miércoles, 3 de enero de 2024

MAS SOBRE REBELION INDIGENA HUANCHO LIMA

 LOS AIMARAS REPUBLICANOS DE HUANCHO LIMA

Por Eland Vera

Periodista y profesor de la UNA-Puno

Las rebeliones indígenas en el Perú han sido acontecimientos cruciales y trágicos de nuestra historia nacional. El epicentro más intenso fue la Gran Rebelión de José Gabriel Túpac Amaru, durante la época colonial. Y tuvieron que pasar más de 180 años para que la historia oficial reconozca y considere a nuestro insigne rebelde como héroe nacional y expresión de la peruanidad.

Condorena
Siguiendo el estilo peruano, por desgracia, es probable que las rebeliones puneñas de quechuas y aimaras también tengan que esperar su momento para encontrar el reconocimiento oficial y su justa ubicación en la historia nacional. Así tenemos, la rebelión de Juan Bustamante en 1869, también conocido como Túpac Amaru III; la rebelión de Rumi Maqui, Teodomiro Gutiérrez, en 1915, director supremo del estado federal del Tahuantinsuyo.

Son más de 40 levantamientos indígenas en Puno, entre 1867 y 1946, durante el periodo republicano que evidenciaban una falla en la construcción de la nación. Y es que algo no encajó completamente. Algo faltaba o algo no estaba colocado en el lugar debido. Es y sigue siendo la grieta inmensa del proyecto republicano de mestizos y criollos: el lugar de los pueblos indígenas en la arquitectura del Estado y el justo reconocimiento de la sociedad.

Y precisamente a fin de seguir en la tarea del reconocimiento, el sábado 18 de junio, un grupo de colectivos encabezados por el poeta y promotor cultural Fernando Chuquipiunta han colocado la primera piedra de la cripta a los héroes de la rebelión de Huancho Lima en el cementerio de Huancané. Pues en 2023 se recordará el primer centenario de esta singular gesta.

La rebelión de Huancho Lima tuvo ciertos aspectos diferentes a los levantamientos precedentes. Los aimaras rebeldes de 1923 tuvieron un liderazgo con menor tinte caudillista y milenario. Su mirada fue más republicana y política. Su líder, Carlos Condorena Yujra, fue proclamado presidente de la república aymara del Tahuantinsuyo. Se creó una ciudad capital, reproduciendo el diseño de la institucionalidad oficial. De ahí que a la denominación Huancho, se le agregó Lima, por asociación con la capital del país. Es decir, se buscaba una relación dialogante con el Perú oficial. Otra diferencia, es que el levantamiento de los aimaras republicanos tuvo un acentuado componente indígena, ya que las rebeliones precedentes eran encabezadas por mestizos.

La rebelión aimara de 1923 contra los mistis y notables abusivos de Huancané fue sofocada con la habitual violencia anti indígena que atraviesa nuestra historia. Por lo que, la enseñanza que deja esta gesta es que nuestra anhelada integración jamás será posible si mantenemos las asimetrías y los desprecios. Y no me refiero a las desigualdades económicas, sino al reconocimiento, afirmación y reparación histórica de los pueblos andinos y amazónicos. Sus culturas, sus historias, sus espiritualidades, sus formas de vida, sus utopías y su manera peculiar de ser modernos no logran interactuar y dialogar de modo fructífero con el lado dominante del Perú. Tarea pendiente y compromiso que no cesa. <>

 

HUANCHO LIMA: LA IMPUNIDAD PERSISTE, PERO LA MEMORIA TAMBIÉN

por Diana T’ika Flores Rojas*

SER, 2024-01-03

¡Aquí declaramos la capital del Perú, pero nos quisieron matar! Se escuchó el reciente sábado 16 de diciembre en la conmemoración de los 100 años de la gesta de Huancho Lima en la comunidad del mismo nombre en Huancané. Comuneros y comuneras, residentes viviendo fuera, autoridades locales, puneños y puneñas, peruanos y peruanas llenamos la plaza de la comunidad y escuchamos los testimonios de los descendientes de los pueblos que decidieron fundar a más de 3,800 msnm la “Capital de la República Tawantinsuyana del Perú”. Una capital en la que “todos fuéramos iguales” dijeron, pero en la que esta declaratoria trajo también que el estado y los gamonales a través del ejercito asesinaran a cientos y despojara de sus bienes a miles

Niñas y niños recitaron poesías, jóvenes hablaron de la necesidad de no perder la memoria, músicos acompañaron con el siku y el bombo, ancianas y ancianos que en aquel momento eran wawitas lloraron su indignación porque ninguna de las víctimas obtuvo justicia estatal, intelectuales e historiadores compartieron la palabra. Y de todas las edades teatralizaron lo sucedido, mostrando la organización, el intento de diálogo y la violenta represión

“Vinieron a saquear, porque estudiábamos de noche a ocultas, pero los gamonales no querían” me contó Alejandrina Luque, nieta de Antonio F. Luque, mártir desaparecido. Lo primero que se hizo en Huancho Lima fue quemar la Escuela de Añaña dijo llorando. A mistis y gamonales les ofendía que quechuas y aymaras se eduquen. Hoy, lamentablemente no es tan diferente con la poca prioridad dada a la educación rural, bilingüe e intercultural. La escuelita como símbolo de resistencia luce presente en la escenificación hecha.

En ese dolor por el asesinato, la humillación y el despojo el tiempo se detuvo y se encontró con las víctimas de Dina Boluarte y la clase política en el poder. Raúl Samillán, presidente de la Asociación de Mártires y Víctimas del 9 de enero lo dijo: “hoy se vive la misma historia en Juliaca y el Estado ha mandado nuevamente al ejército para asesinar a quechuas y aymaras”. Sus palabras resonaron fuerte y claro, la historia seguía repitiéndose.

“Pero, aunque quisieron ¡no han podido matarnos! ¡no nos mataran tampoco!” dijo Leoncio Sejje, presidente del comité organizador de la conmemoración. Un niño recitó el conocido poema a Tupac Amaru y todos lo vociferamos. A 100 años de la gesta de Huancho Lima su búsqueda de construir nación, a pesar de todo, nos sigue convocando y revitaliza la lucha en el presente.

“Necesitábamos este ánimo!” Me decía una hermana de Ilave, parte de la delegación que asistió con una banderola que enunciaba: “El mejor homenaje es continuar su lucha”. La banderola la pintaron los/as jóvenes, por cierto.

Huancho Lima es nuestro orgullo amargo por la fuerza de los nuestro y la impunidad del estado. Felizmente los familiares de Huancho Lima tampoco lo olvidaron. Marcharon orgullosos, como los descendientes de Rita Poma, jovencita que fue torturada por haber fundado escuelas. Ahora una niña orgullosa carga su nombre.

Hagamos nuestras las palabras de Raúl Samillán: “Buscaremos reconstruir esta patria y ahora más que nunca tenemos que unirnos para que esto nunca vuelva suceder, que se derrame la sangre de quiénes exigen lo justo”. A 100 años de Huancho Lima, imaginemos y hagamos posible que el centralismo y soberbia racista de Lima no nos nieguen el derecho a fundar capitales en todo el país, a pensar la política de forma radicalmente diferente, desde la historia y la articulación de nuestras diversidades, desde cuidar nuestro territorios y vidas jilatanaka kullakanaka. Gracias Huancho Lima por la posibilidad de pensarlo.

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* Activista de origen aimara y quechua. Estudiante del Doctorado de Sociología.

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