lunes, 5 de junio de 2023

DANZAS DEL ALTIPLANO PUNEÑO

 UKUKUS

Por María Ester Nostro

También llamado Pablucha o Ukumari, el Ukuku es un personaje legendario, hijo de una mujer y un oso, que se comunica con la divinidad sin olvidar su relación con los glaciares de altura, origen del agua que da vida a las comunidades. Al sur del Cuzco, en Perú, baila sin descanso en la fiesta del Señor de Qoyllurit´i

-“¿Qué es la fiesta del Señor de Qoyllurit´i?”, preguntamos.

La pregunta está dirigida al artista plástico Miguel Araoz Cartagena, autor de los cuadros que, en el Museo del Qorincancha, en Cuzco, ilustran la concepción inka de la Vía Láctea y de los ceques o líneas que unían imaginariamente los santuarios del Tawantinsuyu. Además, vestido con su traje de Ukuku, baila durante cuatro días en la fiesta del Señor de Qoyllurit´i, para, finalmente, amanecer de rodillas ante Tayta Inti en la ceremonia de Inti Alabado, a más de 5.000 m de altura.

“Es un espacio muy fuerte donde la fe se vive intensamente y en distintas manifestaciones”, responde el entrevistado, tratando de sintetizar la experiencia, de la que participan cerca de cien mil peregrinos en el valle de Sinaqara, al pie del glaciar Qolquepunku, a 4.600 m de altura.

Días antes de Corpus Christi, con la luna llena, los peregrinos y comparsas de bailarines con coloridos trajes según sus comunidades de origen, bajan de sus vehículos en la ruta asfaltada y comienzan un ascenso pausado y festivo, con escalas en adoratorios (cruces) y apachetas (túmulos de piedras), hasta llegar al santuario del Señor de Qoyllurit´i a 8 km de distancia.

Dice la tradición indígena el sitio fue un observatorio astronómico inkaico y lugar de rituales cuando la reaparición de las Pléyades en el cielo marcaba el retorno, luego del solsticio de invierno, de los tiempos de producción y abundancia.

La tradición cristiana, en cambio, habla dela revelación, en el siglo XVIII, del niño Jesús a un pastorcito llamado Mariano Maita. Cuando el obispo de Cuzco quiso verificar el hecho, Jesús, con el nombre de Manuel, lo recibió en la nieve vestido de blanco y rodeado de una luz brillante para luego, cuando el prelado pretendió tocarlo, transformarse en un arbusto típico de la zona, el tayanka, con un Cristo crucificado pendiendo de su tronco. Actualmente se venera una réplica de esta cruz en el pueblo de Tayancaniy es traída cada año hasta Qoyllurit´i para, luego de la fiesta, ser devuelta a su santuario en lo más arduo del peregrinaje.

Tras su muerte súbita, Mariano fue enterrado bajo la roca donde su amigo Manuel apareció por última vez. La devoción por el sitio motivó la construcción de una capilla alrededor de la piedra, donde se pintó la imagen de Cristo crucificado.Es el santuario del Señor de Qoyllurit´i.

En quechua, Qoyllur significa estrella, y Rit´i nieve. Y la misión última de los Ukukus, dice la creencia, es encontrar la mítica Estrella de las Nieves, enterrada en el corazón de la montaña, a 6.362 metros de altura.

-“¿Quiénes son los ukukus?

-“Tradicionalmente, en Qoyllurit´i se reúnen dos “naciones” indígenas, una de Paucartambo, quechua, y la otra de Quispicanchi, aymara. Traen cientos de comunidades con comparsas de bailarines con sus atuendos y danzas distintivas. Están los Chunchus, de la selva amazónica; los QhapaqQolla, aymaras con máscaras y pieles de llama; los Machula, jorobados, con abrigo largo y bastón. Y también los Ukukus o Pabluchas…”




En la leyenda, el ukuku, único oso existente en Sudamérica, se une a una mujer que da a luz un ser de fuerza extraordinaria, quien, luego de mucho sufrimiento, se relaciona con la divinidad y recibe el encargo de, anualmente, traer a su comunidad un bloque de hielo glaciar para asegurar los cultivos, la supervivencia de la gente y la sanación de los enfermos. Durante la fiesta de Qoyllurit´i, los Ukukus lucen máscaras tejidas, casi siempre blancas, trajes con flecos de lana, simulando la piel del oso, y largos látigos cruzando el pecho. Hablan con voz aflautada, bailan alegremente,ayudan a mantener el orden y asistir a los peregrinos.

-“¿Cuál es el rol de los Ukukus?”

-“El de bailarín. Se sale de la comunidad bailando y se sube de igual forma, bailándole a la montaña, a los apus (espíritus protectores), en el saludo a las cruces, a las apachetas y al señor de Qoyllurit´i en el santuario. Mientras subes diría que no es bailar, es caminar con una música que replica el latido del corazón. Es un ritmo natural que facilita la marcha. En la danza se hace más intenso, especialmente en algunas las de peleas rituales con látigos… Antes teníamos la total responsabilidad de mantener el orden, especialmente en lo referido al alcohol, que está prohibido, o de traer bloques de hielo del glaciar, lo que ya se hace menos a causa del calentamiento global…”

-“¿Entonces con el baile termina la participación en la fiesta?”

-“No, el baile es solo la forma en que se realiza la misión, que no termina el segundo día cuando la mayoría de los peregrinos regresa a sus comunidades. Al día siguiente se llevan cruces a diferentes apus bajo la responsabilidad de cada una de las “naciones” peregrinas y se las baja a medianoche, por la nieve, en una procesión a la luz de las velas. En la mañana, y luego de la misa de bendición, las comparsas se salen a la parte más difícil del ritual”

-“¿De qué se trata?”

-“De caminar 24 horas por la alta montaña, siempre bailando, para devolver al Señor de Tayancani y a la virgen Dolorosa a su santuario, en el poblado de Tayancani”.

Esta procesión sale de Qoyllurit´i a mediodía para llegar a la comunidad de Yana Cancha al son de los pututus. La imagen del Señor de Tayancani, es llevada de manera muy respetuosa y ritual, especialmente cuando los Ukukus y sus compañeros danzantes se organizan en dos columnas enfrentadas, cada una en la falda de una loma, y avanzan entrecruzándose a la carrera en la hondonada que los separa para trepar en la loma opuesta y volver a bajar entrecruzándose nuevamente hasta llegar al poblado.

- Es como una trenza de ADN en movimiento”.Con la salida de la luna se reinicia el viaje en su etapa más riesgosa. A pesar de que el frío es muy intenso y el oxígeno escasea, el principal peligro es la “presencia” de los “kukuchis”, almas condenadas que vagan por las nieves con aspecto de monjes que asustan y dañan a los peregrinos. Pero los Ukukus no solo deben ayudar aahuyentar a estos seres maléficos, sino a sobrellevar el agotamiento en medio de la noche y el viento helado que reina en las alturas.

Tras horas en el sendero, los caminantes llegan al punto más alto y solitario, el Intilloqsina, y para cuando el cielo comienza a clarear, alrededor de las 6, Ukukus y danzarines forman una hilera de más de un kilómetro de largo, en el borde de la montaña, esperando el amanecer.

Al despuntar el sol tras la montaña y a medida que sus rayos van tocando, uno a uno, a los peregrinos, éstos van cayendo de rodillas, en adoración… Es la ceremonia de Inti Alabado, la culminación de la peregrinación y el momento en que el Señor de Qoyllurit´i, y Tayta Inti se hacen uno



_____________________

Fuentes: Entrevista personal a Miguel Araoz Cartagena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario