viernes, 4 de octubre de 2024

HILDEBRANDT SOBRE SU AYER Y SU HOY

 MELANCOLIA EN LAS FAMILIAS

César Hildebrandt

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 703, 04OCT24

E

xtraño mi ciudad. Me hace falta el país que se per­dió. Me duele el muñón de lo que fuimos.

Pasé mi infancia en Jesús María, que era la cla­se media andando en la cornisa, y jugábamos a la pelota en la cuadra 16 de Arnaldo Márquez.

Más tarde, en mi etapa de lector cautivo, me iba al bosque de los olivos que estaba a unas cuadras de mi casa y me ponía a engullir páginas y a rumiar lo que creía que era un aprendizaje de lobo solitario.

No echo de me­nos esas cosas: el tiempo pasa y es implacable la ruina de lo que nos hizo felices.

Lo que me falta es el país defectuo­so pero esperanzado que teníamos.

No éramos lo mejor del subconti­nente, pero en educación, por ejemplo, nos envidiaban.

Y esa es la clave de la melancolía de mi generación.

Lo que más agre­de del Perú actual es el estruendo de la ignorancia.

Donde antes se peleaban Luis Alberto Sánchez y Alberto Ruiz Eldredge hoy disputan un banano Rospigliosi y Bermejo. Donde antes polemizaban Igartua y Moncloa hoy se muerden un periodista de Willax y una fiscal de barro.

congresistas criticados por sus preguntas. La Republica
Son dos ejemplos insuficientes, lo sé. ¿Bastará entonces recordar las preguntas asnales que formularon tres congre­sistas para ver si así “incomodaban” al presidente del BCR?

El “socialista” Alfredo Pariona se interesó en saber si a Velarde le preocupaba el bajo crecimiento económico de las zonas rurales.

La cerronista María Agüero se refirió a las medidas que el BCR debería tómar para impedir el deterioro del poder ad­quisitivo de los sectores populares, dando a entender que esa capacidad de compra podía dañarse “por la estabilidad de los precios”.

Y Wilson Quispe, de Juntos por el Perú-Voces del Pueblo, arremetió directamente preguntando esto: “¿Cuáles han sido las obligaciones legales o iniciativas del BCR para buscar apoyar el empleo dentro de la población?”

Si no son delincuentes, son estúpidos. Y a veces son ambas cosas. Y todos son congresistas, padres de esta patria vejada.

Pero la huelga general de neuronas, el alarido de la igno­rancia, la vanidad del no saber, la suntuosa exhibición de la miseria intelectual no sólo está en el Congreso.

Están en todas partes y abundan en los medios de comu­nicación, en los escritos oficiales, en los alegatos judiciales y fiscales, en la argumentación de los proyectos de ley, en los despachos de los reporteros televisivos, en el farfullar de la radio.

Me avergüenza el país que so­mos hoy.

Y me avergüenza más el país que fingimos ser: el que está cerca de la OCDE, el que marcha hacia el desarrollo, el que saldrá adelante con la agro exportación y la minería.

Un país no es una colección de cordilleras ni una suma de llanuras polimetálicas. Un país no es un montón de cifras. Un país es también una comunidad de intereses, un norte moral, unos principios surgidos del contrato social.

Aprendí con los años y los escarmientos que los países más vivibles son los que fomentaron el crecimiento de sus clases medias, con todo lo que eso, desde el punto de vista educa­cional, supone. Esa es una apuesta cultural de largo plazo.

En el Perú hemos hecho todo lo posible por hostilizar a la mesocracia. Y por derribar, o desfigurar has­ta la caricatura, la meritocracia.

El gran pro­blema añadido es que la igno­rancia y la co­rrupción son amantes. Nin­gún público es más soñado por la corrupción que aquel que no distingue lo importante de lo superfino. Nada es más embaucable que alguien secuestrado por el analfabetismo funcional.

El gobierno de Boluarte tiene explicación y linaje. Viene de Castillo, que es un omiso a la inteligencia. Y Castillo surge del miedo a Keiko, que es la corrupción en carne viva.

Boluarte es lo que quedaba en el pozo.

Tiempos atrás, Andrés Townsend y Armando Villanueva peleaban por el liderazgo del Apra. Era la época en que Javier Diez Canseco y Alfonso Barrantes no se podían ver cuando del rumbo de la izquierda se trataba. Fue el momento en que Pablo Macera desacreditaba las reformas de los militares y grababa unas largas conversaciones con Jorge Basadre. Y el SUTEP, sin Derrama, luchaba por los suyos, mientras Luis Bedoya Reyes y Roberto Ramírez del Villar libraban batallas ilustradas por el conservadorismo.

Extraño ese país. <:>

EL SIKU O ZAMPOÑA INSTRUMENTO MUSICAL DEL ALTIPLANO PERVIVIE A TRAVES DEL TIEMPO

 Los sikumorenos y el sikuri

BAJADA del ARCO

Escribe José Domingo Calisaya Mamani*

Tomado de la revista BRISAS, septiembre 2024

E

n Juli, una melodía, “Bajada del arco”, inspiración del maestro Carmelo Valeriano, se ha convertido en un himno de esa ciudad, que ha trascendido nuestro país y se escucha en muchos países del mundo.

El sikumoreno (tradición mestiza) constituye una variante del siku tradi­cional (tradición aimara y quechua), el cual fue adoptado dentro del proceso de mestizaje cultural, justamente por su carác­ter alegre y festivo. En su deve­nir, tuvo que superar una serie de cambios e inclusiones, para confi­gurarse en lo que ahora realmente es: una expresión urbano/mestiza del siku altiplánico.

El origen del sikumoreno tienen una presencia impor­tante al propiciar la formación de la danza de los “Morenos", convirtiéndose en la danza principal de la festividad de la virgen de la Candelaria; si­milar situación ocurre con la “diablada puneña" (Cuentas Ormachea en el Boletín de Lima 1986, 31; Palacios 2008, 43; “El Siglo" citado por René Calsín 2006,17 - Revista N° 09).

Como en ninguna zona de la región Puno, cada piedra que constituyen los monstruosos monumentos ar­quitectónicos en Juli, hoy nos brindan la información palpi­tante del pasado glorioso de la tierra de Lundani; está compro­bado que el aimara tuvo un diá­logo cercano con las piedras, y ellas de dejaron domar, labrar y pulir, haciendo del aborigen un artista innato para construir sus bellos templos y edificar los ar­cos de la ciudad de Juli.

ARCOPATA

“Arcopata" que quiere decir el "arco de arriba", este enigmático lugar en pleno siglo XX fue el punto de inspiración y creación de melodías musicales de los sikuris de Juli, de cuyo repertorio queda para las futuras genera­ciones la composición: "Bajada del Arco", perteneciente al Maestro Carmelo Valeriano, melodía que desde aquel entonces hasta la actualidad se interpreta en la fiesta de albas y misa central de la festividad de la virgen de la Inmaculada Concepción cada 8 de diciembre.

El hermoso panorama de Juli nos muestra en la parte sur de su geografía dos inmensos “apus” que protegen a la ciudad: San Bartolomé y el Q'ara Kollo, en medio de este paisaje aparece un arco solitario que fue construido a fines del siglo XVI con piedra la­brada y unida con cal, en su cor­nisa se observa el tallado en alto relieve un escudo de la Compañía de Jesús, y encima de la misma hay cuatro espigas de piedra; su ubicación es estratégica, porque fue el paso y descanso obligado de los viajeros; por tanto, sus pie­dras estaban nutridas de siglos de historia que relatan la prosperi­dad histórica de Juli.

Alcides Catacora
La celebración de la Navidad en todos los pueblos encierra tra­dición y costumbre arraigada con la fe, que fue transmitida de generación en generación; en Juli las vivencia del espíritu navideño de los habitantes del santuario de Huayllani, permitió que por primera vez lleven al niño Jesús al pueblo de Juli para llegar hasta el Arcopata, donde es recepcionado por la población urbana de Juli, para luego trasladar al niño Jesús, regocijados de júbilo y emoción, hasta el templo de San Pedro (actual Catedral de Juli), bajo las melodías de los sikuris.

SIKUMORENOS DE JULI

La música de los Phusamorenos se extendió en toda la región Puno, con mayor énfasis en la zona sur aimara (Pomata, Juli, Desaguadero y Yunguyo). En Juli, específicamen­te floreció en los pueblos de Santa Rosa, Pisacoma (muestra de ello, la compo­sición del Maestro Julián Palacios Ríos: “Sikuri Santa Rosa de Juli"). Entre los con­juntos más emblemáticos del antaño se tienen:

- Conjunto "Alberos 8 de Diciembre" (1932)

- Conjunto "Sikuris de Arcopata" del barrio Arcopata.

- “Roma Americana de Juli” del barrio San Pedro

- "Los Choclos" (Catacorinos) grupo de sikuris del Cole­gio Nacional Telesforo Catacora. Años más tarde se consolida en el barrio Chinchaya.

- Conjunto “Misti Sikus" in­tegrado por autoridades y fun­cionarios de Juli, presidido por el Dr. Víctor Pérez (Juez de Paz), los miembros provenían de las fa­milias: Bustinza, Espezúa, Velasco, Chuquimia, etc.

- "Zampoñas de Cruz Pata", dirigidos por: Familia Velasco, Sr. Eduardo Paco.

- "Juventud Juli" (barrio Cente­nario) conjunto conformado en su mayoría por la familia Onofre.

Impacto especial causan los sikuris al interpretar sus huayños, porque mantienen la tradición musical en las principales fiestas de la zona sur puneño, cuando se develan las composiciones musi­cales de los maestros compositores innatos: Carmelo Valeriano, Rómulo Meza, Lorenzo Villagra, César Onofre, José Romero Manrique, Daniel Velasco, Mariano Arce, Juan José Jiménez, Daniel Arteta, René Villagra, entre otros, quienes le otor­gan la preponderancia musical a la fiesta de la virgen de Inmaculada Concepción (Patrona de Juli); por otro lado, el encuentro de grupos de sikuris en la plaza Bertonio, es signo de un interminable contra­punto musical, un duelo de exposición del amplio repertorio musical que poseen. Estas veladas musica­les al aire libre, solo pueden darse en los sikuris. (Alberto Cuentas; Chucuito Álbum gráfico e históri­co. 1928).

Como en todos los conjuntos, la llamada del bombo convocaba y reunía a los sikuris en "C’añu Parqui", a los Villegas de "Thojjonkala" de los Khanahua, para ser parte de las principales fiestas conmemora­tivas de Juli, principalmente para venerar a la sagrada imagen de la Inmaculada Concepción y al niño Jesús de Huaylluni, para tocar con devoción los "k'ochos”, melodías ri­tuales religiosas y los tradicionales huayños del siku.

Max Neira

Bajada del arco en el universo musical

Desde el corazón de Juli (Plaza Ludovico) con la prolongación de la calle Lima, nos conduce hasta el “Arcopata", lugar enigmático donde Carmelo Valeriano inspiró el tema "Bajada del Arco", con el transcurrir del tiempo se convier­te en la melodía más hermosa, sali­da desde el fondo del corazón juleño, porque su encanto melódico la hizo universal, convirtiéndose en la expresión popular más pura que engrandece el arte de Juli (Romero Manrique, José M. “Roma de Indias: Historia, cultura y tradición”, 2019).

Edgar Valcárcel Arze, reco­giendo las melodías oriundas del altiplano, compone su obra: "Coral y Sikuri”, compuesto por encargo de la University of Northern Co­lorado (EUA), basado en el sikumoreno "Bajada del Arco" de Juli; esta experiencia permite al maes­tro Valcárcel usar diversos moti­vos de la temática del siku en sus composiciones. (Virgilio Palacios: Catálogo de la música tradicional de Puno; 2007).

El Centro Musical Theodoro Valcárcel de Puno, en su álbum: “Música de los Andes Peruanos” patenta el sikuri “Bajada del Arco” con el título: SIKURI - Motivo Folklórico - Vol. 1 Música de Puno, en el sello de Sono Radio S.A. LP 1964.

En agosto de 1977 en el Institu­to Americano de Arte - Puno, un viernes cultural, el Centro musical Juli presenta el disco de larga duración, a cargo del Dr. Juan Cas­tillo Espezúa, con comentarios de sus huaynos: Huaquina y Juli; en esa ocasión el Dr. David Frisancho Pineda con una conferencia sobre Bernardo de Bitti y su obra pictórica en Juli. (Revista N° 12 del Ins­tituto Americano de Arte - Puno; 1978).

En junio de 1978, Juli celebraba el año del Sesquicentenario, con ese motivo, el Centro Musical Juli presentaba una producción musical, bajo la presidencia del Sr. Juan Manuel Romero Manrique y la dirección musical de Vicente Eyzaguirre Berrios, repertorio en el cual contempla “Sicuri”, Cap­tación D.R.

Ese mismo año, la Al­caldesa la señora Denys Iturry de Chuquimia, convocó al Concurso Público de la creación de la ban­dera, siendo ganadores el Sr. Hugo López Flores y Prof. Gliserio Ca­rrasco Espezúa; escudo fue creado por un grupo de artistas y el him­no de la ciudad, fueron ganadores:

- Música Augusto Masías Hinojosa y la Letra de Manuel A. Quiroga.

Sikuris: Bajada del Arco en Puno

Según los registros periodís­ticos en la década del 50 del siglo pasado, un grupo de sikuris de Juli encabezados por Carmelo Va­leriano se aprestaba saludar a la virgen de Cancharani en Puno, tal vez sea el primer grupo de sikuris que rendía pleitesía a la imagen aparecida; de este acontecimien­to, la presencia de los sikuris se hizo tradicional en el “apu - Can­charani" (Sardón Espezúa, Víctor; Juli - Atractivo imán de su arte, su paisaje y sus costumbres, 2015). El presente año se cumple con el cuadragésimo quinto concurso de sikuris, la misma que se realiza el domingo más cercano a la fecha principal (15 de agosto), donde las cautivadoras notas de lo sikus y bombos, acompañados del caden­cioso danzar de las damas atavia­das de su indumentaria autócto­na, lográndose la participación de grupos de sikuris a nivel regional (José Calisaya; Sikus y Sikuris del Titiqaqa - Apuntes etnomusicológicos, 2013).

Sikumorenos de hoy y de ayer
En 1979 el Instituto America­no de Arte de la ciudad de Puno, visita a la ciudad de Juli, se orga­niza un programa especial en el Salón Consistorial, en cuyo acto importante, la estudiantina de Juli interpreta el flamante huayno juleño.

“Bajada del Arco”; la velada litera­rio musical patentó el nombre del sikuri emblemático que había ca­lado hondo en el corazón; la mag­nífica estudiantina que estreno el célebre huayno en la ciudad de Juli, estuvo integrado por: Manuel Romero Manrique, José (Pepe) Romero Manrique, Carlos García Zea, Ubaldo de la Riva, Dr. Pineda entre otros.

Se hicieron muchos ensayos de la letra que pudiera llevar la melodía de “Bajada del Arco”, sien­do los más resaltantes de: Ubaldo Castillo Espezúa, José Romero Manrique, Nicolasa Vargas Sinticala, Vicente Eyzaguirre Berrios, Mario Montes de Oca y Nicasio Zapana.

La ciudad de Juli, seguirá de­sarrollando el género de música ancestral de los inmemorables sikuris, llenos de sensibilidad, ingenio y admirable capacidad compositiva que trasciende en el tiempo y espacio: “Bajada del Arco", “Albas del 8 de diciembre” y “Santa Rosa de Juli".  <:>

__________

*Músico de ESFAP-PUNO

Tomado de: Virgilio Palacios: CATALOGO DE LA MUSICA TRADICIONAL DE PUNO, Tomo I 


martes, 1 de octubre de 2024

PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA REGION PUNO

 POSIBLES ORIGENES DE

LOS LUPACAS. (PARTE II)

Escribe: Efraín Iturry Gandarillas

En la revista digital JULI ETERNO N° 68

Los lupaca, supieron mantenerse en una posición favorable a pesar de su derrota, como un pueblo amigo de los incas, obligados a pagar tributo; situación que favoreció para preservar gran parte de su cultura, en especial su lengua y mucho de su organización política y económica.

Algunos cambios que afectaron profundamente la estructura del reino lupaca, con la influencia de los incas, fueron:

- Creación de centros administrativos como Hatuncolla y Chucuito.
- La reagrupación de pobladores, los aymaras en el “urco” o partes altas o frías y a los “uros” los sacaron del “uma”, para instalarlos en grupos grandes a poca distancia de los caminos.
- La introducción decimal, en el orden administrativo, en la mita y
diferentes formas de trabajo, en el ejército, etc.
- La división dual, en dos parcialidades; hanansaya, ayllus que
vivían en la parte de arriba y urinsaya los que vivirían en la parte baja.

En todas las regiones dominadas por el Inca se implanto la división dual del espacio geográfico, a excepción de JULI, que estaba dividida en tres ayllus o parcialidades, como son:

- La parcialidad de Hanansaya, con sus caciques don Baltazar Paca
y Francisco Nina Chambilla, tenían a su cargo 13 ayllus, habitaban 1,432 indios aymaras y 153 indios uros.
- La parcialidad de Urinsaya, con sus caciques, don Felipe Chui y
Carlos Calisaya, con 8 ayllus, habitaban 1,849 indios aymaras, y 256
indios uros.

La parcialidad de Ayanca con sus caciques don Ambrosio Tira y Carlos Vicsa, habitaban 158 indios aymaras, y 100 mitimaes chinchaysuyos puestos por el Inca.
Las fuentes de información de los cronistas españoles, nos indican que ya antes del siglo XV los lupaca estaban unificados bajo un líder llamado Cari.

Cieza de León, estuvo en esta región veinte años antes que Garci Diez de San Miguel y nos relata la inmensa población, los grandes
rebaños de alpacas y llamas, la alimentación  basada en cultivos andinos como la quinua, la papa; incluso uno de los escasos rituales de la papa (Jata katu), nos refiere el tamaño del lago Titicaca, las elaboradas técnicas funerarias y la grandeza de las ruinas de Tiwanaco. En su segundo volumen, el histórico, se refiere frecuentemente a la dinastía Cari de Chucuito “leales” al Inca con responsabilidades gubernamentales más allá de su dominio étnico
tradicional” (Cieza 1550, tomo II, caps. XLI, XLIII, LII, IV).

Baltazar Ramírez en su obra Descripción del Reino del Perú, nos dice “…la provincia de Chucuito tiene a siete pueblos muy grandes que todos están en el camino real, que son: Chucuito cabeza de la provincia, Acora, Ilave, Juli, Pomata, Zepita, Yunguyo, en las cuales tienen 17,000 indios tributarios”.
Chucuito, fue el centro principal de los lupaca de donde el cacique Cari y sus descendientes gobernaron un vasto territorio. Fue el lugar donde Cari y el Inca Viracocha sellaron lazos de amistad bebiendo chicha en un vaso de oro; desde entonces Chucuito para los incas fue el pueblo más importante del Collao juntamente con Hatuncolla, que sirvieron de base para la administración inca.

Los primeros españoles que pisaron el Collao fueron los dominicos con los predicadores Andrés de Santo Domingo y Domingo de Santa Cruz (1534); quienes se establecieron en Lundayani (JULI) donde
edificaron su primera capilla (a 2.5 Kms. de la actual ciudad); seguidamente llegaron soldados de Pizarro, Pedro Martínez de Noguera y Diego de Agüero (1535), luego los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro (1538), quienes regresan al Cusco, ratifican y dan cuenta de lo rica que es la provincia. y sugieren adjudicarla directamente al Rey.

Al retorno de los hermanos Pizarro al Cusco, el Marques don Francisco Pizarro, vino personalmente a inspeccionar sus dominios, impresionado y deseoso de complacer a Carlos V, determinó que la provincia de Chucuito quedase reservada para el mismo Rey.

Establecida oficialmente la orden de los Dominicos (1547), los evangelizadores comienzan a edificar templos en todos los pueblos que conforman este reino; en JULI, el templo de Santa Barbara (1550-1553), en una nueva ubicación cual mirador del inmenso lago sagrado, cercano al apu K’aracollo.

Estos primeros evangelizadores en 1553 tenían también ya el convento de San Vicente en la ciudad de Chucuito (el hoy
distrito de Puno), pero en 1565 JULI, pasa a ser la capital de la nación Lupaca y centro dominico principal al fundarse el convento de San Pedro, fecha atribuida también a la fundación española de JULI.
En 1567, a 34 años de la presencia hispana, Garci Diez fue enviado para documentar la población de tributarios capaces y calcular sus ingresos de pastoreo, de agricultura y de otras actividades económicas para poder determinar su capacidad para pagar los
tributos.

“El informe de Garci Diez, datos de valor social, económico y político, nos detalla la diversidad de etnias asentadas en la región, por ejemplo, nos habla de una población mayoritaria de aymaras propiamente dichos, urus, puquinas, choquelas, entre otros.

Los Lupaca, el grupo étnico descrito en el documento, aun no estaba bajo el régimen de encomienda, habiendo estado siempre en “Cabeza de Su Majestad”. Esta era una condición de privilegio que ansiaban alcanzar los dirigentes de las demás comunidades andinas quienes ofrecieron asumir fuertes tasas a favor de la Corona para lograrlo”.
(John V. Murra, “Apreciación etnológica de la visita”, Instituto de investigaciones Andinas, N.Y.).

Según Meiklejohn (1988): “Lo que Garci Diez puso al descubierto sobre los dominicos en el curso de su visita era negativo. En síntesis, no cumplían con su obligación de enseñar la doctrina a los Lupaca. En lugar de esto explotaban y de este modo enriquecían a su Orden”. (p.53) “El informe de Garci Diez, por descuidar su labor evangelizadora y dedicarse al enriquecimiento, así como quejas sobre el desconocimiento a la autoridad de la Audiencia, lograron que Toledo dispusiera la expulsión de los dominicos de Chucuito en
1573. Fue el mismo virrey Toledo quien pidió que fueran los jesuitas quienes asumieran la posta de la evangelización en Juli”. (Ximena Málaga Sabogal: Tesis de licenciatura “Juli, la Roma de América: memoria, construcción y percepción del pasado jesuita en un pueblo del altiplano” 2). APOGEO Y OCASO DE LA ROMA Y SANTA SEDE DE LAS INDIAS.

Antes de que los jesuitas decidieran hacer su entrada en Juli, ya había una presencia misional en la zona: los dominicos. La orden de Santo Domingo había organizado la reducción de Juli, aunque su estadía fue muy breve desde 1565 hasta 1573, en que por diversas quejas en su contra decidieron devolver esta misión a la corona. Fue el mismo virrey Toledo quien pidió que fueran los jesuitas quienes asumieran la posta de la evangelización en Juli, la principal herencia de este breve periodo dominico es: una capillita campesina en Lundayani y cuatro hermosos templos: Santa Barbara (hoy destruida y usurpada por el ex alcalde Zacarias Cárdenas), San Pedro, Nuestra señora de la Asunción y San Juan. (URTEAGA, 2008).

Aunque, aún no hay claridad en la construcción de los templos, pertenecían al asentamiento previo de Lundayani; según Vargas Ugarte (1941), al arribo de los jesuitas había solo dos templos concluidos, Santa Barbara y al que los dominicos llamaron Santo Tomas y que fue rebautizado como San Pedro y San Pablo, y dos otros templos en avanzadas fases de construcción (San Juan
y Nuestra Señora de la Asunción).

Luego de la expulsión de los dominicos en 1573, vienen años de
desorganización eclesiástica, mientras en Lima se tomaban decisiones
sobre el futuro de Juli; se responsabilizan sacerdotes seculares.


LA COMPAÑÍA DE JESUS
Los primeros jesuitas llegados al Perú tomaron algunas misiones en los pueblos de Huarochiri donde se entrenaron en el uso de las lenguas indígenas y las formas de evangelizar a los indios. En Huarochiri, la política de las reducciones era aún muy incipiente, lo
cual desencadenó su breve duración; tras apenas dos años estas doctrinas fueron devueltas al arzobispado.

Después de Huarochiri, los jesuitas tomaron la doctrina del Cercado de Lima, donde reunieron a los indios forasteros y perfeccionaron su
sistema misional.
Tras sus primeras experiencias, los jesuitas buscaban un lugar para establecer una reducción modelo y una escuela de evangelización. Es así que “durante la primera Congregación provincial (celebrada en Lima del 16 al 27 de enero de 1576, y la segunda en el Cuzco del 8 al 16 de octubre del mismo año), se acordó tomar la doctrina de Juli como punto de propósito para dedicarse al puro ministerio de los  indios. El 4 de noviembre de 1576 se inició la misión de Juli, destinada a alcanzar no solamente frutos notables de apostolado, sino también celebridad en la historia de la iglesia hispanoamericana, en sí misma y en cuanto sirvió de precedente e inspiración para las reducciones de Paraguay” (NIETO VELEZ, 1994; 134).

Según Vargas Ugarte (1963), las principales razones por las cuales los
jesuitas eligieron Juli como su centro de evangelización fueron:
- La preexistencia de un centro poblado (que hacía más fácil la
agrupación de los indios).
- La presencia de dos lenguas más importantes: quechua y aimara.
- El buen clima y la cercanía de un lago navegable.
- La lejanía de Lima que otorgaba cierta independencia al proyecto
jesuita.



lunes, 30 de septiembre de 2024

DANZANTES POPULARES EN EL ALTIPLANO PERUANO

 K U S I L L O

Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas  

Publicado en la revista "BRISAS", septiembre 2024           

E

s común caracterizar de la sociedad peruana en su triple índole pluricultural, multiétnica y multilingüe. Hay quienes dan por establecido que en nuestra comunidad nacional a lo largo y ancho del territorio de costa, sierra y selva coexisten “más de cincuenta diversas sociedades que tienen idiomas, costumbres, culturas, aspiraciones distintas y que poseen características propias, costumbres singulares alimentadas por la misma sangre y por ideales comunes[1].

Max Castilo
En las concepciones geopolíticas, se sostiene que el Hinterland del Perú es la sierra, lo andino, que es donde es más patente la caracterización antes anotada, puesto que aparece como el ámbito de mayor influencia en nuestra cultura, la fuente principal de donde emana la gran mayoría de expresiones culturales nativas, entre ellas la música y la danza.

En ese marco, estas líneas tienen como fin divulgar lo que se ha dicho y lo que dice de la figura de un danzante con características peculiares, que pervive con rasgos costumbristas en el extremo sur del territorio peruano y altiplánico: El Kusillo.

En renombrado escritor ya desaparecido, J Alberto Cuentas Zavala[2] dice que como derivación de la danza de los diablos o “diablada” el aimara ha creado al Kusillo como una segunda versión representativa del espíritu del mal, cuya diferencia esencial que lo separa del diablo consiste en que prescinde del temor que infunde el “supaya (diablo)”, y lo reemplaza con alegría manifiesta mediante el Kusillo. Kusisiña, en aimara es alegrarse a través de los dichos y las actitudes humorísticas. Illa es portador, luego, Kusillo es el portador de la alegría a la casa, de alegría jocunda llena de algazara, dando sal­tos acrobáticos, y haciendo restallar es­trellas de su chicote.

El vocablo “Kusillo”

No se encuentra el significado en el Vocabulario de Bertonio. En el Diccionario de Lucca, dice: "C'usillo. Bufón, cómico, payaso, gracioso, chistoso”, advierte Ubaldo Castillo[3]. Se estima que en el mundo aimara el kusillo aparece después de 1612, puesto que el vocabulario de Bertonio no lo ha registrado.

La gran mayoría de estudios del Kusillo convienen en que el vocablo “Kusillo” es de origen aimara y que es fiel traducción de la voz española “mono”.

José Portugal Catacora menciona en su libro Danzas y Bailes del Altiplano que el hombre altiplánico conoce al mono mediante un personaje itinerante: «era un adivinador de la suerte o suertero que llevaba consigo una jaula con un monito, un organillo pequeño y una caja con fichas que contenían la suerte de la gente», Luego, los indígenas se habrían inspirado en este movedizo animal para crear la figura danzante que nos ocupa.

MOSHO
Kusillo es mono

La palabra aymara K’usillo significa mono para Juan Luis Ayala Loayza[4]. Kusillisiri (hacer monadas, hacerse el gracioso) se aplica al zalamero y chistoso. El sacerdote jesuita Diego González Holguín menciona que la palabra «Kusillo» significa mono tanto en quechua como en aymara. El K’usillo danza como payaso pero representa­ al mono, animal que repite los actos humanos con ironía.

Teorizando sobre el origen de la figura danzante “Kusillo”, el Portal Vive Candelaria tiene escrito[5] que “el mono es el animal que imita lo que hace el hombre, es el animal que posee la capacidad de repetir los actos humanos. El hombre aimara, por su parte, ha cogido la habilidad imitativa del mono para expresar, con sentido humorísti­co, los defectos del hombre mestizo o blanco al que él genérica­mente llama «misti», y para hacerlo tangible ha creado la danza de los Kusillos o monos”

No podían faltar, como es natural y dialécticamente necesario, las posiciones discrepantes.

Henry Flores Villasante dice que “es común aceptar que el “Kusillo” representa a un mono, pero esto es incorrecto. El mono pertenece a la fauna de la Amazonía y no es nativo de las zonas altas de más de 3,800 m.s.n.m., por lo que no puede representar a esta región. Las características del “Kusillo” no son de un mono, aunque haga “monerías” o cosas graciosas”, anota.

Felix Paniagua Loza ubica a nuestros danzantes en los pueblos de la Ceja de Selva de las provincias de Sandia y Carabaya, y representan el culto al demonio”[6]. Según esto, los aimaras no habrían sido los creadores del danzante Kusillo, sino los “mistis” de pie de monte, o a lo sumo los “chunchos” de esas latitudes.

Kusi=alegre, Kusisiña=alegrarse

La palabra “Kusi”, tanto en aimara como en quechua significan alegría y estrictamente, estar feliz. Consecuentemente a quienes hacen reir con dichos y actitudes corporales, en el habla popular se les dice “Kusillos”.

Personajes como el “Kusillo” hay en muchas localidades del Perú profundo. Las funciones de brindar humor a la gente e incluso de ejercitar ciento sentido de crítica social a los poderosos del lugar de que se trate, son muy parecidas. En cada pueblo toman diferentes nombres: Maqt’a, Sajjra, huatrila, pablucha, ukuko (Cusco Qoyulluriti), kismamachus (Huancavelica) etc.

El kusillo hace sátira de los actos de los españoles y mes­tizos. Es el danzarín que expresa el alma del pueblo. Imita los actos reñidos con la moral y las buenas costumbres que realizaba el invasor y el mestizo, principalmente contra la mujer indígena. También ridiculiza a las autoridades informales y personas influyentes.

El mismita y el T’ejjeta

Son tenidos como coactores del Kusillo, acompañan a los kusillos cuando estos forman parte de algún conjunto coreográfico que pasa por calles y plazas.

El mismita, estaba disfrazado con un vestido burdo, confeccionado con grue­sos y viejos cordones de lana torcida, cuya característica, era exhibir el órgano genital masculino enormemente deformado y largo en dimensión y colores, que utilizaba para desafiar ridículamente su exhibición, como ór­gano de fecundidad. Por considerarse obsceno, pagano y inmoral se prohibió en algunas localidades este personaje y dis­fraz. La palabra "mismita"  dice Enrique Cuentas Ormachea[7], pertenece al idioma aymara y literalmente significa "cuerda o soga de lana tejida en forma floja".

El “T’ejjeta” (que significa tejido y amarrado) es una versión en extremo burda del mismita. Su vestimenta aita de hilos gruesos y parches que se entrecruzan sin orden alguno. Solían servir de auxiliares o ayudantes de los Kusillos. En nuestro tiempo han desaparecido.


Vestimenta

Siguiendo a Ubaldo Castillo, dos elementos destacan en el atuendo del Kusillo. Un capuchón de tela que cubre la cabeza totalmente, con cara generalmente negra u oscura, “nariz grande turbada hacia arriba, cachos grandes y pegados a las orejas largas y protegidas de objetos punzantes, alfileres o espinos de qhealla”; y, “una larga leva o abrigo españolizado con cuatro aberturas, que cubre el cuerpo hasta la rodilla, con aplicaciones diversas de material autóctono, confeccionado de jerga gris tejida en telares andinos.” Como elementos complementarios están “la pechera de seda de color vistoso; un chicote largo terminado en zoguilla, que al hacer girar con fuerza y retener violentamente, produce un sonoro chasquido. Co­mo adorno portan un khirkincho (charango) un k'usillito o un K’amaqe o zorro diseca­do”.

Flores Villasante describe la indumentaria asi: La máscara de lana que utiliza en la cabeza, por su forma y características, no tiene antecedentes europeos; es andina y no se asemeja a un mono debido a sus “orejas de llama”, “nariz larga y delgada” y adornos en la cabeza a manera de “cachos”. La ropa que usa es un “frac” o “Spencer” de origen inglés, utilizado por la nobleza o aristocracia. En algunas danzas, lleva un látigo y en otras un charango. Además, suele hablar en “falsetto” para ocultar su identidad. En su representación, el “Kusillo” tiene un aspecto “diabólico”, pero no del diablo malo, sino del pícaro, alegre y revoltoso, siendo crítico o imitador de las costumbres libidinosas de los humanos”.

Práctica y ocasiones en que aparecen los Kusillos

La danza no requiere de previa organización y homogenización antelada. Son jóvenes disfrazados que se lanzan a bailar acompañando a otras comparsas. Se especula que ha podido ser una danza de masas compuestas de jóvenes que se acomodan a alguna música especial. En la actualidad son figuras de los conjuntos de sikuris y de choqelas. En este último caso fungen de ayudantes en el chaqo de la vicuña. Los Kusillos danzan solos o en grupos, en for­ma desordenada y a veces descontrolada, lanzando chillidos, en su fonación aflautada fingida invaden todos los rincones, convirtiendo estos espacios en un am­plio escenario de sus diabluras y actos picarescos, causando la hilaridad de viejos y jóvenes. Cada danzarín se esmera en realizar contorciones y acrobacias para demostrar su agilidad y viveza de hombre aimara.

La danza de los k'usillos no cuenta con música especial. Cualquier interpretación musical es aprovechada para demostrar su destreza histriónica y mímica de sensibilidad espontánea y creatividad, orientada a distraer al pú­blico que goza de las k’usilladas. A veces se les puede ver danzando al compás de un kirkincho o chillador que ejecuta algunos de los k’usillos.

Alfredo Fuster señala que Se aprecia a este personaje en la Orko Fiesta de Juli, del 14 al 16 de septiembre, durante la danza Chuspi Chuspi, que marca el inicio de la siembra de quinua. Este personaje también simboliza la fertilidad, con su nariz representando el falo masculino. Su aparición en carnavales está vinculada al Allu Pacha, el tiempo de fertilidad, según Eyzaguirre Morales.


[1] Centro Peruano de Folklore: FOLKLORE PERUANO. DANZA Y CANTO, Ed. Escuela de Arte Popular, Lima 1997, p. 28

[2] En CUADERNOS DE LA CULTURA PUNEÑA Nº 2 Octubre 1998. Ed. Brisas del Titicaca. Articulo “El diablo en la coreografía aimara”, p. 7

[3] Ubaldo Castillo Espezua, LA CULTURA POPULAR DE JULI. Arequipa 1996

[4] Juan Luis Ayala Loayza: Diccionario Español-Aymara, Aymara-Español, Ed. Mejia Baca, Lima 1988

[5]   VIVE CANDELARIA, 9ENE2017

[6] Felix Paniagua Loza: GLOSAS DE DANZAS DEL ALTIPLANO PERUANO. Separata del “BOLETIN DE LIMA” 1981

[7] Enrique Cuentas Ormachea: PRESENCIA DE PUNO EN LA CULTURA POPULAR Ed. Nueva Facultad, Lima 1995 p.147

Juan de la Cruz Machicado