SENTIDO Y REFERENCIA DE LA
IDEOLOGIA
Juan Archi
Diario UNO 11AGO24
L |
a filosofía y el pensamiento político son dos formas del pensamiento
humano que en la sociedad contemporánea se caracterizan, por su
institucionalización intelectual y reflexiva, la primera, y por su reproducción
ideológica masiva, la segunda. En principio, la filosofía interroga, cuestiona
y somete a crítica las ideas que uno adquiere mediante la experiencia
cotidiana, así como aquellas que se reproducen mediante el sentido común y,
sobre todo, aquellas ideas-fuerza que se han naturalizado hasta ser percibidas
como hechos incuestionables, como, por ejemplo, los derechos humanos o la
libertad, entre otros; el pensamiento político, recoge el sentido común, las
aspiraciones y deseos para dar un sentido al orden social en el que uno vive o
se proyecta vivir, para hacer de la indignación una determinada fuerza
significante. El ejercicio del primero es necesariamente racional y consciente
porque uno sabe que está reflexionando filosóficamente sobre un determinado
aspecto de la vida social o sobre el mundo en general; mientras que sobre lo
segundo, uno muchas veces no es consciente de su reproducción cotidiana o de
los discursos intelectuales afines o tributarios de un pensamiento político en
particular, y menos aún, se repara en el contenido y las consecuencias de las
ideas-fuerza que comprenden el ideario político con el que se comulga o se
muestra una inquina beligerante de oposición. El nudo gordiano es la ideología.
La ideología es uno de esos términos que se encuentra estrechamente vinculada a la política, principalmente como parte de las ideologías políticas; o, en su defecto, y tras la caída de la Unión Soviética (1991) y la desintegración del bloque socialista durante el siglo XX, se apela a su negación constante mediante el rótulo: "el fin de las ideologías". Actualmente es posible identificar esa negación de manera particular, como, por ejemplo, en aquella defensa sobre la ideología de género que los progresistas suelen realizar, cuando niegan que tal ideología sea una ideología. Sin embargo, la ideología va más allá de la política y anida en la vida cotidiana.
La ideología no es solo un término, sino que forma parte de un
fenómeno social amplio e inmaterial que tiene que ver con la parte ideal de la
sociedad humana. Esa parte ideal de la sociedad es producto de la interacción
humana y el mundo circundante, y su reproducción no solo es variada, sino que
muchas de ellas se encuentran sujetas o son el resultado de luchas, consensos,
acuerdos, deseos, temores y/o expectativas, que forman parte de los procesos
de cambio que han acaecido en la historia. Su expresión a lo largo de la
historia de las sociedades humanas se dio a través de ideas, símbolos,
códigos, normas, leyes y, también, por la producción artística (cuando se formó
el sentido de lo estético). En suma, la ideología es un hecho social posible de
ser identificada como un "hecho ideológico" a pesar de lo muy
desapercibida que suele pasar. La ideología es un conjunto de ideas que
expresan las motivaciones, emociones, deseos y la afirmación cognoscitiva que los hombres se hacen sobre el
mundo. La ideología responde l sentido mentado del mundo que recrea la
subjetividad, y no a cómo es el mundo en función de la objetividad.
En los escritos tributarios de las humanidades y/o de las ciencias de
la sociedad es frecuente encontrar una serie de ideas, reflexiones u
orientaciones intelectuales que se fundamentan en una ideología determinada
o se encuentran orientadas por una de ellas o más, ya sea ésta explícita o
tácita; o, en su defecto, lo que anima a tal o cual reflexión forma parte de
una determinada ideología, muchas veces no declarada, ni determinada o no
percibida por su autor en particular. Tal rasgo, no nos debe llevar a sostener,
metafóricamente hablando, que nos encontramos presos de las ideologías y
animar pseudo-problemas al respecto. La reproducción de las ideologías,
expresan un orden y la hegemonía de una de ellas, el poder de la clase que lo ejerce.
Por otro lado, pensar que las ideologías se adquieren por el simple
hecho de que se lea un libro es un grueso error. Muchos de los que reproducen
las ideas de tal o cual ideología (política) no han leído en lo más mínimo los
textos que se les reprocha o increpa, sino que la adquisición se da en función
de la reproducción del discurso institucional y la experiencia de vida. La.
escuela, la iglesia, los medios de comunicación, la familia y la relación que
uno establece en el interior de los centros o espacios laborales, grupo de
pares, amigos y hasta incluso la pareja, permiten reproducir los discursos
ideológicos en general y de manera particular una determinada ideología
(política), que se explícita ineludiblemente en una determinada coyuntura política.
La ideología forma parte de la superestructura de la sociedad. A lo
largo de la historia, en toda disputa material en el que se han enfrascado los
hombres, como seres concretos (grupos, relaciones e instituciones), le antecede
la disputa de las ideas, conocida como "lucha ideológica".
Actualmente, hay quienes a este fenómeno le llaman "la batalla
cultural", este hecho ideológico no es más que la expresión de la lucha
ideológica que han emprendido ciertos sectores conservadores sobre las
extravagancias del liberalismo. La exaltación sobre las libertades de toda
índole y su asalto al poder, no son la expresión de ningún supuesto
"marxismo cultural", sino de la más prístina hegemonía de la
ideología liberal. La hegemonía de una ideología es la expresión de la clase
social que organiza la sociedad, en función del Estado, en este caso es la
expresión de la ideología liberal de la burguesía que anima todas las
libertades para que toda mercancía, bienes y servicios, puedan ser adquiridas.
La idea de la libertad postulado como un rasgo innato al hombre, cuyo
amparo retórico y preconcebido se asienta en el jus naturalismo y en la fatal
arrogancia del antropocentrismo, tiene una génesis moderna. Esa exaltación
sobre el voluntarismo desiderativo y la búsqueda metafísica del sentido sobre
la existencia del hombre moderno, como individuo, es un producto del humanismo
renacentista y de la revolución industrial. También es la expansión universal
de la vida urbana y del proceso de individuación de la vida contemporánea en
función del consumo de la mercancía. De acuerdo a la antropogénesis, nuestra especie
es gregaria, no individualista, su voluntad responde al grupo. El
individualismo como condición existenciaria es subjetividad pura a priori. Y
la idea de la libertad es ideología pura, tributaria del idealismo filosófico
que puede endulzar a la tribuna, mas no a la evidencia empírica de nuestra
historia natural y social. <>
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