En los recientes comicios de octubre, los ganadores de
alcaldías provinciales alcanzaron en promedio un 29% de los votos válidos.
El puntaje más elevado obtenido por un candidato a alcaldía
provincial sucedió en Condesuyos (Arequipa), donde el candidato de Arequipa
Renace arrasó gracias al apoyo del 57% de adhesiones. En el otro extremo, el ganador menos votado fue
Santos Cárdenas Apaza, quien, con apenas un 11%, será alcalde de Ilave (Puno)
desde el próximo 1 de enero.
Hace precisamente diez años, Ilave saltó a las portadas de
la prensa nacional debido al linchamiento del entonces alcalde Ciro Robles, por
presuntas acusaciones de corrupción (que resultaron erradas). Su reemplazo fue
seleccionado de entre 11 candidaturas en elecciones especiales, pocos meses
después del asesinato. Siempre me sorprendió que, a pesar de la violencia
desatada, más de una decena de ilaveños quisiera reemplazarlo. El triunfador en
aquellas elecciones excepcionales –un maestro de escuela secundaria nocturna–
alcanzó el 23% de los votos. Desde entonces, ninguno de sus sucesores lograría
más del 20%.
Pero este año la dispersión y fragmentación del voto (en 16
candidaturas) condujeron a una situación surreal: solo uno de cada diez
ilaveños votó por el futuro alcalde. Con un exiguo respaldo, Cárdenas –doctor y
magíster en Economía y Gestión, por la Universidad Nacional del Altiplano–
afrontará la cultura política de una provincia dominada por el tráfico de
bienes ilegales (contrabando y otros) y el pasado conflictivo. Sin organización
estable (su movimiento Confía Puno fue solo electoral) ni experiencia sólida
(gerente de municipalidades distritales), el futuro para el próximo alcalde de
Ilave luce, por lo menos, complicado.
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