Muchas veces se olvida que el imperio de los incas es
resultado de un largo proceso de histórico de los pueblos que lo precedieron y
fueron conquistados. En este artículo Hernán Amat Olazábal nos recuerda el
importante aporte de los aymaras. Puede leerlo en la nueva revista digital
ALTIPLANIA. Cabe señalar que el término aymara es usado de manera general, pues
los pueblos más antiguos del altiplano emplearon el puquina y otras lenguas
ancestrales. CARLOS PORTUGAL MENDOZA
LOS
AYMARAS Y SU APORTE A LA CIVILIZACIÓN INCAICA
Hernán Amat Olazábal
ALTIPLANIA N° 1, 29NOV21
La caracterización de la inmensidad de los logros históricos
de los Aymaras, que contribuyeron notablemente a grandeza del Tahuantinsuyo,
fue diseñada magistralmente por el antropólogo John V. Murra. Desde nuestros
puntos de vista, veamos algunas consideraciones al respecto.
DESDE LOS TIEMPOS ANTIGUOS
En el período post‑glacial, hace diez mil años, los
ecosistemas que circundaban el lago Titicaca fueron capaces de proveer al
sostenimiento de cazadores de guanacos y ciervos y de recolectores de plantas,
que ya experimentaban con la horticultura. Más tarde, ellos se convirtieron en
domesticadores de llamas y alpacas, de tubérculos (papa, olluco, oca, mashua),
de chenopodiáceas (quinua, cañahua) y en cultivadores intensivos y extensivos
del maíz en diversos nichos ecológicos, con el empleo de técnicas edafológicas,
hidráulicas y conocimientos profundos de los fenómenos atmosféricos y de la
astronomía.
Hacia 1440 d. C., cuando los incas inician su vertiginosa carrera imperialista y se irrogan solemnemente el manto del destino de las etnias y naciones del Perú antiguo, los pueblos de la cuenca del Titicaca contaban ya con millones de laboriosos habitantes dedicados a la agricultura, a la ganadería y al comercio. Se habían quedado sin mayor espacio y, según creían los Incas, también sin tiempo.
EL APORTE ECOLÓGICO ECONÓMICO
Durante varios milenios, los cultivos y los rebaños de
camélidos de la sociedad agropecuaria andina, se dan de preferencia en alturas
que varían entre los 2.000 y poco más de 4.000 metros sobre el nivel de mar.
Por debajo de los 2,000 metros, 1a floresta tropical sofoca los encrespados
flancos de Los Andes orientales, donde los ríos profundos rugen a través de
gargantas salpicadas de cantos rodados y es posible roturar la tierra para el
cultivo de frutales y de la coca, cuando la verticalidad de los Andes cede e1
paso a las montañas más suaves. Por encina de los cuatro mil metros, predomina
la puna desprovista de árboles o sólo salpicada de polilepsis (“queñuales”) y
de una especie de pastizal llamado ichu, el cual mantiene a los
densos rebaños de llamas y alpacas y alimenta a las vicuñas silvestres.
EL APORTE TECNOLÓGICO
La tradición agrícola que se desarrolló en el
altiplano del Titicaca exigió un esfuerzo comunitario debido a que los valles
anchos son escasos y las laderas de las montañas son de gran diversidad. Esa
realidad orográfica demandó la creación y difusión de un sistema elaborado de
los huaru huaru (camellones) y “cochas”, de
controles hidráulicos para e1riego eficaz de las mismas y, de la construcción
de las “pata-pata” (parcelas aterrazadas o andenes).
De otro lado, muchos otros aportes tecnológicos
aymaras surgieron de la necesidad de hacer frente a la realidad natural. Así,
trabajar en el medio altiplánico, de climas extremadamente fluctuantes, exigió
como exige ahora, el uso de prendas de lana aptas para contrarrestar el frío;
exigió también el consumo ocasional de productos frescos y los que llegaron a
deshidratarse mediante tecnologías autóctonas (carnes y grasas, como cecina o “chalona”,
papa y oca como “chuño”, “tunta” y “caya”),
incluyendo además complementos dietéticos como peces lacustres, frutas y coca
de la floresta. Solo de ese modo fue posible sostener una población estable y
cada vez más numerosa. Digamos de paso que la coca, tomada con moderación, es
un valioso ingrediente dietético para quienes participan en trabajos agrícolas
en considerables altitudes, ya que estimula el vigor, la resistencia corporal y
la capacidad para resistir bajas temperaturas.
Como ya señalamos, Pucara y Tiwanaku, hacia 200 años
a. C. fueron culturas en las que se produjeron innovaciones, continuadas por
los aymaras, que configuraron una nueva economía sostenida y sumamente
funcional a la que Murra llamó “el control vertical de un máximo de pisos
ecológicos” o “archipiélagos verticales”, es decir, el aprovechamiento de
los recursos naturales de la puna, valles alto-andinos, quebradas
semiáridas, extensos valles costeros cálidos y cabeceras de selva,
considerándolos como sistemas independientes, pero todos ellos con
la finalidad central de mantener a grandes comunidades humanas, contrarrestando
carencias o insuficiencias ocasionadas por inclemencias climáticas. Esas
comunidades llamadas ayllus, controlaban extensos territorios muy
distantes de su centro de origen, estableciendo colonias; por ejemplo, en los
valles de costa como Tambo, Sama, Locumba, Caplina, Azapa, cultivaban el maíz;
en la Quebrada de Humahuaca, en el noreste argentino, sembraban tubérculos; en
las selvas de Larecaja (Bolivia), cosechaban frutas y coca.Pisos altitudinales
EL APORTE MILITAR
Hacia el siglo XV los incas incursionan militarmente en el lugar de sus remotos orígenes, el altiplano aymara, afirmando el aprovechamiento de sus logros culturales en la ecología y la economía y pasan a explotar la inmensa riqueza agropecuaria de los pueblos del Altiplano. Durante la dominación incaica, aquellos pueblos, “reinos” o “señoríos” aymaras prestaron sus contingentes humanos de muchos miles de luchadores a la empresa guerrera y expansionista de los Incas, incluyendo a los principales generales de las fuerzas conquistadoras de Huayna Capac, que fueron aymaras. Por lo demás, las riquezas que ellos crearon y acumularon, sirvieron para financiar las dilatadas guerras de conquista de las etnias Punás, Cañaris, Cayambes, Shiris, Pastos y otras asentadas en el actual territorio del Ecuador. Así pues, los aymaras no sólo han sido el factor primigenio que suscitó la aparición del Estado Inca, sino que ha contribuido decisivamente con señalados productos culturales que resultaron fundamentales y trascendentales para los logros de la civilización incaica en esta parte del continente americano. <>
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