NO SE EMBARRE, SEÑOR SAGASTI
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 517, 27NOV20
E |
l señor presidente Francisco Sagasti recibe en
palacio de gobierno a la señora Keiko Fujimori.
La señora es atendida como lideresa de una
organización política y el señor presidente la recibe como tal.
Conversan el señor y la señora. La señora está
acompañada de su vocero parlamentario, un señor superlativo que también votó
para que Manuel Merino descendiera del árbol y ascendiera a la presidencia.
Hablan el señor y la señora, suponemos, de los grandes temas que atribulan al
país, de aquello que limita con la trascendencia.
Un día antes, el señor presidente ha dedicado
largos minutos a hablar con César Acuña, jefe de la llamada Alianza para el Progreso.
Y después lo hará con todas las fuerzas políticas representadas en el parlamento.
Pero hay un problema muy serio.
El señor presidente, tan vallejiano y perspicaz él,
sabe perfectamente que la señora Keiko Fujimori no es la lideresa de Fuerza
Popular sino la jefa de una organización criminal heredada de su padre, condenado
a 25 años de cárcel por un surtido de crímenes. Sabe perfectamente el señor
Sagasti que este simulacro de cita cumbre no favorece sino a la señora que
quiere limpiar el apellido Fujimori, manchado de sangre y corrupción. ¿Qué
gana él, más allá de dar una imagen de extrema ingenuidad? No gana una tregua
sino un disimulo. No gana la paz sino un frágil paréntesis al que sucederá,
probablemente, un suceso que será todo un homenaje a la traición.
Pero hay más problemas serios.
El señor presidente sabe que el señor Acuña no
encabeza un partido sino una vasta red de influencias cuyo objetivo es obtener
fuentes adicionales de recursos, plata como cancha para seguir comprando
casas, voluntades, reputaciones aparentes. Sabe también que el señor Acuña es
socio eventual y recurrente de Podemos Perú, casa matriz de Pepe Luna, el señor
de las fachadas, el bribón de Telesup. Y sabe el señor presidente que UPP,
entidad salida de una imitación de Ciudad Gótica, depende de consignas dictadas
por un criminal mientras aspira a que un Guasón indescifrable la represente en
las elecciones. Y sabe, en suma, quién es quién y en qué se ha convertido
Acción Popular y qué tipo de residuo es Somos Perú, para citar sólo dos
ejemplos. Claro que lo sabe: alguno de sus asesores debe haberle mostrado el plano
del cementerio en que se convirtió la partidocracia peruana, a Pero el señor
presidente podrá decirnos, con todo derecho:
-¿Y qué
quiere usted, señor purista? ¿Que no dialogue con el Congreso? ¿Que me aísle a
como hizo el suicida de Vizcarra?
Dudamos, por supuesto, que seamos dignos de que el presidente nos pregunte algo. Pero si eso ocurriera, nuestra modesta respuesta sería que el diálogo político es imprescindible en una democracia y que la relación del Ejecutivo con el Congreso compromete la estabilidad política y la marcha de la economía, cómo no. Pero añadiríamos que el presidente de la república no está tratando en este caso con fuerzas políticas ni con líderes de esas instituciones sino con jefes hechizos de partidos fingidos y prontuariados. AP fue un partido: hoy es una subasta inversa. APP jamás fue un partido sino lo más parecido a la banda del choclito. ¿Seguimos?
De modo que estas conversaciones no conducen a la
gobemabilidad sino al desprestigio del señor presidente y a la caricaturización
de la democracia.
¿Qué se puede esperar de concertar con Keiko
Fujimori o César Acuña? El pantano ejerce un atractivo novelesco, pero jugar
con fuego en política es de alto riesgo. La criminología, además, lo ha
demostrado: el carácter del sociópata persevera, los impostores no pueden
abandonar su esencia.
La generación del bicentenario, señor Sagasti, salió
a la calle para repudiar al Congreso de Fuerza Popular, Alianza para el
Progreso, Acción Popular y todos los etcéteras imaginables que hoy pisan
palacio de gobierno. Los dos muertos y la centena de heridos, víctimas de la
brutalidad policial ordenada por Merino y sus barracones, son todo un símbolo
y una lección. Y la lección es clara, presidente: el Congreso es una covacha
donde abundan los alias, los botines, las ganzúas y el vicio de la estupidez.
¿De la mano de él piensa usted gobernar? ¿Piensa usted pedirle sugerencias económicas
al FREPAP, ideas para moralizar al país al partido que persigue a los testigos
de sus prácticas de lavar dinero y encubrir las donaciones del BCP?
No le pedimos que confronte si ese no es su
talante, señor Sagasti. Le pedimos que no ensucie su presidencia con estas
proximidades. Le pedimos que presente su plan de gobierno a la espera de que
el Congreso matón que padecemos lo apruebe sin mayores problemas. No tienen
alternativa, señor presidente. No tiene usted que pasar por la humillación de
hablar de las dificultades de gobernar con Keiko Fujimori o César Acuña. La
calle no va a tolerar una nueva vacancia. La calle está vigilando. No le quite
usted argumentos a la indignación. No se embarre. Y recuerde otra vez a
Vallejo:
Confianza en el anteojo, no en el ojo;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, no en el ave
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo...
Confianza en muchos, pero ya no en uno;
en el cauce, jamás en la corriente;
en los calzones, no en las piernas
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario