REFLEXIÓN POLÍTICA
Escribe: Milciades Ruiz
En
momentos en que nos aflige una situación adversa, la meditación, puede ser de
gran ayuda. Después de desactivarse el movimiento popular de protesta sin
lograr éxito político, ha quedado una sensación de fracaso propio y ajeno. Todo
tiene una explicación y cada cual tiene la suya. El debate da para mucho, pero
aprovecho este trance, para apelar a la reflexión.
En la
concepción materialista, no hay nada que no sea producto procesal. Todo se
mueve en conexiones múltiples infinitas. Esto, que suena tan sencillo e
indiscutible, no lo es en el debate político. A la hora de interpretar los
hechos, cada cual lo hace de distinta manera, sin reparar en los principios
universales. Es aquí, donde ronda el peligro que puede conducir al desastre.
El debate
entre conocedores es distinto al debate entre desinformados, como lo es, entre
estudiosos de las grandes ciudades y entre neófitos de pueblos marginados. En
una reunión podría primar lo teórico sobre la experiencia práctica o, ser una
combinación de ambos. La proporción de los planteamientos positivos y negativos
es determinante para la productividad política. Hay debates fructíferos como
también estériles, que conducen al vacío.
El Congreso
de la República, gobierna el país emitiendo leyes. Pero su solvencia
gubernativa, es reflejo de la calidad de los parlamentarios en el debate
legislativo, los mismos que, son forjados en los debates de los partidos
políticos. Entonces, cuando detestamos al Parlamento, por su mala gestión, lo
estamos haciendo en el fondo, contra nuestros partidos allí representados.
Repudiamos lo que hemos elegido.
Si seguimos
las huellas en retrospectiva, vamos a encontrar las causas del deterioro de los
partidos políticos, en muchos aspectos e insumos procesales. Si el debate
doctrinario está sepultado por el debate especulativo, es porque el proceso de
deterioro arroja ese resultado. Creer que la calidad del parlamento se arregla
con nuevas elecciones, solo confirma precisamente nuestra distorsionada
concepción.
La falta de
fundamento en la interpretación de los hechos ocurre cuando el sentimiento
nubla el pensamiento racional. Nos dejamos llevar por la emotividad impidiendo
la reflexión. Así, tenemos una gran variedad de interpretaciones, según la
concepción de los problemas, intereses, e intenciones de los dialogantes.
La gente
piensa y actúa, según los conocimientos que maneja. En lo individual, como en
lo colectivo, hacemos interpretaciones correctas, erróneas, realistas,
especulativas, objetivas, subjetivas, profundas, superficiales, parciales,
integrales, esclarecedoras, tramposas, etc. De ello, depende nuestra postura
política y, la línea ideológica que imprimimos a nuestra organización.
Sucede que,
en la toma de decisiones grupales, lo que prima no siempre es la interpretación
correcta. Cualquiera de las variantes interpretativas mencionadas puede
predominar y ese es el riesgo. Mientras todo quede en simple discrepancia democrática
no habrá mucho riesgo. Pero si ello implica pasar a la acción, entonces el
riesgo será mayor. Muchos proyectos políticos terminan en fracaso cuando se
parte de conclusiones insensatas.
La
reflexión, es el visado contra posibles errores. Con mayor razón si la acción a
emprender es de gran alcance. Cuando el colectivo es de baja capacidad
ideológica, corre el riesgo de ser manipulado por influencias extrañas que
explotan la falta de claridad política de la agrupación. La intolerancia,
cierra las puertas a la reflexión y su predominio puede conducir a la tiranía
ideológica y terrorismo.
Por lo que
he vivido en el Perú profundo, los campesinos no discuten lo que no saben, ni
van más allá de su ámbito. En la defensa del agua están todos unidos, porque es
algo concreto que conocen bien, pues es vital para sus existencias. En mi
tiempo y espacio campesino, jamás se nos hubiera ocurrido dejar nuestras
labores agrícolas, para ir a tomar aeropuertos de manera violenta. ¿Con qué
objetico?
No
obstante, hemos tenido que lamentar la muerte de decenas de jóvenes
irreflexivos sin madurez política, durante el movimiento popular de protesta en
el verano pasado. Tanto sacrificio, para no lograr nada concreto, resulta
desalentador. Todavía hay quienes siguen defendiendo lo indefendible de un
gobierno deshonesto y torpe, como si fuese culpa de la derecha. La fobia ya
resulta patológica.
La
experiencia de este proceso es aleccionadora, y debería ser valorada en sus
resultados, y diversos aspectos. Los juicios serán diversos, por las razones
antes dichas, pero aquí también necesitamos la eficiencia en las conclusiones,
para mejorar nuestro desempeño, evitando insensateces. Lo importante no es
“llorar sobre leche derramada”, sino aprender de nuestra experiencia para
impulsar nuestro caminar.
Se ha
derramado mucha bilis y queda todavía mucha emotividad. Pero es parte del
proceso histórico que nos ha tocado vivir. Es en esta visión, que tenemos que
proyectarnos, teniendo en cuenta las condiciones del proceso histórico mundial
y nacional, pues ellas determinan las situaciones, económicas, sociales y
políticas en que nos encontramos.
Podemos
proponernos muchos planes teóricos, pero si no hay las condiciones necesarias
para lo ello, sería estar desubicados. No llueve en invierno, ni las auroras
son nocturnas, aunque invoquemos divinidades. Lo que sí podemos hacer es, aprovechar
las condiciones favorables que se presenten, para avanzar lo más que se pueda
en nuestro rumbo, mientras lo permitan las condiciones contextuales.
De allí la
necesidad de contar con conductores sociales con habilidades estratégicas. Sin
dirección organizada la lucha es ciega. Despotricar y azuzar es propio de
agitadores, pero no de conductores. Si se confunden los roles, habrá desastre.
Los primeros pueden generar condiciones subjetivas, pero son las condiciones
materiales u objetivas, las que definen la factibilidad de nuestros propósitos.
Hace más
medio siglo que las agrupaciones de izquierda vienen intentando la unidad
orgánica de todas sus vertientes, sin lograr este anhelo. Es que las
condiciones no han sido propicias y por más que insistamos, ello no será
posible en la medida que subsistan dichas condiciones. La aglutinación política
proviene de la identificación popular con los ideales que propugna la
agrupación y, de la credibilidad que genera el comportamiento político
directriz.
En el actual escenario político, la correlación de fuerzas entre partidos gobernantes, es de 8 derechistas contra dos de izquierda en proceso de deterioro, siendo FP la bancada más numerosa. Esta es la predominancia objetiva, aunque no la aceptemos. En la perspectiva, hay 18 partidos políticos en condiciones de competir en próximas elecciones, pero solo dos son de izquierda, que han perdido credibilidad.
En estas condiciones, plantear iniciativas legislativas sin considerar la correlación de fuerzas es golpearse contra la pared. Tampoco tiene factibilidad para lo que deseamos, propugnar una asamblea constituyente en una correlación de fuerzas adversas. Una nueva constitución será el reflejo de esta predominancia en la correlación de fuerzas y eso, no es lo que queremos.Solo
contando con una mayoría de votos es que otros países han logrado aprobar una
constitución acorde con los ideales populares. En nuestro caso, si esa
predominancia, está determinada por las condiciones del régimen político, es a
este, al que hay que apuntar, para eliminar los obstáculos de acceso popular.
Aceptar como democracia lo que no es, y someterse al fraude, solo nos hace
cómplices de una injusticia social.
La
propiedad universal de la predominancia en los procesos, en los sucesos, en los
acontecimientos, en los sentimientos, etc., define el carácter de los mismos.
Vemos la preponderancia de color en el mar, en los bosques, pero no la
preponderancia de fuerzas en el escenario político.
Las
jornadas de protesta popular han demostrado que hay condiciones para la
preponderancia popular a nivel local. Las autoridades políticas locales
deberían ser reflejo de esa predominancia popular. Sobre esto, se debería
trabajar en una primera etapa, a fin de que el estado reconozca el derecho de
democracia directa.
Corolario:
Para cambiar la situación política que afrontamos tendremos que ganar
preponderancia a costa de reducir la que tienen nuestros adversarios. Generar
consciencia de esta disyuntiva es crucial para forjar la preponderancia
popular.
Abril
20-2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario