DESASTRE A LA VISTA EN EL LAGO TITIKAKA
Nota
aparecida en la revista BRISAS (diciembre 2023) condensada de material disponible
en distintas publicaciones.
Y |
a
no es solo una alarma que se viene escuchando o leyendo desde hace más de medio
siglo. Ahora es un inminente riesgo, es el abismo negro que nos espera teniendo
como espejo otras latitudes del orbe que han visto que antiquísimos espejos de
agua sean hoy territorios desérticos, como revela la nota del periodista de
investigación Víctor Alvarado, invitado nuestro en esta edición especial sobre
el lago.
La
siguiente es parte del dramático texto que publicó en setiembre último el
diario madrileño El País en referencia a las graves circunstancias que rodean a
nuestro mítico lago, un altísimo y gigantesco espejo donde acaso las estrellas
se hacen su tocado, según describió certero el poeta.
Preñado de estiércol
La
documentada crónica del diario madrileño añade que científicos advierten que
este cuerpo de agua ubicado a unos 3.810 metros de altitud que comparten Perú y
Bolivia se ha llenado de desechos domésticos e industriales.
Al
ya viejo drama se suma ahora la falta de lluvias que también ha reducido sus
aguas a niveles críticos.
Es
noticia vieja que las aguas lacustres en la bahía de Puno ofrecen un
inquietante color verdusco producto de la también vieja contaminación de los
desagües, otrora antiguas aguas color turquesa de las que hoy emana un hedor
insoportable en algunas zonas del litoral puneño.
En el otro lado, los vecinos de la bahía de Coahana, la zona más contaminada del lado boliviano, describen que el lago presenta habitualmente ‘una enorme mancha oscura y un olor a huevo podrido’.
Los torrentes urbanos se unen en la zona rural al río Pallina que arrastra los desechos hasta desembocar en la bahía de Cohana, donde está el lago.
Su Majestad, el Lago
Volodia Mendoza Aparicio, otro de los colaboradores de este informe, revela en nota aparte los portentos que guarda en sus aguas este colosal reservorio, uno de los pocos que quedan de agua dulce en el mundo.
Y
nosotros lo tenemos al pie de nuestros pueblos ribereños desde hace milenios.
Allende
la frontera, está a 144 kilómetros de ciudad de La Paz, la capital
administrativa de Bolivia. Toneladas de contaminantes como plásticos, metales
pesados y aguas servidas -dice el diario en mención- son arrojados sin
control a ríos que cruzan las ciudades bolivianas de El Alto, Viacha
y Laja, donde viven más de un millón de personas.
Un
antiguo pescador boliviano de 53 años que ahora se dedica al turismo y la
ganadería, mira con preocupación que las marcas de agua en las maderas del
muelle han bajado por la falta de lluvias y que los peces prácticamente han
desaparecido, al igual que las algas que sacaba del lago para alimentar a sus
animales.
En nuestro lado
En
el lado peruano, la bahía de Puno, una capital de 130.000 habitantes, está
totalmente contaminada por la descarga de aguas servidas, mientras que el río
Coati arrastra hasta el lago la basura que genera la ciudad de Juliaca, de
600.00 habitantes, a poco más de 30 Km. de Puno.
El
Titicaca tiene un área de 8.562 kilómetros cuadrados y se encuentra en la
cuenca endorreica del altiplano andino que compartimos con Bolivia. Allí viven
unos 2,1 millones de habitantes. Cada uno de ellos genera aproximadamente 0,5
kilos de basura diaria.
La
contaminación también ha provocado que el 85% de las especies de peces
endémicos estén en riesgo de desaparecer o ya han desaparecido, además de
causarle graves daños a la flora acuática. Kilómetros de terreno que en época
de lluvia se inundaban, actualmente son paisajes casi desérticos debido a una
persistente sequía por la que los animales buscan desesperadamente algo de
pasto para comer.
“Con
la sequía y la contaminación, hay una sinergia negativa que impacta a la
población del lago Titicaca”, dice Juan José Ocola, biólogo y presidente de la
Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca (ALT), institución creada en
1996 por Bolivia y Perú que se encarga (¿?) del manejo, control y protección de
los recursos hídricos, hidrobiológicos y ambientales del lago.
“Yo
estimo que se requieren mínimamente 600 millones de dólares para tratar aguas
residuales, tratar residuos sólidos, fortalecer la capacidad de gestión
ambiental de las municipalidades e implementar un programa binacional para
sensibilizar y educar a la población sobre los problemas ambientales del lago”,
agregó.
“Si
no hacemos algo, vamos a tener una enorme cloaca donde se vierten todos los
residuos, un lago totalmente degradado sin fauna ni flora y con pocos espacios
donde se pueda seguir cultivando trucha”, alerta Carlos Revilla, antropólogo y
director del instituto de investigación y acción de desarrollo integral
(IIADI).
El Ing. Gustavo Flores denuncia en esta edición que las ultra mediáticas plantas de tratamiento cacareadas desde hace decenios en Puno, están en cero.
Microalgas
peligrosas
El
científico francés Xavier Lazzaro encabezó en junio del 2019 la instalación de
una boya en la que se convirtió en la primera estación hidrometeorológica
automática y autónoma del Titicaca, como parte del observatorio científico ambiental
permanente en la zona, un proyecto financiado por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Las
observaciones de la estación apoyadas por imágenes satelitales evidenciaron en
2021 el aumento del fenómeno denominado eutrofización,
que es el enriquecimiento de nutrientes como el nitrógeno y fósforo que
propician la floración de microalgas. En 2022, la boya registró en el norte del
lago una superficie de color verde (en vez de un tono azul) una característica
de la presencia de estas microalgas.
Este
es un proceso natural que toma miles de años, “pero se ha acelerado de forma
crítica en los últimos 40 debido a la contaminación doméstica e industrial
combinada con el calentamiento. Hemos arruinado una belleza natural”, afirma
Lazzaro, quien desde 1979 ha realizado investigaciones en el Titicaca como
parte del Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo (IRD).
El
experto teme que en la actualidad ocurra un episodio peor al registrado en
abril del 2015 cuando se documentó la primera floración de fitoplancton en el
lago debido una lluvia inusualmente larga que llevó a un exceso de nutrientes,
materia orgánica y contaminantes en el agua favoreciendo el crecimiento
incontrolado de microalgas que redujeron el nivel de luz y oxígeno en el fondo
del lago causando la muerte masiva de peces, ranas y aves acuáticas.
¿MUERTE LENTA DE ESTA MARAVILA NATURAL? |
Lazzaro
sostiene que el lago, que es del tipo endorreico (sus aguas no llegan al mar y
se agotan por evaporación, infiltración o consumo), está enfrentando una década
de sequía por el calentamiento global “y con la llegada del fenómeno de
El Niño será peor aún”.
“Se
observó (con la boya) una tendencia de reducción nítida de la precipitación
anual de 782 milímetros (mm) en 2020, 677 mm en 2021, hasta 485 mm en 2022. Así
como una reducción del periodo lluvioso: de septiembre 2019 a marzo 2020; de
octubre 2020 a abril 2021; de febrero a abril 2022”, explicó.
En
los últimos seis años, el nivel del agua del Titicaca empezó a bajar y ya no se
recuperó. El promedio debería ser 3.810 metros sobre el nivel del mar, pero
debido a la alta exposición a la radiación solar y lo elevado de la
evaporación, ha bajado hasta un 2,1% por debajo del nivel promedio, “lo que es
preocupante”, dice el presidente de la ALT.
“El
agua baja casi 12 centímetros mensuales. Si seguimos a este ritmo, en 2024
podríamos llegar a la peor sequía y al nivel más bajo del Titicaca registrado
en el año 1943 a 3.806 metros sobre el nivel del mar”, explicó Ocola.
La
falta de agua ha afectado las 90.000 hectáreas de totorales, una planta
acuática en forma de junco que depende del agua para subsistir y es un
ecosistema importante porque es un hábitat de peces nativos. También impacta el
turismo, la agricultura y la ganadería y pone presión a la pesca, ya disminuida.
Tal
el pavoroso informe del diario español del que nos hacemos eco aquí en BRISAS
instando a una movilización nacional y regional en salvaguarda del Titicaca. <>
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