viernes, 26 de marzo de 2021

LA POLITICA PERUANA EN LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN

 ACHACHALLAUUU…

NOTAS Publicadas en HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 532, 26MAR21

Las caricaturas: Carlin, Mechain, Molina en distintos medios

AMANDA LUGUBRE

George Forsyth ha sacado eso de las “mismocracia” y tengo que reconocer que es un acierto. El problema es que el término lo incluye a él y él ni se da cuenta, veamos. Si mismocracia es la repetición de lo mismo la reincidencia de lo previsible, entonces ¿qué más mismidad y qué mayor reincidencia que la aparición de un outsider trucho en una elección presidencial? Porque eso es lo que es el bueno de Forsyth: un nuevecito bamba detrás del cual está su apá, el diplo­mático, y un grupo de ambiciosos que usan al exarquero como presunta catapulta. ¿Qué de nuevo propone el alcalde que La Victoria derrotó por goleada? Nada. Su gobierno sería un homenaje a la duda, un toledismo pintado y planchado, un humalismo a las finas hierbas. O sea, lo mismo. Mismocracia.

 

LA HUEVADA DE LA SEMANA

Tenía que ser "El Comercio" el espacio donde Allan Wagner, minis­tro favorito de Alan García, dijese, sin rubor, que el Perú republicano le debe mucho a la cancillería y a la diplomacia de Torre Tagle. Este señor, claro está, es diplomático de carrera y funge de actual canciller y eso ya hace que el autobombo publicado pierda toda legitimidad. Pero la pregunta esencial subsiste: ¿qué le debemos los peruanos a Torre Tagle? La respuesta es que nada. Gracias a Torre Tagle, en todo caso, somos un país carente de política exterior y hemos sido, desde que García Bedoya se murió, la higuera del patio trasero de los Estados Unidos. ¿Qué nos distingue de la mancha que interpreta, agachada, la Doctrina Monroe? Nada. ¿Quién fue el canciller más brillante y decen­te que hayamos tenido? Pues Raúl Porras, que era historiador y que tuvo la decencia de desobedecer a Torre Tagle y erguir un voto solita­rio el día que la OEA expulsó a Cuba. Wagner no engaña sino a los que quieren ser timados.

 

BURRADAS

Qué susto tiene Jaime De Althaus, cómo se le eriza la piel. ¿Por qué Mister Aburrimiento padece de tamaña histeria? ¡Porque Lescano podría ser presidente! ¿Y qué cosas propone Lescano que escarapelan al triste De Althaus? Pues, fíjese usted: cambiar el capítulo econó­mico de la Constitución fujimorista de 1993, considerar que los recursos mineros son del Perú y no de las empresas que los explotan, evitar la usura poniendo topes razonables a los intereses con que los bancos desangran a sus usuarios, convertir el Banco de la Nación en una entidad competitiva y darle a una empresa pú­blica la posibilidad de coparticipar en la explo­tación del gas. Todo eso, que es agua de malvas, lleva al desmayo y al soponcio a De Althaus y a quienes, como él, creen que sólo las candidatu­ras fujimoristas deben aspirar al éxito. ¿Se puede ser más pobre diablo que Jaime De Althaus? ¡No!

 

MISERIAS

Dice la exprimera dama de la dictadura que su apá le da consejos políticos. Qué men­tirosa. Después de sus dos fracasos electorales, el reo de Barbadillo no le da consejos a madame K.: le dicta la agen­da, le nombra los candidatos, le subraya las frases para el debate, la conmina a no re­petir estupideces. Y hay más: si por desgracia abyecta el pueblo eligiera a esta señora como presidenta, a quien es­taría reeligiendo (por cuarta vez) sería a Alberto Fujimo­ri, que sería el titiritero y el mandón detrás de escena. Volveríamos, entonces, a los congresistas comprados por docena, a la prensa chicha pagada desde el SIN, al presupuesto público como botín y a la política como chanchería.

 

RECUERDOS DEL FUTURO

Estaba el reino del Pirú amenaza­do por siete plagas y una docena de propuestas infernales y no podían sus gentes ponerse de acuerdo. Esa era la maldición de ese emporio. Ni las cala­midades ni las guerras ni las invasiones lograban que el pueblo piruano encontrase un momento de sosiego en el que las diferencias y los odios cainitas piruanos sin espe­rar, como desenlace ineludible, una pe­lea. Las instituciones se hundían en facciones, los clubes se plagaban de tendencias, los partidos se troceaban en pedazos cada vez más diminutos y aguerridos. El piruano amaba la beligerancia y por eso eran los abogados quienes prevalecían en la escala social y los que decidían cómo se repartían los patrimo0nios y la felicidad. Detrás de casa piruano estaba siempre, agazapado y maligno, un abogado con los bolsillos llenos de otrosíes.




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