ACERCA DE LA TRASCENDENCIA HISTORICA DE
PEDRO VILCAPAZA
Escribe: Bruno Ismael
Medina Enríquez
E |
n ocasión de
recordar el 241 Aniversario de su cruel inmolación y muerte ejecutada por los
españoles, participamos conmemorando la trascendencia de su acción para que
nuestros compatriotas tengan un ejemplo del comportamiento humano, en la lucha
por la reivindicación social, en la búsqueda de una sociedad mejor, aún utópica
para nuestros pueblos
Hace algo más
de 50 años en la historiografía peruana la trascendencia de Túpac Amaru, ha
sido considerada levemente como parte de la lucha por la independencia peruana
de la corona española, como si ese acontecimiento fuera un simple movimiento o
revuelta campesina, que quería restituir el orden incaico y destruir la
sociedad colonial imperante en la época; paralelamente la presencia de Pedro
Vilcapasa en la historia era totalmente desconocida, salvo con alguna
referencia ocasional de su nombre, sin considerar la importancia que tuvo su
protagonismo en la segunda etapa de la Revolución.
J.D.
Choquehuanca en su “Estadística de la Provincia de Azángaro” de 1832, lo había
tomado en cuenta, describiendo en breves textos la importancia del papel de
Vilcapaza en la revolución de Túpac Amaru, allí reproduce las frases que le
hubo dicho a Diego Cristóbal Túpac Amaru, cuando este anuncia la firma del
armisticio con los Españoles, al que él se niega aceptar, y recuerda las frases
que expresara en la hora postrera de su muerte. A su iniciativa, el 18 de abril
de 1828 el Congreso Nacional de la República le había conferido a Azángaro el
honroso título de "BENEMERITO y HEROICO PUEBLO DE VILCAPAZA" por su
participación en la gesta libertaría, tuvieron que pasar muchos años después,
en que el gobierno el 20 de junio de 1989
expide la Ley N° 25065, otorgándole el título "AZANGARO TIERRA
PROCER, CUNA DE LA REVOLUCION EMANCIPADORA DE PEDRO VILCA APAZA.
La primera
persona que reivindicara la trascendencia de Pedro Vilcapasa en los medios
intelectuales y académicos, fue Lisandro Luna, por medio de su libro publicado
en 1944 “El Puma Indomable”, apelativo que luego quedó como mejor
identificación del prócer; Luna publica su obra en una época en la que
mencionar su nombre era casi cometer un sacrilegio, una loa a ese nombre era
considerado como una expresión de
incitar a la rebeldía de la “indiada”,
de ahí el importante valor que le imprime Lisandro Luna en su obra, que
más que en un relato histórico, en una prosa poética y metafórica muy
valiosísima que lo enaltece como escritor.
No hay que
dejar de recordar su importante participación en aquella época, cuando el
obelisco se construyó en la Plaza San Bernardo; dedicado y realizado
“oficialmente” en homenaje a José Domingo Choquehuanca, a iniciativa y
persistencia de Benjamín Jiménez Camacho, empedernido choquehuanquista, y
autoridad en la época, que no está dedicado a Vilcapaza, a despecho de las
autoridades y personas notables de aquel tiempo, que jamás permitirían la
reivindicación de aquel indio rebelde, menos aún en algún monumento, aunque sus
imágenes dicen lo contrario.
Sobre este
tema conversamos varias veces hace algunos años con su autor el Arquitecto
Leonel Velarde, allá en su acogedora casa de Barranco, y en amplios diálogos
con su esposa, su hija Etna Velarde, la gran pintora nacional y el escritor
José Luis Ayala, con quienes compartimos largas noches de tertulia; el gran
Leonel cuenta que había emigrado del Cusco hacia Azángaro, en razón de
manifestar sus ideas políticas luego del golpe de Estado contra el Presidente José
Luis Bustamante y así no verse afectado por la represión en su contra y contra
el sector popular de entonces; al llegar a esta tierra y asumir el encargo de
la construcción del obelisco, “A Choquehuanca”, tuvo que nutrirse de mayor
información para realizar su creación, razón por la que se vinculó amicalmente
con Lisandro Luna quien ya había publicado una obra sobre "Choquehuanca el
Amauta", y para él era necesario conocer más sobre José Domingo
Choquehuanca, siendo ya Leonel un artista e intelectual cusqueño de renombre,
conocía en amplitud a Túpac Amaru II, pero solo sabía que Vilcapasa era uno de
sus seguidores, por lo que en las conversaciones con Lizandro Luna, de paso
también se nutrió de conocimiento de las acciones de Vilcapasa, cuyo importante
y heroico protagonismo durante la revolución y luego de la muerte de Túpac
Amaru lo impresionó de sobremanera, y sugirió que también sea reivindicado en
el monumento, aunque el encargo fue
realizar el obelisco a Choquehuanca, sin embargo en la iconografía que se
exhibe desde entonces en el obelisco, está sólidamente y soberbiamente presente
el Puma Indomable, por lo que Leonel nos dijo: “para mí eso fue una verdadera
reivindicación al indio rebelde azangarino”.
En esa misma
década de los 50s, en que se crea el Colegio Nacional que luego toma el nombre
de Pedro Vilcapasa a solicitud de la población, el Colegio desde su creación se
convirtió en una ventana de difusión del nombre vilcapacino, más aún su primer
Director, Don Gabino Sumarriva, escribió una obra teatral “El Puma Indomable”,
que fue representado un buen tiempo por su alumnado.
Se han
escrito varios textos sobre la Revolución Tupacamarista, pero escasamente sobre
la trascendencia de la segunda parte de dicha revolución, es decir después del
descuartizamiento de conductor, casi nadie hablaba de Diego Cristóbal o de
Pedro Vilcapasa. Boleslao Lewin, publica en Buenos Aires una temprana obra
“Tupac Amaru, el rebelde. Su época, sus luchas y su influencia en el
continente” cuya primera edición lanzó Editorial Claridad de Buenos Aires en
1943. Importante obra sobre el Rebelde para la época, allí se refiere a la
segunda etapa de la revolución tupacamarista, y como protagonistas a Diego
Cristóbal y a Andrés, sin hacer referencia a Pedro Vilcapaza, en cambio ensalza
el protagonismo de Julián Apasa (Túpac Catari), en razón que Lewin para
desarrollar su libro, había realizado intensa investigación en Bolivia,
especialmente en Chuquisaca.
El mayor conocimiento de la Revolución Emancipadora de Túpac Amaru II, recién es promovida y revalorada con mayor ahínco durante el gobierno militar de Juan Velazco Alvarado, en tanto que aparte de reivindicar algunos reclamos y demandas que invocara José Gabriel Condorcanqui en beneficio de los pueblos originarios a la corona Española, como la propiedad de la tierra; Velazco toma su imagen como ícono para promover e impulsar la Reforma Agraria, dictada por dicho gobierno, y que se convirtiera en una de sus más importantes medidas, en tanto que cambió profundamente el régimen de la propiedad de la tierra, que se mantenía por siglos hasta ese 1969, propiedad incrementada por los hacendados luego de la independencia colonial de España, a fuerza de explotación y esclavización de las masas campesinas, situación que en Azángaro desde hacía 150 años se había consolidado con mayor fuerza; no debemos olvidar que en esta provincia de Puno, fue el lugar donde mayores propiedades tenían los gamonales, inclusive con haciendas que abarcaban no solo la provincia, sino otras provincias vecinas, y la acumulación de la propiedad agraria se convirtió en un derecho consuetudinario, para quienes heredaron o adquirieron de diversos modos, la propiedad de la tierra, tema que amerita referirse en otra ocasión.
Aunque el
nombre de Túpac Amaru II, y su obra, fue
promovida recién en ese periodo con mayor interés por su orientación
nacionalista, el nombre de Pedro Vilcapasa y el papel que cumplió en este
movimiento no fue considerado con preocupación especial, más aun en nuestra
provincia como en nuestro departamento, salvo el nombre del más importante
colegio secundario, de organizaciones
gremiales campesinas, que a todo derecho tomaron su nombre, además del
monumento frente al templo y la tradicional calle que desde siempre tomara ese
nombre.
En la década
del 70 gracias a la difusión de la Revolución de Túpac Amaru, una comisión
nacional encargada de la celebración del sesquicentenario de 1971, tuvo la
oportunidad de publicar mucho material referido a los aportes que hubieron para
la Emancipación, entre ellos muchos referidos a Tupac Amaru II, recién allí
vemos de algún modo, el nombre de Pedro Vilcapasa en su mejor expresión, estan
en los partes de guerra de los generales españoles que combatieron a Diego
Cristobal y a Vilcapasa en el Altiplano, informes que desnudan la valentía del
ínclito rebelde campesino, ello permite
que nuevos autores se refieran a él, como Atilio Siviriche, o Juan José Vega,
tomándole mayor interés a la segunda etapa de la Revolución y el papel que
jugaron los líderes revolucionarios del altiplano, entre ellos una temprana
obra "La Rebelión de Vilcapasa", de Fortunato Turpo, publicada en
Arequipa en 1971
Luego ocurre
la Celebración del Bicentenario de la Revolución en 1980, ocasión que más
intelectuales difundieran con mayor interés su conocimiento. En 1982, hubo una
importante presencia de la comisión celebratoria de dicho bicentenario en la
ciudad de Azángaro, valorando con ello al héroe azangarino, se publicó una
estampilla conmemorativa, por disposición de la ley 23579, se inauguro un
monumento frente al atrio del templo, en homenaje al Bicentenario de la
gloriosa muerte del Prócer de la Emancipación Peruana Pedro Vilcapaza, recién
desde entonces se considera a Vilcapaza como PROCER de la independencia.
En 1981, el
Comandante EP Alejandro Seyrelan Leiva, publica el tercer tomo de su obra
“Historia del Ejército Peruano, referida al ejército durante la dominación
española del Perú,” dedicada especialmente a la Revolución de Túpac Amaru II,
allí muestra mediante diversos croquis, los encuentros y batallas realizados en
el altiplano entre los rebeldes y españoles, donde participó Pedro Vilcapaza,
una vez más aquí se revalora su trascendencia en la segunda etapa de esta lucha
contra el dominio español.
No debemos
olvidar que el profesor Odón Cárdenas Mayta, tuvo un importante papel en la decisión de que el Ministerio de
Educación incluyera en la curricula escolar de efemérides a celebrar, la fecha
del 8 de abril, recordando la inmolación de Pedro Vilcapaza, hecho que ha
contribuido en gran medida el conocimiento de esa presencia inmortal en las
nuevas generaciones.
Gracias a
todo ello, ya en este tiempo se puede conocer más sobre Pedro Vilcapasa, muchos
autores azangarinos, puneños y otros de dimensión nacional, que no referimos en
afán de no olvidar a alguno, le han
dedicado versos y textos sobre su importante papel en la Revolución
Tupacamarista y su gran contribución, en el proceso de emancipación de la
colonia española, cuyo bicentenario se recuerda este año, y en el papel y
ejemplo moral que continua cumpliendo en el largo proceso de alcanzar la
segunda independencia, no del imperio español sino del imperio del capitalismo,
que seguramente nosotros no la veamos llegar, sino las nuevas generaciones que
siguen su legado, podrán alcanzarla para el bienestar de nuestros pueblos en
una nueva y mejor sociedad.
De nuestra
parte en los años 90 del siglo pasado publicamos en la Revista Aswan Qhari,
algunos textos de don Severo Castillo, donde nos cuenta hechos de su propia
experiencia e investigación, ya que durante varios años Severo Castillo fue
profesor en los lares donde nació Pedro Vilcapaza.
Aun todos
estos hechos descritos, el nombre de Pedro Vilcapaza sigue siendo considerado
con menor importancia en la historiografía del Perú, es papel nuestro difundir
su trascendencia en mérito a su permanente reivindicación. Bien por los
diversos homenajes, monumentos, obeliscos que en su nombre se construyen, de
manera oficial, bien por las nuevas generaciones que escriben, y publican sobre
Pedro Vilcapaza, sin embargo nos queda aún seguir repitiendo a manera de
revalorar su valentía, aquellas palabras que retumbaron en la plaza azangarina
aquella soleada mañana del infausto 8 de abril,
“Llaqtamasiykuna, kay inti rayku, ñoqa hina wañuyta yachaychis”. (Azangarinos,
por este sol que alumbra, aprended a morir como yo).
No debo
terminar esta participación sin leer un texto que hube escrito hace ya varios
años, en el diario Los Andes y que es reproducido por Bonifacio Mamani, en su
importante trabajo referido a Pedro Vilcapaza.
N Leon |
“En vano pues
esos días de abril, Joseph Del Valle se había esforzado por sacar de los labios
de Vilcapaza el destino de los tesoros, menos un suspiro siquiera para pedir
clemencia esperando el perdón, sus palabras se las llevó a la tumba; en la hora
postrera sus labios solo esputaron un grito rojo de coraje, empapado en sangre
rebelde que estremeció a la tiranía y el oprobio, más pudo su coraje de Puma
Indomable que la traición, que no es un valor que los incas cultivaran. Más
pudo el derecho a la libertar, la muerte gloriosa acabó primero con él, antes
que verse sometido a un gobierno que tanto los oprimió. Ese fue su sino.
Para concluir
con la hermosa prosa de Lizandro Luna en 1944.
“Con su
muerte heroica honra a su raza esclavizada. La redime del oprobio. Su martirio
es una glorificación porque ha muerto de la muerte de cuatro siglos con el
dolor que consumió el indio en su cruenta esclavitud. Se hunde sereno y firme
en su gran noche iluminada, encendiendo llamaradas de admiración. El gran
rebelde cayó inmolado. Pero su recuerdo siguió ardiendo como una tea. Siguió
ardiendo alimentada por su rebeldía inmortal. Pasó a la historia. La tierra
guardó su voz sanguinolenta, el eco de sus cóleras quemantes, el palpitar de
ese motor poderoso que fue su corazón de bronce: el temple magnífico de su
voluntad indomeñable. Entró a la mansión serena de la Historia…”
NUESTRA
VISION ACTUAL DE VILCAPASA
En el tiempo
no se conoce un retrato ni imagen original de Pedro Vilcapaza, quienes
representan(ron) a Vilcapaza lo hicieron o lo hacen con criterio político
interesado, desde la clase social que representan, asi algunos tienen la
identificación a un aborigen rebelde que alza su grito de protesta en vano, ya
que los destinos del hombre humano los ha establecido Dios, por eso lo muestran
con ojotas, desnudo, musculoso, seguramente en afán de reivindicar al común
"indio explotado" de la colonia, y por supuesto al yanacona de la
republica hasta los años 70s, forma y
tradición de identificarlo que se acostumbró en los años 50s del siglo pasado,
como ese de los dibujos que hiciera el Sr. Alvaro Cano de su rostro, con la
boca abierta y los pelos hirsutos, recreado de cuanto lo están descuartizando
y/o cuando estuviera pregonando "Por este sol que nos alumbra....",
seguramente para mostrar su rebeldía expresada en ese rostro, imagen que por
mucho tiempo se ha mantenido y que ha sido recreado o reinterpretado, en
algunos dibujos o esculturas aun en monumentos,
cuando en realidad la historia lo recrea de otro modo. Quienes hablan de
Vilcapasa en sus partes de guerra, o reconocen la autoridad que ostentaba en su
tiempo, lo reconocen como que fue miembro de la milicia española con el grado
de "Sargento Sillero", además la ocupación que tenia de arriero, por
lo que dominaba el caballo, y según la tradición tenía dos; conocía el arma
blanca y por supuesto lo usaba, sea esta un sable, espada, puñal, o lanza, y
por supuesto que tenía un arma de fuego para su uso común, siendo arriero lo
requería y en el extremo de la lucha que emprendiera, no podía dejar de tener
un arma de fuego de los tantas que rescató en las batallas contra los
españoles, es más, para montar a caballo siendo arriero y comerciante, usaba
botas a la usanza de ese tiempo, y por supuesto no viajaba por el altiplano a
soliviantar los pueblos calzado de ojotas, tenía que mostrar su autoridad y
mando en nombre del Inca Tupac Amaru II. Es más, tenía raigambre de "indio
noble", de raíces ancestrales incas, descendiente de curacas notables, no
era analfabeto, era educado, con estudios, y no andaba desnudo, menos con
ojotas, vestía como un normal cacique, propietario de tierras desde sus
ancestros, vestimenta de mestizo, pantalón y chamarra de seda, poncho que era
de común uso en los diversos estratos.... y más razones para re recrearlo de
ese modo, no con insultos a los autores de las obras en dibujo o escultura,
quienes tienen todo el valor de conceptuarlo con su propia concepción, es más
en sus trabajos de arte los artistas deben reivindicar en esta valía a Pedro
Vilcapaza.
A fines de
los 70s. escuche a Juan José Vega reivindicar la segunda etapa de la Revolución
Tupacamarista y a los próceres del altiplano que participaron en esa etapa, en
especial el liderazgo del prócer azangarino, contra los realistas en diversos
sitios y batallas , eso hizo que cambiara mi percepción de Vilcapasa, por eso
que ahora yo lo veo así: entrando ¡triunfante! a la ciudad de Puno, a galope de
caballo, arma en mano alzada, bajando de las cumbres del "¡Alto Puno”,
arengando a sus huestes que están desalojando a los españoles de esa ciudad!!,
como sucedió aquel 28 de mayo de 1781, cuando las fuerzas rebeldes toman por
asalto Puno, bajo la conducción de Vilcapasa, luego que los españoles al mando
del Mariscal del Valle se retiran vencidos en pleno invierno, solamente
protegidos por sus 800 descalzos fusileros de Lima y los 133 efectivos que
tenía Orellana, ese ejercito vencido y reducido que llega a la ciudad del Cusco
el 4 de julio de 1781, después de 39 días de penosa marcha, con un reducido número de soldados y
8000 civiles, que huyeron de la ciudad.
Esa es la imagen que desde entonces de Vilcapasa, El Puma Indomable triunfante y ganador, brazo en alto, a galope intenso de Caballo, ingresa a la ciudad de Puno, abanderado de sus huestes, listo para colocar la Wiphala, en la parte más alta del templo de la ciudad de Puno.
Digno ejemplo
para las nuevas generaciones de todos los tiempos al rememorar los 241 años de
su inmolación, cuando nuestra patria sufre los designios de una clase social
que impide su desarrollo, cuando nuestra región Puno padece de un olvido
ancestral, y es negado, despreciado, reprimido, desnacionalizado, -Puno no es
el Perú- por ese sector de la sociedad que siempre ha dominado desde hace más
de 200 años, y que en el ultimo año no ha permitido que nuestro pueblo busque
su propio destino, clase social que ha hecho lo imposible por no respetar el
voto popular, y en los últimos meses lo ha hecho a costa de la sangre y la vida
de muchos de nuestros coterráneos, más aún cuando esa clase social hace lo
imposible conservar sus privilegios, inclusive promoviendo traiciones entre sus
propias fuerza y así violentar los
reclamos de nuestro pueblo, como lo hiciera el General Pedro Vilcapasa, es
tiempo de alzar las voces del pueblo contra la patria traicionada desde el
mismo gobierno y en memoria de tan inclino prócer azangarino sea mi saludo
final y mi respeto profundo, a esa delegación de la Federación campesina Pedro
Vilcapasa que junto a cientos de organizaciones populares, estuvieron presentes
en Lima, durante las luchas populares del pasado mes de enero y febrero, lucha
que no han llegado a un final esperado en razón de la eterna división en el
movimiento popular, promovida por intereses políticos internos, subalternos y
privados, sin querer seguir el ejemplo de que solo las grandes organizaciones
gremiales unidas alcanzan su objetivos, sin traicionar a su pueblo, sigamos el
ejemplo de Pedro Vilcapasa que antes prefirió inmolarse que traicionar a su
pueblo. ▒▒