LA SEÑORA QUE VA A PALACIO
César Hildebrandt
En
HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 688, 31MAY24
E |
l verdadero gobierno del
Perú se ejerce desde el congreso
El Congreso es una cueva
de delincuentes y/o reaccionarios de la más baja calaña.
Nos gobiernan los
forajidos que representan la economía del crimen y los intereses específicos de
ciertos sectores mercantilistas, los empapelados por el Ministerio Público a
raíz de delitos cometidos antes de asumir la función pública, los “niños”
sobrevivientes del castillismo, los matones del prófugo Vladimir Cerrón y, por
supuesto, la estirpe malhadada y macondiana del fujimorismo.
Está feliz con ser la camarera de la coalición corrompida que domina el congreso y decide por ella |
Nos gobierna un Congreso
convertido en Asamblea Constituyente espuria. Y asistimos a transformaciones
de fondo inspiradas en proteger cómplices, socios y líderes de partidos que son
siglas de un solo propósito: mineralizar el statu quo, lograr que la
derecha supremacista tenga crónicas ventajas y que el modelo económico del
conservadurismo se sitúe por encima de cualquier debate.
La señora que va a Palacio no gobierna. Ella está feliz con ser la camarera de la coalición corrompida que domina el Congreso y decide por ella. Es la Bordaberry del fujimorismo, la María Estela Martínez de Renovación Popular, la Imelda Marcos del repulsivo señor Oscorima.
La señora que va a
Palacio era la vicepresidenta y ministra de un gobierno presuntamente de
izquierda. Cuando Castillo, que era la versión maligna de Platero, dio el
golpe y fue defenestrado, ella debió cumplir su promesa e irse a su casa
aceptando la derrota de un régimen que no hizo nada por la izquierda y que
terminó por entregarle el poder a la derecha. No fue así, como sabemos. La
señora que va a Palacio aceptó la propuesta del crimen y fingió que ocupaba la
presidencia cuando en realidad dormía en la buhardilla que el Congreso le
asignó. ¿Qué hay que tener en el alma para prestarse a ser esclava de la
derecha prontuariada pudiendo haber elegido el camino del retiro digno? Hay
que estar vacío. Hay que amar la poquedad. Hay que desear un Rolex (o varios),
una pulsera de marca, una cara renovada a cuchilladas. Hay que ser, en suma, la
hermana mayor de Nadine.
Pero si la mujer que va
a Palacio no gobierna, entonces el gobierno de facto que padecemos es abiertamente
ilegal. No solo eso, además de ilícito, este gobierno golpista es socialmente ilegítimo.
Lo dicen las encuestas, los insultos callejeros a quienes van a provincias como
embajadores de la mujer que va a Palacio. Más del 90% de los peruanos repudia
al Congreso usurpador y a la señora que va a Palacio.
Entonces, ¿por qué se sostiene esta farsa?
La respuesta es
sencilla: por el miedo.
L
La prensa del orden, la televisión de las bolsas de avisaje, los opinólogos del establecimiento, los viejos encomenderos, los directores que reclaman cuando no les contratan columnaje, los abogados del diablo, los tibios de ADN, los de la media voz, los que se acostumbraron a la calma chicha, los voceros de la parálisis, los grandes sinvergüenzas que hablan del destino de la patria, todos ellos, digo, difunden el rumor de que si esta impostura termina vendrán diluvios bíblicos y otras venganzas.
Es el Perú de casi siempre: el amable país al que un día le robaron once naves de guerra, el que vio entre fiestones el saqueo de Echenique, el que nunca enjuició al traidor Prado, el que elevó a un payaso como Piérola a la categoría de estadista (cuando se reconcilió con el civilismo), el que toleró once años infames de Leguía, el que construyó al Odría que no usaba servilletas, el que produjo al Fujimori que renunció por fax.
Frente a ese país
hegemónico, hay otro Perú que pone los muertos y las metas que no le gustan a
Lima ni a los que mandan.
Me inscribo en ese otro
país. Y en su nombre recuerdo que existe el artículo 46º de la Constitución
vigente:
“Nadie
debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a quienes asumen funciones públicas
en violación de la Constitución y de las leyes. La población civil tiene el
derecho de insurgencia en defensa del orden constitucional. Son nulos los actos
de quienes usurpan funciones públicas”.
Me imagino que habrá planes para derogarlo. La verdad es que no es un artículo sino una profecía. <>
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