EL AÑO NUEVO ANDINO AMAZÓNICO
Daniel
Sirpa Tambo
en revista PUKARA N° 130, La Paz Bolivia
E |
ste 21 de junio, como desde hace algunos
años, se celebrará el llamado Año Nuevo Andino Amazónico, demostrándose así que
es posible inventarse tradiciones y hacerlas pasar como milenarias.
No es pues deseo de esta nota demostrar que
esa festividad es artificial y ficticia, pues toda persona informada sabe que
hasta la década de los años 80 nadie hablaba de ese Año Nuevo. En las ciudades
y en el campo se festejaba la noche de San Juan, como se sigue haciendo hasta
ahora.
Fueron activistas aymaras de la corriente
indianista quienes incursionaron en festejar esa fecha, ante la indiferencia de
los mismo aymaras, por no hablar del rechazo y ataque por parte de los
criollos.
Cuando en Tiwanaku esos jóvenes intentaban
re editar lo que pensaban eran ritos milenarios, se veían huérfanos de
«yatiris», de los sabios aymaras, quienes o se burlaban de su intento o
escabullían el bulto. Uno solo de ellos, Rufino Paxsi, los acompañó, dándose la
incoherencia de que eran jóvenes quienes instruían a un mayor acerca del «saber
de lo abuelos».
En realidad esos jóvenes hacían lo mismo
que hacían quienes en otras latitudes iniciaban la lucha descolonizadora en África
o el Asia: empezaban por utilizar elementos ideológicos, religiosos incluso,
para desencadenar un proceso político de liberación.
Lastimosamente, esos jóvenes se frustraron y se estancaron. Se frustraron porque el asunto se les escapó de las manos, no lograron establecer nada y abandonaron su empeño, el cual fue recuperado luego por los intereses políticos del gobierno, por las agencias de turismo e incluso por algunas denominaciones cristianas, que creen que así se «inculturizan» en el mundo aymara.
Uriel Montufar: Amanecer desde Tres Cruces, Cusco
Y se estancaron porque no supieron sacar las
enseñanzas de ese fracaso: que lo ideológico no tiene vida en sí misma, sino
que proviene y acompaña los procesos sociales. Así, en lugar de ser promotores
de formas políticas de real influencia, solo se dedicaron de más en más a la
alienación pachamamista, como otros se entregan al alcohol después de un
fracaso personal.
Es lo que le sucedió al más notable de esos
jóvenes, Germán Choque Condori, que hoy se llama Inka Choquewanka. Su innegable
capacidad fue deformada por la colonialidad boliviana, sin que él mismo se
diera cuenta. El sistema lo arrinconó cada vez más en la pura especulación
pachamámica, dándole como consuelo la libertad en algunas iniciativas, como la
Universidad India UTA que él dirigía y que el poder toleraba en la medida que
impartía enseñanza fantasiosa, hasta que, una vez el poder seguro de su fuerza,
le quitó su premio consuelo.
Esos jóvenes iniciaron esa reivindicación,
quisieron reeditar lo que creían eran prácticas antiguas porque pensaban que
con ello darían personalidad cultural a un movimiento político e iniciarían una
lucha de liberación. Sabemos que no pasó nada de eso. Pero, ¿por qué ahora es
«famoso» el Año Nuevo Andino Amazónico?
Pues simplemente porque fue
instrumentalizado por el poder. Irónicamente, esos jóvenes iniciadores querían
descolonizar con esa festividad, librarse del poder criollo y reinstaurar el
Tawantinsuyu. Lo que han provocado más bien es que el colonialismo se
consolide, que el poder criollo gobierne con legitimidad, al proclamarse
«gobierno indígena», y que la nación que destruyó al Tawantinsuyu sobreviva
todavía en su ineptitud e inoperancia.
Es sabido que el MAS instrumentalizó la
causa y simbología andina para darse legitimidad. Se aprovechó del esfuerzo de
otros, de la lucha concreta y simbólica de los indianistas y kataristas, para
sus propios intereses. En ello no tuvo empacho en desprestigiar y humillar
nuestros símbolos. Se apoderó de la wiphala para entregarla después como
negocio textil para los chinos. Se adueñó de la pachamama para darla luego a las
empresas extractivas de minerales y petróleo. Y, en fin, se adueñó del Año
Nuevo Aymara, para entregarlo después a ONGs y agencias de turismo, para que en
esa fecha llenen de alcohol e inmundicia los «lugares sagrados», apachetas y
restos arqueológicos.
Ese Año Nuevo ya ha perdido toda
significancia, pues ha sido pervertido por el opresor. Solo hay dos salidas, o
enterrarse en el mito y sucumbir en la inoperancia social del ocultismo, por
muy andino que sea, o levantarse y recuperar la energía racional y la capacidad
operativa para liberarnos. <>
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