PUNO Y LOS GRAVES PROBLEMAS IRRESUELTOS
LA LENTA AGONÍA DE LA
BAHÍA DE PUNO
Cuando se contempla o navega en el lago Titicaca no
podemos dejar de preguntar cómo y cuándo surgió esa maravilla natural única en
el planeta. La respuesta está en que hace millones de años, durante el Período
Cuaternario, enormes movimientos en la corteza terrestre hicieron que las
cordilleras occidental y oriental de los Andes se elevaran miles de metros
formándose entre ambas la Meseta del Collao o Altiplano. Paulatinamente las
depresiones en el altiplano se cubrieron de agua con el derretimiento de los glaciares
y precipitaciones pluviales dando lugar a la formación del lago Titicaca.
Inicialmente, el lago era mucho más extenso y posiblemente su nivel era de 60 a
100 metros más alto que el nivel actual.
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Bahía interior de Puno |
Si observamos un mapa del lago Titicaca, en la parte
noroeste del mismo se aprecia a las penínsulas de Capachica y Chucuito
abrazando y protegiendo la porción del lago conocida como la Bahía o Golfo de
Puno. La mencionada bahía está unida al resto del lago a través del estrecho de
Capachica y tiene aproximadamente 590 km cuadrados de extensión aunque al
hablar de la Bahía de Puno, hay que incluir en ella a su zona de influencia
climática y medioambiental en un radio de 30 km a la redonda. Dadas las
características geográficas, climáticas y medioambientales la bahía es el
hábitat natural de un gran número de especies vegetales y animales, peculiares
a esa unidad geomorfológica y, sobre todo, es el entorno físico de grupos
humanos de habla quechua, aymara, uro y puquina que se asentaron en el lugar en
épocas prehispánicas. Desafortunadamente las lenguas uro y puquina
desaparecieron durante el periodo republicano. Con la conquista y colonia
llegan grupos de españoles que se asentaron allí y luego, durante la república,
inmigrantes europeos se establecieron en la zona, adoptando el idioma español
como medio común entre ellos.
Hace
unos 60 años atrás, la bahía de Puno que conocí de niño y después de jóven, aún
era una joya de la naturaleza que cobijaba una gran variedad de plantas,
organismos vivos, peces y animales configurando un ecosistema especial y
excepcional. Además en esa época habitaban las riberas y tierras colindantes
grupos humanos de diversas extracciones lingüísticas y culturales que vivían de
los frutos de esa naturaleza fértil y productiva. Los enormes totorales servían
como complemento alimenticio y como medicina, de material de construcción para
hacer balsas y cobertura de viviendas, también como forraje para animales. En
esa época abundaba el carachi, un pez único en el planeta y de grandes propiedades
nutritivas, ahora escaso por efecto de la contaminación. Recuerdo a las vacas
en las orillas del lago metidas en el agua hasta la mitad del cuerpo, comiendo
llachu, gordas por el abundante y nutritivo alimento.
Una característica especial del lago eran esas
noches especiales en las que el croar de las ranas de la bahía se convertía en
un concierto armonioso e intenso que podía ser escuchado a kilómetros a la
redonda. Destaca la rana gigante del Titicaca, conocida como kelli o huankele (Telmatobius culeus), especie anfibia única en el planeta, que habita
mayormente las profundidades de la bahía. Todas esas especies están amenazadas
por la contaminación y envenenamiento de las aguas de la bahía.
La
ciudad de Puno, del quechua Puñypampa “lugar de descanso”, tenía en ese
entonces tan solo unos 20,000 habitantes, era un lugar apacible y tranquilo, de
escasa actividad comercial, carente de industria pero con una numerosa
burocracia administrativa propia de una capital de departamento. Era el puerto
más importante del Titicaca tanto para vapores y barcos de carga y de pasajeros
que hacían la travesía al puerto de Guaqui en Bolivia, así como también de
botes de madera a vela construidos artesanalmente en la zona. El puerto de Puno
también acogía las balsas de totora de diversos tamaños de acuerdo a su uso.
Algunas de ellas llegaban a tener dimensiones bastante grandes, con una
capacidad para 12 personas, además de la carga y bultos diversos.
La flora acuática de la bahía de Puno está
representada principalmente por la totora, con la zona de totorales más importante de todo el lago Titicaca, chinquillachu,
el huascacho, el llachu y otras plantas macrófilas que se desarrollan
principalmente en las zonas ribereñas de la bahía. En la actualidad existe un
crecimiento desmesurado de la llamada lenteja de agua y el fitoplancton debido
a la contaminación de las aguas por las actividades perjudiciales del ser
humano. La fauna más representativa de la bahía de
Puno la constituyen las aves; destacan el tikicho, la choka,
el zambullidor pimpollo y varias variedades de patos silvestres. También se puede
observar a la gaviota andina, al maquerancho, a las bellas y elegantes
parihuanas o flamencos, al lekecho, al totorero, al sietecolores de la totora,
entre otras.
La
ictiofauna, es decir los peces nativos de la bahía, está constituida
generalmente por especies del género orestias como el carachi amarillo, el
pequeño ispi, el carachi morado o enano, el gringuito, entre otras. Las especies
introducidas que alcanzan aún mayor valor comercial son la trucha arcoíris y el
pejerrey de lago, que son los principales causantes de la disminución
poblacional de las especies nativas.
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Aguas contaminadas |
En la antigüedad las culturas andinas veneraban y
agradecían a la Mama Cocha, la Madre de las Aguas, con ofrendas de oro, mollo,
plata y coca los beneficios y bondades recibidos de ella. A diferencia de
aquellas sabias culturas, los habitantes actuales la ultrajan y deshonran
arrojando en ella inmundicias inimaginables y anegando sus aguas con sus
excrementos y orina. Es alarmante, indignante y vergonzoso ver el estado de
degradación medioambiental a la que ha llegado la bahía de Puno (y el lago
Titicaca en general) por las actividades de los habitantes de la región. El
deterioro empezó hace unos 40 años pero ha ido aumentando y acelerando su ritmo
en los últimos 20 años, sin que nadie haga nada por detenerlo o revertirlo.
Es realmente estremecedor pensar que las aguas
residuales y fecales de los 140,000 habitantes de la ciudad de Puno, más las de
Juliaca de 280,000 habitantes que llegan a la bahía a través del río Coata y
las de los otros pueblos que circundan la bahía, acaban en el lago sin
tratamiento alguno, contaminando, corrompiendo y envenenando las aguas de la bahía
de Puno y convirtiéndola en la cloaca más grande del mundo. Del mismo modo, que
toneladas diarias de basura y desechos sólidos terminan en las riberas y en el
fondo lacustre, causando enfermedades, dañando ecosistemas, destruyendo
hábitats físicos, transportando contaminantes químicos y extinguiendo la vida
acuática. La contaminación no sólo está afectando la flora y la fauna de la
zona sino también la salud de los pobladores, sobre todo la de los niños, según
lo evidencian irrefutables estudios científicos, sin mencionar los enormes
daños que causa en la economía de la región.
Es sumamente preocupante que ni el Gobierno
Regional, ni la Municipalidad Provincial de Puno, ni el Gobierno Nacional,
tengan un mínimo interés en buscar soluciones reales y sostenibles a este
urgente problema. Los sucesivos representantes al Congreso por Puno están sólo
preocupados en lucrar del erario público pero la tragedia del lago los tiene
sin cuidado. La planta depuradora de Puno declarada de “prioridad nacional” por
el Congreso del Perú en 2015 quedó en papel mojado y jamás se materializó. El
proyecto de construcción de 10 plantas de tratamiento de aguas residuales en
Puno anunciado entre bombos y platillos en el 2017 (¡hace 7 años!) se atascó
debido a la agobiante burocracia peruana y nunca se llegaron a ejecutar las
obras prometidas. Hay que puntualizar que el Gobierno Regional de Puno, por su
incompetencia, incapacidad e ineficacia administrativa y gestora, es el
obstáculo más grande para la solución del apremiante y gravísimo problema
medioambiental, humano y económico de Puno.
Mientras tanto el tiempo pasa y el destructivo
proceso continúa devastando, destruyendo y asolando lo más bello y valioso que
tenemos: la Bahía de Puno y el Lago Titicaca.
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