LECTURAS INTERESANTES Nº
912
LIMA
PERU 21 AGOSTO
2019
¿CÓMO ENTENDER AREQUIPA?
Nicanor
Domínguez Faura. NOTICIAS SER.PE 2019-08-20
L
|
a pregunta que sirve de título a esta nota ha sido motivada
por un reciente artículo de Alfredo Quintanilla en Noticias SER. Quizás un buen lugar
donde comenzar a buscar la respuesta sea la reciente obra de los historiadores Mario Meza y Víctor Condori, ‘Historia mínima de Arequipa’,
publicada por el IEP el año pasado. Además de esa lectura, pueden
resultar de gran utilidad dos recientes obras de profesores universitarios del
sur peruano: ‘El Arequipeñismo’ (2018) del antropólogo
cuzqueño Rossano Calvo, y ‘Cultura
popular arequipeña’ (2019) del historiador arequipeño Santos Cesáreo Benavente.
Rossano Calvo,
profesor de antropología de la UNSAAC (Universidad Nacional San Antonio Abad
del Cusco), divide su libro en dos partes: la primera sobre “el origen y desarrollo de la
ideología del arequipeñismo, el funcionamiento de esta ideología en el sistema
socio cultural de la sociedad urbana arequipeña”; y la segunda donde “se
explican las funciones de
la ideología: representación, reificación [“evocación cosificada”] y
performatividad” lo que “se complementa con el análisis de las funciones
críticas (deconstructivas y de re-imaginación colectiva)” (p. 10).
Teófilo Altamirano,
en la introducción al libro de Calvo, se pregunta: “¿Cómo entender y desagregar la historia y presente
de lo que se ha venido a llamar “el arequipeñismo”? ¿Es una gesta
regionalista? ¿Una opción de separatismo? ¿Una expresión de memoria
de larga data que se origina en la formación de la ciudad y el departamento de
Arequipa? ¿Es una acción emocional, que se basa en gestas históricas que
han influenciado en la formación de nuestra nación? ¿Todos juntos, o uno
de ellos prevalece en cierta época de la historia? Es evidente que a la noción del “arequipeñismo”,
los que más han contribuido, son los no arequipeños quienes, en tono irónico y
a veces burlesco, han configurado una representación colectiva subconsciente
del arequipeño” (pp. 5-6).
Calvo define el concepto como: “la ideología que lleva un
sentido de identificación con los valores de la ciudad, una forma de “culto” a la ciudad y sus valores que
fue surgiendo entre los arequipeños y los arequipeñistas” (pp.
20-21). La noción de “arequipeñista”, para el autor, “comprende a los nacidos en la
ciudad, como a los “no nacidos”, que operativizan las referencias
ponderativas ideológicas de la valoración de la ciudad”, es decir, son los
portadores, promotores y difusores de “la ideología local de la ciudad de
Arequipa”. Ésta ideología, o “constructo ideológico”, originado a fines
del siglo XIX, “está enmarcada en un emergente sentimiento local relacionado a
las gestas patrióticas y los momentos de consolidación de la sociedad local” (p.
21).
Calvo menciona a diversos personajes convertidos en “héroes” de la ciudad
(desde Mariano Melgar
hasta José Luis Bustamante
y Rivero), y a los intelectuales que elaboraron ese discurso de “orgullo
local” a lo largo del siglo XX (desde Víctor Andrés Belaúnde, Jorge Polar y Patricio Ricketts
hasta Guillermo Galdos,
Alejando Málaga y Juan Guillermo Carpio). En este punto el autor
cita al historiador arequipeño Eusebio Quiroz, quien afirma que en las obras de éstos autores
“se va definiendo una imagen real, dinámica, sustentable de Arequipa, que no
está hecha de palabras sino de esencia histórica, de síntesis de lo que
significa nuestra ciudad como singularidad” (p. 24). Una ‘intelligentsia’ local ha
elaborado un discurso identitario que enfatiza el “excepcionalismo” de su amada
ciudad.
¿Cuáles son los “valores destacados” de este “imaginario arequipeñista”, de esta
auto-representación positiva e idealizada? Una encuesta a diversos
pobladores le permite a Calvo identificar: “aspectos histórico culturales que caracterizan a la
ciudad de Arequipa y a la época de antaño: la picantería y gastronomía; en la
música y danza, los yaravíes, la benita, montonero arequipeño, marinera,
pampeña, las serenatas; el hablar loncco [campesino mestizo]; igualmente,
destacan los barrios tradicionales, al barrio de San Lázaro, la Plaza de Armas,
los templos y el monasterio de Santa Catalina, el culto a la Virgen de Chapi y
al catolicismo arequipeño; en la competencia, las peleas de toros, el equipo de
Futbol Melgar; a sus héroes culturales e intelectuales. Igualmente, hacen
referencia al rótulo identitario characato” (p. 26).
Complementa en este punto del análisis antropológico de
Calvo el reciente e innovador estudio sobre la cultura popular arequipeña hecho
por Santos Benavente, historiador de
la UNSA (Universidad Nacional de San Agustín). Sustentada como la tesis
doctoral del autor en el 2009, esta investigación sobre la conformación de una
cultura urbano-rural en Arequipa a lo largo del siglo XX se enfoca en “los comportamientos
individuales y colectivos organizados con las manifestaciones de los juegos, la
música y la preparación de los alimentos convertidos en elementos de
tradición” (p. 42). Estas prácticas son presentadas y analizadas
en tres capítulos (pp. 45-268), contrastando los procesos paralelos y
mutuamente influenciados, cambiantes a través del tiempo, de lo tradicional y
lo moderno, lo popular y lo oficial, lo urbano y lo rural, lo andino y lo
occidental, lo local y lo migrante en Arequipa. Así, Benavente concluye:
“La música, los juegos y
la comida se manifiestan como las presentaciones y representaciones rituales en
los escenarios organizados para los adultos, jóvenes, hombres y mujeres de
todas las edades, cuyas fusiones, creaciones, aceptaciones, composiciones de la
diversidad de potajes, músicas y juegos, tienen connotaciones especiales en los
sectores populares”. Éstos sectores sociales, habitantes de los
pueblos del valle arequipeño, crearon un complejo cultural que fue apropiado
por la élite urbana: “que la aceptó con resistencia, pero impuso los modelos y
patrones de la urbanidad que la hizo moderna”. Al final del proceso, la
domesticación de lo popular habría producido espacios culturales comunes, o
como dice Benavente, “de aceptación en ambos extremos” (p. 270).
Todos estos elementos del pasado y de la tradición locales,
en conjunto, se conforman mediante una “memoria selectiva”. Además, toman forma
cotidiana y se difunden a través de la prensa escrita, las celebraciones y
fiestas (cívicas y religiosas), las canciones e himnos, actividades todas que
Rossano Calvo documenta etnográficamente en su libro (pp. 28-55). Sin
embargo, las realidades disruptivas de la modernización capitalista que afecta
al país en el último cuarto de siglo confrontan y desafían al arequipeñismo como discurso identitario
(pp. 55-76). Las
migraciones internas desde todo el Sur peruano hacia Arequipa han cambiado su
composición social. En el año 2015 la población del área
metropolitana de Arequipa fue estimada en 1’005, 878 personas; solo el distrito
de Arequipa tenía 131,104 habitantes, y el área más reducida del Centro
Histórico albergaba 69,407 residentes (p. 19). Surge entonces la
pregunta: ¿quiénes son arequipeños hoy
en día, cuando la absoluta mayoría de la población es de origen migrante?
Migrantes indigenas |
Además, ¿cuáles
son las consecuencias políticas de estos cambios demográficos?
Refiriéndose a un contexto regional surandino mayor, pues en realidad Arequipa
no es “excepcional” en este aspecto, el sociólogo e historiador tacneño Ernesto Yepes ha escrito recientemente:
“La población de raíz
andina ya es mayoría en los centros urbanos de la región. Esos nuevos
sectores ya no votan por los interlocutores tradicionales de la política
criolla local. Cada vez más ejercen su derecho como mayoría a votar por
ellos mismos. Así, han tomado el poder político, o están por hacerlo, en
Tacna, Moquegua, Puno y Arequipa”.
Quizás
el discurso criollo-mestizo del “arequipeñismo” haya llegado a su fin en la
segunda década del siglo XXI. A menos que los grupos sociales de
origen migrante se apropien de algunos de sus elementos y los reutilicen para
darse una nueva identidad en la “blanca ciudad” a la que, con su esfuerzo y
trabajo, contribuyen todos los días.
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Referencias:
Alfredo
Quintanilla, “¿Acaso Arequipa es una aldea?”, en Noticias SER, 10
de agosto de 2019. <http://www.noticiasser.pe/opinion/acaso-arequipa-es-una-aldea>
Mario
Meza y Víctor Condori; Rolando Rojas, editor, Historia mínima de
Arequipa: Desde los primeros pobladores hasta el presente (Lima: IEP,
2018).
Rossano
Calvo Calvo, El Arequipeñismo: Aproximación a un caso de estudio de
identidad e imaginario urbano (Cusco: Alpha Servicios Gráficos, 2018).
Santos
Cesario Benavente Veliz, Cultura popular arequipeña: Alimentación,
música y juegos(Arequipa: Quimera editores, 2019).
Ernesto
Yepes, “La reconstrucción del sur andino”, en: Hildebrandt en sus trece (Lima),
Año 9, no. 439, viernes 5 de abril de 2019, p. 17.
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NOTA: LOS SUBRAYADOS SON NUESTROS
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