domingo, 2 de septiembre de 2018

EXITOSO LIBRO DE PADILLA


UNA MIRADA A
CUENTOS DE OTOÑO
DE FELICIANO PADILLA
Por Crónwell Jara Jiménez
Después de leer y reflexionar el enjundioso estudio “Feliciano Padilla en la Narrativa Peruana”, del connotado catedrático, doctor Dorian Espezúa Salmón, qué difícil nos resultará, luego, a quienes pretendamos analizar y comentar este libro: Cuentos de Otoño, y llegar a brindar un aporte novedoso o tratar de decir algo original sin correr el riego de repetir lo ya expuesto por el doctor Espezúa con respecto a las valoraciones, presencia y significado del consagrado escritor Feliciano Padilla Chalco, a lo largo y ancho del sur andino de nuestro país.
De modo que, esforzándome, luego de releer los Cuentos de Otoño, permítanme comentar de modo sucinto tres aspectos que, desde mi óptica de creador de cuentos, sobresalen en el conjunto de este libro y que me daría un gusto especial dar a conocer:
1. La in media res como técnica narrativa
2. Presencia y caracterización de los personajes
3. El humor oculto tras cada historia
Siento que el estudio del doctor Espezúa, abarca de modo brillante e inteligente, los aspectos esenciales sobre los que se edifica este conjunto de Cuentos de Otoño. El doctor Espezúa nos da a saber con qué calidad y jerarquía de escritor contamos. El autor de Cuentos de Otoño: vive, sabe y entiende perfectamente la psicología del hombre andino de la zona sur peruana. Comprende como pocos su variedad de culturas, el espíritu de sus idiomas, las formas y modos de comunicarse, sus modalidades expresivas, como de igual modo: la historia de la región, la vida de sus comunidades, pueblos, villorrios, sus mitos, tradiciones, leyendas; tanto como la vida de sus bandoleros, sus danzas, fiestas tradicionales, gustos, comidas, relatos orales, hasta saber cuáles son los sentimientos con los que estos pueblos construyen sus sueños y vidas. Feliciano Padilla es escritor de profundidad y auténtico. Conoce también las raíces míticas de su historia y la compleja psicología y cosmovisión con que se mueven los hombres andinos de esta zona sur. Sabe del temperamento y sus filosofías de vida. De modo que resulta fascinante, además, descubrir que estos Cuentos de Otoño por lo mismo están diseñados con un lenguaje y un modo de decir, muy ceñidos a la idiosincrasia, la atmósfera y la psiquis del hombre del sur andino. Ello se percibe en la lectura de cada cuento. Y cada cuento suyo posee un color, atmósfera y sabor propios.

1. La in media res, como técnica narrativa es, al parecer, la modalidad de escritura que formaría parte de un estilo y arte de construir historias en Feliciano Padilla Chalco. La in media res es expresión latina significa: empezar desde el centro de la cosa, que para nuestros propósitos sería: “empezar desde el centro del drama mismo”. Esto es, empezar el cuento planteando un problema. Como recomiendan Borges, Cortázar, Horacio Quiroga, García Márquez y Julio Ramón Ribeyro. Iniciarlo con una acción dramática o un dilema psicológico en donde el protagonista se vea involucrado en un álgido conflicto o en el centro del descalabro y en penosa situación. Y no podría ser mejor de otro modo ya que no existen cuentos de total felicidad, de principio a fin, en los conflictos de los cuentos clásicos universales. Por eso los buenos cuentos si bien podrían llegar a ser deslumbrantes acaban siendo de todos modos, al fin, sorprendentes o conmovedores. La in media res es la técnica favorita que utilizan los autores célebres y clásicos. Borges, Juan Rulfo, hasta García Márquez y Julio Ramón Ribeyro. Y la utilizan por ser una técnica especialmente eficaz. Pero, hay que saber aplicarla. La intención de esta técnica, al ser expuesta en las primeras líneas de la historia, es herir, emocionalmente, al lector con la tragedia que le ocurre al personaje protagónico. De modo inconsciente, por razón de la curiosidad, el lector al leer la primeras líneas y recibir el impacto dramático en ellas, quisiera saber a qué se debe la desgracia del protagonista, qué va a continuar a partir del punto inicial y en qué va a acabar la historia. De modo que, desde un inicio, el autor ya tendrá atrapado al lector si es que la técnica de la in media res está bien aplicada, como suele ocurrir normalmente. Y, al parecer, Feliciano Padilla la conoce hasta la exquisitez desde que este libro se abre con un cuento, “Mi hijo Áyax”, donde la técnica de la in media res, aparece aplicada de manera magistral y contundente. Cuando leemos:
“Qué hago yo aquí como un espantajo colgado de un gancho misterioso del espacio…”, al lector (a mí, el lector) no me queda otra emoción si no es la de espeluznarme y conmoverme en el mar de los enigmas e incertidumbres, por la descripción de tal hecho o suceso de desgracia. A nadie le gustaría sentirse un espantajo y menos pender colgado de un gancho… ¿por qué cuelga? ¿Quién es el protagonista? ¿Por qué le dan tal maltrato aparente? ¿Qué continuará de esta historia ya de por sí intrigante y maravillosamente dramática? ¿Y en qué acabará? De este modo vemos cómo es que Feliciano Padilla construye magistralmente este cuento. Y, en lo que sigue, también sin duda y con certeza veremos cómo es que, al final de la trama de esta historia, Feliciano Padilla también sabrá cerrar y sorprendernos acaso con un hecho todavía más terrible y conmovedor. Por lo que, como vemos, será de esperar que los cuentos que continúan, poseerán similares características. La técnica de in media res en los Cuentos de Otoño siempre será motivo de gran expectativa y curiosidad para un lector voraz, reflexivo y crítico, y que, además, se atreva a emular al gran maestro. 

2. En cuanto a la “presencia y caracterización” de los personajes, en Cuentos de Otoño, me arriesgo a creer que muchos de ellos son parte dramática de la biografía y psicología del autor. Al parecer Feliciano Padilla no podría crear historias de la nada, sucesos que no ha vivido o padecido como experiencia traumática. Todo lo contrario, si a Feliciano Padilla se le siente auténtico y sincero, será porque él es parte de la tragedia de los personaje que describe. Sus padecimientos, sornas, burlas, risas, incertidumbres y fiestas, son tripa y corazón suyos. Ha vivido, gozado y padecido de muchos modos todos ellos. Se ha movido en los espacios de cada historia que nos cuenta. Él es el alter ego, ha sido o ha estado con cada uno de sus personajes. O ellos podrían tener parte de él. Ha convivido con ellos, ha rozado con sus almas o los ha sentido muy cerca. Ha sufrido con ellos o él mismo, Feliciano Padilla, es uno de sus antagonistas. Se siente esta impronta en los cuentos “Mi hijo Áyax”, en el relato “Santo varón” y en “Pavel, el niño del desván”, por ejemplo; y de muchos modos en la historias que siguen. Así sean historias que al autor le hayan contado en familia o en historias que el autor recompone porque le conmueven de cerca o porque lo han marcado de por vida. Lo cierto es que –de no equivocarme–, si cada historia de este libro Cuentos de Otoño sabe llegar y herirnos, será porque se las siente vivas, a veces como sollozos llenos de desconsuelo y nostalgia, como heridas recientes; y que si el autor las escribe será para restañar su heridas y salvar su propia vida, para no acabar muriendo de dolor y por tanto amor –ya insufrible–habitando en cada una de ellas.

3. El humor (oculto tras cada historia) es la parte que, felizmente, atenúa y suaviza la fuerza del drama que acontece en los cuentos. Se ve un humor irónico, por ejemplo, en el cuento “Santo varón”, donde vemos que el personaje ausente–
Tres constantes que en suma son partes de una actitud lúdica. Y lo lúdico tiene que ver con la capacidad de jugar en cada autor. Jugar con las palabras, jugar con los hechos, barajar con las posibilidades de la imaginación, las emociones y de la inteligencia, son virtudes y muestras de salud y de buen talento en Feliciano Padilla. Alterar, ir contra lo establecido, contra la razón, para luego crear con el deleite y la lógica de la fantasía; y con ella inventar y disfrutar las historias más increíbles: son las manifestaciones artísticas más resaltantes e inobjetables en Feliciano Padilla Chalco y sus Cuentos de Otoño. El libro, como prueba irrefutable, felizmente nos deja con la evidencia y certeza de que contamos, por mucho tiempo, con un gran escritor de espíritu creador de gran sensibilidad y de muchos talentos. Un abrazo para ti y tu Familia, Chano. Un abrazo para el público amigo que te quiere, te respalda y te sigue siempre. Gracias.
presente, por estar considerado muerto desde hacia muchísimos años, realizaba los milagros más increíbles. Y sus milagros se repartían por todas partes. Hasta que el personaje, a quien se le tenía por muerto, aparece, dejando en total desconcierto al pariente suyo que nos narra la historia. Como esta historia de humor, hay otras donde la trama suele cerrarse con una forma ácida y corrosiva de ironía (“Café Pushkin”), o con el humor de la incertidumbre y la inocente ternura (en “La muerte de la abuela”) al no saberse si fue sueño o realidad lo que transcurría en la mente y emoción poética de un niño.

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