su existencia, logrando aportar todo el esfuerzo necesario para que se le conozca en el ámbito artístico del Perú entero.

El caporal Artemio al compás de los sikuris desglosa su pasito menudo y altivo, cautivante y armónico, aplas­tando guijarros y levantando polvo en la calle Puno ante miles de ojos que aplauden y admiran la danza. Avanza en frenético delirio, ordena a “chinas” y a “reinas”, brazas encendidas moldean su paso, entra al Santuario de la Virgen arrogante y altivo, mira el rostro moreno y humilde, alegre y engalanado. Ante ella dobla la cer­viz, susurra una oración y se postra...Son instantes eternos, que se repiten en la tierra y en el cielo y qui­zás en el infierno.

Otra vez suena el bombo, vuelve el bailarín, juegan los sones y otra vez altivo el caporal enfrenta a su público hasta que se oculta el día y el rey del infierno, ebrio de felicidad, destila sudor y licor, se despide de los ami­gos y gallardo retorna a casa, se desviste y nuevamente cobra figura terrenal.

La fiesta continúa en medio de des­tellos de fuegos artificiales, suenan las bombardas, se suceden una tras otra las misas de los conjuntos y alterados, se repiten las plegarias. La fiesta en honor a la Virgen es la más esplendorosa que se conoce en el mundo, en este escenario se baila 15 días sin parar.

Y otra vez la misa a devoción de las alterados, el sábado de kacharpari, la despedida con el convite y los preparativos para la procesión. La virgen luce glamorosa con sus finos bordados de oro y plata, con su nube de gasa engalanada.

Miles de devotos que portan cirios encendidos delante de sus comparsas, en un remolino de frenesí se desplazan al son de músicas extrañas que solamente se producen en Puno a orillas del lago sagrado Titikaka. Pero, sobre todo, allí en los pies de la Virgen, los “mañazos” y sus sikuris abren el camino de la fe y la alegría.

Este ejemplo y enseñanza de amor al conjunto de los socios antiguos se replica hoy incesantemente y ahora el Centenario Conjunto Sicuris del Barrio Mañazo puede mostrar logros concretos. EL 2 de febrero del 2025 cumplió 133 años de vida institu­cional ininterrumpida.

En el LVII Concurso de trajes de Luces en honor a la Santísima Vir­gen de la Candelaria - 2024 se obtu­vo el primer lugar en la serie A, Siku­ris de un solo Bombo**.

En el mes de agosto 2024 se desa­rrolló un concierto sinfónico en el Teatro Municipal con un posterior pasacalle por el centro de la ciudad de Puno, exhibiendo a su vez huayños antiguos recopilados del año 1950 así como trajes en recupera­ción como el de la figura del Ukumary.


En el XLVI Concurso de Sikuris Vir­gen de Cancharani 2024, se obtuvo el segundo lugar tanto en la serie A Sikuris de un solo Bombo como en el resultado general.

El ganador del XLVII Concurso Regional de Sikuris 2024 fue el conjunto del Barrio Mañazo fue ganador en la categoría de un solo bombo y también campeón general de dicho concurso.

Desde diciembre del año 2023, con gran mérito y en la gestión de Gabriel Goyzueta y su directiva, se ha inicia­do el proyecto de mejoramiento y ampliación del primer nivel del local del Conjunto de los Sicuris del Barrio Mañazo, ubicado en la Av. Circunva­lación con Jr. Puno. Este proyecto a la fecha tiene un gasto presupuestal de aproximadamente S/. 100,000.00 cien mil soles.

Los guías Raúl Fernando Quispe Yucra y Wilber Humberto Quispe Vilca, emularon a sus antecesores, demostrando identificación y cariño al conjunto atendiendo a los socios en todas las actividades que el calendario litúrgico y del conjunto en que se participó. <+>

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* NOTAS DEL DIFUSOR:  *Como describe el autor de esta nota, casi todos los integrantes del conjunto de danzantes “mañaceños” tenía su apelativo; el de Artemio era “Chajjcha”, ignoramos por qué. **Los “sikuris de un solo bombo”, fueron conocidos desde antiguo c omo “Silkumorenos” o “Sikuphusas”. 

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