ESTADO MAFIOSO
INTENTA DICTADURA TOTALITARIA
Carlos Angulo Rivas
¡Peruanos despertad! No puede haber reactivación económica
sin cambio de Constitución. No puede haber Estado de Derecho sin eliminación de
la corrupción. No puede haber democracia sin libertades públicas, participación
popular y consulta ciudadana. No puede haber gobernabilidad sin separación y
equilibrio de poderes. No puede haber periodismo creíble y verdadero si se
acepta el libertinaje de los medios de comunicación mercenarios. No puede haber
justicia auténtica mediante el prevaricato de jueces y fiscales obedientes a
los grupos de poder y a partidos políticos corruptos. No puede haber ley cuando
ésta es manipulada por un Congreso de comisarios político-patronales defensores
de intereses particulares, nunca los de la nación. No puede haber equidad,
empleo pleno, eliminación de las enormes desigualdades y de la pobreza extrema,
sin cambiar el fracasado sistema económico neoliberal del libre mercado y la
globalización. No puede haber soberanía nacional sin una política exterior
independiente en correspondencia a la autodeterminación de los pueblos. Estas
sentencias verídicas del día a día pertenecen, lamentablemente, al Perú y están
presentes en el padecimiento ciudadano; ellas son las que definen nuestro
estado fallido, triste decirlo, al constatar un país ingobernable,
impresentable, caótico, descontento y depresivo.
De acuerdo a las características descritas, muy graves en sí
mismas, el Perú vive una etapa adicional del Estado Mafioso construido por
Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, fortalecido por Toledo, García,
Humala, Kuczynski, Vizcarra y Sagasti, con la finalidad de usufructuar de él en
medio de la corrupción endémica existente y el floreciente narco-tráfico. Los
tentáculos de la corrupción llegan a casi toda la administración pública y sus
instituciones, siendo escasos los funcionarios que escapan a las mafias
intocadas y presentes dejadas por el fujimorismo y los gobiernos subsiguientes.
¿Pero es ese Estado Mafioso el que maneja el país? Evidentemente NO. El país
está manejado desde más arriba por los monopolios y los oligopolios
empresariales, la CONFIEP y el intervencionismo de los Estados Unidos, quienes,
en consonancia con las mafias, los medios de comunicación mercenarios, se
enriquecen todos en detrimento de la mayoría ciudadana. Ni los políticos ni los
magistrados ni los presidentes ni los congresistas, son los mandantes, ellos
reciben órdenes pertinentes mientras son alimentados por dinero sucio,
“comisiones” y prebendas según los casos. Se ha establecido de esta forma la
prepotencia, la arbitrariedad, la sinrazón y abuso del Derecho en el país. Por
esa razón se defiende con uñas y dientes la espuria Constitución 1993, puesto
que el fujimorismo aliado al Apra y a los partidos de derecha subsiste como
fuerza invencible en el Poder Legislativo, Judicial, Ministerio Público,
Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, Contraloría, etc. A este
inmoral orden establecido auspiciado por los políticos tradicionales y los
medios de comunicación masiva, lo llaman con descaro increíble democracia y
estado de derecho, cuando en verdad se trata de una dictadura totalitaria de la
clase dominante y sus comisarios políticos instalados en el Estado Mafioso. Por
ejemplo, la renuncia-destitución de Kuczynski, el referéndum y cierre del
Congreso realizados por Martín Vizcarra significaron el quiebre momentáneo de
la hegemonía aprofujimorista que desde su poder en el Estado Mafioso cobró
revancha al año siguiente defenestrando a Vizcarra.
El triunfo de la izquierda con Perú Libre y los sectores
medios contra Keiko Fujimori demostró el hartazgo de la ciudadanía con el
sistema de gobierno y la MAFIA; entonces, se votó por el cambio de sistema
económico, político y social, por el cambio de Constitución y la indispensable
transformación del país; sin embargo, apenas instalado Pedro Castillo en
Palacio de Gobierno, se inició una irresponsable campaña de demolición,
irracional y calumniosa, por parte del Congreso y los medios de comunicación
contra Castillo, no se olvide que de Agosto a Diciembre 2021 hubo dos intentos
de vacancia presidencial. A partir de estos nefastos acontecimientos se ha
establecido una mayoría dictatorial corrupta en el Congreso, auspiciada por
María del Carmen Alva y congresistas que actúan atrincherados para asaltar el
Poder Ejecutivo bajo la consigna deshacerse de los cargos elegidos por la
mayoría ciudadana el Presidente Pedro Castillo y la vice-presidente Dina
Boluarte, La finalidad GOLPISTA es establecer una dictadura totalitaria del
Estado Mafioso desde el Congreso. Además, sabiendo que este poder del estado
(Congreso) tiene un apoyo popular nulo en tanto sólo uno de cada diez peruanos
lo aprueba. Ninguno de los ex mandatarios post Fujimori movió un solo cabello
para desmantelar el vicio de la corrupción estructural en el Estado. El mandato
de la clase dominante sobre la frondosa Mafia en los poderes Ejecutivo,
Legislativo, Judicial y en los múltiples organismos derivados: Ministerio
Público, Tribunal Constitucional, Contraloría General, Defensoría del Pueblo,
BCR, es absoluto lo cual impide gobernar el país de manera democrática, con
visión de futuro y de bienestar general. En esa concepción catastrófica
establecida por la Constitución 1993, el Congreso es el peor nido de gente
impresentable: corruptos comprobados, golpistas ambiciosos, racistas y fascistas,
dirigidos en la actualidad por la jefe del crimen organizado en el Perú, Keiko
Fujimori y compinches bajo el asesoramiento del inmoral, siniestro y perverso
Vladimiro Montesinos.
Pedro Castillo ha ganado el gobierno gracias a Perú Libre,
no porque sea un líder indiscutible o un estadista reconocido. La segunda
vuelta fue ganada por la confluencia de toda la izquierda nacional, los
sectores populares y medios, que apostaron por la transformación del país en
una gesta unitaria propia de la lucha política contra los partidos
tradicionales de la derecha y el nefasto fujimorismo. Sin embargo, Castillo ha
resultado, en este primer año de gobierno, una frustración debido a su ambigüedad
permanente, sus dudosas amistades, su falta de carácter y la sucesión de
torpezas. Castillo por cobardía y miedo a los fantasmas de la inseguridad en el
cargo ha cedido frente a la arremetida furiosa del Congreso y los medios de
comunicación que nunca lo aceptaron como presidente; y en vez de defender la
autonomía de la jefatura del Estado con pundonor y coraje prefiere el camino
sinuoso de la conciliación, imposible con una jauría de enemigos de clase capaz
de hundirlo sin misericordia. Con esa actitud desconcertante en un dirigente
sindical, en un luchador social, mantiene un descontento popular congelado
porque todavía se espera una reacción definida y contundente. La derecha ha
tomado ventaja y sabe lo que hace construyendo una dictadura totalitaria
perfecta ajustada a “Derecho” valiéndose del número de votos en el Congreso no
en la razón ni en la legalidad constitucional y jurídica. A pesar del total
desprestigio, cosa que le interesa un comino, el Congreso está avasallando al
Perú con leyes inconstitucionales, captura de organismos claves y todavía
pretende darnos una nueva Constitución sin participación de la ciudadanía.
Proponer la reelección de congresistas y una cámara de senadores, rechazadas
por el noventa por ciento de la población en el referéndum de diciembre 2018, y
cambiar 53 artículos de la Constitución, significa atribuirse funciones para
las cuales el poder constituido, no constituyente, NO ESTÁ FACULTADO.
Se acusa al presidente Pedro Castillo y a la vice presidente
Dina Boluarte de infracciones a la Constitución por legalismos absurdos y
ridículos, traídos de los cabellos, cuando el Congreso está cometiendo de
manera totalitaria y arbitraria la más grande de las infracciones
constitucionales: el cambio de la Constitución para el que no está facultado.
Espectáculo grotesco que no puede pasarse por alto. Todas estas irregularidades
de corte dictatorial son permitidas por un Poder Ejecutivo débil y pacato,
donde Pedro Castillo, sus ministros y asesores, son directos responsables del
desbarajuste creado en el país por el Congreso libre de hacer lo que le venga
en gana. La pregunta es ¿hasta cuándo Castillo no se respaldará en la
reconstrucción de la unidad de izquierda desde el pueblo que lo llevó al
gobierno y cumple con las propuestas del Plan Bicentenario? Perú Libre lo ha
expulsado de sus filas por su labor de zapa contra la unidad de la bancada de
37 representantes y querer tener un partido propio de corte caudillista siendo
militante del partido, por incumplimiento del Plan Bicentenario, por no
impulsar la Asamblea Constituyente y por seguir los lineamientos económicos
neoliberales rechazados por el voto popular mayoritario contra el continuismo. Pedro
Castillo formalmente es presidente de 33 millones de peruanos, pero su mayor
compromiso es con la mayoría que votó por él por el CAMBIO, no con quienes lo
rechazan, lo humillan y son sus enemigos declarados. Hace tres meses escribí un
artículo respecto a que Pedro Castillo sigue una Hoja de Ruta sin firma, es
decir un acuerdo subterráneo con los grupos de poder y la derecha para
sostenerse en el gobierno, no creo haberme equivocado. <:>
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