domingo, 26 de mayo de 2019

GENTE PUNEÑA

LOS UROS
Y SU VIDA DIARIA 
EN EL LAGO TITICACA
José Vadillo Vila jvadillo@editoraperu.com.pe 26/5/2019
EL PERUANO 26MAY19

El mundo de los uros
Veinte niños y adolescentes de las comunidades uros aprendieron a utilizar las cámaras digitales y retrataron su vida diaria en las islas flotantes en el lago Titicaca. El resultado se presenta en la exposición Qhas qot zuñinaka, Las personas de agua y lago.

1 El sol o inti filtra sus rayos por el tejido de totoras que forman estas islas flotantes donde vive la etnia uro desde que el hombre es hombre y el tiempo, tiempo. Al pie de una casa, también de esteras y techo de calamina como cualquier otra de estas comarcas mecidas por el lago Titicaca, una niña se entretiene con los juegos de la infancia. El adolescente dispara la cámara y continúa registrando la cotidianidad de su vida en Uros.

Darwin Quispe Jilapa tiene 12 años y ha tomado muchas fotos de las aguas del lago Titicaca. Para los uros, el agua no es solo un elemento de la naturaleza, es un ser vivo. Explica: “El lago es transparente, sobre él vivimos; el lago nos da de comer, tomamos sus aguas y también nos aseamos con sus aguas. El lago es todo para nuestro pueblo”.
El colectivo puneño Hatun Ñakaj –integrado por un abogado ambientalista, un artista plástico, dos jóvenes comunicadores y un ingeniero de sistemas, todos amantes de la fotografía– tiene por norte la integración cultural mediante el arte. Tal vez inspirados en la experiencia de Andrés Longui y el proyecto Ojos propios, los Hatun Ñakaj también han dado una segunda vida útil a las compactas cámaras fotográficas digitales, casi objetos del pasado ante la eclosión de la cultura smartphone.
A veces, la resolución de las cámaras no es tan buena, me cuenta Uriel Montúfar, director general de Hatun Ñakaj, pero lo importante es el resultado: cómo una veintena de niños y adolescentes de la etnia uro ha documentado el microcosmos de la cotidianidad, la visa en las islas.

Nada falta en sus registros: el trabajo con la totora, la elaboración de artesanía, la religiosidad, la pesca en el lago más alto del mundo. La presencia del chullu, como fiambre para los recreos; la crianza del ave llamada choca. Hay espacio para la risa, para la pichanga en las islas flotantes, porque las fotos son del 2018, cuando el mundo era un balón de fútbol y todos vivíamos mirando lo que sucedía en los estadios rusos.


2 El primer paso fue un pequeño taller para los niños y adolescentes con los conceptos básicos para el uso de las cámaras. Luego les prestaron a los niños los aparatos para que se los llevaran por unos días e hicieran lo que les gustara; después, los menores escogieron las fotos que más les agradaron y junto con los Hatun Ñakaj elaboraron los textos que acompañan a sus fotos en su nuevo viaje, que es la exposición Qhas qot zuñinaka, Las personas de agua y lago.
Los núbiles fotógrafos son chicos de 9 a 16 años , y algunos padres se molestaron por las cámaras, pero no por la intromisión que significaba en sus vidas, sino porque si se malograban quién asumiría el pago. Provienen de siete colegios que se ubican en las islas flotantes de los uros. “Cuando hablamos de uros no debemos de limitarnos a las islas turísticas que se encuentran frente a las costas lacustres de la ciudad de Puno”, advierte Uriel Montúfar: el trabajo fue con toda la etnia, diseminada también en cinco islas que viven hacia adentro del lago, donde aún es rara la presencia de turistas. Así se pudo ensayar una interesante perspectiva de cómo los uros se perciben.

3 El proyecto fotográfico tiene una mirada que engloba las costumbres y conocimientos ancestrales de esta etnia milenaria. Los pobladores se refieren a esta convivencia “agua-hombre”, “hombre-agua” como “Qhas qot zuñinaka”; de ahí el nombre de la exposición.
Hatun Ñakaj se articuló con la Dirección Descentralizada de Cultura de la región Puno, que ofrece en los colegios de las islas de los uros clases para revitalizar el uro, una lengua que corre el riesgo de desaparecer.

4 A la inauguración de la muestra en la ciudad de Puno solo pudieron venir dos niños, que se quedaron maravillados con ver su trabajo y el de sus amigos y conocidos.

El Ministerio de Cultura elaboró un catálogo en idioma uro que repartió entre los líderes comunales y maestros de las escuelas de la etnia uro que abarrotaron la sala. Se sentían muy orgullosos porque se trata de la primera publicación en su idioma hecha desde que en el 2013 se declaró Patrimonio Cultural de la Nación a los conocimientos y prácticas ancestrales de manejo de la totora. 
Para el colectivo, es el segundo proyecto de fotografía comunitaria que trabajan. El anterior lo hicieron hace dos años con niños de las comunidades afectadas por la contaminación del lago Titicaca. Ahora buscan el financiamiento para su siguiente proyecto comunitario, que quieren trabajar con la población migrante de los pueblos originarios a las zonas urbanas de Puno y Juliaca, y cómo en estos contextos crecen sus hijos y es recibida y mirada su herencia cultural.





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