EPIDEMIAS
Y LA “CRISIS DEMOGRÁFICA ANDINA” (1520-1620)
Nicanor
Domínguez, historiador, en
NOTICIAS.SER.PE
S
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omos testigos en estos días de la expansión mundial de
un nuevo virus (SARS-CoV-2), originado en China en diciembre pasado, causante
de la enfermedad respiratoria que los especialistas denominan Covid-19.
Se caracteriza por ser muy contagiosa, aunque la mayoría de la gente afectada
no presenta síntomas graves y ha recuperado la salud. Las víctimas
mortales han sido personas mayores o con enfermedades previas. Por ser
una mutación nueva, este virus es desconocido para la ciencia y sus posibles
consecuencias son todavía una incógnita. Lo que sí es claro es que, para
evitar su propagación, hay que (1) lavarse las manos con frecuencia, (2) evitar
tocarse la cara, y (3) cubrirse la boca con el brazo al estornudar.
Las mascarillas que cubren boca y nariz solo sirven para quienes ya contrajeron
la enfermedad, limitando la dispersión del virus a través de los estornudos.
¿Qué antecedentes históricos existen de enfermedades
de alcance internacional como esta? La investigación más importante sobre
el impacto de las epidemias del Viejo Mundo en los Andes durante la época de la
Invasión europea la realizó el historiador norteamericano David Cook en 1981
(traducida en 2010). Para el Perú durante el siglo XX contamos con el
excelente estudio del historiador Marcos Cueto, ‘El regreso de las
epidemias’ (1997). Para los siglos XVIII y XIX tenemos estudios
dispersos, siendo un tema de investigación a profundizar. A continuación,
una síntesis de lo que sabemos sobre la “crisis demográfica andina” del siglo
XVI.
Invasores desembarcan en Tumbes |
* * *
Una de las consecuencias más negativas de la conquista
y colonización europea de América fue la de provocar la muerte masiva de la
población indígena a partir de 1492. Junto con la evidente violencia
física de los conquistadores frente a los “indios” americanos (uso de armas de
fuego y caballos, obligación de cumplir trabajos forzados), llegaron una serie
de enfermedades contra las cuales la población nativa no tenía ninguna
inmunidad biológica. Los “amerindios” habían estado desconectados del
resto de la Humanidad por 9,500 años (95 siglos), desde el final de la última
“Edad de Hielo” (8,000 a.C.). Por eso, enfermedades tan “simples” como la
gripe producían epidemias que diezmaban poblados y regiones enteras (como ha
ocurrido en el siglo XX, y aún en la actualidad, con tribus amazónicas casi
desaparecidas luego del primer contacto con exploradores o colonizadores).
Las áreas más pobladas del continente fueron aquellas
en las que se desarrollaron los Estados que los europeos encontraron en
América: los Aztecas en el centro de Mesoamérica (México Central), y los Incas
en la región Andina. El avanzado desarrollo agrícola que alcanzaron
permitió alimentar una elevada población (irrigación y “chinampas” en México
Central; irrigación en la Costa Andina, junto con “andenerías” en la
Sierra). Así, la población de México Central habría fluctuado entre 18.8
y 26.3 millones de habitantes; en el Imperio Inca la población habría sido de
por lo menos 12 a 15 millones.
Santísimo Sacramento comprometido en la invasión guerrerista hispana |
Pero otras regiones no habrían sido menos pobladas.
Así, la isla de La Española (Haití o Quisqueya), donde se asentó Colón, habría
tenido en 1492 un mínimo de 8 millones de habitantes. Veinte años después
sólo quedaban de 23 a 30 mil indígenas (una caída poblacional de 30 a 1), y a
fines del siglo XVI, todos habrían desaparecido. En México los españoles
llegaron en 1519; en 1605 la población indígena no pasaba de 1 millón de
personas; la caída demográfica había sido de 23 a 1, como promedio mínimo.
¿Qué ocurrió en los Andes? Algo muy
parecido. Es probable que la densidad poblacional en el Tahuantinsuyo
llegara a su punto máximo en la época de Huayna Cápac, siendo la población de
unos 12 millones (como mínimo) hacia 1520. Las regiones más pobladas
fueron la meseta del Collao, en torno al lago Titicaca; el área del Cuzco; el
valle del Mantaro; la zona de Quito (el “Callejón Interandino Ecuatoriano”); la
Costa Norte (Lambayeque-Trujillo); y la Costa Centro-Sur (Pachacamac-Chincha).
Sin embargo, la crisis demográfica en los Andes se
anticipó a la llegada física de los españoles en 1532. La muerte del Inca
Huayna Cápac, ocurrida hacia 1528 --cuando Pizarro exploraba la costa entre
Tumbes y el río Santa en su Segundo Viaje (1526-1528)--, se habría debido a una
epidemia de viruela. Se debió a una cadena de contagios por tierra desde
Centroamérica, donde los españoles se habían asentado unos 15 años antes (cruce
del Istmo de Panamá en 1513). Se inició entonces la crisis demográfica
andina (así como la Guerra Civil por el poder en el Imperio Inca, entre Atahualpa
y Huáscar).
Cuando Pizarro partió de Panamá para su Tercer Viaje
en 1531, la ciudad era víctima de una epidemia de sarampión, que llegó a los
Andes con la hueste invasora. Tras la captura de Atahualpa en Cajamarca
(noviembre 16, 1532), nuevos factores agudizaron la caída poblacional: (a) la
leva de auxiliares indígenas por los españoles, (b) el reparto de las
comunidades en “encomiendas”, y (c) el abuso de los servicios de la mano de
obra indígena (como cargadores, en las minas y en las “entradas” o expediciones
a la Selva tropical). En los conflictos que siguieron, como la Rebelión
de Manco Inca (1536), las Guerras Civiles entre “Pizarristas” y “Almagristas”
(1537-1542) y la Rebelión de Gonzalo Pizarro (1544-1548), la participación
indígena fue fundamental (como cargadores y ejércitos auxiliares), causando un
serio daño a las estructuras comunales prehispánicas de los “ayllus” (por
muerte o huida de varones, baja de la natalidad, aumento de la mortalidad
infantil, descuido de los cultivos y los almacenes de alimentos).
Bautismo obligatorio. Imposición de una fe religiosa |
Este proceso, dada la preferencia de los españoles a
fundar ciudades en la Costa, junto a ríos y arboledas, causó que: (a) el área
agrícola de los valles fuera recortada; (b) la población indígena costera (los
“indios yungas”) fuera fuertemente afectada por las obligaciones de trabajo
impuestas por los colonizadores (tributo al encomendero, servicios de trabajo
para los Cabildos de las ciudades); (c) las mejores tierras fueran tomadas por
los españoles para sus “haciendas” (parcelas de propiedad privada); y (d) el
mayor contacto con los colonizadores expusiera a los indios al contagio de las
nuevas enfermedades del Viejo Mundo. Todo ello llevó a la casi completa
desaparición de la población indígena de la Costa, frente a la mayor resistencia
de la población indígena de la Sierra. Para proveer de mano de obra a las
“haciendas” españolas en la Costa se inició desde 1560-1570 la importación
permanente de esclavos africanos, anteriormente poco numerosos.
Cuando el virrey Toledo, en la década de 1570, realizó
la “Visita General” a todo el Virreinato (la zona de las Audiencias de Lima,
Quito y Charcas), encontró que la población indígena llegaba sólo a 1’500,000
personas. Para evitar la desaparición de la población nativa ordenó la
fundación de nuevos pueblos a la manera española, las “reducciones”, a donde
trasladó a los indígenas desde sus antiguas “llactas”. Asimismo, fijó el
tributo que se pagaba al encomendero, para evitar la sobre-explotación de la
mano de obra.
Pero, al mismo tiempo, Toledo estableció la “mita
minera” a Potosí (mina de plata descubierta en 1545) y a Huancavelica (mina de
“azogue” o mercurio, elemento básico para la refinación de la plata), es decir,
la obligación de una séptima parte de la población masculina adulta a trabajar
en las minas por una salario, y renovarse por turno en el trabajo
(“mitayos”). La “mita” produjo (a) el alejamiento de los indios de sus
comunidades (por huida a ‘mitar’, o al quedarse a trabajar en la mina sin
regresar), (b) la separación de las familias, (c) la muerte de los “mitayos” en
el trabajo constante de los socavones, y (d) la aparición de “indios
forasteros” (huidos de sus comunidades para no tributar y asentados en otras
comunidades, donde no tenían derecho a tierras y no se les obligaba a tributar).
Luego de las “Reformas Toledanas”, la población siguió
disminuyendo. A las sucesivas epidemias (de viruela en 1586 y en 1591; de
difteria en el Cuzco en 1614), se sumó la mortandad de los “mitayos” (el auge
minero de Potosí se dio entre 1575-1635) y las huidas de los indios
tributarios, incrementando el “forasteraje”, fenómeno estudiado por el
historiador español Nicolás Sánchez-Albornoz.
Viruela abatió as millones de indios |
Así, para 1620, David Cook ha calculado que la
población indígena del Perú, específicamente la jurisdicción de la Audiencia de
Lima, llegaba a tan sólo unas 672,000 personas. Para ese territorio,
aproximadamente la Costa y Sierra del Perú actual, Cook calculó en 9 millones
la población en 1520. En un siglo habría ocurrido una despoblación del
orden del 92.54%, sobreviviendo tan sólo el 7.46% de la población estimada para
1520 (caída de casi 20 a 1).
Sin embargo, a mediados del siglo XVII esta caída
demográfica se detuvo, por el desarrollo natural de ‘anticuerpos’ resistentes a
las enfermedades entre la población andina. Comenzó una lenta
recuperación de la población indígena, y un paralelo aumento de la población de
origen español y mixta, los “mestizos”. Para fines del siglo XVIII la
población indígena del Virreinato del Perú (el territorio de la Audiencia de
Lima, sin Charcas ni Quito), era de unos 648,600 personas (el 58% de toda la
población del país, que sumaba poco más de 1’115,200 habitantes en 1795).
Casi un siglo y medio después, a mediados del siglo XX, el Censo Nacional de
Población de 1940 dio un total de 7 millones de personas en el Perú; de ellos,
2’800,000 eran “indios” (el 46%).
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Enlaces:
Ignacio
López-Goñi. “Coronavirus: 10 buenas noticias sobre la epidemia”. BBC News
Mundo, 3 de marzo de 2020. < https://www.bbc.com/mundo/noticias-51721014 >
Referencias:
Noble
David Cook. ‘La catástrofe demográfica andina: Perú, 1520-1620’ [1981] (Lima:
PUCP, 2010).
Nicolás Sánchez-Albornoz.
‘Indios y tributos en el Alto Perú’ (Lima: IEP, 1978).
Marcos
Cueto. ‘El regreso de las epidemias: Salud y sociedad en el Perú del siglo XX’
(Lima: IEP, 1997).
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