LIMA PERU 10
JULIO 2015
RESPUESTA A HUMALA
César
Hildebrandt
Tomado de “HIDEBRANDT EN SUS TRECE N°
258 10JUL15, p. 8
Arropado por Juan Luis Cebrián, el hombre de los enjuagues
financieros de "El País", Ollanta Humala ha tratado poco menos que
decirle a la feligresía española que la prensa peruana es la culpable de su
fragilidad, de ese aire enteco, convaleciente, propenso a la recaída que él ha
convertido en su propia postal.
Y ha hablado, valientísimo, de la concentración de la
prensa. Lo que no les ha dicho a los españolitos empresarios que lo escuchaban
es que la gran concentración de "El Comercio" representa los intereses
económicos que él ha defendido sumándose, cual Judas con galones, al programa
férreo del neoliberalismo.
De modo que no hay contradicción entre la prensa concentrada
y el presidente de la república del Perú. Al contrario: hay afinidad ideológica,
unión civil de propósitos, convergencia económica.
La chusquedad de Humala, sin embargo, le ha hecho creer que
la prensa que defiende el sistema que él quiso continuar debe también ser
amable con las oscuridades financieras de su esposa y cogobernante. Tampoco,
tampoco.
Si la señora hace noticia porque un diario venezolano
inexistente le paga miles, o un empresario hoy encarcelado le paga otros fajos
regordos, o una amiguita le presta su tarjeta, o si su hermano Ilan pone 7
millones de soles fraccionados en "la cuenta del partido" que se
usaba personalmente, entonces hasta la prensa concentrada, que ha domado a Humala
hasta montarlo con elegancia y para concurso de equitación, se ve en la
obligación de dar cuenta y titular y comentar. Faltaba más.
¿Se dan cuenta de que Humala en Madrid ha reducido todo el
problema político del Perú a lo que la prensa dice de su esposa? ¿Se dan cuenta
de que para Humala el único asunto que merece dimensión internacional es la
supuesta campaña construida para 'demoler" la imagen de la madre de sus
hijos?
Humala está seguro, además, de que señalar los misterios
crematísticos de la señora Heredia puede "desestabilizar" al país. En
efecto, ha hablado de eso y ha apuntado a un propósito de hacerle perder piso
al gobierno.
Tnte. Crnl EP (r) |
Este señor cree que su cónyuge encarna a la Nación, así, con
mayúscula. Tiene una imagen institucional, estatuaria, marmórea y huachafa
hasta las lágrimas de la señora Heredia, su adorado tormento.
De modo que, según Humala, meterse con su esposa es desestabilizar
al gobierno. Por eso es que se ha atrevido a llamar "ilegítima" y
"probablemente ilegal" a la comisión Martín Belaunde del Congreso
(algo que en cualquier otro país hubiese desatado una auténtica crisis
política).
No comprende Humala que su decadencia política es de más
vasta procedencia. No la produjo la prensa sino su papel de voluntarioso
sirviente del poder económico. Su descrédito no viene de los editoriales de
"El Comercio" o de las primeras páginas de "Perú 21" sino
de lo que piensan ahora de él los millones de a pie que en ciudades y campos
votaron por él porque le creían y estaban esperanzados con algún cambio.
El crepúsculo político de los Humala palaciegos comenzó
resueltamente el día en que fue público y notorio que Nadine Heredia
-presidenta ilegítima y mandamás clandestina- era quien decidía si se subía o
no el sueldo mínimo vital del Perú, el más bajo de esta parte de América. El
primer ministro César Villanueva perdió el puesto por ello y lo reconoció
públicamente. ¡Eso es desestabilizar a un gobierno!
Aquí la única persona que ha puesto entre paréntesis la
legitimidad del régimen con la tenacidad de su vocación usurpadora es la señora
Heredia. Que su marido diga en Madrid que los periodistas están inestabilizando
a un régimen herido por la creación subrepticia de un poder paralelo que a
nadie rinde cuentas, sería cómico si no fuera, en el fondo, patético.
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