EL PADRE
Alberto
Hidalgo
Tenía
el padre un parecido grande con la bondad
La
misma frente iguales ademanes
Idéntica
manera de moverse hacia los lados
Como
distribuyéndose en las cosas
Como
soltando partes suyas para que las asieran las personas
El
Padre y la bondad eran sosías
Entendiendo
que el tórax era poco
Año
tras año ampliaba el domicilio en que alojaba al corazón
Y
de tal modo éste llegó a ocupar todo su cuerpo
Allí
a sus huéspedes brindaba atención de primera
En
costumbre de abrazos en que cabían miles
Sin
promiscuarse y sin hacinamiento
Porque
al espacio su conducta cual si fuera de goma lo estiraba
No
era una vela pero ardía
Pasiones
contenidas no exportadas quemábanlo
Los
libros que pensaba y no escribía eran su incendio
Las
lecturas el ver el ansia de escuchar lo combustían
En
la voz en las manos en los ojos se le pulsaban 39 grados
Hizo
llamar a médicos y su diagnóstico fue absurdo
Por
no dar en la tecla y no auscultarle el alma no advirtieron
Que
él quería ser cielo y se iba en fuego
En
lo que sale de la hoguera en fibra
La
profesión que ejerció fue el entregarse
Proporcionaba
una amistad de higuera daba alimento y sombra
Y
por eso después de atacarlo la muerte se dió cuenta
De
que había abatido no solamente a un hombre sino a un árbol
Aún
quedan sus raíces en la tierra.
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