CATEDRAL DE PUNO
ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS*
Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas
P
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uno es una de las regiones
del Perú más favorecidas por el arte arquitectónico de la época colonial. Especialmente,
a orillas occidentales del lago Titicaca, unos cuantos pueblos guardan aún templos
monumentales, que forman un conjunto arquitectónico que ha sido catalogado como
expresión del estilo “barroco andino”, cuyos impulsores fueron primero los Dominicos y después –desde
1579- los Jesuitas. Todos ellos -una vez consolidada la ocupación de territorio de los
Lupaccas por los invasores hispanos- durante las últimas décadas del
siglo XVI y primeros lustros del siglo XVII acometieron la conquista espiritual o evangelización de esa parte de la
nación aimara, para lo cual era imprescindible la construcción de templos, en cada
una de las antiguas “cabeceras” Lupacas: Chucuito, Acora, Ilave, Juli, Pomata,
Yunguyo y Zepita.
La
significación artística de estos monumentos, ha motivado la amplia e
intensa atención de los investigadores de arte.
a. La
Catedral de Puno
La Catedral de la ciudad de
Puno no pertenece al conjunto monumental antes mencionado debido a su
fabricación muy posterior, pero es parte de la obra material religiosa
producida durante el época virreinal en el altiplano. En este caso, durante mediados del siglo XVII y
comienzos del siglo XVIII
Como se sabe, la Catedral de Puno, pertenece al cúmulo de bienes de
la Iglesia Católica en el Perú.
Por
bula papal del Papa Paulo VI, fechada el 13 de octubre de 1965, adquirió el
rango de Basílica Menor. Mediante R.S. Nº 2900-72-ED, fue declarada
como Patrimonio Histórico Cultural de la Nación.
Su construcción demoró un largo periodo.
Algunos datos existentes señalan que se inició realmente en 1709 y se terminó
en 1794, aunque según determinados documentos dicha construcción empezó en 1669 (luego de
los sucesos de Laycacota y los hermanos Salcedo y la intervención del virrey Conde
de Lemos) y concluyó en 25 de mayo de 1757 con la terminación
del imafronte o fachada principal por Simón de Asto, esto según la inscripción
que aparece en dicha fachada. La obra fue supervisada por el párroco
Juan Valentín de Gamboa y Norveña, natural de Hita, Toledo.
Adicionalmente es necesario
señalar que en el arco de una de las
puertas laterales se ve inscrito el año 1794 como fecha en que habría finalizado
la construcción de la catedral.
En
general debe advertirse que hay abundante información sobre este asunto, pero
ella es contradictoria, no uniforme y con evidentes lagunas.
Aprinmcipios del pasado siglo |
b. El proceso de su construcción
En 1668, luego
de la destrucción del pueblo de
mineros San Luis de Alba por órdenes del virrey Conde de Lemos, se dio curso al
traslado de españoles y mestizos a la “Villa de Nuestra Señora de la Concepción
y San Carlos de Puno que se ubicó al lado del pueblo de indígenas San Juan
Bautista, procediéndose al reparto de solares, lo que habría tenido como fecha
el 9 de setiembre 1668, estando a
los datos que obran en el libro “NOTICIAS CRONOLÓGICAS” de Diego de Esquivel y
Navía, citado y comentado por Nicanor Domínguez es su libro “APROXIMACIONES A
LA HISTORIA DE PUNO Y DEL ALTIPLANO”. Es posible inferir que en ocasión de
hacerse ese reparto el Conde de Lemos señaló el terreno donde debía erigirse el
templo. Se dice que el lugar designado era conocido como el supay cancha o canchón del diablo.
Hay estudiosos que postulan se conmemore el 9 de setiembre como “Dia
de la Fundación de la ciudad de Puno”.
Debe dejarse dicho que en parte
del área que hoy ocupa la ciudad de Puno existía en ese momento histórico solo
el Templo de Indios de San Juan Bautista.
El nuevo Puno con el rango de
“Villa” se construyó al lado, con una fundación a medias, atípica,
sin picota, sin cabildo y sin acta conocida (por lo menos hasta ahora) pero con
repartición de solares y misa de acción de gracias.
En 1669 se
inician las obras de construcción bajo la dirección del párroco de la recién
constituida Villa de la Concepción y San Carlos de Puno, Silvestre de Valdés. Esto según la Carta Informe que con fecha 12
de abril de 1669 dirigió el Conde de Lemos al Rey de España, sobre su actuación
en Laycacota, en la que indica que “ya tenía iniciada” la construcción. (El
documento –Según Ignacio Frisancho- se encuentra en el Archivo General de
Indias, Sevilla y una copia del original ha sido muy difundida gracias al
hallazgo del Ing. Julián Barra Catacora).
Como una de las
consecuencias de la visita represora del Conde de Lemos a Puno en 1668 el Cura
Silvestre de Valdés, “Párroco de la
nueva población de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno, estaba
haciendo la Iglesia con su asistencia y trabajo” dijo el Conde de
Lemos. Las obras aludidas por el
virrey eran muy posiblemente de una primera versión física del templo
proyectado. Los trabajos de este estuvieron detenidos durante muchos años
posteriores, por falta de recursos. Sin embargo los esfuerzos continuaron más
tarde impulsados por el Licenciado Phelipe
de Valdés (“sobrino” de Silvestre de Valdés) orientándolos a la
construcción de lo que se llamó la “Ermita de la Concepción”
Ignacio Frisancho en su “CATEDRAL DE PUNO. HISTORIA
DOCUMENTADA”, revela que el 19 de abril de 1708 el Cura y vicario de la villa,
el chucuiteño Miguel de Tapia Anuncibay,
recibe 1,705 pesos del General Joseph de Acuña (Justicia Mayor de la provincia
de Paucarcolla) “para la fábrica de la iglesia nueva de Puno”, que al
parecer se trata del templo que permanece hasta nuestros tiempos. De ahí que al año siguiente (1708) el
cura Tapia firma dos importantes contratos para la construcción de las partes
más sólidas y fundamentales de la nueva versión física de la iglesia con el
maestro cantero Diego de Roa, uno y
con el maestro cantero Miguel Garcia,
el otro.
Al parecer es aquí –interpretando al R. P. Antonio
San Cristóbal- cuando se decide “la reconversión
de las obras de la
iglesia” en el mismo lugar que hasta ahora ocupa, lo cual afectaría a los muros
y a las cubiertas de una primitiva y originaria iglesia o Ermita.
b. Contribuciones al financiamiento
de los costos de construcción
A partir de 1718
se promueven donaciones de los vecinos de la Villa para continuar las obras.
Destacando entre los donantes Juan Domínguez de Saravia.
Lado lateral derecho. FOTO : Giorgio Pinazo |
En 1727 el
nuevo cura de la Villa de Puno Felipe
Atanasio Calvo, llegó a comprometer a algunos de los más prósperos mineros
y comerciantes de la región para que ayudaran a la culminación de las obras que
faltaban en la iglesia, logrando obtener la cooperación pecuniaria de algunos
mineros de la zona y el 3 de septiembre
de 1731 firma contrato con el
alfarero Asencio Bentura de Zea, con intervención de los
benefactores Pedro Leduque y esposa
de Brígida de Ayala para la fabricación
de diez mil tejas vidriadas destinadas al techo de la Iglesia, lo cual se
culminó en 1734.
- Doña Brígida de Ayala
Según constancia que le
otorgó el cura Calvo, Doña Brígida y esposo con el fin de que se proceda al
techado del templo, contribuyeron con 4 mil pesos que pagaron en dos armadas.
Sobre la participación de Brigida de Ayala, Washington Cano refiere: “Otra minera
Doña María Ayala o Brígida Ayala (dueña de la mina Santa Teresa) como le llama
el Dr. Alejandro Cano, en su interesante Monografía Eclesiástica de Puno,
publicada en el periódico "El Heraldo", fue “la que terminó este importante templo”
Como ya se dijo, en 1657,
Simón de Asto, deja materialmente consignado que terminó la construcción de la
iglesia, sin embargo las obras dirigidas
a su conclusión continuaron casi hasta fines del siglo XVIII.
- Los San Román
Uno de los asuntos que ha derivado en punto de especulación por los
estudiosos de los antecedentes históricos de la Catedral, es quienes
confluyeron aportando materialmente a la realización de la gran obra.
En 1724 llegó a Puno Joseph Gonzáles de San Román, natural de
Burgos, España, capitán de
infantería española que ya avecindado como comerciante, casó con María Anastasia Teresa Thenaquero, (apellido éste que
aparece así en documentos notariales de la época pero que con el tiempo derivó
en Tinajeros). Joseph ocupó por algunos años el cargo de
Mayordomo de la iglesia parroquial y en tal condición recibió la donación de 4
mil pesos de parte de Brígida de Ayala y esposo, como se consignó más arriba.
Adquirió poder económico desde que accedió a la propiedad de la mina LOS
APOSTOLES que obtuvo por la donación que le hizo el rico minero azoguero Julián
de Azcue en julio de 1726.
Otro San Román: Miguel
Jacinto San Román Zevallos, natural se Asturias España llegó años después en
1735 y casó con María Manuela Josefa Gonzales de San Román Thenaquero hija de
Joseph Gonzales San Román por lo que Miguel Jacinto resulta ser su yerno. Por
tanto Joseph y Miguel Jacinto no eran parientes consanguíneos, eran solo
parientes políticos. A la muerte de su suegro Miguel Jacinto pasó a ser
propietario de la mina Los Apóstoles y
procedió a formar compañía con algunos vecinos de Arequipa para su explotación,
recayendo en él el cargo de Administrador por ser socio principal.
Dicho sea entre paréntesis para cultura general de la
puneñidad, uno de los hijos de ese matrimonio fue Miguel Antonio de San Román Gonzales quien también participó en las
cooperaciones pecuniarias a favor de la iglesia, casó en 1774 con Gregoria Antonia De Las Cuentas y Bravo, matrimonio
que procreó entre varios hijos al Prócer de la Independencia Miguel Pascual De San Román de las
Cuentas, fusilado en Puno por los realistas y padre del Gran Mariscal y Presidente de la República Miguel de San Román Meza.
Al morir en 1778 el
acaudalado minero Miguel Jacinto de San Román, “promotor financiero de las
obras” –según el padre Antonio San Cristóbal en su libro “ESPLENDOR DE LA
ARQUITECTURA VIRREINAL”- dejó dicho que dejaba “hechos los muros hasta el nacimiento de las bóvedas». Por tanto
es posible reconocer que las obras de la iglesia continuaron todavía bastantes
años después de 1757, casi hasta finales del siglo XVIII
Xavier
Moysén miembro de la Academia de Artes de México, señala que “…Un triste espectáculo debía presentar la
vieja iglesia parroquial de los españoles (refiriéndose sin duda a la
primera versión o ermita de Silvestre de Valdés), para mover la piedad religiosa del rico minero asturiano don Miguel Jacinto de San Román Zevallos,
el cual, se propuso costear con cargo a su hacienda la construcción de un nuevo
edificio que pudiera competir, dignamente, con las iglesias vecinas que por
entonces ya existían en el Collao”. Washington
Cano (en
su libro LA CATEDRAL DE
PUNO, Ed. Moreno, La Plata Argentina, 1952, agrega al respecto: “es posible que la continuara en parte el hijo de Miguel Jacinto, llamado Miguel Antonio
de San Román, nacido en Puno”
Abundantes son los juicios que
atribuyen a Miguel Jacinto su acción beneficente en favor de la construcción de
la catedral puneña. Así:
Emilio Romero en su "MONOGRAFÍA DE PUNO”, Lima 1928,
pág.41, dice que Miguel Jacinto de San Román y Zevallos, "minero
venido de Asturias... se distinguió por su generosidad llevada a exceso
y por su espíritu piadoso. A su costa levantó la catedral de Puno... que solo pudo
ver elevado hasta la cornisa, muriendo cuando faltaba cerrar las bóvedas...”
Ese mismo dato aparece en el libro de Washington Cano:
“Don Miguel Jacinto de San Román Zevallos, natural de Asturias, España,
que trabajaba en sociedad con varios españoles y vecinos de Arequipa las minas “Los
Apóstoles” situada más abajo del asiento minero de Laycacota de esta ciudad,
fue quien se propuso construir (desde 1754, según el mismo Cano) a su
costa un templo magnífico de piedra que fuese la iglesia parroquial del pueblo.
Solo llegó a construir los muros hasta el nacimiento de las bóvedas empleando
en su construcción arquitectos italianos...y que su hijo Miguel Antonio, nacido
en Puno y casado con doña Gregoria Antonia Cuentas, la continuara en parte”.
En el DICCIONARIO GEOGRÁFICO-HISTÓRICO DE LAS INDIAS OCCIDENTALES de
Antonio de Acevedo, Barcelona 1788, Tomo IV, pág. 322,
al describir la ciudad de Puno y referirse a la “parroquia de españoles” (hoy
catedral) señala que “es muy hermosa, costeada
por un vecino llamado San Román, principal director de una compañía que
hizo entre varios para labrar una de las minas más ricas de todo el Perú...”
José María Morante en su artículo “EL GRAN
MARISCAL DON MIGUEL DE SAN ROMÁN EN LA HISTORIA DE AREQUIPA Y DEL PERÚ”
publicado en la revista “Hombre y Mundo” Año II N° 3, Arequipa, 1957, págs 87
refiere que Miguel Jacinto San
Román Zevallos “Emprende a su costa la
construcción de un templo de piedra, posiblemente en 1754 y que hoy es la
Catedral de Puno, concluida en 1757 cuando el filántropo había muerto dejándola
sólo con los muros hasta la cornisa sin llegar a concluir la bóveda”
Teobaldo
Loayza Obando en su HISTORIA DE PUNO, dice de la catedral. “Su edificación fue
Iniciada con los auspicios pecuniarios de don Miguel Jacinto San Román y
Ceballos, uno de los llamados XII apóstoles, rico minero de la región; fue
concluida con la ayuda económica de doña María Ayala y de don Miguel Antonio de
San Román.
Sin
embargo de todo lo anterior, Ignacio Frisancho Pineda (Con tenue sesgo anti San Román) en su
CATEDRAL DE PUNO. HISTORIA DOCUMENTADA tiene respecto a la construcción
de la Catedral una versión un tanto diferente a las anteriores en cuanto a la
participación de los San Román. En apretada síntesis, sostiene en “La Catedral de Puno...” que
mucho antes que los dos primeros San Román llegaran a Puno (1722 y 1735), el
cura Silvestre Valdés ya había
iniciado la construcción, desde 1669 (Un año después de la fundación de Puno)
al punto que en 1709 “ya estaban construidos los cuatro arcos del
crucero...”.
Señala
además, que si bien Joseph Gonzáles de San Román (no Miguel Jacinto)
después de llegado y avecindado ocupó el cargo de Mayordomo de la Iglesia
Parroquial (hoy Catedral), el dinero que él puso para ayudar a la construcción,
ascendiente a 2,039 pesos, fueron recobrados después de su fallecimiento por su
viuda María Thenaquero y su yerno Miguel de San Román.
Frisancho
sostiene que aquella información, según la cual Miguel Jacinto San Román y
Zevallos “al morir en 1778, dejó los muros hasta el nacimiento de las
bóvedas” debe referirse “no al cuerpo principal de la Iglesia Catedral
que en aquel año ya estaba terminado (desde 1757)... sino a la Capilla de la
Virgen del Rosario...”
En fin, el tema da para mucho, para investigar y
esclarecer la confusa cronología y determinar los verdaderos roles que
cumplieron los involucrados en esta historia. ▒
Junio 19, 2018
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*Breve
trabajo expuesto por el Director Editor del blog
punoculturaydesarrollo.blogspot.com, en ocasión de presentarse el libro “CATEDRAL
DEL PUNO. TEMPLO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y BASILICA MENOR. Análisis iconográfico,
en acto cultural realizado el pasado 19 de junio en el Salón Puquina Cocha de
la Asociación Cultural Brisas del Titicaca. La autoría de la obra presentada
con nutrida asistencia de público corresponde a Jorge Velásquez Castro y Malena
Velásquez Uría, editado e impreso en gran formato en Arequipa, abril de 2018.
Esta publicación enriquece
la historiografía puneña y contiene nuevos y esclarecedores enfoques sobre el
conjunto de íconos de variada temática que aparecen en la portada de la monumental
catedral puneña. La profusión de ilustraciones constituye un rasgo resaltante
en la elegante edición, junto con un estilo expositivo llano y directo que
denota el conocimiento y manejo del lenguaje formalizado en arte arquitectónico
por los autores, cuyo puneñismo fluye de la lectura de este importante volumen.
Mesa de Honor en el acto cultural |
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