LOS INTELECTUALES
César Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 677, 15MAR24
L |
os intelectuales trazan
frases oscuras y escriben para sus pares. Escriben sesudos artículos en los
que todo énfasis ha sido borroneado y hay un discurso tenue plagado de
apariencias y fantasmas.
Los pares los festejan
porque comparten el amor por la oscuridad y porque están igualmente
convencidos de que la verdad no existe, que la ira está prohibida entre la
nobleza de Versalles, que condenar es un asunto de callejoneros.
DDR: Doña Dina Rolex |
Todo es un misterio por
resolver, un nudo complejo de variables, una ventana de oportunidad para el no
pronunciamiento. Es la misma bruma color panza de burro que envolvió al
fujimorismo ancestral y justificó sus barbaridades.
-No juzgamos -dicen los
intelectuales-, tan sólo describimos. No somos binarios. Nosotros intentamos
comprender.
De resultas de esas
propuestas académicas, de esa tesonera búsqueda de coartadas, de esa
aplicación castradora del contexto, desaparecen los grandes temas de la sangre
y el fuego. Esos temas son los que asustan porque puedes perder una beca, una
cátedra en una universidad del extranjero, la continuidad en una ONG regida por
“los grandes valores”.
No te vayas a meter en
esos líos.
Luego llegan otros
intelectuales, de avanzada, y proponen nubarrones aún más densos,
encubrimientos mejor armados, dialécticas alquitranadas. Son la fuerza de
choque de la verdadera inteligencia artificial, los Sartre del nomeimportismo,
los Bertrand Russell del acomodo. Ellos defienden la ideología de género y se
pronuncian en contra del calentamiento global, pero callan respecto de lo que
pasa en Gaza y de lo que pasará en el Israel genocida que Netanyahu construye
bomba a bomba.
Hablan los González
Prada del escapismo y entonces, como en un acto de magia, desaparecen cosas y
emergen conejos de los sombreros. Y todos ríen de contentos: Houdini ha vuelto
disfrazado de palabras.
Lo primero que se esfuma
en esta operación de encantamiento es el imperialismo norteamericano.
¿Dónde está el ya viejo
imperialismo que invadió setenta veces siete todos los continentes para hacer
de las suyas?
¡Se ha esfumado entre
los humos de los ensayos y las interpretaciones! Quien se atreva a recordar lo
más reciente -Irak, Libia, Palestina- se arriesga a ser puesto en una lista
negra de apestados.
¿Y la concentración de
las riquezas y la extensión de las pobrezas? Tampoco están en el guion de la
postmodernidad.
¿Y la asimetría de
escándalo del comercio mundial que supuestamente supervisa la OMC?
Parece una vulgaridad
hablar de eso mientras Estados Unidos obliga a Europa a comprar energía mucho
más cara para castigar a Rusia al mismo tiempo que la Cámara de Representantes
aprueba un proyecto para prohibir Tik Tok si persiste en ser chino.
¿Y la inutilidad de la
ONU y la vergüenza del Consejo de Seguridad y la voracidad reincidente de las
petroleras? Nada.
En relación al Perú y a la región, los intelectuales lo tienen claro: López Obrador es malo y Enrique Krauze es bueno, Petro es insoportable y Milei es toda una promesa de privatización y libre mercado. Lo demás se deduce: Dina Boluarte es lo que debemos aceptar y los 49 muertos del escarmiento están en los expedientes de la Fiscalía. No hay más que discutir.
¿Y el Congreso?
Hiede, pero es lo que tenemos,
surgió del voto popular.
¿Y los grandes medios?
Bueno, son los que la gente autoriza con su sintonía o su suscripción.
¿Y el futuro de este
país capturado por congresistas pendencieros, fiscales canjeadores,
delincuentes nativos y extranjeros? Ya se verá el 2026, cuando la democracia se
renueve y la tectónica de placas decida cómo nos movemos.
Ah, los intelectuales.
No saben en cama de qué amo habrán de amanecer. <>
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