LOS AIMARAS REPUBLICANOS DE HUANCHO LIMA
Por Eland
Vera
Periodista y profesor de la UNA-Puno
Las rebeliones indígenas en el Perú han sido
acontecimientos cruciales y trágicos de nuestra historia nacional. El epicentro
más intenso fue la Gran Rebelión de José Gabriel Túpac Amaru, durante la época
colonial. Y tuvieron que pasar más de 180 años para que la historia oficial
reconozca y considere a nuestro insigne rebelde como héroe nacional y expresión
de la peruanidad.
Condorena |
Son más de 40 levantamientos indígenas en Puno,
entre 1867 y 1946, durante el periodo republicano que evidenciaban una falla en
la construcción de la nación. Y es que algo no encajó completamente. Algo
faltaba o algo no estaba colocado en el lugar debido. Es y sigue siendo la
grieta inmensa del proyecto republicano de mestizos y criollos: el lugar de los
pueblos indígenas en la arquitectura del Estado y el justo reconocimiento de la
sociedad.
Y precisamente a fin de seguir en la tarea del
reconocimiento, el sábado 18 de junio, un grupo de colectivos encabezados por
el poeta y promotor cultural Fernando Chuquipiunta han colocado la primera
piedra de la cripta a los héroes de la rebelión de Huancho Lima en el
cementerio de Huancané. Pues en 2023 se recordará el primer centenario de esta
singular gesta.
La rebelión de Huancho Lima tuvo ciertos aspectos
diferentes a los levantamientos precedentes. Los aimaras rebeldes de 1923
tuvieron un liderazgo con menor tinte caudillista y milenario. Su mirada fue
más republicana y política. Su líder, Carlos Condorena Yujra, fue proclamado
presidente de la república aymara del Tahuantinsuyo. Se creó una ciudad
capital, reproduciendo el diseño de la institucionalidad oficial. De ahí que a
la denominación Huancho, se le agregó Lima, por asociación con la capital del
país. Es decir, se buscaba una relación dialogante con el Perú oficial. Otra
diferencia, es que el levantamiento de los aimaras republicanos tuvo un
acentuado componente indígena, ya que las rebeliones precedentes eran
encabezadas por mestizos.
La rebelión aimara de 1923 contra los mistis y
notables abusivos de Huancané fue sofocada con la habitual violencia anti
indígena que atraviesa nuestra historia. Por lo que, la enseñanza que deja esta
gesta es que nuestra anhelada integración jamás será posible si mantenemos las
asimetrías y los desprecios. Y no me refiero a las desigualdades económicas,
sino al reconocimiento, afirmación y reparación histórica de los pueblos
andinos y amazónicos. Sus culturas, sus historias, sus espiritualidades, sus
formas de vida, sus utopías y su manera peculiar de ser modernos no logran
interactuar y dialogar de modo fructífero con el lado dominante del Perú. Tarea
pendiente y compromiso que no cesa. <>
HUANCHO
LIMA: LA IMPUNIDAD PERSISTE, PERO LA MEMORIA TAMBIÉN
por Diana T’ika Flores Rojas*
SER, 2024-01-03
¡Aquí
declaramos la capital del Perú, pero nos quisieron matar! Se escuchó el
reciente sábado 16 de diciembre en la conmemoración de los 100 años de la gesta
de Huancho Lima en la comunidad del mismo nombre en Huancané. Comuneros y
comuneras, residentes viviendo fuera, autoridades locales, puneños y puneñas,
peruanos y peruanas llenamos la plaza de la comunidad y escuchamos los
testimonios de los descendientes de los pueblos que decidieron fundar a más de
3,800 msnm la “Capital de la República Tawantinsuyana del Perú”. Una capital en
la que “todos fuéramos iguales” dijeron, pero en la que esta declaratoria trajo
también que el estado y los gamonales a través del ejercito asesinaran a
cientos y despojara de sus bienes a miles
Niñas
y niños recitaron poesías, jóvenes hablaron de la necesidad de no perder la
memoria, músicos acompañaron con el siku y el bombo, ancianas y ancianos que en
aquel momento eran wawitas lloraron su indignación porque ninguna de las
víctimas obtuvo justicia estatal, intelectuales e historiadores compartieron la
palabra. Y de todas las edades teatralizaron lo sucedido, mostrando la
organización, el intento de diálogo y la violenta represión
“Vinieron
a saquear, porque estudiábamos de noche a ocultas, pero los gamonales no
querían” me contó Alejandrina Luque, nieta de Antonio F. Luque, mártir
desaparecido. Lo primero que se hizo en Huancho Lima fue quemar la Escuela de
Añaña dijo llorando. A mistis y gamonales les ofendía que quechuas y aymaras se
eduquen. Hoy, lamentablemente no es tan diferente con la poca prioridad dada a
la educación rural, bilingüe e intercultural. La escuelita como símbolo de
resistencia luce presente en la escenificación hecha.
En
ese dolor por el asesinato, la humillación y el despojo el tiempo se detuvo y
se encontró con las víctimas de Dina Boluarte y la clase política en el poder.
Raúl Samillán, presidente de la Asociación de Mártires y Víctimas del 9 de
enero lo dijo: “hoy se vive la misma historia en Juliaca y el Estado ha mandado
nuevamente al ejército para asesinar a quechuas y aymaras”. Sus palabras
resonaron fuerte y claro, la historia seguía repitiéndose.
“Pero, aunque quisieron ¡no han podido matarnos! ¡no nos mataran tampoco!” dijo Leoncio Sejje, presidente del comité organizador de la conmemoración. Un niño recitó el conocido poema a Tupac Amaru y todos lo vociferamos. A 100 años de la gesta de Huancho Lima su búsqueda de construir nación, a pesar de todo, nos sigue convocando y revitaliza la lucha en el presente.
“Necesitábamos
este ánimo!” Me decía una hermana de Ilave, parte de la delegación que asistió
con una banderola que enunciaba: “El mejor homenaje es continuar su lucha”. La
banderola la pintaron los/as jóvenes, por cierto.
Huancho
Lima es nuestro orgullo amargo por la fuerza de los nuestro y la impunidad del
estado. Felizmente los familiares de Huancho Lima tampoco lo olvidaron.
Marcharon orgullosos, como los descendientes de Rita Poma, jovencita que fue
torturada por haber fundado escuelas. Ahora una niña orgullosa carga su nombre.
Hagamos
nuestras las palabras de Raúl Samillán: “Buscaremos reconstruir esta patria y
ahora más que nunca tenemos que unirnos para que esto nunca vuelva suceder, que
se derrame la sangre de quiénes exigen lo justo”. A 100 años de Huancho Lima,
imaginemos y hagamos posible que el centralismo y soberbia racista de Lima no
nos nieguen el derecho a fundar capitales en todo el país, a pensar la política
de forma radicalmente diferente, desde la historia y la articulación de nuestras
diversidades, desde cuidar nuestro territorios y vidas jilatanaka kullakanaka.
Gracias Huancho Lima por la posibilidad de pensarlo.
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* Activista
de origen aimara y quechua. Estudiante del Doctorado de Sociología.
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