MARÍA ROSTWOROWSKI, UNA VIDA Y UNA OBRA
DEDICADA AL ANTIGUO PERÚ
Juan Manuel Castañeda Chávez | LOS ANDES 20MAR16
Al escuchar mencionar su nombre,
inmediatamente se le asocia con el Antiguo Perú, porque, aparte de ser un
referente académico obligado, la figura de María Rostworowski se ha convertido
en un símbolo que representa los estudios sobre la etapa precolombina peruana.
Nacida el 08 de agosto de 1915, contaba ya con cien años hasta que hace unos
días desafortunadamente nos dejó. Sin embargo, su inspiradora imagen encarna un
enorme esfuerzo intelectual, legando una obra acabada de investigaciones que
han modernizado nuestra concepción de aquel periodo histórico y, con ello, ha
dejado un claro ejemplo de dedicación, de trabajo y de amor a un país.
María Rostworowski de Diez
Canseco, ya en su segundo matrimonio, se aproximó al mundo de la investigación
de forma muy circunstancial: una tarde, en el balneario de Ancón, el
historiador y pensador Raúl Porras Barnechea la encontró absorta leyendo un
libro de tan intensa manera que se tuvo que acercar intrigado y, en aquella
conversación, ella le expresó su fascinación por el mundo incaico. Aquel
encuentro fue vital, pues a partir de aquel entonces, Porras Barnechea le
aconsejó, le guió académicamente, le enseñó a fichar bibliografía y le impulsó
a prepararse. A raíz de ello, María se matriculó en la universidad como alumna
libre, ya que no podía hacerlo como estudiante. ¿Por qué quien llegaría a
pertenecer a muchas academias nacionales de historia y ser nombrada por
numerosas universidades americanas y europeas Doctor Honoris Causa, no podía
matricularse en la universidad?
La explicación hay que buscarla
mucho tiempo atrás, tenemos que remontarnos a los primeros años del siglo
veinte y situarnos en Perú, a donde llegaba el joven conde polaco Jan Jacek
Rostworowski. Inquieto y aventurero, en Lima conocería a la joven puneña Rita
Ana Tovar del Valle; la pareja se enamoró, se casaron y tuvieron dos hijas –por
parte materna viene el ascendiente andino de María Rostworowski, quien
divertida se llamaba a sí misma “la chola polaca”–. Luego de vivir cinco años
en Perú, partieron a Polonia, donde residieron por algún tiempo, para luego
trasladarse a Francia, donde el padre compró una hacienda; allí, infelizmente
falleció una de las hijas.
La educación de María quedó a cargo
de institutrices francesas que se encargaban de su educación, ya que no iba al
colegio. A tan corta edad, entre la quietud de aquella infancia solitaria y la
alegría de la campiña francesa, María se convirtió en una devoradora de libros
–contaba que tenía una guarida especial en la copa de un árbol donde se recluía
a leer mientras las preceptoras francesas la buscaban desesperadas, a los
gritos de “mademoiselle mari”, mademoiselle mari”–. Finalizó sus estudios
secundarios en un exclusivo colegio inglés con una excelente preparación.
De toda su educación europea, el
padre no tuvo la precaución de guardar ninguna certificación, por lo tanto,
aunque su educación escolar fuese excelente, no había oficialmente ninguna
constancia que registrara su paso por el colegio. Muchos años después, cuando
ya había regresado a Perú, en el momento que María quería matricularse en la
universidad, Europa atravesaba los estragos de la segunda guerra mundial, con
lo cual solicitar cualquier documento acreditativo sería un esfuerzo inútil. No
había otra opción que matricularse como alumna libre en la universidad y, sobre
todo, ser una autodidacta en el campo de la investigación. ¿Qué le aportó ser
autodidacta en el campo intelectual?
Animada por su maestro, Porras
Barnechea, su primer libro, “Pachacutec Inca Yupanqui” (1953), fue una
biografía sobre el gran artífice del Tahuantinsuyo. Con este trabajo quiso
desmitificar su figura y mostrarlo con la humanidad del gran líder que fue.
Esta primera publicación ganó el premio nacional de historia e inició una larga
lista de libros y sus meditados postulados; por su original posición, al
principio causaban extrañeza y discrepancia en el mundo académico; sin embargo,
con el tiempo han sido aceptados como concluyentes y han abierto nuevas vías de
investigación.
En una segunda etapa, sus
investigaciones fueron orientadas hacia el pasado pre-inca e inca de la costa y
sus señoríos, rompiendo una vez más paradigmas que asociaban lo andino a la
sierra. Con sus investigaciones demostraba que tanto la costa como la sierra y
también la selva, conforman las partes de un todo indesligable. Ella siempre
mantuvo la acertada tesis que no solo la sierra es andina, sino que el Perú es
un país andino, porque todas sus regiones están indesligablemente conectadas al
entorno geográfico de los Andes, tanto en los recursos naturales, la
hidrografía, como entre muchos otros factores.
Si nos situamos en la mitad del
siglo veinte, en la época que María empezó a investigar, debemos puntualizar
que la valoración del pasado peruano no era la actual; ella recordaba que mucha
gente allegada le sugería estudiar la época republicana, ya que despectivamente
consideraban a los Incas como la época de los indios. Felizmente, María
observaba las cosas de distinta manera, por lo que continuó en su empeño, pues
aquella organización andina la había deslumbrado.
Con Marco Matos, Arguedas y con
un nutrido grupo de estudiosos e intelectuales, se fundó la que con el tiempo
se convertiría en su casa académica: el Instituto de Estudios Peruanos,
inicialmente con María como miembro fundadora, posteriormente como
investigadora principal y, hoy en día, como su más insigne representante.
Con su libro “La mujer en la
época prehispánica” (1986), fue pionera en estudiar el papel de la mujer en el
Antiguo Perú; sin ningún complejo frente a posiciones occidentales modernas al
respecto, revalidaba el conocimiento del pasado peruano como imprescindible
para diagnosticar la realidad nacional y edificar un futuro. En esta obra
expuso a Mama Ocllo y Mama Huaco como dos prototipos de mujer andina, peruana,
que tienen mucha vigencia en la actualidad.
La libertad que tenía como
investigadora autodidacta la llevó a trabajar de forma multidisciplinar,
integró la historia con la arqueología, con la antropología y hasta con el
psicoanálisis, y gracias a su cercanía con el antropólogo John Murra, fue una
de las precursoras de la Etnohistoria, una especialidad que nos acerca con
mayor profundidad al complejo pasado peruano. Estas posiciones se reflejan
también en el libro que la doctora Rostworowski reconoce como su obra mayor:
“Estructuras andinas del poder: ideología religiosa y política” (1983), donde
postula la diarquía como forma de organización, debidamente fundamentada en la
cosmovisión andina. Del mismo modo, explica con claridad el concepto andino de
dualidad; [1][–Entre los dioses masculinos el principio del “espejo” explica la
idea indígena de la dualidad. Ahora bien, entre las divinidades sobre las
cuales tenemos mayor información, como son Tunupa, Viracocha y Pachacamac,
descubrimos en ella aspectos dobles, es decir, lo de arriba y abajo, además de
atributos opuestos, hechos que llevan a una cuatripartición religiosa. Este
concepto obedece a la organización andina por excelencia, pues para los naturales
el esquema del mundo era doble, de ahí que debían enfrentarse a fuerzas
opuestas y al mismo tiempo complementarias–]
El libro “Historia del
Tahuantinsuyu” (1988), logró un récord inédito en los títulos de las ciencias
sociales; con una venta de más de 100 mil unidades y con múltiples ediciones,
alcanzó el status de best seller. En este libro postuló, entre otros conceptos,
que llamar imperio a la organización incaica era dotarlo de características
europeas y occidentales que desvirtuaban su verdadera esencia andina; por ello,
ella siempre lo llamó Incario o Tahuantinsuyu, retornándole así la singularidad
organizativa que siempre tuvo.
Con una profunda mirada
etnohistórica en el título “Pachacámac y el Señor de los Milagros: una
trayectoria milenaria” (1992), analizó el fenómeno de la fe andina y sus
transmutaciones en el tiempo. Igualmente recomendables son los libros
infantiles de cuentos andinos: “La muerte del sol y otros cuentos del Antiguo
Perú” (1996), y “El origen de los hombres y otros cuentos del Antiguo Perú”
(1996), escritos en un lenguaje muy asequible para los niños a quienes sumerge,
a través de una recopilación, en la fascinante cosmovisión de los antiguos
peruanos.
En el libro “Doña Francisca
Pizarro: una ilustre mestiza” (1534-1598) (1989), repasa la vida de la hija de
Pizarro, personaje que sintió el desarraigo y la falta de raíces donde
asentarse, viviendo en Europa fuera de su entorno andino. Un caso similar al de
María, que vivió y viajó por el mundo sintiéndose foránea hasta que retornó al
Perú e, indagando en el pasado peruano, se reencontró con su identidad andina,
aquella que le venía de su madre puneña, y a desentrañar este origen andino
dedicó toda su obra y su vida.
Se suele decir que el mayor
homenaje que se puede hacer a los autores que ya no nos acompañan es leer su
obra; felizmente, la vasta obra de María Rostworowski, de la cual hemos
mencionado solo algunos títulos, seguirá esclareciendo con maestría nuestro
complejo pasado precolombino y reconciliando al peruano moderno con su
identidad milenaria.
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[1] Estructuras Andinas del poder. María
Rostworowski de Diez Canseco. Instituto de Estudios Peruanos. Lima. 2000. Pág.
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