viernes, 25 de marzo de 2016

COYUNTURA POLITICA PERUANA


LECTURAS INTERESANTES Nº 693
LIMA PERU            25 MARZO 2016

SINVERGUENZAS
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 292 25MAR16 p. 11
N

o haber sancionado a Keiko Fujimori es la mayor prueba del fraude de estas elecciones.
La candidata de Fuerza Popular había violado la ley electoral tanto o más que César Acuña, defenestrado por dos entregas de dinero en las que ni siquiera estuvo presente.
Y si el mafioso Jurado Electoral Especial de Lima hubiese querido apegarse a la ley Alan García tendría que haber estado fuera. Las autoridades partidarias que aprobaron la lánguida Alianza Popular habían caducado e incurrieron en usurpación de funciones.
Pero, claro, lo peor de la política tenía que ser favorecido por abogados que sirven a un sistema roído por la corrupción. Dijimos hace semanas que estas elecciones eran ilegítimas. Lo dijimos cuando expulsaron al segundo de las encuestas. Ahora, con la anuencia mostrada respecto de Keiko Fujimori y Alan García, el fraude ha quedado, en toda su magnitud, al descubierto.
Esperaron a la medianoche del jueves santo para evacuar su fallo. La prensa basura hizo lo suyo: en RPP hablaban de frivolidades, en Capital preguntaban cuál era la película favorita sobre Jesús, en los canales informativos el gesto de complicidad criminal del JEE no merecía ningún comentario crítico.
Está claro: estas elecciones están manchadas. Y el gobierno que surja de ellas carecerá de legitimidad constitucional. La derecha va a hacer todo lo posible para que la gente acepte esta mugre y sus esbirros van a decir que quienes nos oponemos a estos comicios truchos somos unos golpistas y unos subversivos.
Lo mismo nos dijeron el 2000, cuando la banda armada que dominaba el país ensayaba su tercera reencarnación.
Frente a esta situación sólo cabe esperar que una primavera peruana se haga sentir en las calles y arranque de las autoridades electorales un veredicto justo tras la apelación que habrá de presentarse. Aceptar estas elecciones es indigno. Es someterse a los designios de una pandilla. Es volver a los años 30, cuando al Apra le robaban los votos. Es volver a los 60, cuando a Haya de la Torre los militares reaccionarios lo vetaron.
Se ha producido un golpe de Estado blanco y abogadil. ¿Qué pasa cuando el poder electoral está descalificado para ejercer sus funciones? Pues pasa que la democracia se pone entre paréntesis y los hechos consumados son los que prevalecen.
Estos son: María de Lourdes Loayza; Manuel Miranda, Edith Vargas
¿Había pruebas concretas y abundantes sobre el caso de Keiko Fujimori? Las había. Que el JEE las haya rechazado supone que ha actuado como parte de una conspiración destinada a no aplicar la ley por igual.
El fujimorismo ya no necesita ganar las elecciones del 10 de abril. Ya manda. Ya puede jactarse de haber vuelto. Y Távara y su combo son, por ahora, herederos de Portillo y compañía.
¿Se prestarán los candidatos de la renovación -Barnechea y Mendoza- a ser parte de esta farsa?
Sus consejeros les dirán que sí, que es posible que en la segunda vuelta la favorita del Jurado Nacional de Elecciones pueda perder.
Pero ese no es el asunto. El asunto es que las elecciones no son tales dado que el llamado poder electoral actual se ha marginado de la ley.
Si la ilegitimidad del próximo gobierno se convierte en ingobernabilidad y terremoto social, ¿a quién vamos a culpar? ¿A las protestas o a los que se burlaron del cumplimiento de la ley?
El próximo gobierno tiene tareas que requerirán de delicados consensos, de diálogo, apertura y transacciones. ¿Será eso posible con un origen notoriamente discutible de su mandato?
Si el Perú fuese un país serio, lo que tendríamos que hacer es echar a la calle a las autoridades electorales y convocar nuevas elecciones respetando, desde luego, el plazo del 28 de julio de este año como fecha límite para la vigencia del actual gobierno. ¿Es tan traumático eso? Mucho más lo será ir a estos comicios enmierdados.

 

domingo, 20 de marzo de 2016

AUIN MAS SOBRE ROSTWOROWSKI

Ronald Gamarra en “HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 291, 18MAR16, p. 18
M
 aría Rostworowski, historiadora e investigadora de primera línea de nuestro pasado prehispánico, falleció la semana pasada culminando un siglo de vida fructífera como pocas al servicio de la investigación y del conocimiento. Sus colegas de disciplina harán el balance de su contribución académica que, desde ya, se juzga extraordinaria. Por mi parte, lego en historia pero atento a la vida de mi país, quiero hacer algunas consideraciones sobre lo que ella representa para todos más allá de su indudable excelencia como etnohistoriadora.
En primer lugar, hay que destacar su honestidad personal, intelectual y académica. En un medio como el nuestro, donde la fiebre por aparentar ha desbordado todo límite impuesto por el pudor más elemental, la honestidad de esta mujer extraordinaria brilla aún más. A diario descubrimos títulos y grados académicos falsos u obtenidos con fraude, mediante el plagio o la coima, por parte de quienes incluso aspiran a regir los destinos del país u ocupan altos puestos en las instituciones. La búsqueda fácil del relumbrón se ha convertido en una extendida enfermedad de nuestros días.
Pero María no necesitó jamás de ningún cartón con valor oficial para ser la mejor académica, ni buscó jamás que la llamaran doctora para valer como el que más. Desnuda de títulos y grados, ella brilla por sí sola con sus estudios e investigaciones originales y profundos. En un país donde pululan los estafadores y vendedores de sebo de culebra premunidos de títulos tan innumerables e impresionantes como dudosos, la limpieza de esta mujer es un ejemplo que por sí solo merece un reconocimiento de admiración rendida.
Ella fue absolutamente autodidacta. Se casó muy joven en una época en que el destino de casi todas las mujeres era casi exclusivamente el matrimonio, y tuvo que asumir muy pronto obligaciones de mujer adulta que impidieron y postergaron por mucho tiempo la búsqueda de la realización de una vocación que venía madurando. No fue sino hasta su madurez que, atreviéndose a romper con la tradición que restringía entonces la vida de las mujeres, decidió iniciarse por su propia cuenta en la disciplina de la historia. Nunca fue una estudiante universitaria formal, sino alumna libre, especialmente en las clases de Raúl Porras Barrenechea.
Los documentos que acreditaban su formación educativa básica se habían quedado en Polonia y Francia, y era imposible conseguirlos a causa de la guerra espantosa que Hitler había desatado sobre Europa. Es muy probable, se me ocurre ahora, que con la destrucción brutal de Polonia, esos documentos desaparecieran para siempre. Por lo tanto, formalmente, quizás tampoco podía acreditar ni siquiera primaria y secundaria. No obstante ello, pocas personas podían acreditar una formación tan exquisita como la que ella había obtenido en Europa.

P
 or supuesto, en un país formalista como el nuestro, todo eso le impedía hacer una carrera académica. Por eso no tuvo título alguno. Fue historiadora de hecho, no de derecho, y fue mejor que la mayoría de quienes ostentan títulos. Como José Carlos Mariátegui, María Rostworowski se elevó hasta lo más alto de la excelencia académica sin contar con licencia universitaria alguna. Es una ironía que la etnohistoriadora más capacitada no pudiera dictar clases en la universidad ni hacer carrera docente por falta de papeles cuando sabía mucho más que quienes sí los tienen sabe dios cómo.
Otro aspecto destacable en María fue su disposición a la difusión del conocimiento. A ella le dolía mucho el retraso de los libros escolares y universitarios con respecto a los avances de la investigación. Por eso, siendo una historiadora de punta, no dudó en contribuir a la extensión del conocimiento histórico al gran público a través de su exposición sencilla y al mismo tiempo cautivante. Su incomparable Historia del Tahuantinsuyu, con más de 100 mil ejemplares vendidos, es el ejemplo más exitoso de una adecuada vulgarización del conocimiento histórico. Ejemplo que sería provechoso si otros académicos de punta lo siguieran.

Por último, quiero destacar la vocación de María Rostworowski por el Perú. Con la niñez y la adolescencia vividas casi totalmente en Europa, ella, sin embargo, eligió el Perú. Nacer en un país es un accidente; elegir el propio país es una decisión que muy pocos toman. La decisión de María revela verdadero amor por esta antigua comunidad de hombres y mujeres llamada Perú, que tan poco sabe de sí misma y de su propio y rico pasado. Nuevamente, en un medio donde el patriotismo ritual esconde el desprecio por la esencia indígena de la nacionalidad, la vida y la obra de María Rostworowski nos enseñan cómo hay que conocer y amar al Perú.

MAS SOBRE MARIA ROSTWOROWSKI

MARÍA ROSTWOROWSKI, UNA VIDA Y UNA OBRA DEDICADA AL ANTIGUO PERÚ
Juan Manuel Castañeda Chávez | LOS ANDES 20MAR16
Al escuchar mencionar su nombre, inmediatamente se le asocia con el Antiguo Perú, porque, aparte de ser un referente académico obligado, la figura de María Rostworowski se ha convertido en un símbolo que representa los estudios sobre la etapa precolombina peruana. Nacida el 08 de agosto de 1915, contaba ya con cien años hasta que hace unos días desafortunadamente nos dejó. Sin embargo, su inspiradora imagen encarna un enorme esfuerzo intelectual, legando una obra acabada de investigaciones que han modernizado nuestra concepción de aquel periodo histórico y, con ello, ha dejado un claro ejemplo de dedicación, de trabajo y de amor a un país.
María Rostworowski de Diez Canseco, ya en su segundo matrimonio, se aproximó al mundo de la investigación de forma muy circunstancial: una tarde, en el balneario de Ancón, el historiador y pensador Raúl Porras Barnechea la encontró absorta leyendo un libro de tan intensa manera que se tuvo que acercar intrigado y, en aquella conversación, ella le expresó su fascinación por el mundo incaico. Aquel encuentro fue vital, pues a partir de aquel entonces, Porras Barnechea le aconsejó, le guió académicamente, le enseñó a fichar bibliografía y le impulsó a prepararse. A raíz de ello, María se matriculó en la universidad como alumna libre, ya que no podía hacerlo como estudiante. ¿Por qué quien llegaría a pertenecer a muchas academias nacionales de historia y ser nombrada por numerosas universidades americanas y europeas Doctor Honoris Causa, no podía matricularse en la universidad?
La explicación hay que buscarla mucho tiempo atrás, tenemos que remontarnos a los primeros años del siglo veinte y situarnos en Perú, a donde llegaba el joven conde polaco Jan Jacek Rostworowski. Inquieto y aventurero, en Lima conocería a la joven puneña Rita Ana Tovar del Valle; la pareja se enamoró, se casaron y tuvieron dos hijas –por parte materna viene el ascendiente andino de María Rostworowski, quien divertida se llamaba a sí misma “la chola polaca”–. Luego de vivir cinco años en Perú, partieron a Polonia, donde residieron por algún tiempo, para luego trasladarse a Francia, donde el padre compró una hacienda; allí, infelizmente falleció una de las hijas.
La educación de María quedó a cargo de institutrices francesas que se encargaban de su educación, ya que no iba al colegio. A tan corta edad, entre la quietud de aquella infancia solitaria y la alegría de la campiña francesa, María se convirtió en una devoradora de libros –contaba que tenía una guarida especial en la copa de un árbol donde se recluía a leer mientras las preceptoras francesas la buscaban desesperadas, a los gritos de “mademoiselle mari”, mademoiselle mari”–. Finalizó sus estudios secundarios en un exclusivo colegio inglés con una excelente preparación.
De toda su educación europea, el padre no tuvo la precaución de guardar ninguna certificación, por lo tanto, aunque su educación escolar fuese excelente, no había oficialmente ninguna constancia que registrara su paso por el colegio. Muchos años después, cuando ya había regresado a Perú, en el momento que María quería matricularse en la universidad, Europa atravesaba los estragos de la segunda guerra mundial, con lo cual solicitar cualquier documento acreditativo sería un esfuerzo inútil. No había otra opción que matricularse como alumna libre en la universidad y, sobre todo, ser una autodidacta en el campo de la investigación. ¿Qué le aportó ser autodidacta en el campo intelectual?
Animada por su maestro, Porras Barnechea, su primer libro, “Pachacutec Inca Yupanqui” (1953), fue una biografía sobre el gran artífice del Tahuantinsuyo. Con este trabajo quiso desmitificar su figura y mostrarlo con la humanidad del gran líder que fue. Esta primera publicación ganó el premio nacional de historia e inició una larga lista de libros y sus meditados postulados; por su original posición, al principio causaban extrañeza y discrepancia en el mundo académico; sin embargo, con el tiempo han sido aceptados como concluyentes y han abierto nuevas vías de investigación.
En una segunda etapa, sus investigaciones fueron orientadas hacia el pasado pre-inca e inca de la costa y sus señoríos, rompiendo una vez más paradigmas que asociaban lo andino a la sierra. Con sus investigaciones demostraba que tanto la costa como la sierra y también la selva, conforman las partes de un todo indesligable. Ella siempre mantuvo la acertada tesis que no solo la sierra es andina, sino que el Perú es un país andino, porque todas sus regiones están indesligablemente conectadas al entorno geográfico de los Andes, tanto en los recursos naturales, la hidrografía, como entre muchos otros factores.
Si nos situamos en la mitad del siglo veinte, en la época que María empezó a investigar, debemos puntualizar que la valoración del pasado peruano no era la actual; ella recordaba que mucha gente allegada le sugería estudiar la época republicana, ya que despectivamente consideraban a los Incas como la época de los indios. Felizmente, María observaba las cosas de distinta manera, por lo que continuó en su empeño, pues aquella organización andina la había deslumbrado.
Con Marco Matos, Arguedas y con un nutrido grupo de estudiosos e intelectuales, se fundó la que con el tiempo se convertiría en su casa académica: el Instituto de Estudios Peruanos, inicialmente con María como miembro fundadora, posteriormente como investigadora principal y, hoy en día, como su más insigne representante.
Con su libro “La mujer en la época prehispánica” (1986), fue pionera en estudiar el papel de la mujer en el Antiguo Perú; sin ningún complejo frente a posiciones occidentales modernas al respecto, revalidaba el conocimiento del pasado peruano como imprescindible para diagnosticar la realidad nacional y edificar un futuro. En esta obra expuso a Mama Ocllo y Mama Huaco como dos prototipos de mujer andina, peruana, que tienen mucha vigencia en la actualidad.
La libertad que tenía como investigadora autodidacta la llevó a trabajar de forma multidisciplinar, integró la historia con la arqueología, con la antropología y hasta con el psicoanálisis, y gracias a su cercanía con el antropólogo John Murra, fue una de las precursoras de la Etnohistoria, una especialidad que nos acerca con mayor profundidad al complejo pasado peruano. Estas posiciones se reflejan también en el libro que la doctora Rostworowski reconoce como su obra mayor: “Estructuras andinas del poder: ideología religiosa y política” (1983), donde postula la diarquía como forma de organización, debidamente fundamentada en la cosmovisión andina. Del mismo modo, explica con claridad el concepto andino de dualidad; [1][–Entre los dioses masculinos el principio del “espejo” explica la idea indígena de la dualidad. Ahora bien, entre las divinidades sobre las cuales tenemos mayor información, como son Tunupa, Viracocha y Pachacamac, descubrimos en ella aspectos dobles, es decir, lo de arriba y abajo, además de atributos opuestos, hechos que llevan a una cuatripartición religiosa. Este concepto obedece a la organización andina por excelencia, pues para los naturales el esquema del mundo era doble, de ahí que debían enfrentarse a fuerzas opuestas y al mismo tiempo complementarias–]
El libro “Historia del Tahuantinsuyu” (1988), logró un récord inédito en los títulos de las ciencias sociales; con una venta de más de 100 mil unidades y con múltiples ediciones, alcanzó el status de best seller. En este libro postuló, entre otros conceptos, que llamar imperio a la organización incaica era dotarlo de características europeas y occidentales que desvirtuaban su verdadera esencia andina; por ello, ella siempre lo llamó Incario o Tahuantinsuyu, retornándole así la singularidad organizativa que siempre tuvo.

Con una profunda mirada etnohistórica en el título “Pachacámac y el Señor de los Milagros: una trayectoria milenaria” (1992), analizó el fenómeno de la fe andina y sus transmutaciones en el tiempo. Igualmente recomendables son los libros infantiles de cuentos andinos: “La muerte del sol y otros cuentos del Antiguo Perú” (1996), y “El origen de los hombres y otros cuentos del Antiguo Perú” (1996), escritos en un lenguaje muy asequible para los niños a quienes sumerge, a través de una recopilación, en la fascinante cosmovisión de los antiguos peruanos.
En el libro “Doña Francisca Pizarro: una ilustre mestiza” (1534-1598) (1989), repasa la vida de la hija de Pizarro, personaje que sintió el desarraigo y la falta de raíces donde asentarse, viviendo en Europa fuera de su entorno andino. Un caso similar al de María, que vivió y viajó por el mundo sintiéndose foránea hasta que retornó al Perú e, indagando en el pasado peruano, se reencontró con su identidad andina, aquella que le venía de su madre puneña, y a desentrañar este origen andino dedicó toda su obra y su vida.
Se suele decir que el mayor homenaje que se puede hacer a los autores que ya no nos acompañan es leer su obra; felizmente, la vasta obra de María Rostworowski, de la cual hemos mencionado solo algunos títulos, seguirá esclareciendo con maestría nuestro complejo pasado precolombino y reconciliando al peruano moderno con su identidad milenaria.
___________

[1] Estructuras Andinas del poder. María Rostworowski de Diez Canseco. Instituto de Estudios Peruanos. Lima. 2000. Pág. 22

ROSTWOROWSKI





La muerte de doña María Rostworowski, una de las más destacadas y rigurosas investigadoras del Perú prehispánico, no se lleva su obra ni su ejemplo de vida.
Tomado de: José Ragas. SOMOS, El Comercio, año XXIX. N° 1527

Entre los años 1960 y 1980 se produjo una revolución en la forma en que entendemos la historia andina. Decenas de investigadores, nacionales e internacionales, se sumergieron en archivos y bibliotecas para buscar nuevas evidencias -o releer las ya existentes- sobre la sociedad previa a la Conquista española, así como a la transición hacia las primeras décadas de la nueva sociedad colonial.
Ninguna fuente podía descartarse en dicho propósito: juicios, mitos, litigios por tierra, tradiciones orales, crónicas, keros, pinturas e incluso los indescifrables quipus fueron escudriñados tratando de que arrojaran nueva información sobre un periodo que había sido reducido a un evento militar y donde la población andina permanecía invisible hasta las rebeliones del siglo XVIII.
Entre los responsables de la nueva visión sobre aquel momento fundacional del país se encontraba, por supuesto, Maria Rostworowski (1915-2016). Desde la publicación de su primer libro sobre el Inca Pachacútec, hace 60 años, hasta su fallecimiento unos días atrás, ella se convirtió en una de las académicas más prolíficas del país. Una trayectoria como la suya, tan rica y pionera, es una invitación a repensar su vida dentro de las grandes transformaciones que ha atravesado el país en el siglo XX y los retos que aún tenemos pendientes con miras al Bi-centenario este 2021.
Hay tres aspectos que hicieron de Rostworowski una de nuestras investigadoras más apreciadas y singulares. En primer lugar, su formación autodidacta. Ante la imposibilidad de demostrar sus estudios previos -Europa se encontraba en guerra-, tuvo que conformarse con ser una "alumna marginal" en la Universidad de San Marcos (El Dominical, 03/08/15). No obstante, pudo escuchar clases y, gracias a Raúl Porras, acceder a la biblioteca y aprender la metodología necesaria para escribir el que sería su primer libro. ¿Habría sido posible fomentar su curiosidad de autodidacta sin la universidad pública? Difícilmente hoy en día.
Ella fue, además, una de las primeras mujeres en la academia peruana. Debió de haber sido muy difícil abrirse campo con voz propia en un medio dominado por hombres; por ejemplo, cuando ella comenzó a publicar, no existía aún el sufragio universal para las mujeres en Perú. Hoy el panorama ha mejorado en las ciencias sociales, pero la brecha de género se mantiene en las ciencias exactas (solo uno de cada tres profesionales dedicados a la actividad científica es mujer, según Concytec).
Finalmente, su obra tuvo un alcance que trascendió el campus de las universidades. Su HISTORIA DEL TAHUANTISUYO es un bestseller de las ciencias sociales, con múltiples reimpresiones, incluyendo esa curiosa forma de homenaje criollo que es la edición 'pirata'. Escrita en un lenguaje sencillo, su obra se aleja de la jerga académica, que en no pocas ocasiones obstaculiza nuestro acercamiento como investigadores a un público más amplio.

Todo ello hizo de Rostworowski una persona e investigadora excepcional. Las muestras y testimonios de aprecio y gratitud hacia ella y su obra con motivo de su partida reflejan la enorme influencia que ha ejercido entre nosotros en los últimos años. Y que seguirá ejerciendo en el futuro. •