JOSÉ ANTONIO ENCINAS Y EL MAESTRO*
Escribe: René Víctor Calsín Anco
A |
cerca del maestro contamos con atinados y autorizados
enjuiciamientos de José Antonio Encinas, en cuanto al perfil que debe poseer,
la formación que le corresponde, la labor que le toca desempeñar, la libertad
en que le incumbe actuar, la posición política que debe asumir, el rol
protagónico en la transformación social del país, la carrera magisterial, y la
conversión de esta función en un apostolado y en un liderazgo.
PERFIL.- En opinión de Encinas el título de profesor debe
conferirse a quienes cumplan con requisitos ineludibles, decía: “en el período
del postulado el futuro maestro aprenderá a connaturalizarse con la vida
inquieta del niño, a poner a prueba su paciencia, serenidad, equilibrio
espiritual, flexibilidad mental. Si en el curso de ese período no tiene
condiciones para vivir la vida de los niños, no debería otorgársele el diploma
de maestro por muchos que fueran sus conocimientos teóricos”. En cuanto a los
maestros en ejercicio, hacía la siguiente objeción: “Todo maestro petulante,
hosco, mandón, engreído, colérico no puede profesar, menos estar junto a los
niños, quienes necesitan para aprender serenidad y equilibrio espirituales”.
En varias apreciaciones de Encinas se percibe el perfil del
maestro, como en estas: “la nobilísima misión de educar… requiere vocación
manifiesta, preparación científica y gran experiencia”; “Sólo quien posea un
espíritu dúctil, flexible, tranquilo frente a los más difíciles problemas de la
vida escolar, puede dirigir la educación del niño”; “Hoy la ciencia de la
educación sólo está al alcance de sujetos de una superior cultura, de un
espíritu selecto capaz de comprender la vida inquieta de los niños”; “el
maestro tanto como gestor social, cuanto como director de la conciencia
infantil, debe poseer la máxima cultura sobre la materia, y demostrar un gran
espíritu de sacrificio y lealtad a los ideales que la Escuela persigue”.
FORMACIÓN.- Son elocuentes las siguientes observaciones de
Encinas: “Gentes sin escrúpulo han convertido la misión de preparar maestros en
una fuente de explotación con menoscabo de los intereses de la colectividad”;
“hasta hoy, se ha preparado al ‘preceptor’, al clásico maestro de escuela, mas
no al educador”; “Nada hay de más peligro que entregar la vida de los hijos a
manos mercenarias, a gentes profanas e ignorantes en la misión de educar”.
Para Encinas era indispensable una formación permanente del
maestro en su especialidad, en asuntos pedagógicos y, sobre todo, en materia
psicológica. Expresaba: Debemos “exigir de los maestros más capacidad
espiritual que mental, es decir, mejor preparación y conocimiento del niño, y,
subsidiariamente, dominio de las materias por enseñar”; “Cinco años no serían
suficientes para dar conocer, elementalmente, el complicado mecanismo del
espíritu del niño. Sin este conocimiento todo propósito de formar maestros es
no sólo pueril, sino dañoso”; “Un maestro… debe ser un educador, o sea, una
persona capacitada por experiencia y por estudios continuos”.
LABOR.- Algunos reparos de Encinas, son: “Enseñar por
enseñar, por cumplir una obligación reglamentaria, es lo más falso en materia
de educación”; “La charlatanería en materia de educación es mil veces más
dañosa que en materia de medicina”.
Al fondo : antigua casa de los Encinas en Puno |
LIBERTAD.- La restricción de la libertad atenta la misión de
los maestros. Encinas advertía: “Incurren en un gravísimo error y en una manifiesta
responsabilidad quienes pretenden educar al pueblo en medio de un silencio de
cementerio”; “No se concibe un educador amordazado, sujeto a la coyunda”;
“Cuando [el maestro] no tiene libertad necesaria para dar impulso a los nuevos
ideales educativos que están en pugna con todo régimen de tiranía o con todo
monopolio de la conciencia, su labor es ímproba”.
Encinas exigía plena libertad para el docente, enfáticamente
señalaba: “Los maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido
nuestra conciencia, no hemos hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido
nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa
sólo el pago de nuestros servicios técnicos, pero no el pago de un silencio y
de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe ‘callar,
obedecer y trabajar’, están en un error, y cometen un acto de injusticia y de
insulto a la dignidad humana… El maestro debe tener libertad de opinar, porque
ante todo es un mentor social”; “Si la Escuela es un laboratorio donde se
analiza la conciencia humana; si lleva una fuerza ideológica, si es un jalón en
el camino del progreso espiritual del hombre, necesita de la máxima libertad
tanto política como académica”.
POLÍTICA.- Al maestro se suele soslayar de la vida política.
Según Encinas: “Pretender que la Escuela viva al margen de la política y
prohibir que el maestro sea un político, es quitar a la Escuela el impulso
ideológico y todo valor social”; “Privar a la Universidad de contenido
político, impedir que filosofe con libertad acerca de los intereses de la
Nación, constituye el más grande error cometido en la educación de la juventud.
Ese silencio aniquila la función de pensar e inhibe cualquier propósito”.
Para Encinas: “La Escuela, en virtud de un acto
esencialmente político, debe ir hacia el pueblo, confundirse con sus
necesidades y con sus aspiraciones. Si la Escuela se dedica simplemente a
enseñar a leer o escribir, desempeña una función meramente administrativa; pero
si la Escuela interviene como elemento de primer orden en la vida social del
pueblo, dejando escuchar su voz, modificando la vida en determinado sentido,
teniendo derecho a intervenir en ciertas actividades que beneficien y
garanticen el bien común, entonces la Escuela es un centro de agitación social
y por consiguiente un elemento político”.
CAMBIO SOCIAL.- Encinas consideraba que una abrumadora
mayoría de “Los maestros siguen la ruta trazada por un conservadorismo
enervante”; “la Escuela dirigida por un elemento burocrático al amparo de las
fuerzas conservadoras significa un positivo daño para los intereses de la
colectividad”.
Al maestro le corresponde un papel vital en la
transformación social del país, en palabras de Encinas: “El Magisterio es la
función revolucionaria por excelencia. En ese ejercicio no caben sino dos
extremos: el maestro inofensivo, sometido a la coyunda burguesa, sin un soplo
de ideal, ni un átomo de impulso, y aquél otro, cuya vida está jalonada por una
lucha permanente contra el Poder que abusa, contra la hegemonía que absorbe
toda libertad, contra ‘el orden social’, símbolo de la desigualdad y de la
injusticia”.
CARRERA MAGISTERIAL.- Se ha desdeñado y menospreciado la
función de los docentes. Encinas recopila la siguiente opinión: “El maestro
seguía siendo considerado como el último funcionario de la escala
administrativa y, era visto con menosprecio y hostilidad”.
Sin embargo, la misión del maestro es de primer orden para
los intereses del país. Para Encinas, el magisterio es “la carrera más noble y
de más urgente necesidad para el país”; además, “en una democracia no hay
función social de mayor importancia que la que desempeña el maestro”; “Si el
maestro desempeña la más elevada función en una democracia, no puede considerársele
como un paria del Estado”.
APOSTOL Y LÍDER.- Encinas recoge algunas críticas sobre la
función de los maestros, anotaba: se “considera al maestro un paria a quien se
le encomienda la ‘despreciable’ tarea de enseñar a leer y escribir, y a quien
se le obliga a callar y a prestar pleitesía y homenaje a los que se han erigido
como sus amos”; “el maestro… es sencillamente un paria que vegeta dentro de la
rutina, teniendo el favor como recompensa… Es, simplemente, un conductor de
rebaños o un albañil de aldea”.
Según Encinas el maestro, además de educador, debe ser un
apóstol, un conductor de multitudes y un líder: “El maestro no sólo debe ser un
psicólogo, sino un apóstol”; “Ser maestro es ser un apóstol: todo bondad,
tolerancia y sabiduría”; “el magisterio es un verdadero apostolado accesible
sólo a espíritus capaces de llevar una vida en permanente tensión… Un educador
convertido en paria no puede educar sino esclavos. Sólo los que sienten la
fruición de la libertad son capaces de misión tan grande”; “Mientras no se
tenga maestros, es decir conductores de la vida humana, mentores de la niñez y
de la juventud, apóstoles dedicados a la convivencia espiritual con las
generaciones jóvenes, gentes desprovistas de egoísmo, de malquerencia,
intolerancia, nada podrá la escuela mejor organizada, ni el sistema de
educación mejor elaborado”.
En cuanto al liderazgo, subrayaba: “El más alto cargo que un
ciudadano puede desempeñar en una democracia es el de maestro de escuela.
Cuando la sociedad actual se sacuda del egoísmo y de los prejuicios que
anquilosan sus más vitales funciones y cuando el maestro, de su parte, deje la
rutina y se transforme en un leader social, entonces el magisterio habrá
sobrepasado en importancia a cualquier otra actividad humana”.
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Artículo publicado por el suscrito, en la revista de la UGEL Puno.
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