SAN MIGUEL DE ILAVE
Escribe: Guillermo Vàsquez Cuentas
L |
a
veneración de los santos es práctica tradicional de la Iglesia Católica. Esta
vino al Perú y a toda América, con los invasores armados, portando esa
tradición europea e hispánica y la implantó en el “nuevo continente” durante
ese discutido proceso de la “evangelización”.
Uno
de los infaltables actos que formaban parte de la práctica “evangelizadora”
consistía en asignar, a un colectivo humano asentado en un determinado centro
urbano preexistente o recién fundado, o a una congregación, una deidad católica
(Cristo, la Virgen o algún miembro del amplio santoral) como su “Santo
Patrono”, bajo cuya advocación se desenvolvería la vida de ese pueblo, de ahí
para siempre.
Según
la creencia católica, el santo patrón es el protector de un pueblo, el cual
“intercede en nombre de este ante Dios”. Por ello, es merecedor de homenajes
que se traducen por lo general en festividades religiosas en su honor conocidas
como “fiestas patronales”, una vez al año.
En
esa tradición se inscribe la festividad en honor al Arcángel San Miguel, en
Ilave, capital de la provincia de El Collao, la misma que se reedita cada 29 de
setiembre de todos los años. Si bien tal festividad es organizada y conducida
por los representantes locales de la jerarquía católica y los creyentes
católicos, el pueblo en general participa de los festejos.
Después
de actos religiosos conocidos como “novenas” que se inician a mediados de
setiembre, en la madrugada del día 28 tiene lugar y tiempo el recurrente
“albazo” que marca un importante aspecto de la identidad ilaveña, en el que
compiten los conjuntos de sicuris que ganaron justa fama como ganadores de
varios concursos departamentales. En la tarde de ese mismo día se lleva a cabo
la Misa de Vísperas seguida de quema de castillos y juegos artificiales. El 29,
día central de la festividad, se da curso a una fastuosa misa, una
multitudinaria procesión y un desfile de danzas regionales y costumbristas que
cada día gana mayor nombradía.
San
Miguel
En
la literatura cristiana católica, San Miguel Arcángel es tradicionalmente
conocido como el “guardián de los ejércitos cristianos, como el vencedor del
maligno, del mentiroso, del Príncipe de este mundo”. Se dice que San Miguel se
enfrentó con su espada al diablo.
San
Miguel es pues –siempre desde el enfoque católico- uno de los siete arcángeles
y está entre los tres cuyos nombres aparecen en la Biblia. Los otros dos son
Gabriel y Rafael. La Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los
arcángeles y le llama “Príncipe de los espíritus celestiales”, “jefe o cabeza
de la milicia celestial”. Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran
defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en
el Nuevo Testamento.
Muy
apropiadamente, es representado en el arte como el ángel guerrero, el conquistador
de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal,
amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para
encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.
El templo
Alrededor
de 1540 los primeros misioneros dominicos, erigieron primero la Iglesia de la
Purificación de Nuestra Señora, hoy totalmente desaparecida, y luego, con Fray
Agustín de Formicedo, el templo principal de San Miguel que a lo largo del
tiempo fue cambiando su fisonomía, gracias a sucesivas refacciones y ampliaciones,
algunas de ellas sufragadas a costa de perder la mayor parte de los terrenos
que lo circundaban.
Es
muy posible que en ese año el Arcángel San Miguel fuera entronizado como
patrono del pueblo de Ilave, precisamente a instancias del religioso dominico
Fray Agustín de Formicedo, que fue quien con sacrificada dedicación dirigió la
construcción del templo llamado por eso, de San Miguel.
Como
se anota en el documento que recoge Visita de Garci Diez de San Miguel, en 1563
el Mallcu Vilcacutipa junto con los ilaveños Martín Huancacutipa, Carlos Chura
Guanaco, Cristóbal Maquera, Pablo Pilco y Carlos Alasaya, firmaron una
escritura en la que dan como obsequio al templo “ornamentos, cálices, cruces y
todas las otras cosas necesarias para la
iglesia y sacristía y también las imágenes de los altares”, además de la
donación de un terreno, para que se haga “la casa y monasterio del Señor Santo
Domingo”.
Dos
campanas que hoy lucen en su blanca torre, llevan la inscripción que atestigua
haber sido obsequiadas por el Gran Mariscal Santa Cruz, durante sus afanes por
crear la Confederación Perú-boliviana.
Hace poco se anunció la restauración integral,
interior y exterior, del templo de San Miguel. Esperamos que el proyecto
encuentre viabilidad, especialmente económica. Así podrá ser preservado una
edificación que forma parte del patrimonio cultural puneño. <>
No hay comentarios:
Publicar un comentario