CHAKANA
Y PLURINACIONALIDAD EN BOLIVIA
Itzamná Ollantay
n Bolivia,
hace unos días atrás, a raíz de la divulgación que hizo el gobierno
plurinacional de su logotipo con forma de la Chakana, sectores ejecutores del
último Golpe de Estado en Bolivia arengaron nuevamente contra las simbologías
de Abya Yala, esta vez, acusando al gobierno de Arce-Choquehuanca de sustituir,
de forma inconstitucional, el sagrado Escudo de Bolivia por la Chakana. Sí. Los
mismos que quemaron la Wiphala y masacraron a indígenas que enarbolan este
símbolo patrio, hace tan sólo meses atrás.
¿Qué es
la Chakana?
Chakana
simboliza/sintetiza la comunidad cósmica, y dentro de ella a la comunidad
humana. Es la expresión del equilibrio y comunión entre la noche y el día,
varón y mujer, finito e infinito, materia y espíritu, sol y luna… Es un código
del equilibrio y comunión en y con la totalidad cósmica.
Este código
no es exclusivo de las civilizaciones andinas. En Chichen Itzá, los mayas
dejaron incrustada una prominente Chakana (no escalonada) a unos tres metros de
altura en una de las edificaciones más grandes del lugar. Y así, chakanas se
encuentran presentes en diferentes civilizaciones del mundo, evidenciando de
este modo que este código, aunque no significa necesariamente lo mismo para
todos los pueblos, no es exclusivo de los pueblos andinos. Mucho menos es la
manifestación lítica de alguna doctrina cristiana.
¿Qué
significa el Escudo boliviano?
Es la
imitación de mal gusto de la virilidad española que los criollos intentaron
materializar en una insignia de poder repleta de fusiles con puntas de
cuchillo, cual si fuesen amenazantes falos violentos, adornados con lienzos de
tres colores (rojo, amarillo y verde). ¿Qué exactamente quisieron expresar con
esa insignia los fracasados criollos republicanos? Nadie sabe a ciencia cierta.
Dos siglos
después de la República, y luego de cinco siglos de colonialismo recargado y
continuado, sectores colonizados (creyentes republicanos) dicen sentirse
identificados con dicho Escudo boliviano, con cuyos fusiles fálicos violaron y
masacraron a sus abuelos y abuelas para someterlos. Así de dura es la realidad
de la colonialidad. Las víctimas colonizadas terminan amando y defendiendo nada
menos que el arma con el que diezmaron y aniquilaron a sus ancestros.
Esta
condición de colonizados, cual apologetas defendiendo las insignias de poder de
los colonizadores criollos, no es exclusividad, ni se agota en los sectores
bolivianos. Lo viven y sufren nichos sociales del Perú, Chile, Ecuador,
Argentina, México, Guatemala, …
¿Y la plurinacionalidad?
Lo más
ridículo de las y los detractores de la Chakana en Bolivia es que se asumen
como ciudadanos del Estado Plurinacional de Bolivia. Quizás no entendieron lo
básico de los alcances del concepto de la plurinacionalidad que necesariamente
implica la coexistencia fáctica de los diferentes
símbolos/insignias/instituciones de los pueblos/naciones que conforman dicho
Estado Plurinacional.
Después de
más de una década de la creación del Estado Plurinacional en Bolivia, y ante la
efervescencia del racismo o prepotencia criolla mestiza, se constata que el
error que cometieron las y los constituyentes de dicho Estado Plurinacional es
el no haber debatido, consensuado, el marco simbólico de la plurinacionalidad.
Crear un
Estado Plurinacional dejando casi intacto los símbolos criollos republicanos,
incluso el nombre, himno, héroes, etc., fue un error de gran magnitud para
Bolivia. Sus consecuencias lo sufren ahora.
Repensar
los símbolos patrios en los estados bicentenarios
Los
símbolos patrios, por ser insignias de poder, no son inocentes. Tienen una
carga ideológica potente prefomativa para la ciudadanía. Están diseñados para
configurar sentimientos, formar voluntades, alrededor de un proyecto político
de sus promotores.
La mas antigua de Sudamérica está en Huaral, Perú |
Este reto
de repensar y consensuar símbolos patrios también corresponde al resto de los
estados bicentenarios del Continente. Somos países pluriculturales, en muchos
casos, de manera creciente, aspiramos hacia la plurinacionalidad. En este
sentido, es urgente tomar con seriedad el debate o la disputa de la narrativa
sobre la nueva simbología que
representará a dichos estados plurinacionales en
Abaya Yala.
Dos siglos
del fracaso continuado de las repúblicas criollas, y de sus estados naciones
racistas y monoculturales, deben de motivarnos mínimamente a preguntarnos: ¿Por
qué debemos seguir cantando o marchando al ritmo de la Marsellesa francesa?
¿Por qué seguir enarbolando escudos, que aparte que no nos defendieron de nada,
fueron y son utilizados para anular nuestras aspiraciones hacia nuestra
legítima autodeterminación como pueblos? ¿Por qué seguir defendiendo como
zombis el remedo de la estética europea de antaño que se materializa en los
símbolos de la Patria de los criollos? <>
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