LECTURAS
INTERESANTES N° 870
LIMA PERU 25ENE19
HIPOCRESÍA EN TORNO A VENEZUELA
César
Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT
EN SUS TRECE” N° 429, 25ENE19, p. 10
N
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o me digan que
a Estados Unidos le importa la democracia en Venezuela.
No sé cómo
reírme.
¿A Mike Pompeo
le interesa la libertad de los venezolanos y el respeto a los derechos
humanos? ¿Mike Pompeo? ¿No es el mismo cerdo que hace poco le pidió al príncipe
asesino de Arabia Saudita que investigara, por favor, el descuartizamiento y
disolución en ácido del periodista Jamal Khashoggi, sabiendo que fue el próximo
rey saudí el autor intelectual del crimen?
Mike Pompeo, el
secretario de estado del país que Trump deshonra, va a la OEA y se muestra
consternado. Y exige medidas en contra de la Venezuela secuestrada por el
chavismo crepuscular de mister Maduro.
Es el mismo
Pompeo que fue jefe de la CIA y que en esa condición defendió las torturas, los
centros de reclusión clandestinos que Estados Unidos tiene regados por el
mundo, las detenciones ilegítimas con fines de obtener información.
Es el mismo
sucio Pompeo que ha considerado patriótica la invasión de las comunicaciones privadas a escala universal
siempre y cuando el interés de los Estados Unidos así lo demande.
Este porcino va
a la OEA y da órdenes, como si estuviéramos en 1954 y Jacobo Árbenz, el gran
presidente que tuvo Guatemala, estuviera a punto de ser derrocado -como lo fue-
después de una conspiración urdida por la CIA y la United Fruit Company, harta
del tono progresista de quien fuera llamado “el soldado del pueblo”. Y tiene
razón Pompeo. Hemos regresado a los cincuenta en esta América Latina que se
cuadra al primer grito del imperio. Estamos en los cincuenta del siglo XX y
está cayendo Árbenz y está subiendo Alfredo Stroessner en el Paraguay aturdido
de siempre y faltan meses para que bombardeen la Casa Rosada y caiga ese sujeto
peligroso llamado Juan Domingo Perón. Y aquí gobierna Odría y los Prado son más
poderosos que nunca.
¿O no estamos
en los cincuenta?
¿O estaremos en
los 70, cuando la CIA financiaba “El Mercurio” y Nixon le decía a Kissinger que
debía hacer gemir a la economía chilena y cuando el plan subversivo incluyó el
financiamiento de huelgas camioneras, sabotajes a instalaciones de energía y
hasta el asesinato de un general del ejército?
¿O no estamos
en los 70 y, más bien, estamos en 1964, cuando la CIA financió el golpe militar
en contra del progresista Joao Goulart?
¿Y si no
estamos en los 60? De pronto estamos en el vecino 2004, cuando un comando
especial estadounidense secuestró a Jean- Bertrand Aristide, presidente de
Haití, y lo sacó de la escena llevándolo a Bangui, capital de República
Centroafricana, entregándolo a siempre agradecidos militares franceses.
¡Qué difícil
situarse! ¡Qué enredo de fechas! ¡Cuántas dignidades por el suelo! ¡Qué tiempo
tan circular! ¡Cuántos discos rayados!
¿Y si estamos
en el 2009, año del derrocamiento del incómodo e izquierdoso presidente
hondureño Manuel Zelaya, golpe que tuvo asesoría norteamericana desde la base militar
de Soto Cano? ¿No? ¿Estaremos entonces,
otra vez, en el 2012, cuando en Paraguay derrocaron, con auspicio de
Washington, al popular e incómodo Femando Lugo? ¿O hemos vuelto al 2016, año
impío en el que Dilma Rousseff fue extraída de la presidencia bajo vagas
acusaciones administrativas mientras Lula era acosado por el fiscal que
llegaría a ser ministro del fascista Bolsonaro?
¿Me equivoqué?
¿Estamos en plena doctrina Monroe? ¿Es 1823? ¿México va a perder en los
próximos años un tercio de su territorio? ¿Nuestro primer presidente ya está
pensando en traicionamos y aliarse con los españoles?
No. Estamos en
el verano del 2019 y Nicolás Maduro está derrumbándose. Yo no voy a llorar por
eso. Desde el año 2007 sostuve, para horror de mis lectores izquierdistas, que
Hugo Chávez no era socialista ni era democrático. En una columna publicada el 6
de noviembre del año 2007, escribí lo siguiente:
“Chávez,
además, no sabe quién fue Bolívar y profana su memoria declarándose heredero de
tamaño personaje. Bolívar fue el hombre que, después de las hazañas de Junín y
Ayacucho, se dirigió con estas palabras al Congreso del Perú reunido en pleno
el 10 de febrero de 1825: “Legisladores: Hoy es el día del Perú, porque hoy no
tiene un dictador... Nada me queda que hacer en esta república... Yo soy un
extranjero: he venido a auxiliar como guerrero y no a mandar como político…” Y Bolívar fue el que casi a gritos
dijo, en 1814, ante la asamblea popular de Caracas reunida en la iglesia de San
Francisco: “Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país
de esclavos. Vosotros me tituláis libertador de la república; yo nunca seré el
opresor... Confieso que ansío impacientemente por el momento de renunciar a la
autoridad. Entonces espero que me eximiréis de todo, excepto de combatir por vosotros..”
¿Cómo puede un personaje así
haberse reencarnado en Hugo Chávez? ¿Qué puede
vincular al Bolívar de Montesquieu con el Chávez de Fidel Castro? El socialismo
raptado por la vulgaridad y el crimen se llama estalinismo. Y Chávez marcha
raudo hacia la ruta que la estupidez norteamericana demandó a Castro que
tomara”.
JUAN GUAIDÓ autoproclamado y esgrimiendo a Bolivar... El PERU se sumó a la comparsa como el país gris y obediente que sigue siendo |
Eso escribí. Y
en eso me mantengo, modestamente y sin aspirar a ser ejemplo de nada. Pero que
no me vengan Pompeo y su amo a decir que la libertad de Venezuela les
preocupa. Como tampoco me trago que un presidente autoproclamado y autorizado
por la Casa Blanca sea más legítimo que otro que arrinconó a la oposición para
producir la autocracia más disparatada e inepta de este continente mártir.
Que los
venezolanos arreglen sus problemas. Que la pulcra doctrina Estrada siga
vigente, como lo acaba de recordar Andrés Manuel López Obrador, presidente de
México y próximo blanco de una mundial campaña de difamación. Van a ver. ▒
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