TODOS LOS
SANTOS
EN EL ALTIPLANO
PUNEÑOS
ABARROTARON LOS CEMENTERIOS DE LA REGIÓN
Escribe: Los
Andes | 2NOV16.- La fiesta de Todos los Santos en el altiplano puneño
es peculiar por sus diversos matices y significado. .
Una extraña comunión de
emociones es la que se vive en todos los cementerios de la región cada 01 y 02
de noviembre. Dolor, llanto, alegría sincopada con nostalgia, además de fe y
creencias de reencuentro, son características en los miles de deudos de
aquellos que partieron al más allá.
Todos los Santos, en
efecto, es una costumbre andina en donde se dice que las almas de los seres
queridos retornan. El primero de noviembre es la víspera, por lo que se arman
las tómbolas (altares) que incluyen alimentos, bebidas, flores, quispiños,
coronas, velas y sobre todo a las tantawawas, elementos que tienen un especial
significado como ofrenda.
Tras aseverar que al
mediodía del 01 de noviembre las almas de los difuntos regresan al mundo
terrenal por un lapso de 24 horas, Eusebio Pacco Gonza, maestro curandero,
menciona “esta ceremonia se realiza por tres años consecutivos, una vez que
fallece el ser querido”.
Y añade: “Recordamos a
nuestros difuntos espiritualmente, toda la familia se reúne para preparar los
alimentos que le gustaba al fallecido y nosotros también comemos junto con él;
a partir del mediodía se arma la tómbola con todos los alimentos que le gustaba
a la almita”.
Los espíritus que visitan
a sus familiares suelen manifestarse de diferentes formas; por ejemplo, con el
viento, sonidos o golpes. Según las tradiciones aymaras y quechuas, también se
manifiestan a través de los sueños, anunciando que ellos ya están ahí y que
incluso pueden quedarse hasta los carnavales, en caso de que no sean bien
atendidos.
Según Pacco Gonza, es muy
importante ver el espacio donde se va a recibir al difunto; por eso es preciso
que en la parte central del altar se coloque la fotografía del ser querido que
retornará del más allá. La tradición cuenta que “los espíritus vienen a comer
la comida que más les gusta, por eso la costumbre de colocar en las mesas
comidas y bebidas”.
El 02 de noviembre se
despacha al difunto. La oración se tiene que hacer de modo que el alma se vaya
tranquila y cuide y proteja a sus familiares; la música también tiene un papel
fundamental, ya que despide al difunto para que se vaya alegre.
Tómbolas.- En
estos altares se destacan las vistosas tantawawas (panes bebés) con forma
humana y un colorido rostro hecho de yeso o harina, que representan al
fallecido.
Las diferentes formas que tienen los panes y dulces tienen un significado particular; las escaleras son para que el difunto suba al cielo en su retorno; las cebollas en flor, para que en ella lleve su agua; los caballos y llamas de pan, para que el difunto lleve sus ofrendas al cielo y pueda transitar por los caminos difíciles, etc.
Las diferentes formas que tienen los panes y dulces tienen un significado particular; las escaleras son para que el difunto suba al cielo en su retorno; las cebollas en flor, para que en ella lleve su agua; los caballos y llamas de pan, para que el difunto lleve sus ofrendas al cielo y pueda transitar por los caminos difíciles, etc.
CORREO PUNO: DEUDOS
PREPARARON ALTARES..- Para los pobladores la muerte es
considerada parte de la vida. No se piensa de que este tránsito es el final del
ser, sino es un paso a la continuidad existencial y universal.
del ande,
Siempre se ha pensado que
los difuntos están en permanente relación con sus familiares y la comunidad.
Esto forma parte de la cosmovisión andina.
“La muerte es un
tránsito hacia el más allá. El cuerpo descansa pero el alma continúa presente,
y es en estas fechas que se cree, regresa para visitar a los vivos, a sus
familiares”, refiere el representante del Instituto Jilata, Salvador Mamani
Chaiña, durante el conversatorio “La concepción andina de la muerte y las
T’anta Wawas”.
Durante el mes de
noviembre en varias regiones del país y en Puno, se celebra una tradición
particular en torno a los difuntos, por tres años consecutivos. Es la
ocasión en que se espera la visita de los seres queridos que han fallecido. Los
tres primeros años los preparativos son al detalle, la visita al cementerio y
la preparación de la tómbola (altar realizado con figuras de pan y comida para
que el ser querido se sienta agusto).
Rezos. El día 1 de noviembre es el día que se espera a las
almas, con los altares que contienen una infinidad de elementos
preparados en base a masa de pan y dulces; esta espera es acompañada de
rezos y oraciones.
Al día siguiente los pobladores
se dirigen a los cementerios en el caso de Puno Laykakota, Yanamayo y
Ventilla. Allí recuerdan a sus seres queridosorando y cantando en muchos casos
en latín, además de colocación de flores y arreglos en forma de
coronas.
“Regularmente son tres
los años luego de la muerte del difunto, que se acompaña a la almita. Tras este
periodo, el alma se aposta en apachetas para convertirse en un Apu (deidad
andina) o algo tutelar”, refiere Mamani Chaiña.
Estas costumbres
continúan presentes en el mundo andino a pesar que la religión católica intentó
desaparecerlas.
Cementerios. Los
cementerios más concurridos en la ciudad de Puno son el de Laykakota y
Yanamayo, los mismos que tienen que ser adecuados para recibir a la población;
sin embargo aún continúan con carencias y deterioros.
El director de Servicios
Funerarios de la Beneficencia Pública de Puno, Rubén Chambi, indicó que
se necesitan entre 80 a 100 mil soles para su refacción, por lo pronto se viene
trabajando en la refacciones y la colocación de reservorios de agua.
Actualmente estos
recintos en la región se encuentran abandonados, pese a ello son los pobladores
quienes días antes se apersonan al lugar donde se encuentran los restos de sus
familiares y los arreglan, pintan y tratan de que estos espacios se vean
presentables durante la celebración de estas fechas.
En la ciudad e Puno, la
visita a los cementerios ya comenzó y se pudo apreciar a los pobladores que van
a realizar los arreglos previos.
Salvador Mamani
instituto jilata
“La muerte es un
tránsito al más allá, el cuerpo descansa pero el alma continúa presente entre
nosotros, y es en estas fechas que se cree regresa para visitar a los vivos, es
decir a sus seres queridos”.
PUNO: TANTAWAWAS
Y CORONAS SE VENDEN EN LA AVENIDA DEL PUERTO
CORREO PUNO 30OCT16.- Comerciantes
desde muy temprano de ayer instalaron sus carpas.
A poco de celebrarse
el Día de Todos Los Santos, los comerciantes empezaron a expender sus
artículos en toda la avenida Del Puerto, cerca del mercado Unión.
Se vende coronas hechas
con papel crepé, tela raso, pana y de flores frescas. Los precios de
las coronas van desde 10 a 40 soles, dependiendo del tamaño.
Asimismo se
encuentra las famosas tantawawas (pan wawa) de diversas formas como
caballo, angelitos, palomas, llama entre otros que de acuerdo a la cosmovisión
andina son de buen augurio para quienes fallecieron este año y
ayudarán en esta transición.
También hay panecillos de
maíz, galletas con diversas formas geométricas y dulces, el costo de
estos es de 40 a 70 soles la arroba “Hay de toda variedad de precio entre 5 a
20 las tantawawas, en máscaras y dulces hay de 2 a 5 soles y las
coronas tenemos varios precios”, señaló Sonia Turpo.
CON TOMBOLAS
RECIBEN ALMAS EN EL ALTIPLANO
SIN FRONTERAS 2NOV16 La
costumbre de armar “mesas” para recibir a las almas, vuelve a rememorarse en la
fiesta de Todos Santos, en los hogares putineños, con la finalidad de recibir a
sus seres queridos que partieron a la eternidad.
Desde el mediodía de la víspera, hasta el mediodía de hoy por un periodo de tres años consecutivos, los familiares instalan tómbolas llenas de t’anta wawas, qispiñus (panecillos de quinua), frutas, golosinas y delicias que gustaban al difunto, en memoria de quien se armó la mesa.
En esta ocasión se aprovecha para preparar diversos potajes, que gustaban al difunto. Mientras los “rezadores”, en grupos visitan a las viviendas donde se han instalado las tómbolas para recibir a cambio de sus oraciones una porción de lo colocado en las mesas.
La costumbre de armar estas tómbolas, es por tres años consecutivos, luego de la partida de un ser querido. La visita a los principales camposantos se cumplirá hoy en Los Ángeles de Santiago Giraldo y San Isidro. Mientras que el día 3 de noviembre, los familiares visitarán los cementerios Central y Ecológico de Putina.
En el medio rural, el 01 de noviembre los comuneros se dirigen a los cementerios donde en la misma tumba del difunto levantan o arman la tómbola para su ser querido, colocan su fotografía y todo lo que le gustaba cuando estaba vivo, ahí mismo alrededor de la tumba arman una pequeña carpa donde brindan con bebidas, con el acompañamiento de un grupo musical o un equipo de sonido para luego degustar la comida preparada para la ocasión por los familiares.
SIMBOLOGÍA
Las harinas blancas de trigo, cebada, maíz y quinua representa la blancura y pureza de nuestras almas cuando nacemos, y las masas es la vida que cambia de forma y color hasta salir del horno , así como nosotros cambiamos durante la vida terrenal.
La Escalera. Se dice que es utilizado por las almas para cruzar los precipicios, cerros, cercos y paredes altas así como también dicen que sirve para bajar y subir al cielo.
Llamas y caballos. Manifiestan que son para que las almas trasladen todas las ofrendas que sus familiares les ofrecieron.
Paloma. Representa al Espíritu Santo, para que lo guíe hacia el reino de Dios.
Perro. Dicen que es el fiel compañero que lo guía y orienta por las tinieblas del purgatorio, buscando el camino al cielo, cuidando que no caiga al infierno.
Wawas. Simboliza al ser querido que se fue, si es varón es un turco o monje, y si es mujer es una bella wawa.
EL TODOSANTOS
EN DOMICILIOS Y «CEMENTERIOS CLANDESTINOS»Desde el mediodía de la víspera, hasta el mediodía de hoy por un periodo de tres años consecutivos, los familiares instalan tómbolas llenas de t’anta wawas, qispiñus (panecillos de quinua), frutas, golosinas y delicias que gustaban al difunto, en memoria de quien se armó la mesa.
En esta ocasión se aprovecha para preparar diversos potajes, que gustaban al difunto. Mientras los “rezadores”, en grupos visitan a las viviendas donde se han instalado las tómbolas para recibir a cambio de sus oraciones una porción de lo colocado en las mesas.
La costumbre de armar estas tómbolas, es por tres años consecutivos, luego de la partida de un ser querido. La visita a los principales camposantos se cumplirá hoy en Los Ángeles de Santiago Giraldo y San Isidro. Mientras que el día 3 de noviembre, los familiares visitarán los cementerios Central y Ecológico de Putina.
En el medio rural, el 01 de noviembre los comuneros se dirigen a los cementerios donde en la misma tumba del difunto levantan o arman la tómbola para su ser querido, colocan su fotografía y todo lo que le gustaba cuando estaba vivo, ahí mismo alrededor de la tumba arman una pequeña carpa donde brindan con bebidas, con el acompañamiento de un grupo musical o un equipo de sonido para luego degustar la comida preparada para la ocasión por los familiares.
SIMBOLOGÍA
Las harinas blancas de trigo, cebada, maíz y quinua representa la blancura y pureza de nuestras almas cuando nacemos, y las masas es la vida que cambia de forma y color hasta salir del horno , así como nosotros cambiamos durante la vida terrenal.
La Escalera. Se dice que es utilizado por las almas para cruzar los precipicios, cerros, cercos y paredes altas así como también dicen que sirve para bajar y subir al cielo.
Llamas y caballos. Manifiestan que son para que las almas trasladen todas las ofrendas que sus familiares les ofrecieron.
Paloma. Representa al Espíritu Santo, para que lo guíe hacia el reino de Dios.
Perro. Dicen que es el fiel compañero que lo guía y orienta por las tinieblas del purgatorio, buscando el camino al cielo, cuidando que no caiga al infierno.
Wawas. Simboliza al ser querido que se fue, si es varón es un turco o monje, y si es mujer es una bella wawa.
Revista PUKARA N° 123.
Escribe: Santos Diamantino* * Filósofo y antropólogo.
El 1 y el 2 de noviembre
se fusionan como el día de Todosantos, dos palabras que se unen en una. Dejando
de ser el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, y el 2 como el Día de
Todos los Difuntos. Según quienes festejan es un tiempo de alegría, tristeza,
convivencia, solidaridad y recuerdos de lo que fue la vida de un ser querido en
la tierra, y cómo este se relacionaba con los demás. En este tiempo se recuerda
con agrado y cariño a los seres queridos.
Mi intención fundamental
es partir de una pregunta; ¿Qué es lo que se observa, social, cultural y
económicamente en los cementerios de la llamita y el cementerio de Cupilupaca?
Este cometido me permitirá observar y distinguir aspectos característicos a la
época de Todosantos. Considerando que es necesario conocer las acciones que el
hombre realiza. Acciones que en la actualidad marcan un tiempo histórico, más
aún si estos son hechos culturales como el 1 y 2 de noviembre. Tiempo donde se
refleja historia, tradición y sincretismo ideológico mostrado en dos
dimensiones; una católica y otra netamente andina.
El tiempo de Todosantos
es una etapa de reencuentro con el más allá, con ese aspecto trascendental que
muy pocos la pueden explicar. Solo pueden contarse experiencias de cómo ellos
se relacionan en este tiempo de Todosantos.
Lo primero que hice fue
visitar a las mesas que se encuentran en los hogares. La mesa es un altar
andino, donde se colocan elementos como el pan, dulce, piña, naranja, comida.
La variación está en cómo estos son moldeados, por ejemplo el pan es moldeado
en forma de persona minihumana. Los dulces en forma redonda, llamados suspiro,
hay escaleras elaborados de pan, lo mismo que animales como el caballo.
Estos elementos son parte
fundamental del ritual de Todosantos, uno de ellos es la t’ant’a wawa, panes en
forma de personas. Otro elemento fundamental es el epitafio del difunto, el
cual señala su nombre. Lo que adorna la mesa son las pasanqallas que tiene
diversos colores, con lo cual se simbolizan las estrellas del cielo.
Describiendo nuestra visita
a los cementerios diremos que el segundo día, el 2 de noviembre, en “La Llamita”
la gente estaba desde las 9 de la mañana armando los altares en los nichos.
Cada uno hacía gala de lo que tenía. Lo interesante de este cementerio fue que
la gente estaba armando sus mesas desde la avenida. Observamos cómo la gente
hace rezar a sus seres queridos en la calle. El motivo es que el cementerio La
Llamita estaba muy lleno. Además, el control de ingreso de bebida alcohólica
era muy fuerte, ya que no se permitió su ingreso. En cambio, en los alrededores
mucha gente se puso a compartir con cerveza. Ahí no había color político, ni de
equipos de fútbol, todos eran hermanos. Una muestra de reciprocidad increíble.
Dentro del cementerio se vivía otra fiesta diferente a la de afuera, desde la
puerta los rezos, la música, los lamentos, las lágrimas, el júbilo se oía y se
sentía.
En la entrada de ese cementerio
La Llamita ubicado en la Av. Periférica estaba el control policial, la venta de
refrescos y helados, la venta de cerveza, minibuses parqueados, venta de comida
como el choripán, anticucho, asado, chicharrón de cerdo, etc. Todosantos
también es una época que ayuda a la gente a ganarse unos pesos para el sustento
diario. La foto Nº 8 muestra lo primero con que me topé. De entrada se podía
percibir el armado de las mesas sobre los nichos. Ahí estaban todos los
elementos que hacían al ritual de los rezos.
La gente que más rezaba
eran personas mayores provenientes del campo, mezclando oraciones nativas con
el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria católicos. Algunas personas o
dolientes, pedían a los resiris
hacerlo en voz alta, para que los dolientes les pudieran oír y de esa manera
darles como pago una buena cantidad de pan. Un resiri con su q‘epi (bolsa) de pan, nos manifestó que había rezado
a las almas desde la mañana. Una banda tocaba una canción fúnebre. Cuando
terminaron de tocar, inmediatamente tocaron una morenada (ritmo boliviano). Por
tres o cuatro canciones les pagaron 50 bolivianos.
En el lugar denominado
Alto 27 de mayo, hay un cementerio, llamado Cupilupaca. Este lugar santo es
difícil de encontrar a simple vista, ya que no tiene puertas, las almas
descansan en un cerro. Además, hay muchos árboles de eucalipto. Es un lugar
alejado de la ciudad en el que vimos cómo las personas sufren pericias para
llegar al lugar santo. El cementerio es una cuesta o un parque como ellos
describen. Sin embargo, al llegar pudimos sentir la música de la banda, de la
pinquillada, de la moseñada, de la tarqueada, y la participación de muchas
personas, sobre todo las que tienen sus almas por ahí.
A manera de conclusión
Después de haber realizado un recorrido por estos lugares, me atrevo afirmar
que es complicado concluir. Muchas imágenes quedaron en el archivo y muchos
sentimientos en mi mente. Pero me atrevo a afirmar que el 1 y el 2 de noviembre
es una fiesta andinocatólica. Pero una verdadera fiesta, donde muchos elementos
se mezclan. Describir todo eso es complicado y muy atrevido. Lo interesante de
este trabajo es que se trata de ser los ojos de la cultura. Y esta fiesta desde
nuestros ojos es el encuentro con el más allá, con ese mundo aun no explicado
por la ciencia, es el tiempo de convocar a los ajayus, a los espíritus. Algunos
historiadores relatan que antes de la llegada de los españoles, las comunidades
aymaras, acostumbraban a sacar de sus bóvedas a los muertos, les daban de
comer, de beber, les vestían, cantaban y bailaban con ellos.
Pagapu |
Para esto hay que ver el
libro de Waman Poma de Ayala. Esta tradición ya no esta vigente, esta fiesta
actualmente sufrió muchos cambios, producto del choque cultural, de la
catequesis del cristianismo. Pero la esencia y el espíritu de esta práctica
cultural aún se mantienen en Bolivia.
Otro de los aspectos a
considerar es que para los aymaras la muerte es el descanso o samaraña del
jaqi, y ello es gran motivo para recordar el ajayu o el espíritu del finado. La
cultura aymara como se puede ver, habla del ajayu, espíritu que forma parte del
cuerpo humano. Desde el punto de vista filosófico-antropológico el ser humano
es cuerpo y espíritu, pero el alma es el espíritu del cuerpo. Cuando muere
alguien, las almas no van al infierno ni al cielo. Las almas se quedan en las
moradas de las montañas. El camino a atravesar es largo, por eso cuando los
entierran los envían con alimentos, ropa, herramientas de trabajo para que no
sufran en el camino. El cuerpo del aymara reposa en la pachamama, para seguir
por el umacha (tiempo de aguas) y subir luego al lugar donde moran los
achachilas, a la montaña sagrada.
Como se pudo observar, la
gente de la ciudad de La Paz cree que cada año el espíritu de los muertos o el
ajayu vuelve a la tierra para visitar y compartir con sus familiares y la
comunidad.
La muerte de un ser
querido se celebra durante tres años consecutivos: 1) El primer año se llama
mara qallta (año del comienzo) o junt’u jiwata (muerto caliente), para esto se
prepara una buena apasta (mesa de
ofrendas) destinada al difunto. 2) El segundo año se llama taipi mara (año del medio).
3) El tercer año se llama tukuy mara (año final) merece ser celebrado tanto o
más que el primer año, siendo la despedida del ajayu del muerto.
Algo interesante de esta
época es la creencia de la gente que se expresa en sus respuestas cuando se les
pregunta cómo llegan las almas. Ellos responden: «las almas llegan con hambre y
sed, y están en las moscas, insectos o pajaritos, por eso hay que dejar la
puerta abierta y velar toda la noche». En ese momento se aprovecha para
compartir. En ese momento se cuenta cómo era el difunto cuando estaba en vida.
Y mientras tanto se hacen circular traguitos o cerveza, y hay una fórmula:
almax purakaparux sirphasiñani = nos serviremos al provecho del ajayu, que se
recita cada vez que se toma la bebida ofrecida. Otra de las creencias concretas
que influyen en este tiempo son los colores de tela que se pone en las mesas.
Si es color blanco es alma de niño, si es negro es de mayor, si hay aguayo se
dice que el difunto es mujer. Finalmente, cuando los resiris terminaron de
rezar dicen alma oracion katuspan (que se reciba la oracion) y los dolientes
contestan katuspanay (que se reciba pues).
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