César
Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 619, 20ENE23
L |
a señora sale a las 9 y pico de la noche y tiene
cara de triunfadora, voz reinante, ínfulas regias. Le habla al país y parece
que le hablara a alguna república alpina y feliz.
La señora cree que ha ganado. Otárola, que la modeló
a semejanza de Keiko, la ha convencido de que esta vez Lima no cayó -como con
los chilenos, como con los 4 Suyos- y que el gobierno tiene larga vida.
Gran error, señora. Esto va a seguir. Hay gente tan
terca como usted y que está empeñada en sacarla de escena.
No hay victoria, estimada señora. Lima fue tomada
por la policía y el respaldo de los tanques del ejército hizo lo suyo. Hubo más
policías que manifestantes y el resultado fue el previsible.
Pero lo que usted necesitaba era un triunfo
político, un éxito del diálogo.
Ganaron las bombas lacrimógenas, las piedras de los
manifestantes, la paciencia calculada de la policía. Pero usted requería que
ganara un puente, el comienzo de un consenso, la vocación de un reencuentro.
El país necesita un gobierno que no apague
incendios con gasóleo. Y usted tiene a un primer ministro pirómano que supone
que el fuego purifica y quizá que la violencia esclarece.
No fue un triunfo, señora presidenta. Fue un homenaje
a Pirro. Ha elegido usted el camino más áspero. Y parece convencida de que el
poder es no ceder y que la arrogancia es buena consejera.
Muy pronto se arrepentirá. Cuando eso suceda me
encantaría saber dónde se va a esconder el señor que la empuja al abismo. No
había visto a nadie construir su próxima soledad con tanta eficiencia. En esa
faena suicida es usted todo un personaje. ▒▒
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