Escribe: Milciades Ruiz
Con motivo de promover la recuperación económica ante los
estragos de la pandemia, se puso en marcha el programa “Reactiva Perú”, subsidiando
tasas de financiamiento. Se beneficiaron, los consorcios latifundistas de la
agroexportación (con capitales extranjeros) los cuales recibieron US$ 2.99
Millones c/u, como ayuda estatal. Tal fue el caso de Corporación Danper S.A.C.
que posee 20,000 has y exportó el 2021 por valor de US$
225’355.000. (fuente: América Economía Intelligence)
También el Grupo Virú SA que posee miles de hectáreas en
Chavimochic, Majes Siguas y Chira en Piura y exportó el año pasado por valor de
US$ 227.839.000. Así mismo, el Complejo Agroindustrial Beta S.A., con 6,000
hectáreas y exportó por valor de US$ 207’307.000. Como también, la
agroexportadora El Pedregal con 5,290 has., que recibió de Reactiva Perú: 2.99
MM US $. La lista es larga y no digo que esté mal, si la reactivación lo
justifica, pero comparado con lo otorgado al campesinado, la diferencia es una
pícara burla.
Para el campesinado se asignó solo un fondo de 2,000
millones de soles (no dólares) denominado FAE- AGRO, destinado a otorgar
créditos subsidiados a través de intermediarios financieros comisionistas. Pero
este programa era para la recuperación empresarial del sector agrario y con
requisitos de formalidad, sabiendo que la pequeña agricultura familiar es
fundamentalmente informal, pues el 95% de agricultores peruanos no son
empresarios.
Como era de esperarse, el programa fue un fracaso. Los
beneficiarios fueron los intermediarios financieros que usaron esos fondos
subsidiados, mientras que, el campesinado no pudo cumplir los requisitos. Era
como repetir la picardía fujimorista de exonerar de aranceles a la importación
de tractores que hagan las comunidades campesinas, sabiendo que no cuentan con
el dinero para eso.
Pero también podría considerarse una picardía, la II Reforma
Agraria, lanzada espectacularmente desde el Cusco, el 3 de octubre pasado, día
de la insurgencia del gobierno de Velasco. Se hizo esto, sin tener presupuesto
ni ley que la ampare. No para hacer una reforma, sino para mantener el
latifundismo neoliberal. ¿Traficar con el cartelón para crear falsos espíritus,
no es una picardía?
Ante la situación angustiosa de la economía agraria, los
gremios campesinos solicitaron declarar el agro en emergencia. Para calmarlos,
el 20 de marzo pasado, el gobierno declaró en emergencia el sector agrario por
120 días, en razón de que estaba destrozado por la pandemia del COVID-19 y, los
precios elevados de los insumos productivos. Pero era una picardía porque
tampoco tenía presupuesto que respalde la medida.
En los próximos días se cumplirá el plazo previsto para
solucionar la emergencia, sin haber empezado todavía a socorrer a los
damnificados. La campaña agrícola ya terminó y, tal emergencia, resultó siendo
un fiasco. Aunque se ha prorrogado el plazo hasta fin de año, sigue sin
presupuesto. El agro sigue en situación crítica, pero el auxilio no llega.
Emergencia es la atención INMEDIATA ante una desgracia
imprevista. Terremoto, incendio, peligro de muerte, etc., como el servicio de
emergencia hospitalaria. Pero en este caso, todo quedó en el papel y los agricultores
no ha sido auxiliados en su desgracia económica. En mayo pasado, mediante
decreto de urgencia, el gobierno aprobó c0mprar 70 mil toneladas de urea por
valor de S/. 348’887,735 y el plazo vence el 15 de agosto, sin que hasta ahora
se haya efectuado esa compra.
Francamente, esto hace recordar la reunión animal en la que
había mucha sed, y designaron a la tortuga que estaba bajo la mesa, para que
vaya por gaseosas. Pasaba el tiempo y nada, por lo que empezaron a despotricar
contra ella por la demora, a tal punto que se escuchó una voz de protesta: ¡Si
siguen hablando mal de mí, ¡no voy ah!
Bromas aparte. El asunto es que ya la compra estatal de
fertilizantes ha perdido oportunidad y justificación. Era para la campaña
2021/2022, que ya está finalizando. Entonces se dice que será para la próxima
campaña. Pero la crisis de abastecimiento y precios ya está pasando. El clima
tampoco espera las deficiencias de gobierno. Si los fertilizantes no llegan con
las primeras lluvias, ya será extemporáneas para algunos cultivos.
Mientras tanto, los proveedores particulares de fertilizantes, que conocen el mercado, ya están cubriendo el stock oportunamente. Ya no hay desabastecimiento y los precios tienden a bajar en el mercado internacional. Ya se han importado más de 100 mil toneladas en el primer semestre y a la fecha, el abastecimiento está asegurado. Ver los siguientes cuadros ilustrativos.
Pero entonces, si todo este escenario se montó aduciendo la seguridad alimentaria del año en curso. Ahora la seguridad alimentaria tendrá que esperar la próxima campaña agrícola cuyas primeras cosecha serán al inicio del 2023. Pero seguramente, el discurso presidencial de fiestas patrias nos encandilará con la magia de “no más pobres en un país rico”.
Ante esta situación, sería vano pedir ayuda al asesor
presidencial, Daniel Salaverry, ex fujimorista, ex aprista y de derecha.
Tenemos que forjar poder popular, con capacidad de hacer prevalecer sus
demandas. No más ofrecimientos pícaros, que no se cumplen. Los parias no tienen
derecho a recibir gratificaciones como los congresistas y nada tienen que
celebrar, de una fecha infausta, en que perdieron para siempre su patria
originaria.
Para conseguir derechos, hay que luchar. Insistir e insistir
hasta acabar con tanta injusticia. No hay nada fácil para los parias andinos.
Julio 26, 2022
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