viernes, 22 de septiembre de 2023

BOLUARTE EN NUEVA YORK

 DIO VERGÜENZA

Américo Zambrano

HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 654, 22 SEP23

►Se equivocó Dina Boluarte si creyó que viajar a Nueva York le iba a hacer bien al gobierno fuj¡cerrónista que finge presidir. Ella y el país salieron con menos buena fama de la vanidosa aventura

El viaje de la pre­sidenta Dina Bo­luarte a la Asam­blea General de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, se convirtió en un auténtico papelón que ha colocado al país al borde del aisla­miento internacional, de acuerdo con tres especialis­tas entrevistados por este semanario.

Boluarte se dirigió a la 78a Asamblea General en un intento por lavarle la cara a su gobierno. Sin embargo, su presentación en el complejo de la ONU, las mentiras que profirió, la pobreza de su agenda, en comparación con la de otros jefes de Estado, y las protestas y abucheos que recibió durante su estadía en Nueva York aumentaron la preocupación de la comuni­dad internacional en relación con el Perú.

Al participar en el foro de la ONU, la convocatoria diplomática más grande del mundo, Boluarte buscaba re­vertir las duras críticas contra su administración y, de esta manera, obtener cierta legiti­midad a nivel internacional.

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Se trataba de una prueba de credibilidad importante para la mandataria, sobre todo luego de que la propia ONU y otros ocho países, en­tre ellos Estados Unidos y el Reino Unido, expresaran su preocupación por la decisión del Congreso de abrir inves­tigación sumaria contra los miembros de la Junta Nacio­nal de Justicia (JNJ) y lo que esta amenaza supone para la débil democracia en el Perú.

Boluarte tuvo la oportu­nidad de condenar el acoso político del Congreso contra la JNJ y de expresar, quizás, su voluntad para que las gra­ves violaciones a los derechos humanos ocurridas durante las protestas que marcaron el inicio de su gestión sean debidamente sancionadas. Pero no lo hizo.

En el corazón de las Na­ciones Unidas, y ante un auditorio conformado por los representantes de 193 Estados miembros, Boluar­te aseguró, sin un atisbo de duda, que “el Perú es un país respetuoso de la democracia, del Estado de derecho, de los derechos humanos y del de­recho internacional”.

Ese mismo día, mientras Boluarte pronunciaba su discurso en Nueva York, la Comisión de Justicia le dio los últimos toques al informe preliminar con el que apunta a cortarles la cabeza a los in­tegrantes del organismo en­cargado de nombrar a jueces y fiscales de todos los niveles, así como a las cabezas de los organismos electorales.

La exaliada de Pedro Cas­tillo señaló que asumió la presidencia, “con firmeza y valentía”, el 7 de diciembre del 2022 y dijo que enfrentó “un golpe de Estado en medio de una crisis política y social que hemos sabido superar en el marco de nuestra Consti­tución”.

En sus casi veinte minutos de alocución, Boluarte no dijo una sola palabra sobre las 67 muertes registradas durante las movilizaciones contra su gobierno, 49 de las cuales co­rresponden a civiles que -en su mayoría- recibieron dispa­ros de armas de fuego de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Tampoco mencionó que ella y el premier Alberto Otárola se encuentran investigados en la Fiscalía de la Nación por presuntos delitos de genocidio, homicidio calificado y le­siones graves en relación con este derramamiento de sangre.

Boluarte sostuvo, en cambio, que lidera un go­bierno que le “ha devuelto la estabilidad y esperanza a un país que busca su de­sarrollo económico con justicia social”. Y luego reiteró: “El Perú promueve la paz y para alcanzar esa paz es necesario aplicar la carta de las Naciones Uni­das en toda circunstancia”. “Por ello -continuó la pre­sidenta- reafirmamos y defendemos el principio del respeto a la sobera­nía, integridad territorial e independencia de todos”.

La semana pasada las embajadas de ocho países -Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Finlan­dia, México, Argentina, Australia y Canadá- se sumaron al pronuncia­miento del Sistema de las Naciones Unidas y emitieron un comunicado conjunto para defender la separación de poderes y la independencia de las insti­tuciones en el Perú.

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“En el marco del Día Internacional de la De­mocracia, apoyamos los principios fundamentales de la democracia, inclu­yendo una sociedad civil dinámica, la separación de poderes y la independen­cia de las instituciones”, señaló el pronunciamiento de los ocho países en un claro llamado de atención a la ofensiva del Congreso para capturar el sistema de justicia. “Reafirmamos nuestro compromiso de apoyar la democracia en el Perú y valoramos nuestra amistad duradera con el pueblo peruano”, finalizó el comunicado.

A su vez, organismos internacionales, como Human Rights Watch, la Comisión Internacional de Juristas, la Oficina en Washington para Asun­tos Latinoamericanos y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacio­nal rechazaron el ajusti­ciamiento parlamentario contra la JNJ.

No obstante, ante la ONU y como si viviera en una suerte de realidad paralela, Boluarte expresó, aparentemente satisfecha: “Agradezco el reconoci­miento de la comunidad internacional.  El, Perú están nuevamente en el escenario mundial”

Más adelante, en esa misma línea, exhortó a los inversionistas extranjeros a que apuesten por el Perú. “(El país los espera) con reglas de juego claras y transparentes, con estabilidad y seguridad jurídica, con una baja infla­ción, con sólidas reservas internacionales y con el úni­co objetivo de trabajar por el crecimiento sostenido de todos”, dijo. La presidenta recibiría apenas el aplauso de la comitiva peruana que la acompañaba en el auditorio de las Naciones Unidas.

Pero Boluarte mostraría su verdadero rostro luego de presentarse en la Asamblea General. Cuando la prensa le preguntó por su posición so­bre la investigación sumaria contra todos los integrantes de la JNJ, la presidenta ase­guró, con una sonrisa, que “nadie tiene corona”.

“Nadie está exento de que lo investiguen. Si a la presi­denta de la República la in­vestigan y a los ministros, entonces es correcto que nos investiguen”, dijo en su tra­balenguas habitual. Y luego añadió, para alegría de la ultraderecha que gobierna des­de el Congreso: “A veces, de las noticias que alguna prensa saca, la Fiscalía lo toma para abrir investigación (...) y es correcto que corra su curso dentro del debido proceso. ¿Alguien tiene que impedir eso? No. Nadie tiene corona. Entonces que se investigue, que se respete el debido proceso, que se llegue a la verdad y lo que tenga que resultar dentro del marco jurídico, eso es lo que respetamos”. Con estas declaraciones ofrecidas desde Nueva York, la presi­denta terminó por legitimar los abusos de la coalición mafiosa que busca terminar de capturar los poderes del Estado.

¿Logró la mandataria per­suadir a la comunidad inter­nacional y cumplir con el ob­jetivo por el cual se empeñó en viajar a la ONU? El inter­nacionalista Óscar Vidarte Arévalo señala que de ningu­na manera. “Decir que este es un gobierno comprometido con los derechos humanos, mientras que -al mismo tiem­po- no se impulsan sanciones contra los responsables de las muertes, es contradictorio. Lo mismo pasa con la democracia. Boluarte dice ser una presidenta que apoya la democracia. Pero, en paralelo vemos cómo se hace la vista gorda frente a ofensiva del Congreso. Del mismo modo, ella habla de un compromiso ante la ONU, pero cuestiona lo que este organismo dice. Hay mucha incoherencia”, explica Vidarte. “Hemos visto un discurso repetitivo, con poco contenido, que no creo que haya tenido impacto sobre la posición que ya asu­mieron ocho países”, resume.

El internacionalista Juan Velit Granda considera que los temas abordados por la presidenta en su discurso no coinciden con la realidad del país. “Nosotros no podemos tener un doble discurso. No se puede, por ejemplo, hablar de democracia en Venezuela, cuando todo el mundo sabe que hay una violación a los principios democráticos en ese país. Por eso, cuando se ha dicho que el Perú es un Es­tado de derecho, creo que esto no es correcto, sobre todo en este momento en que hay una crisis política por la decisión del Congreso de destituir a los miembros de la JNJ, repitien­do una serie de mecanismos que se dan en los gobiernos dictatoriales”, asegura Velit.

El internacionalista indica, además, que Boluarte nece­sitó incluir en su discurso a los fallecidos que dejaron las protestas contra su gobierno. “Los debió haber menciona­do, aunque sea de manera so­mera, porque eso nos hubiera dado la condición de un Esta­do de derecho. No podemos pedirles a los inversionistas extranjeros que vengan al Perú, si no somos un Estado de derecho”, apunta Velit.

Parid Kahhat, sociólogo y profesor de Relaciones In­ternacionales en la Academia Diplomática del Perú, sostie­ne que el discurso de la presi­denta -además de presentar flagrantes inconsistencias- estuvo plagado de mentiras. “Creo que las circunstancias no eran propicias para Dina Boluarte”, asegura Kahhat. “Ella tenía una carga pesa­da: 49 muertes a manos del Estado. Además, el Congreso, con la anuencia de la presi­denta, estaba acabando con la división de poderes en el Perú. Y, por si fuera poco, los parlamentarios hicieron todo lo posible para hacer difícil el viaje: mociones para retirarse de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, moción para expulsar del Perú al representante de las Naciones Unidas, mociones para recusar el pronuncia­miento de ocho embajadas. El viaje fue anodino”, subraya.

La agenda de Nueva York, si se destacó por algo, fue por revelar lo sola que está Boluarte en el contexto internacional, según Kahhat. “Hasta un presidente saliente y sumamente impopular, como Guillermo Lasso, tuvo una agenda más recargada que Boluarte”, dice.

El martes último la pre­sidenta estuvo con el presi­dente de Paraguay, Santiago Peña, y también con el secre­tario ejecutivo de la Comisión Económica para América La­tina y el Caribe (Cepal), José Salazar-Xirinachs. Al día siguiente, de igual manera, tuvo un breve encuentro con el vicepresidente de la República Popular China, Han Zheng.

Por lo demás, Boluarte mantuvo encuentros oca­sionales con algunas perso­nalidades, como el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y los presidentes de Ecuador, Guillermo Lasso; Bulgaria, Mariya Gabriel, y Hungría, Katalin Novák. La mandataria sólo pudo concre­tar una reunión bilateral de alto nivel con su par chileno Gabriel Boric.

La Presidencia de la República, a través de sus redes sociales, aseguró que Boluarte se había reunido con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con quien supuestamente había abordado “temas relacionados con la cooperación entre ambos países y el apoyo que Perú recibe de su nación”. Pero esta versión palaciega era una farsa.

En la agenda de la Casa Blanca no apareció ningún encuentro bilateral entre Biden y Boluarte. El único presidente latinoamerica­no con el que Biden tuvo una cita oficial fue con el de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva. Biden sólo había acep­tado tomarse una foto con Boluarte, como lo hizo con los representantes de otros países, durante la recepción que el gobierno norteameri­cano ofreció a los asistentes a la Asamblea General en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York.

“La pobreza de la agenda fue flagrante”, asegura el in­ternacionalista Juan Velit. Para Óscar Vidarte, el ‘limita­do” relacionamiento interna­cional de la presidenta “es el resultado de la preocupación que existe en la comunidad internacional respecto de este gobierno”.

Farid Kahhat coincide con estas apreciaciones y añade otro aspecto revelador: “Nada de que Dina Boluarte dijo o hizo en Nueva York tuvo eco en la prensa internacional. Los medios más importantes destacaron los comentarios de Biden sobre Ucrania, el discurso de (Gustavo) Petro, entre otros. Pero sobre Bo­luarte, nada”, sostiene.

Lo que la presidenta sí des­pertó en Nueva York fue la ira de la gente. Las declaraciones que ofreció durante su primer discurso ante el organismo internacional -donde dijo que el 99 % de los peruanos tiene un seguro médico o que el Perú es un país que goza de estabilidad y seguridad jurídi­ca- enfurecieron a un grupo de peruanos que la esperaron en los exteriores de la sede de la ONU para manifestar su rechazo contra un gobierno que se asemeja cada vez más a una dictadura.

Posteriormente, durante su participación en el foro de inversiones de la Alianza del Pacífico, Boluarte tuvo que interrumpir su discurso cuando dos ciudadanos alzaron la voz para gritarle “Dina, asesina”, frente a un reducido grupo de empresarios de México, Colombia y Chile.

“Los peruanos en el exte­rior condenamos su gobier­no asesino”, le gritó uno de los manifestantes. Ante el asombro de los asistentes, la presidenta cogió el micró­fono y dijo: “Buenas noches, estamos escuchando una vez más una narrativa falsa que un grupo interesado desde Perú moviliza a gente paga­da para que haga este tipo de shows. Creo que la Alianza del Pacífico está por encima de esta situación”, aseguró.

Más adelante, visiblemen­te nerviosa, repitió el mismo discurso que ofreció en Pichanaqui, Junín, cuando dijo que los manifestantes se habían matado entre ellos mismos. “Soportamos casi 500 manifestaciones, todas ellas violentas, con tomas de ae­ropuerto (...) Ellos quisieron capturar cinco aeropuertos, pretendiendo asfixiar al pue­blo peruano. Incendiaron ofi­cinas del Ministerio Público, Poder Judicial y comisarías en diversas regiones (...) Toma­ron kilómetros de carretera impidiendo que los alimentos llegaran al Perú”, manifestó Boluarte, justificando con ello la represión que dejó 49 civiles muertos.

La desaprobación de Bo­luarte sobrepasa el 80 % a ni­vel nacional, según recientes encuestas. Quizás esto expli­que en parte el respaldo que la presidenta le ha dado al linchamiento político del Congreso contra la JNJ: Dina Boluarte necesita de la coali­ción que maneja las riendas del Parlamento para mante­nerse en el poder el tiempo que sea necesario.

“Creo que la situación po­lítica en el Perú tiende a agra­varse. Tiende a caminar hacia un mayor nivel de autorita­rismo, poco respeto hacia las instituciones y a la separación de poderes”, opina el inter­nacionalista Óscar Vidarte. “Si el gobierno de Boluarte creía que ya había pasado el sofocón de las protestas, nuevamente vemos otro so­focón, lo cual denota que la comunidad internacional ve con cada vez mayor preocupa­ción al régimen de Boluarte”, asegura el experto.

Para Farid Kahhat el via­je de Dina Boluarte a Nueva York no ha cambiado la mala imagen internacional del go­bierno, sino que la ha agrava­do. “Tenemos el informe de la CIDH sobre violaciones a los derechos humanos, el pro­nunciamiento sobre la división de poderes, el comunicado de ocho países, todos en la misma dirección. Los indicios està allí para quien quiera verlos”, sostiene el especialista. <>

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